¿Quién es Jesucristo?

Pregunta: "¿Quién es Jesucristo?" Respuesta:

¿Quién es Jesucristo? A diferencia de la pregunta, “ ¿Existe Dios?”, muy poca gente se ha cuestionado si Jesucristo existió. Generalmente se acepta que Jesús verdaderamente fue un hombre que caminó sobre la tierra de Israel, hace más o menos dos mil años. El debate comienza cuando se analiza el tema de la identidad completa de Jesús. La mayoría de religiones principales enseñan que Jesús fue un profeta, o un buen maestro, o un hombre devoto. El asunto es el siguiente, la Biblia nos dice que Jesús fue infinitamente más que un profeta, un buen maestro, o un hombre devoto.

C. S. Lewis en su libro Mero Cristianismo escribe lo siguiente: “Aquí estoy tratando de prevenir a quienquiera, de cometer la verdadera insensatez que a menudo se comete al decir de Él, es decir de Jesucristo lo siguiente: ‘Estoy listo para aceptar a Jesús como un gran maestro moral, pero no acepto su afirmación de ser Dios’. Esa es una de las cosas que no deberíamos decir. Un hombre que era simplemente un hombre, y que decía toda clase de cosas, sólo por decir, no aplica a un gran maestro moral como Jesús. O era un lunático – o un hombre ambiguo – o el mismo Demonio del Infierno. Usted debe hacer su elección. Este hombre fue y es el Hijo de Dios, o de lo contrario, fue un loco o algo peor… Usted puede hacerlo callar por tonto, puede escupirlo y matarlo como a un demonio; o puede caer a sus pies y llamarlo Señor y Dios. Pero no seamos condescendientes con ninguna tontería acerca de que era un gran maestro humano. Él no ha dejado esa opción abierta para nosotros. Él no tuvo esa intención.”

Veamos ahora, ¿quién demandaba ser Jesús? ¿Quién dice la Biblia que era Él? Primero, miremos las palabras de Jesús en Juan 10:30, “Yo y el Padre uno somos”. A primera vista, no parecería afirmar ser Dios. Sin embargo, mire la reacción de los Judíos en Su declaración, “Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios” (Juan 10:33). En los siguientes versículos, Jesús nunca corrige a los judíos diciéndoles, “Yo no me hago Dios”. Eso indica que Jesús verdaderamente estaba diciendo que era Dios al declarar, “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30). Juan 8:58 es otro ejemplo. Jesús proclamó, “¡De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy!” Tomaron entonces piedras para arrojárselas (Juan 8:59). Jesús, anunciando Su identidad como “Yo soy” es una aplicación directa del nombre del Antiguo Testamento para Dios (Éxodo 3:14). Nuevamente, ¿por qué los Judíos querían apedrear a Jesús, si El no había dicho algo que ellos creían era blasfemo, concretamente, una afirmación de ser Dios?

Juan 1:1 dice que “el Verbo era Dios”. Juan 1:14 dice que “aquel Verbo fue hecho carne”. Esto indica claramente que Jesús es Dios en la carne. Tomás el discípulo de Jesús dijo, “Señor mío y Dios mío” (Juan 20:28). Jesús no lo corrigió. El Apóstol Pablo lo describe como, “…nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13). El Apóstol Pedro dice lo mismo, “…nuestro Dios y Salvador Jesucristo” (2ª Pedro 1:1). También Dios el Padre es testigo de la completa identidad de Jesús, pero acerca del Hijo dice, “Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; Cetro de justicia es el cetro de Tu reino”. Las profecías de Cristo del Antiguo Testamento anuncian Su deidad, “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado y el principado sobre su hombro, y se llamará su nombre, Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.”

De manera que, como C. S. Lewis sostuvo, creer en Jesús como un buen maestro, no es una opción. Clara e innegablemente Jesús afirmaba ser Dios. Si El no es Dios, entonces es un mentiroso, y por tanto no es un profeta, un buen maestro o un hombre devoto. Al intentar explicar las palabras de Jesús, los “eruditos” modernos declaran que “el verdadero Jesús histórico” no dijo muchas de las cosas que la Biblia le atribuye. ¿Quiénes somos nosotros para debatir con la Palabra de Dios, referente a lo que dijo o no dijo Jesús? ¿Cómo puede un “erudito” que dista de Jesús dos mil años, tener una mejor percepción de lo que Jesús dijo o no, que la que tuvieron aquellos que vivieron, sirvieron y fueron enseñados por Jesús mismo (Juan 14:26)?

¿Por qué es tan importante la pregunta acerca de la verdadera identidad de Jesús? ¿Por qué es importante que Jesús sea Dios o no? La razón más importante por la que Jesús tiene que ser Dios, es que si Él no es Dios, Su muerte no habría sido suficiente para pagar la penalidad de los pecados de todo el mundo. (1ª Juan 2:2). Solamente Dios pudo pagar tal penalidad infinita (Romanos 5:8; 2ª Corintios 5:21). Jesús tenía que ser Dios, a fin de que pudiera pagar nuestra deuda. Jesús tuvo que ser hombre para que pudiera morir. ¡La salvación está disponible solamente a través de la fe en Jesucristo! La deidad de Jesús es la razón por la que El es el único camino de salvación. La deidad de Jesús es la razón por la que proclamó, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene la Padre, sino por mí” (Juan 14:6).

¿Existe Dios? ¿Hay evidencia de la existencia de Dios?

Pregunta: "¿Existe Dios? ¿Hay evidencia de la existencia de Dios?" Respuesta:

¿Existe Dios? Encuentro interesante que se de tanta atención a este debate. Las últimas encuestas nos dicen que sobre el 90% de la gente en el mundo de hoy, cree en la existencia de Dios o en algún poder más alto. Sin embargo, de algún modo, la responsabilidad se coloca sobre aquellos quienes creen que Dios existe, para de alguna manera probar que El en realidad existe. Yo personalmente pienso que la responsabilidad está sobre los que no creen.

Sin embargo, la existencia de Dios no puede ser probada o desmentida. Aún la Biblia dice que deberíamos aceptar por fe, el hecho de que Dios existe, “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6). Si Dios lo deseara así, simplemente podría aparecer, y probar a todo el mundo que El existe. Pero si lo hiciera, no habría necesidad de fe. “Jesús le dijo: porque me has visto, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:29).

Sin embargo, eso no significa que no hay evidencia de la existencia de Dios. La Biblia declara, “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras” (Salmos 19:1-4). Al mirar las estrellas, al entender la inmensidad del universo, al observar las maravillas de la naturaleza, al ver la belleza de la puesta del sol – vemos que todas ellas apuntan hacia un Creador, Dios. Si esto no fuera suficiente, también hay evidencia de Dios en nuestros propios corazones. Eclesiastés 3:11 nos dice, “…y ha puesto eternidad en el corazón de los hombres…” Hay algo en lo profundo de nuestro ser, que reconoce que hay algo más allá de esta vida y alguien más allá de este mundo.

Intelectualmente podemos negar este conocimiento, pero la presencia de Dios en nosotros y a través de nosotros, todavía está ahí. A pesar de todo esto, la Biblia nos advierte que todavía hay algunos que niegan la existencia de Dios, “Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (Salmos 14:1). Debido a que sobre el 98% de la gente a través de la historia, en todas las culturas, en todas las civilizaciones, en todos los continentes, creen en la existencia de algún tipo de Dios – debe haber algo (o alguien) que causa esta creencia.

Además de los argumentos bíblicos para la existencia de Dios, hay argumentos lógicos. Primero, tenemos el argumento ontológico. La forma más popular del argumento ontológico, usa básicamente el concepto de Dios para probar Su existencia. Este comienza con la definición de Dios como “Ese del cual no puede ser concebido uno más grande”. Entonces se sostiene que existir es mayor que no existir, y por tanto el mayor ser concebible debe existir. Si Dios no existió, entonces Dios no sería el mayor ser concebible – pero eso iría a contradecir la definición misma de Dios. El segundo es el argumento teológico. El argumento teológico dice que desde que el universo despliega tal maravilloso diseño, debe haber habido un diseñador Divino. Por ejemplo, aún si la tierra estuviera unos pocos cientos de millas más cerca o más lejos del sol, no sería capaz de mantener mucha de la vida que en la actualidad lo hace. Si los elementos en nuestra atmósfera fueran diferentes aún en un pequeño porcentaje, cada cosa viviente sobre la tierra moriría. Las probabilidades de una simple molécula de proteína formada por casualidad es 1 en 10 elevado a la potencia 243 (es decir, 10 seguido de 243 ceros). Una simple célula consta de millones de moléculas de proteína.

Un tercer argumento lógico para la existencia de Dios es el denominado argumento cosmológico. Cada efecto debe tener una causa. Este universo y todo lo que en el hay es un efecto. Debe haber algo que causó que todo existiera. A la larga, debe haber algo “sin-razón” a fin de provocar que todo lo demás exista. Esa “sin-razón” es Dios. Un cuarto argumento es conocido como el argumento moral. Cada cultura a través de la historia ha tenido alguna forma de ley. Todos tienen un sentido de lo correcto y lo erróneo. El asesinato, la mentira, el robo, y la inmoralidad son rechazados casi universalmente. ¿De dónde vino ese sentido de lo correcto y lo erróneo, sino de un Dios santo?

A pesar de todo esto, la Biblia nos dice que la gente va a rechazar el conocimiento claro e innegable de Dios, y en lugar de ello, creer una mentira. Romanos 1:25 declara, “Ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.” La Biblia también proclama que la gente no tiene excusa para no creer en Dios, “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:20).

La gente demanda no creer en Dios porque “no es científico” o “porque no hay pruebas”. La razón verdadera es que una vez que la gente admite que hay un Dios, también deben darse cuenta de que son responsables hacia Dios y que están necesitados de Su perdón (Romanos 3:23; 8:23). Si Dios existe, entonces somos responsables por nuestras acciones hacia El. Si Dios no existe, entonces podemos hacer lo que queramos sin tener que preocuparnos porque Dios nos juzgue. Creo que esa es la razón por la que muchos en esta sociedad, están tan fuertemente aferrados a la evolución – para dar a la gente una alternativa de creer en un Dios Creador. Dios existe y a la larga todo el mundo sabe que El existe. El hecho mismo de que algunos intenten tan agresivamente refutar Su existencia es de hecho un argumento para Su existencia.

Permítame dar un último argumento para la existencia de Dios. ¿Cómo sé que existe Dios? Yo sé que Dios existe porque hablo con El todos los días. No lo escucho hablándome con voz audible, pero siento Su presencia, siento Su guía, conozco Su amor, deseo Su gracia. Han ocurrido cosas en mi vida que no tienen otra explicación posible sino Dios. Dios me ha salvado tan milagrosamente y ha cambiado mi vida que no puedo sino reconocer y alabar Su existencia. Ninguno de estos argumentos en sí, pueden persuadir a alguien que rehúsa reconocer lo que es tan claro. Al final, la existencia de Dios debe ser aceptada por fe (Hebreos 11:6). La fe en Dios no es un salto ciego a la oscuridad, este es un paso seguro a una habitación bien iluminada en donde ya se encuentra el 90% de la gente.

¿Cuáles son los atributos de Dios? ¿Cómo es Dios?

Pregunta: "¿Cuáles son los atributos de Dios? ¿Cómo es Dios?" Respuesta:

¡La buena nueva, mientras tratamos de contestar esta pregunta, es que hay mucho que se puede descubrir acerca de Dios! Aquellos que examinan esta explicación pueden encontrar provechoso primero leerla completamente; luego volver y consultar pasajes seleccionados de la Escritura para una aclaración adicional. Las referencias de la Escritura son completamente necesarias, porque sin la autoridad de la Biblia, esta colección de palabras no serían mejores que la opinión del hombre; la cual por sí misma es a menudo incorrecta en la comprensión de Dios (Job 42:7). ¡Decir que es importante para nosotros tratar de entender cómo es Dios, es como una gran subestimación! El descuidarlo, probablemente va a ocasionar que se levante, persiga, y adore a los dioses ajenos lo cual es contrario a Su voluntad (Éxodo 20:3-5).

Solamente lo que Dios ha escogido de Sí mismo para ser revelado, puede ser dado a conocer. Uno de los atributos o cualidades de Dios es que El es “luz”, queriendo decir que El mismo nos revela la información de Sí mismo (Isaías 60:19, Santiago 1:17). La realidad de que Dios ha revelado conocimiento de Sí mismo no debería ser abandonada, no sea que alguno de ustedes no alcance a entrar en Su reposo (Hebreos 4:1). La creación, la Biblia, y el Verbo hecho carne (Jesucristo) van a ayudarnos a conocer cómo es Dios.

Comencemos entendiendo que Dios es nuestro Creador y que somos una parte de Su creación (Génesis 1:1, Salmos 24:1). Dios dijo que el hombre fue creado a Su imagen. El hombre está sobre el resto de la creación y le fue dado dominio sobre ella (Génesis 1:26-28). La creación fue estropeada por la “caída”, no obstante, echa un vistazo a Sus obras (Génesis 3:17-18); Romanos 1:19-20). Al considerar la inmensidad de la creación, la complejidad, la belleza, y el orden, podemos tener una sensación de lo impresionante que es Dios.

La lectura de algunos de los nombres de Dios, puede ser de ayuda en nuestra búsqueda de cómo es Dios. Veamos los siguientes:

Elohim – El Fuerte, Divino (Génesis 1:1)
Adonai – Señor, indicando una relación Maestro - siervo (Éxodo 4:10,13)
El Elyon – El Altísimo, El más Fuerte (Isaías 14:20)
El Roi – El Fuerte que ve (Génesis 16:13)
El Shaddai – Todopoderoso Dios (Génesis 17:1)
El Olam – Dios eterno (Isaías 40:28)
Yahvé – SEÑOR “Yo Soy”, lo cual significa el Dios Eterno, que existe independientemente de cualquier otro ser. (Éxodo 3:13,14).

Vamos a continuar examinando más de los atributos de Dios. Dios es eterno, lo cual significa que no tuvo principio y que Su existencia nunca va a terminar. El es inmortal, infinito (Deuteronomio 33:27; Salmos 90:2; 1ª Timoteo 1:17). Dios es inmutable, lo cual significa, que es inalterable; es decir que Dios es absolutamente digno de confianza y fidedigno (Malaquías 3:6; Números 23:19; Salmos 102:26,27). Dios es incomparable, lo cual significa que no hay nadie como Él en obras o existencia; es inigualable y perfecto (2ª Samuel 7:22; Salmos 86:8; Isaías 40:25; Mateo 5:48). Dios es inescrutable, lo cual significa que no tiene límite, no se lo puede llegar a conocer por completo, es insondable (Isaías 40:28; Salmos 145:3; Romanos 11:33,34).

Dios es imparcial, lo cual significa que no hace distinción de personas en el sentido de mostrar favoritismo (Deuteronomio 32:4; Salmos 18:30). Dios es omnipotente, lo cual significa que es todopoderoso; El puede hacer todo lo que le agrada, pero Sus acciones siempre estarán de acuerdo con el resto de Su carácter (Apocalipsis 19:6, Jeremías 32:17,27). Dios es omnipresente, lo cual significa que siempre está presente, en todas partes (Salmos 139:7-13; Jeremías 23:23). Dios es omnisciente, lo cual significa que conoce el pasado, presente y futuro, aún lo que estamos pensando en cualquier momento; puesto que conoce todo, Su justicia siempre será administrada imparcialmente (Salmos 139:1-5; Proverbios 5:21).

Dios es uno, lo cual significa que no solamente no hay otro, sino que también es el único en poder cubrir las necesidades más profundas y anhelos de nuestros corazones, y sólo El es digno de nuestra adoración y devoción (Deuteronomio 6:4). Dios es justo, lo cual significa que no puede y no va a pasar por alto la maldad; es debido a Su rectitud y justicia, que Jesús tuvo que experimentar el juicio de Dios. Nuestros pecados fueron puestos sobre El para que de esta manera fuéramos perdonados (Éxodo 9:27; Mateo 27:45-46; Romanos 3:21-26).

Dios es soberano, lo cual significa que es supremo; toda Su creación junta, a sabiendas o ignorando, no puede impedir Sus propósitos (Salmos 93:1; 95:3; Jeremías 23:20). Dios es espíritu, lo cual significa que es invisible (Juan 1:18; 4:24). Dios es una Trinidad, lo cual significa que es tres en uno, el mismo en substancia, poder y gloria por igual. Note que en el primer pasaje citado de la Escritura, “nombre” es singular aún cuando se refiere a tres Personas distintas – “Padre, Hijo, Espíritu Santo” (Mateo 28:19; Marcos 1:9-11). Dios es verdad, lo cual significa que está de acuerdo con todo lo que es, El va a permanecer incorruptible y no puede mentir (Salmos 117:2; 1ª Samuel 15:29).

Dios es santo, lo cual significa que está separado de toda corrupción moral y es hostil a ella. Dios ve todo el mal y esto lo enfada; el fuego usualmente es mencionado en la Escritura junto con la santidad. Dios es referido como un fuego consumidor (Isaías 6:3; Habacuc 1:13; Éxodo 3:2, 4, 5; Hebreos 12:29). Dios es afable – esto incluiría Su bondad, benevolencia, misericordia y amor – las cuales son palabras que dan tintes de significado a Su bondad. Si no fuera por la gracia de Dios, parecería que el resto de Sus atributos nos excluirían de Él. Afortunadamente este no es el caso, porque El desea conocernos a cada uno personalmente (Éxodo 22:27; Salmos 31:19; 1ª Pedro 1:3; Juan 3:16, Juan 17:3).

Esto ha sido solamente un modesto intento de contestar una gran pregunta de Dios. Por favor siéntanse grandemente animado a seguir buscándolo (Jeremías 29:13).

¿Es realmente la Biblia la Palabra de Dios?

Pregunta: "¿Es realmente la Biblia la Palabra de Dios?" Respuesta:

Nuestra respuesta a esta pregunta no solamente determina cómo consideramos a la Biblia y su importancia en nuestras vidas, sino que también ésta, a la larga, va a tener un impacto eterno sobre nosotros. Si la Biblia es realmente la Palabra de Dios, entonces nosotros deberíamos apreciarla, estudiarla, obedecerla y finalmente confiar en ella. Si la Biblia es la Palabra de Dios, entonces, rechazarla es rechazar a Dios mismo.

El hecho de que Dios nos dio la Biblia, es una evidencia e ilustración de Su amor por nosotros. El término “revelación” simplemente significa que Dios comunicó a la humanidad cómo es El y cómo podemos tener una correcta relación con El. Estas son cosas que no podríamos haber conocido si Dios divinamente, no nos lo hubiera revelado por medio de la Biblia. Aunque la revelación de Dios mismo en la Biblia fue dada progresivamente por sobre los 1500 años aproximadamente, siempre ha contenido cualquier cosa que el hombre ha necesitado para conocer acerca de Dios, a fin de tener una correcta relación con El. Si la Biblia es realmente la Palabra de Dios, entonces esta es la última autoridad para todos los asuntos de fe, práctica religiosa y moral.

La pregunta que debemos hacernos es, ¿cómo podemos saber que la Biblia es la Palabra de Dios y no solamente un buen libro? ¿Qué es excepcional acerca de la Biblia que se destaca de todos los otros libros religiosos alguna vez escritos? ¿Hay alguna evidencia de que la Biblia es realmente la Palabra de Dios? Este es el tipo de preguntas que deben ser consideradas si vamos a examinar seriamente la demanda bíblica de que la Biblia es la Palabra misma de Dios, divinamente inspirada, y totalmente suficiente para todos estos asuntos de fe y práctica.

No puede haber duda acerca del hecho de que la Biblia demanda ser la Palabra misma de Dios. Esto se lo ve claramente en versículos como 2ª de Timoteo 3:15-17, el cual dice, “…y que desde las niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”

A fin de contestar estas preguntas, debemos mirar tanto a las evidencias internas, como a las externas, que muestran que la Biblia en realidad es la Palabra de Dios. Las evidencias internas son aquellas cosas internas de la Biblia misma, que testifican de su origen divino. Una de las primeras evidencias internas, de que la Biblia es en realidad la Palabra de Dios, se la ve en su unidad. Aún cuando en realidad son sesenta y seis libros individuales, escritos en tres continentes, en tres diferentes idiomas, en un período aproximado de sobre los 1,500 años, por más de 40 autores (que vinieron de muchos caminos diversos), la Biblia permanece como un libro unificado de principio a fin, sin contradicción. Esta unidad es única a diferencia de los otros libros, y es una evidencia del origen divino de las palabras, mientras Dios movió a los hombres de tal manera, que registraron Sus palabras mismas.

Otra de las evidencias internas que indican que la Biblia es realmente la Palabra de Dios se la ve en las profecías detalladas, contenidas en el interior de sus páginas. La Biblia contiene cientos de profecías detalladas, referentes al futuro de naciones particulares incluyendo Israel, al futuro de ciertas ciudades, al futuro de la humanidad, y a la venida de Uno que sería el Mesías, el Salvador de no solamente Israel, sino de todo el que creyera en El. A diferencia de las profecías encontradas en otros libros religiosos o aquellas dadas por Nostradamus, las profecías bíblicas son extremadamente detalladas y nunca han dejado de hacerse realidad. Sólo en el Antiguo Testamento, hay sobre trescientas profecías referentes a Jesucristo. No solamente que fue profetizado dónde nacería y de qué familia vendría, sino también cómo moriría y que resucitaría al tercer día. Simplemente no hay un camino lógico para explicar las profecías cumplidas en la Biblia sino por origen divino. No hay otro libro religioso con el alcance o tipo de profecía de predicción que tiene la Biblia.

Una tercera evidencia interna del origen divino de la Biblia se ve en su autoridad y poder únicos. Mientras esta evidencia es más subjetiva que las dos primeras evidencias internas, ésta no es un testimonio menos poderoso del origen divino de la Biblia. A diferencia de cualquier otro libro alguna vez escrito, la Biblia tiene una autoridad única. Esta autoridad y poder son mejor vistos de manera que innumerables vidas han sido transformadas al leer la Biblia. Los adictos a las drogas han sido curados gracias a ella, homosexuales han sido liberados por ella, abandonados y haraganes han sido transformados por ella, criminales empedernidos, reformados por ella, pecadores son reprendidos por ella, y el odio se ha convertido en amor al leerla. La Biblia posee un poder dinámico y transformador que es posible solamente a causa de la verdadera Palabra de Dios.

Además de la evidencia interna de que la Biblia es en realidad la Palabra de Dios, también hay evidencias externas que indican que la Biblia es en realidad la Palabra de Dios. Una de aquellas evidencias es la historicidad de la Biblia. Ya que la Biblia detalla eventos históricos, su veracidad y precisión son sujetos de verificación como cualquier otra documentación histórica. A través de evidencias arqueológicas y otros documentos escritos, las descripciones históricas de la Biblia han sido probadas una y otra vez, para que sea exacta y verdadera. De hecho, toda la evidencia arqueológica y manuscrita que apoyan a la Biblia, hacen de ésta el mejor libro documentado del mundo antiguo. El hecho de que la Biblia registra con exactitud y verdad eventos históricamente verificables, es una gran indicación de su veracidad al tratar con temas religiosos y doctrinas, y ayuda a corroborar su demanda de que ésta es, la Palabra de Dios misma.

Otra evidencia externa de que la Biblia es realmente la Palabra de Dios es la integridad de los autores humanos. Como mencioné antes, Dios usó al hombre desde muchos caminos diversos para registrar Sus Palabras para nosotros. Al estudiar las vidas de estos hombres, no hay una buena razón para creer que ellos no fueron hombres honestos y sinceros. Al examinar sus vidas y el hecho de que estuvieron dispuestos a morir (a menudo muertes atroces) por lo que creían, rápidamente se vuelve claro que estos hombres ordinarios, no obstante honestos, realmente creyeron que Dios les había hablado. Los hombres que escribieron el Nuevo Testamento y muchos otros cientos de creyentes (1ª Corintios 15:6) conocían la verdad de su mensaje porque habían visto y pasado tiempo con Jesucristo luego de que resucitó de los muertos. La transformación de ver al Cristo resucitado tuvo un impacto tremendo sobre estos hombres. Ellos pasaron de esconderse por el temor, a estar dispuestos a morir por el mensaje que Dios les había revelado. Sus vidas y muertes testifican el hecho de que la Biblia realmente es la Palabra de Dios.

Una evidencia externa final de que la Biblia realmente es la Palabra de Dios es la indestructibilidad de la Biblia. A causa de su importancia y su demanda de ser la Palabra misma de Dios, la Biblia ha sufrido más ataques agresivos e intentos de destruirla que cualquier otro libro en la historia. Desde los Emperadores Romanos de la antigüedad como Diocleciano, a través de los dictadores comunistas y los ateos y agnósticos de los días modernos, la Biblia ha resistido y sobrevivido a todos sus agresores, y todavía es el libro más ampliamente publicado en el mundo hoy.

A través del tiempo, los escépticos han considerado a la Biblia como mitológica, pero la arqueología la ha establecido como histórica. Los oponentes han atacado su enseñanza como primitiva y anticuada, pero sus conceptos morales y legales, y enseñanzas, han tenido una influencia positiva en sociedades y culturas en todo el mundo. Continúa siendo atacada por la ciencia, la psicología y los movimientos políticos, no obstante permanece tan veraz y relevante hoy, al igual que desde cuando fue escrita. Este es un libro que ha transformado innumerables vidas y culturas a través de los últimos dos mil años. Por mucho que sus oponentes traten de atacar, destruir o desacreditarla, la Biblia permanece tan fuerte, tan real, y tan relevante como lo fue antes, aún después de los ataques. La precisión con la que ha sido preservada a pesar de cada intento de alterarla, atacarla o destruirla, es un claro testimonio del hecho de que la Biblia es realmente la Palabra de Dios. No debería sorprendernos que por muy atacada que sea la Biblia, ésta siempre aparece igual y ha salido ilesa. Después de todo, Jesús dijo, “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Marcos 13:31). Después de mirar la evidencia, uno puede decir sin duda que “Sí, la Biblia es realmente la Palabra de Dios.”

¿Es Dios real? ¿Cómo puedo saber con seguridad que Dios es real?

Pregunta: "¿Es Dios real? ¿Cómo puedo saber con seguridad que Dios es real?" Respuesta:

Sabemos que Dios es real porque se nos ha revelado de tres maneras: en la creación, en Su Palabra y en Su Hijo, Jesucristo.

La prueba más fundamental de la existencia de Dios está simplemente en lo que El ha hecho. “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que (los no creyentes) no tienen excusa” (Romanos 1:20). “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de Sus manos” (Salmos 19:1).

Si encontrara un reloj de pulsera en medio de un campo, no asumiría que este simplemente “apareció” de la nada o que este existió siempre. Basado en el diseño del reloj, asumiría que este tenía un diseñador. Pero yo veo un más grande diseño y precisión alrededor de nosotros en el mundo. Nuestra medida del tiempo no está basada en los relojes de pulsera, sino en la obra de las manos de Dios – la rotación regular de la tierra (y las propiedades radiactivas del átomo 133 de cesio). El universo despliega un grandioso diseño, y esto alega un Grandioso Diseñador.

Si encontrara un mensaje codificado, buscaría un criptógrafo que ayude a descifrar el código. Mi suposición sería que hay un transmisor inteligente del mensaje, alguien que creó el código. ¿Cuán complejo es el “código” del ADN que llevamos en cada célula de nuestros cuerpos? ¿La complejidad y propósito del ADN, no alegan un Escritor Inteligente del código?

Dios no solamente que ha hecho un mundo físico complejo y finamente armonizado, El también ha inculcado un sentido de eternidad en el corazón de cada persona (Eclesiastés 3:11). La humanidad tiene una percepción innata de que en la vida hay más de lo que el ojo capta, una existencia superior a esta rutina terrenal. Nuestro sentido de eternidad se manifiesta en al menos dos formas: legislación de la ley y adoración.

Cada civilización a través de la historia ha valorado ciertas leyes morales, las cuales son sorprendentemente similares de cultura en cultura. Por ejemplo, el ideal del amor es apreciado universalmente, mientras que el acto de mentir es condenado universalmente. Esta moralidad común – este entendimiento global de lo correcto y lo erróneo – apunta hacia un Ser Supremo Moral quien nos dio tales escrúpulos.

De la misma manera, la gente en todo el mundo, sin reparar en la cultura, siempre ha cultivado un sistema de adoración. El objeto de la adoración puede variar, pero el sentido de un “poder superior” es una parte innegable de ser humano. Nuestra propensión a la adoración, armoniza con el hecho de que Dios nos creó “a Su imagen” (Génesis 1:27).

También Dios se nos ha revelado por medio de la Biblia, Su Palabra. A través de la Escritura, la existencia de Dios es tratada como un hecho patente (Génesis 1:1; Éxodo 3:14). Cuando Benjamín Franklin escribió su Autobiografía, no gastó tiempo tratando de probar su propia existencia. Asimismo, Dios no pasa mucho tiempo probando Su existencia, en Su libro. La naturaleza de vidas cambiantes de la Biblia, su integridad, y los milagros que acompañaron sus escritos, deberían ser suficientes para garantizar un libro más cercano.

La tercera forma en la que Dios se reveló, es a través de Su Hijo, Jesucristo (Juan 14:6-11). “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios…Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros” (Juan 1:1, 14). En Jesucristo “habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Colosenses 2:9).

En la vida maravillosa de Jesús, El guardó perfectamente toda la ley del Antiguo Testamento, y llevó a cabo las profecías concernientes al Mesías (Mateo 5:17). Ejecutó innumerables actos de compasión y milagros públicos, para autentificar Su mensaje y atestiguar de Su deidad (Juan 21:24-25). Luego, tres días después de Su crucifixión, El resucitó, un hecho confirmado por cientos de testigos oculares (1ª Corintios 15:6). El registro histórico abunda en “pruebas” acerca de quién es Jesús. Como dijo el Apóstol Pablo, “No se ha hecho esto en algún rincón” (Hechos 26:26).

Nos damos cuenta de que siempre habrá escépticos que tienen sus propias ideas referentes a Dios y por consiguiente van a estudiar la evidencia. Y habrán algunos para quienes no hay prueba que los convenza (Salmos 14:1). Todo se reduce básicamente a la fe (Hebreos 11:6).

¿Es Jesús Dios? ¿Alguna vez Jesús afirmó ser Dios?

Pregunta: "¿Es Jesús Dios? ¿Alguna vez Jesús afirmó ser Dios?" Respuesta:

En la Biblia, no hay un registro de Jesús diciendo las palabras precisas, “Yo soy Dios.” Sin embargo, eso no significa que El no proclamó ser Dios. Tome por ejemplo, las palabras de Jesús en Juan 10:30, “Yo y el Padre uno somos”. A simple vista, esto no parecería ser una afirmación de ser Dios. Sin embargo, escuche la reacción de los judíos a Su declaración, “Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios” (Juan 10:33). Los judíos entendieron la declaración de Jesús al afirmar ser Dios. En los versículos siguientes, Jesús nunca los corrige diciéndoles, “Yo no afirmé ser Dios”. Eso indica que Jesús realmente estaba diciendo que era Dios al declarar, “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30). Juan 8:58 es otro ejemplo. Jesús les dijo “De cierto, de cierto os digo: antes que Abraham fuese, yo soy”. Nuevamente, en respuesta, los judíos tomaron piedras para arrojárselas (Juan 8:59). ¿Por qué los judíos querrían apedrear a Jesús, si El no hubiera dicho algo que ellos creían era una blasfemia, concretamente, una afirmación de ser Dios?

Juan 1:1 dice que “El Verbo era Dios”. Juan 1:14 dice que “Aquel Verbo fue hecho carne”. Esto indica claramente que Jesús es Dios en la carne. Hechos 20:28 nos dice, “… para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre”. ¿Quién compró la iglesia con Su propia sangre? Jesucristo. Hechos 20:28 declara que Dios compró la iglesia con Su propia sangre. ¡Por tanto, Jesús es Dios!

Con respecto a Jesús, Tomás el discípulo declaró, “Señor mío, y Dios mío” (Juan 20:28). Jesús no lo corrigió. Tito 2:13 nos anima a esperar la venida de nuestro Dios y Salvador – Jesucristo (vea también 2ª Pedro 1:1). En Hebreos 1:8, el Padre declara de Jesús, “Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; cetro de equidad es el cetro de tu reino.”

En Apocalipsis, un ángel ordenó al Apóstol Juan adorar solamente a Dios (Apocalipsis 19:10). En algunas ocasiones en la Escritura, Jesús recibe adoración (Mateo 2:11; 14:33; 28:9,17; Lucas 24:52; Juan 9:38). El nunca reprendió a la gente por adorarle. Si Jesús no fuera Dios, El hubiera dicho a la gente que no le adoraran, justamente como lo hizo el ángel en Apocalipsis. Hay muchos otros versículos y pasajes de la Escritura que alegan la deidad de Jesús.

La razón más importante para decir que Jesús tiene que ser Dios, es que si El no es Dios, Su muerte no habría sido suficiente para pagar la penalidad por los pecados de todo el mundo (1ª Juan 2:2). Solamente Dios pudo pagar tal penalidad infinita. Solamente Dios pudo tomar los pecados del mundo (2ª Corintios 5:21), morir, y resucitar - probando Su victoria sobre el pecado y la muerte.

¿Es bíblica la deidad de Cristo?

Pregunta: "¿Es bíblica la deidad de Cristo?" Respuesta:

Además de las demandas específicas de Jesús acerca de Sí mismo, Sus discípulos también reconocieron la deidad de Cristo. Ellos demandaban que Jesús tenía el derecho de perdonar pecados – algo que solo Dios lo puede hacer, puesto que es Dios quien está ofendido por el pecado (Hechos 5:31; Colosenses 3:13; compare con Salmos 130:4: Jeremías 31:34). En relación cercana con esta última demanda, se dijo que Jesús era el que “juzgará a los vivos y a los muertos” (2ª Timoteo 4:1). Tomás clamó a Jesús, “¡mi Señor y mi Dios!” (Juan 20:28). Pablo llamó a Jesús “nuestro gran Dios y Salvador” (Tito 2:13), y señala que previo a Su encarnación, Jesús existió en la “forma de Dios” (Filipenses 2:5-8). El escritor a los Hebreos, con referencia a Jesús dice que “Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo” (Hebreos 1:8). Juan formula que, “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo (Jesús) era Dios” (Juan 1:1). Los Ejemplos de la Escritura, que enseñan la deidad de Cristo podrían multiplicarse (vea Apocalipsis 1:17; 2:8; 22:13; 1ª Corintios 10:4; 1ª Pedro 2:6-8; compare con Salmos 18:2: 95:1; 1ª Pedro 5:4; Hebreos 13:20), aún así, uno de estos es suficiente para demostrar que Cristo fue considerado deidad por Sus seguidores.

A Jesús también se le dio títulos que son únicos para Yahvé (el nombre formal de Dios) en el Antiguo Testamento. El título “redentor”, del Antiguo Testamento (Salmos 130:7; Oseas 13:14) es usado para describir a Jesús en el Nuevo Testamento (Tito 2:13, Apocalipsis 5:9). Jesús es denominado Emmanuel (“Dios con nosotros” en Mateo1). En Zacarías 12:10, es Yahvé quien dice, “Y mirarán a mí, a quien traspasaron”. Pero el Nuevo Testamento aplica esto a la crucifixión de Jesús (Juan 19:37: Apocalipsis 1:7). Si es Yahvé quien es traspasado y mirado, y Jesús fue a quien traspasaron y miraron, entonces Jesús es Yahvé. Pablo interpreta Isaías 45:22-23, como que se lo aplica a Jesús en Filipenses 2:10-11. Adicional a esto, el nombre de Jesús es usado al lado de Yahvé en la oración “Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo” (Gálatas 1:3; Efesios 1:2). Esto sería blasfemia, si Cristo no fuera deidad. El nombre de Jesús aparece con el de Yahvé en el mandato de Jesús para bautizar “…en el nombre (singular) del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19; vea también 2ª Corintios 13:14). En Apocalipsis, Juan dice que toda la creación alaba a Cristo (el Cordero) – de este modo, Jesús no es parte de la creación (5:13).

Las acciones que pueden ser llevadas a cabo solamente por Dios, son atribuidas a Jesús. Jesús no solamente se levantó de la muerte (Juan 5:21; 11:38-44), y perdonó pecados (Hechos 5:31; 13:38), ¡El creó y sustenta el universo (Juan 1:3; Colosenses 1:16-17)! Este aspecto se hace aún más convincente, cuando uno considera que Yahvé dijo que estaba solo durante la creación (Isaías 44:24). Además, Cristo posee atributos que solo la deidad puede tener: eternidad (Juan 8:58), omnipresencia (Mateo 18:20), omnisciencia (Mateo 16:21), omnipotencia (Juan 11:38-44).

Ahora, una cosa es demandar ser Dios o engañar a alguien a creer que es verdad, y algo muy diferente probar que es así. Cristo ofreció muchos milagros, como prueba de Su demanda de la deidad, y aún se levantó de la muerte. Unos pocos de los milagros de Jesús incluyen, convertir el agua en vino (Juan 2:7), caminar en el agua (Mateo 14:25), multiplicar objetos físicos (Juan 6:11), sanar al ciego (Juan 9:7), al cojo (Marcos 2:3), y a los enfermos (Mateo 9:35; Marcos 1:40-42), y aún levantar de la muerte a la gente (Juan 11:43-44; Lucas 7:11-15; Marcos 5:35). Es más, Cristo mismo se levantó de la muerte. Lejos de los denominados dioses de la mitología pagana que mueren y se levantan, nada es seriamente demandada por otras religiones, como lo es la resurrección – y ninguna otra demanda, tiene tanta confirmación bíblica. De acuerdo con el Dr. Gary Habermas, hay por lo menos doce hechos históricos, que aún los estudiosos críticos no cristianos lo admiten:
1. Jesús murió por la crucifixión.
2. El fue sepultado.
3. Su muerte causó que los discípulos desesperen y pierdan esperanza.
4. Se descubrió (o se demandó que se descubrió), que la tumba de Jesús estaba vacía pocos días más tarde.
5. Los discípulos creyeron que experimentaron apariciones de Jesús resucitado.
6. Luego de esto, los discípulos fueron transformados de escépticos a creyentes valientes.
7. Este mensaje fue el centro de la predicación en la Iglesia de la antigüedad.
8. Este mensaje fue predicado en Jerusalén.
9. Como resultado de esta predicación, nació y creció la Iglesia.
10. El Domingo, día de la resurrección, reemplazó al Día de Reposo (Sábado), como el día principal de adoración.
11. Santiago, un escéptico, fue convertido cuando él también creyó que vio a Jesús resucitado.
12. Pablo, un enemigo del Cristianismo, fue convertido por una experiencia la cual creyó era una aparición de Jesús resucitado. Aún si alguien fuera a objetar esta lista específica, solamente unos pocos requieren probar la resurrección y establecer el evangelio: la muerte de Jesús, sepultura, resurrección y apariciones (1ª Corintios 15:1-5). Mientras que hay algunas teorías para explicar uno o dos de los hechos arriba mencionados, solamente la resurrección explica y justifica todas ellas. Los críticos admiten que los discípulos demandaban que vieron a Jesús resucitado. Las mentiras y las alucinaciones no pudieron transformar a la gente, de la manera en que lo hizo la resurrección. Primero, ¿qué habrían conseguido? El Cristianismo no era popular y ciertamente no les hizo ganar ningún dinero. Segundo, los mentirosos no se hacen buenos mártires. No hay nada mejor como la resurrección, para explicar la buena disposición que tuvieron los discípulos, para experimentar semejantes muertes horribles por su fe. Sí, cantidad de gente muere por mentiras que piensan son verdades, pero ninguno muere por lo que sabe que no es cierto.

En conclusión: Cristo demandaba ser Yahvé, El era deidad (no solamente “un dios” – sino el Dios Verdadero), sus seguidores (judíos que habrían estado aterrados de la idolatría) creyeron en El y se refirieron a El como tal. Cristo probó Sus demandas de ser deidad a través de milagros, incluyendo la resurrección que alteró al mundo. Ninguna otra hipótesis puede explicar estos hechos.

¿Qué es el Cristianismo y qué creen los Cristianos?

Pregunta: "¿Qué es el Cristianismo y qué creen los Cristianos?" Respuesta:

1ª Corintios 15:1-4 dice, “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras.”

En pocas palabras, esa es la creencia del Cristianismo. El Cristianismo es único entre todas las otras expresiones de fe, porque el Cristianismo trata más acerca de una relación, que de una práctica religiosa. En lugar de adherirse a una lista de lo que “debe y lo que no debe hacerse”, la meta de un Cristiano es cultivar un caminar cercano con Dios el Padre. Esa relación se ha hecho posible por la obra de Jesucristo, y el ministerio en la vida del Cristiano por el Espíritu Santo.

Los Cristianos creen que la Biblia es la Palabra de Dios inspirada, infalible, y que su enseñanza es la autoridad final (2ª Timoteo 3:16, 2ª Pedro 1:20-21). Los cristianos creen en un Dios que existe en tres personas, el Padre, el Hijo (Jesucristo), y el Espíritu Santo.

Los Cristianos creen que la humanidad fue creada específicamente para tener una relación con Dios, pero que el pecado separa de Dios a todo hombre (Romanos 5:12, Romanos 3:23). El Cristianismo enseña que Jesucristo caminó por esta tierra, completamente Dios y hombre (Filipenses 2:6-11), y murió sobre la cruz. Los Cristianos creen que después de Su muerte en la cruz, Cristo fue enterrado, resucitó, y ahora vive a la diestra del Padre, intercediendo por los creyentes para siempre (Hebreos 7:25). El Cristianismo proclama que la muerte de Jesús en la cruz fue suficiente para pagar completamente la deuda del pecado que tenían todos los hombres, y esto es lo que restaura la relación rota entre Dios y el hombre (Hebreos 9:11-14, Hebreos 10:10, Romanos 6:23, Romanos 5:8).

A fin de ser salvo, uno simplemente debe poner enteramente su fe en la obra completa de Cristo en la cruz. Si alguien cree que Cristo murió en su lugar, pagó el precio de sus pecados, y resucitó, entonces la persona es salva. No hay nada que alguien pueda hacer para ganar la salvación. Nadie puede ser “lo suficientemente bueno” para agradar a Dios por sí mismo, porque todos somos pecadores (Isaías 64:6-7, Isaías 53:6). En segundo lugar, no hay nada más que se deba hacer, porque ¡Cristo ha hecho toda la obra! Cuando estuvo en la cruz, Jesús dijo “Consumado es” (Juan 19:30).

Como no hay nada que uno pueda hacer para ganar la salvación, una vez que ha puesto su confianza en la obra de Cristo en la cruz, tampoco hay nada que pueda hacer para perder su salvación. Recuerde, ¡la obra fue hecha y completada por Cristo! ¡Nada acerca de la salvación depende del que la recibe! Juan 10:27-29 declara “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni ningún (hombre) las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio (a ellas), es mayor que todos, y ningún (hombre) las puede arrebatar de la mano de mi Padre.”

Algunos pueden pensar, “¡Esto es grandioso – una vez que soy salvo, simplemente puedo hacer lo que me agrada, y no pierdo mi salvación!” Pero la salvación no se trata de ser libre a fin de hacer lo que a uno le agrada. La Salvación es liberarse de tener que servir a la vieja naturaleza pecaminosa, y ser liberado para ejercer una correcta relación con Dios. Mientras los creyentes vivan en esta tierra en sus cuerpos pecaminosos, habrá una lucha constante de sucumbir al pecado. Vivir en pecado dificulta la relación que Dios busca tener con la humanidad, y mientras uno viva en pecado como un creyente, no va a disfrutar de la relación que Dios intenta tener con el. Sin embargo, los Cristianos pueden tener victoria sobre la lucha con el pecado al estudiar y aplicar la Palabra de Dios (la Biblia) en sus vidas, y ser controlados por el Espíritu Santo – que es, someterse a la influencia del Espíritu, con éste a la cabeza en cualquier circunstancia, y obedecer la Palabra de Dios a través del Espíritu.

De manera que, mientras muchos sistemas religiosos requieren que una persona haga o no ciertas cosas, el Cristianismo se trata de tener una relación con Dios. El Cristianismo se trata de creer que Cristo murió en la cruz como pago por pecado, y que también resucitó. La deuda de su pecado ha sido pagada y puede tener compañerismo con Dios. Usted puede tener victoria sobre su naturaleza pecaminosa y caminar en compañerismo y obediencia con Dios. Ese es el verdadero Cristianismo bíblico.

¿Cuál es el significado de la vida?

Pregunta: "¿Cuál es el significado de la vida?" Respuesta:

¿Cuál es el significado de la vida? ¿Cómo puedo encontrar propósito, realización y satisfacción en la vida? ¿Tendré el potencial para lograr algo de importancia duradera? Mucha gente nunca se ha detenido a considerar cuál es el significado de la vida. Años más tarde, miran hacia atrás y se preguntan por qué sus relaciones se han desmoronado y por qué se sienten tan vacíos, aún cuando pudieron haber conseguido lo que emprendieron. A un jugador de béisbol que figuraba en el paseo de la fama del béisbol se le preguntó, qué le hubiera gustado que le dijeran al principio, cuando empezó a jugar el béisbol. El respondió, “Deseo que alguien me hubiera dicho que cuando alcanzara la cumbre, no encontraría nada ahí”. Muchas metas revelan su vacío solamente después de que se han desperdiciado años en su búsqueda.

En nuestra sociedad humanística, la gente persigue muchos propósitos, pensando que en ellos van a encontrar significado. Algunas de estas búsquedas incluyen: éxito en los negocios, riquezas, buenas relaciones, sexo, entretenimiento, hacer el bien a otros, etc. La gente ha testificado que mientras alcanzan sus metas de riquezas, relaciones y placer, todavía hay un profundo vacío interior – un sentimiento de un vacío que nada lo parece llenar.

El autor del libro bíblico de Eclesiastés expone este sentimiento cuando dice, “¡Vanidad de vanidades! ¡Vanidad de vanidades! ¡Todo es vanidad!”. Este autor tenía riquezas más allá de la medida, sabiduría más que cualquier hombre de su tiempo o del nuestro, mujeres por cientos, palacios y jardines que eran la envidia de los reinos, la mejor comida y el mejor vino, y poseía cada forma de entretenimiento disponible. Hasta cierto punto, dijo que cualquier cosa que deseaba su corazón, él la buscaba. Y todavía, resumía diciendo, “la vida debajo del sol ¡es vanidad!” (La vida es vivida como que está fuera de todo lo que podemos ver con nuestros ojos y experimentar con nuestros sentidos) ¿Por qué hay tal vacío? Porque Dios nos creó para algo más allá de lo que podemos experimentar en el aquí-y-ahora. Salomón dijo de Dios, “El también ha puesto la eternidad en los corazones de los hombres…”. Estamos conscientes de que, en nuestros corazones, este “aquí-y-ahora” no es todo lo que hay.

En Génesis, el primer libro de la Biblia, encontramos que Dios creó a la humanidad a Su imagen (Génesis 1:26). Esto significa que somos más como Dios que como cualquier otro (que cualquier otra forma de vida). También encontramos que antes de que la humanidad cayera en pecado y la maldición cayera sobre la tierra, las siguientes cosas fueron verdad: (1) Dios hizo al hombre una criatura social (Génesis 2:18-25); (2) Dios dio al hombre trabajo (Génesis 2:15); (3) Dios tuvo compañerismo con el hombre (Génesis 3:8): y (4) Dios dio al hombre dominio sobre la tierra (Génesis 1:26). ¿Cuál es la importancia de estos puntos? Yo creo que por cada uno de estos, Dios intentó añadir a nuestro cumplimiento satisfacción en la vida, pero todo esto (especialmente el compañerismo del hombre con Dios) fue perjudicado por la caída del hombre en pecado y la maldición resultante sobre la tierra (Génesis 3).

En Apocalipsis, el último libro de la Biblia, al final de muchos otros eventos del fin de los tiempos, Dios revela que va a destruir esta tierra y cielo presentes como los conocemos, y conducirnos al estado eterno, al crear un nuevo cielo y una nueva tierra. En ese tiempo, El va a restaurar por completo el compañerismo con la humanidad redimida. Algunos van a ser juzgados indignos y arrojados en el Lago de Fuego (Apocalipsis 20:11-15). Y la maldición del pecado será disipada; no habrá más pecado, aflicción, enfermedad, muerte, dolor, etc. (Apocalipsis 21:4). Y los creyentes heredarán todas las cosas; Dios habitará con ellos, y ellos serán Sus hijos (Apocalipsis 21:7). De este modo, llegamos a un círculo completo en el que Dios nos creó para tener compañerismo con El, pero el hombre pecó, rompiendo ese compañerismo; Dios restaura ese compañerismo completamente, en el estado eterno, con aquellos considerados dignos por El. ¡Ahora, ir a través de la vida haciendo nada y todo, solamente para morir separados de Dios por la eternidad, sería peor que vano! Pero Dios ha hecho un camino no solamente para hacer posible la dicha eterna (Lucas 23:43), sino también esta vida satisfactoria y valiosa. Ahora, ¿cómo se obtienen esta dicha eterna y este “cielo sobre la tierra”?

EL SENTIDO DE LA VIDA RESTITUIDO POR JESUCRISTO

Como hicimos alusión arriba, el verdadero significado tanto ahora como en la eternidad, se encuentra en que uno restaure la relación con Dios que fue perdida en el tiempo de la caída por el pecado de Adán y Eva. Hoy, esa relación con Dios es solamente posible a través de Su Hijo, Jesucristo (Hechos 4:12; Juan14:6; Juan 1:12). La vida eterna se gana cuando uno se arrepiente de sus pecados (ya no quiere continuar en esto, sino que quiere que Cristo lo cambie y lo haga una nueva persona) y comienza a confiar en Jesucristo como Salvador (vea la pregunta “¿Cuál es el plan de salvación?” para obtener mayor información en este tan importante asunto).

Ahora, el verdadero significado de la vida no se encuentra solamente en tener a Jesús como Salvador (maravilloso como es eso). Mas bien, el verdadero significado de la vida se encuentra cuando uno comienza a seguir a Cristo como Su discípulo, aprendiendo de Él, pasando tiempo con Él en Su Palabra, la Biblia, comunicándose con Él en oración, y caminando con Él en obediencia a Sus mandatos. Si usted es un no creyente (o tal vez un nuevo Creyente) es probable que esté diciéndose, “¡Eso no suena muy emocionante o satisfactorio para mí!” Pero, por favor lea solamente un poquito más. Jesús hizo las siguientes declaraciones:

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:28-30). “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan10:10b). “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará” (Mateo 16:24-25). “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Salmos 37:4).

Todo lo que estos versículos están diciendo es que nosotros tenemos una elección. Podemos continuar buscando guiar nuestras propias vidas (con el resultado de llevar una vida vacía) o podemos escoger seguir a Dios y Su voluntad para nuestras vidas con todo nuestro corazón (lo cual resultará en tener una vida vivida por completo, teniendo satisfechos los deseos del corazón, y encontrando contentamiento y satisfacción). Esto es así porque nuestro Creador nos ama y desea lo mejor para nosotros (no necesariamente la vida más fácil, sino la mayor satisfacción).

Al cerrar, quiero compartir una analogía tomada de un pastor amigo. Si usted es un aficionado a los deportes y decide asistir a un juego profesional, puede aflojar unos pocos dólares y obtener un asiento “alejado de la acción” en las filas superiores del estadio, o puede soltar unos pocos cientos de dólares y estar muy cerca de la acción. En la vida Cristiana también es así. Observar la obra de Dios de PRIMERA MANO no es para los cristianos domingueros. Ellos no han pagado el precio. Observar la obra de Dios de PRIMERA MANO es para los discípulos de Cristo incondicionales, quienes verdaderamente han dejado sus propios deseos, de manera que pueden seguir los propósitos de Dios en la vida. ¡Ellos han pagado el precio (una completa rendición a Cristo y a Su voluntad); ellos están experimentando la vida a plenitud, y pueden encararse a ellos mismos, y a su Hacedor sin lamentarse! ¿Ha pagado el precio? ¿Está dispuesto a hacerlo? Si es así, usted no va a anhelar sentido o propósito para su vida nuevamente.

¿Tienen que obedecer los cristianos, la ley del Antiguo Testamento?

Pregunta: "¿Tienen que obedecer los cristianos, la ley del Antiguo Testamento?" Respuesta:

La clave para entender este punto es saber que la ley del Antiguo Testamento fue dada a la nación de Israel, no a los cristianos. Algunas de las leyes se hicieron para que los Israelitas supieran, cómo obedecer y agradar a Dios (por ejemplo los Diez Mandamientos), algunos de estos eran para mostrarles cómo adorar a Dios (el sistema de sacrificios), otros simplemente, para hacer a los Israelitas diferentes de otras naciones (las reglas de alimentación y vestimenta). Ninguna de las leyes del Antiguo Testamento se aplica a nosotros hoy. Cuando Jesús murió en la cruz, puso fin a la ley del Antiguo Testamento (Romanos 10:4; Gálatas 3:23-25: Efesios 2:15).

En lugar de estar bajo la Ley del Antiguo Testamento, estamos bajo la ley de Cristo (Gálatas 6:2) esto es “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:37-40) Si hacemos estas dos cosas, estaremos cumpliendo con todo lo que Cristo quiere que hagamos, “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos” (1ª Juan 5:3). Técnicamente, aún los Diez Mandamientos no son aplicables a los cristianos. Sin embargo, nueve de los Diez Mandamientos están repetidos en el Nuevo Testamento (todos, excepto el mandamiento de observar el Día de Reposo). Obviamente, si estamos amando a Dios, no estaremos adorando a otros dioses o adorando a ídolos. Si estamos amando a nuestros vecinos, no estaremos asesinándolos, mintiéndoles, cometiendo adulterio contra ellos, o codiciando lo que les pertenece. De manera que, no estamos bajo los requerimientos de la ley del Antiguo Testamento. Debemos amar a Dios y a nuestros vecinos. Si hacemos aquellas dos cosas fielmente, todo lo demás va a estar en su lugar.

¿Es la salvación por fe solamente, o por fe mas obras?

Pregunta: "¿Es la salvación por fe solamente, o por fe mas obras?" Respuesta:

Esta es tal vez la pregunta más importante en toda la Teología Cristiana. Esta pregunta es la razón de la Reforma – la división entre la iglesia Protestante y la iglesia Católica. Esta pregunta es una diferencia clave entre el Cristianismo Bíblico y la mayoría de las sectas que profesan ser “Cristianas”. ¿Es la salvación por fe solamente, o por fe más las obras? ¿Soy salvo solamente creyendo en Jesús, o tengo que creer en Jesús y hacer ciertas cosas?

El asunto de la fe sola o de la fe más obras, se ha hecho difícil a causa de algunos pasajes de la Biblia difíciles de conciliar. Compare Romanos 3:28, 5:1 y Gálatas 3:24 con Santiago 2:24. Algunos ven una diferencia entre Pablo (la salvación es por fe solamente) y Santiago (la salvación es por fe más obras). En realidad, Pablo y Santiago no discrepan del todo. El único punto de disconformidad que algunas personas demandan, es sobre la relación entre la fe y las obras. Pablo dogmáticamente dice que la justificación es por fe solamente (Efesios 2:8-9) mientras Santiago parece estar diciendo que la justificación es por fe más obras. Este aparente problema es resuelto exactamente al examinar de qué estaba hablando Santiago. Santiago refutaba la creencia de que una persona pudiera tener fe sin producir ninguna buena obra (Santiago 2:17.18). Santiago enfatiza el punto de que la fe genuina en Cristo va a producir una vida cambiada y buenas obras (Santiago 2:20-26). Santiago no está diciendo que la justificación es por fe más obras, sino que más bien una persona verdaderamente justificada por fe va a tener buenas obras en su vida. Si una persona demanda ser un creyente, pero no tiene buenas obras en su vida – entonces es probable que no tenga una fe genuina en Cristo (Santiago 2:14, 17, 20, 26).

Pablo dice lo mismo en sus escritos. Los buenos frutos que los creyentes deberían tener en su vida, están listados en Gálatas 5:22-23. Inmediatamente después de decirnos que somos salvos por fe y no por obras (Efesios 2:8-9), Pablo nos informa que fuimos creados para hacer buenas obras (Efesios 2:10). Tanto Pablo como Santiago esperan nada menos que una vida cambiada, “¡De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas!” (2ª Corintios 5:17) Santiago y Pablo no discrepan en su enseñanza sobre la salvación. Ellos se acercan al mismo asunto desde diferentes perspectivas. Pablo simplemente enfatizó que la justificación es solamente por fe, mientras Santiago pone énfasis en el hecho de que la fe en Cristo produce buenas obras.

¿Quién es el Espíritu Santo?

Pregunta: "¿Quién es el Espíritu Santo?" Respuesta:

Hay muchos conceptos erróneos sobre la identidad del Espíritu Santo. Algunos ven al Espíritu Santo como una fuerza mística. Otros entienden al Espíritu Santo, como el poder impersonal que Dios pone a disposición para los seguidores de Cristo. ¿Qué dice la Biblia acerca de la identidad del Espíritu Santo? Dicho de una manera sencilla, la Biblia dice que el Espíritu Santo es Dios. La Biblia también nos dice que el Espíritu Santo es una Persona, un Ser con una mente, emociones, y una voluntad.

El hecho de que el Espíritu Santo es Dios, es visto claramente en muchas partes de las Escrituras, incluyendo Hechos 5:3-4. En este versículo, Pedro confronta a Ananías por haber mentido al Espíritu Santo, y le dice que él “no había mentido a los hombres sino a Dios”. Es una clara declaración de que mentir al Espíritu Santo es mentir a Dios. También podemos saber que el Espíritu Santo es Dios, porque El posee los atributos o características de Dios. Por ejemplo, el hecho de que el Espíritu Santo es omnipresente, lo vemos en Salmos 139:7-8 “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás”. Luego, en 1ª Corintios 2:10 vemos la característica de la omnisciencia del Espíritu Santo. “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aún lo profundo de Dios”. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.”

Podemos conocer que el Espíritu Santo es en verdad una Persona, porque El posee una mente, emociones y una voluntad. El Espíritu Santo piensa y sabe (1ª Corintios 2:10). El Espíritu Santo puede ser afligido (Efesios 4:30) El Espíritu intercede por nosotros (Romanos 8:26-27). El Espíritu Santo hace decisiones de acuerdo con Su voluntad (1ª Corintios 12:7-11). El Espíritu Santo es Dios, la tercera “Persona” de la Trinidad. Como Dios, el Espíritu Santo puede funcionar verdaderamente como Consejero y Consolador, tal como lo prometió Jesús. (Juan 14:16, 26; 15:26).

¿Cómo puedo conocer la voluntad de Dios para mi vida?

Pregunta: "¿Cómo puedo conocer la voluntad de Dios para mi vida?" Respuesta:

Hay dos claves para conocer la voluntad de Dios en una situación dada (1) Asegurarse que lo que está pidiendo o considerando hacer, no sea algo que la Biblia lo prohíbe. (2) Asegurarse que lo que está pidiendo o considerando hacer, va a glorificar a Dios, y va a ayudarlo a usted a crecer espiritualmente. Si estas dos cosas son ciertas, y Dios todavía no le ha dado lo que le está pidiendo – entonces es probable que no sea la voluntad de Dios que usted obtenga lo que está pidiendo. O tal vez, usted simplemente necesita esperar un poco más de tiempo para recibirlo. Algunas veces, conocer la voluntad de Dios es difícil. La gente quiere que Dios básicamente les diga qué hacer – dónde trabajar, dónde vivir, con quién casarse, etc. Romanos 12:2 nos dice, “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”

Dios raramente da a la gente esa información directa y específica. Dios nos permite hacer decisiones referentes a aquellas cosas. La única decisión que Dios no quiere que hagamos es pecar o resistirse a Su voluntad. Dios quiere que tomemos decisiones que estén de acuerdo con Su voluntad. De manera que, ¿cómo saber cuál es la voluntad de Dios para usted? Si usted está caminando cerca del Señor, y deseando de verdad Su voluntad para su vida – Dios va a colocar Sus propios deseos en su corazón. La clave es desear la voluntad de Dios, no la suya propia. “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Salmos 37:4) Si la Biblia no habla en contra de sus peticiones, y si éstas genuinamente pueden beneficiarle espiritualmente – entonces la Biblia le da “permiso” para tomar decisiones y seguir a su corazón.

¿Cómo puedo vencer el pecado en mi vida cristiana?

Pregunta: "¿Cómo puedo vencer el pecado en mi vida cristiana?" Respuesta:

La Biblia habla de los recursos que tenemos para vencer nuestra pecaminosidad:

(1) El Espíritu Santo – El Espíritu Santo es un don que Dios nos ha dado (a Su iglesia) para ser victoriosos en el vivir cristiano. En Gálatas 5:16-25, Dios hace un contraste entre las acciones de la carne y el fruto del Espíritu. En ese pasaje, somos llamados a caminar en el Espíritu. Todos los creyentes ya poseen el Espíritu Santo, pero este pasaje nos dice que necesitamos caminar en el Espíritu, dejando bajo Su control nuestra voluntad. Esto significa que deberíamos llevar a la práctica lo que el Espíritu Santo nos induce a hacer en nuestras vidas, en lugar de seguir los deseos de la carne.

La diferencia que el Espíritu Santo puede hacer en la vida del creyente se demuestra en la vida de Pedro, quien antes de ser lleno del Espíritu Santo, negó a Jesús tres veces, habiendo dicho antes que seguiría a Cristo hasta la muerte. Una vez lleno del Espíritu, Pedro habló del Salvador a los judíos en Pentecostés de manera fuerte y abierta.

Uno camina en el Espíritu tratando de no bloquear lo que él mismo nos induce a hacer (“sin apagar al Espíritu” como dice en 1ª Tesalonicenses 5:19) y buscar más bien, ser lleno del Espíritu (Efesios 5:18-21). ¿Cómo se llena uno del Espíritu Santo? Primero, es elección de Dios igual que lo era en el Antiguo Testamento. Dios elegía a individuos específicos en el Antiguo Testamento para llenar a estos individuos que él escogía para llevar a cabo una obra que él los quería hacer (Génesis 41:38; Éxodo 31:3; Números 24:2; 1ª Samuel 10:10; etc.) En Efesios 5:18-21 y Colosenses 3:16, hay evidencia de que Dios escoge llenar a aquellos que se están llenando de la Palabra de Dios. De manera que eso nos lleva a nuestro siguiente recurso.

(2) La Palabra de Dios, la Biblia – 2ª Timoteo 3:16-17 dice que Dios nos ha dado Su Palabra para equiparnos para cada buena obra. Esto nos enseña cómo vivir y qué creer, nos revela cuando hemos escogido senderos erróneos, nos ayuda a regresar al sendero correcto, y nos ayuda a permanecer en ese sendero. Como nos comparte Hebreos 4:12, la Palabra es viva y eficaz, y capaz de penetrar en nuestros corazones, para arrancar los problemas más profundos que humanamente hablando no se pueden vencer. El salmista habla acerca de este poder que puede cambiar vidas en Salmos 119:9, 11, 105 y otros versículos. A Josué se le dijo que la clave del éxito para vencer a sus enemigos (una analogía para nuestra batalla espiritual) no era olvidar este recurso, sino más bien meditar en la Palabra día y noche, de manera que pudiera cumplirlo. Él lo hizo, aún cuando lo que Dios le ordenó no tenía sentido militar, y esta fue la clave para su victoria en Su lucha por obtener la Tierra Prometida.

Este comúnmente es un recurso que lo tratamos de manera trivial. Damos prueba de ello al llevar nuestras Biblias a la iglesia o leer el devocionario diario o un capítulo diario, pero fallamos en memorizarla, en meditar en ella, en buscar la aplicación para nuestras vidas, en confesar los pecados que nos revela, en adorar a Dios por los dones que revela habernos dado. A menudo nos volvemos, o anoréxicos o bulímicos cuando se trata de la Biblia. Al alimentarnos de la Palabra, aspiramos lo suficiente como para mantenernos vivos espiritualmente, pero lo hacemos solamente cuando vamos a la iglesia (pero nunca ingerimos lo suficiente para ser cristianos saludables y prósperos); o a menudo nos alimentamos, pero nunca meditamos el tiempo suficiente, como para obtener de ella una nutrición espiritual.

Si usted no ha hecho un hábito de estudiar la Palabra de Dios sobre una base diaria de una manera significativa, y de memorizarla mientras pasa a través de los pasajes que el Espíritu Santo deja grabado en su corazón, es importante que desde ya comience a hacer de ello un hábito. También le sugiero comenzar un diario (puede ser en el computador si usted puede tipiar más rápido que escribir) o en un cuaderno espiral, etc. Tenga como un hábito no dejar la Palabra de Dios hasta que haya escrito algo que lo beneficie. A menudo, yo anoto oraciones que hago a Dios, pidiéndole que me ayude a cambiar en las áreas en las que El también me ha pedido hacer. ¡La Biblia es la herramienta que utiliza el Espíritu en nuestras vidas y en las vidas de otros (Efesios 6:17), una parte indispensable y primordial de la armadura que Dios nos da, para pelear nuestras batallas espirituales (Efesios 6:12-18)!

(3) La oración – Este es otro recurso esencial que Dios ha dado. Nuevamente, este es un recurso que los cristianos mencionan pero no lo ponen en práctica, le dan un uso muy pobre. Tenemos reuniones de oración, tiempos de oración, etc., pero no encontramos el uso que le daba a ella la iglesia de la antigüedad, como puede ver en estos ejemplos en Hechos 3:1; 4:31; 6:6; 13:1-3, etc. Pablo repetidamente menciona cómo oró por aquellos a quienes ministró. Nosotros tampoco utilizamos de la manera correcta este gran recurso que está a nuestra disposición. Pero Dios nos ha dado promesas maravillosas concernientes a la oración (Mateo 7:7-11; Lucas 18:1-8; Juan 6:23-27; 1ª Juan 5:14-15, etc.). ¡Y nuevamente Pablo incluye esto, en su pasaje referente a cómo prepararse para la batalla espiritual (Efesios 6:18)!

¿Cuán importante es esto? Al observar nuevamente a Pedro, se puede ver palabras de Cristo para él en el Huerto de Getsemaní antes de que lo negara. Ahí, mientras Jesús está orando, Pedro está durmiendo. Jesús lo despierta y dice, “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26:41). Usted, como Pedro, quiere hacer lo que es correcto, pero no encuentra la fortaleza. Necesitamos seguir la recomendación de Dios de mantenernos buscando, llamando, pidiendo… y El va a darnos la fortaleza que necesitamos (Mateo 7:7). Pero necesitamos no solamente mencionar, sino poner en práctica este recurso.

No estoy diciendo que la oración es mágica. No lo es. Dios es formidable. La oración es simplemente reconocer nuestras propias limitaciones, y el poder inagotable de Dios, y volvernos a El por esa fuerza, para hacer lo que EL quiere que hagamos (no lo que NOSOTROS queremos hacer) (1ª Juan 5:14-15).

(4) La Iglesia - Nuevamente, este último recurso es uno que tendemos a ignorar. Cuando Jesús envió a Sus discípulos, los envió de dos en dos (Mateo 10:1). Cuando leemos acerca de los viajes misioneros en el libro de los Hechos, vemos que no salía un misionero a la vez, sino en grupos de dos o más. Jesús dijo que donde están dos o tres congregados en Su nombre, allí está El en medio de ellos (Mateo 18:20). El nos manda a no dejar de congregarnos como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras (Hebreos 10:24-25). El nos manda confesar nuestras ofensas unos a otros (Santiago 5:16). En la literatura acertada del Antiguo Testamento, se nos dice que hierro con hierro se aguza; y así el hombre aguza el rostro de su amigo (Proverbios 27:17) “Cordón de tres dobleces no se rompe pronto”. Hay fortaleza en el número (Eclesiastés 4:11-12).

Hay hermanos y hermanas en Cristo, que se comunican a través del teléfono o en persona, y comparten su caminar cristiano, sus luchas, sus problemas, etc., se comprometen a orar unos por otros, y son responsables de sostenerse unos a otros para aplicar la Palabra de Dios en sus relaciones, etc.

Algunas veces los cambios vienen rápidamente en unas áreas, y lentamente en otras. Pero Dios nos ha prometido, que mientras hacemos uso de sus recursos, El VA a producir cambios en nuestras vidas. ¡Persevere sabiendo que El es fiel a Sus promesas!

¿Por qué yo no debería cometer suicidio?

Pregunta: "¿Por qué yo no debería cometer suicidio?" Respuesta:

Mi corazón acompaña a aquellos que tienen pensamientos de terminar con sus propias vidas a través del suicidio. Si al momento ese es usted, debe experimentar muchas emociones tales como, sentimientos de desesperanza y desesperación. Usted puede sentirse como que está en el foso más profundo, y duda que haya un rayo de esperanza, de que eso puede mejorar. A nadie parece, o importarle, o entender de dónde viene usted. Simplemente, la vida no vale vivirla… ¿o sí?

Emociones debilitantes son experimentadas por muchos, en uno u otro tiempo. Cuando estaba en un hoyo emocional, a mi mente venían preguntas como, “¿Podría alguna vez ser la voluntad del Dios quien me creó?” “¿Es Dios demasiado pequeño para ayudarme?” “¿Son mis problemas demasiado grandes para El?”

Me complace decirle, que si usted se toma unos pocos minutos y considera permitir que Dios verdaderamente sea Dios en su vida ahora mismo, El va a probar justamente, ¡cuán grande es El en realidad! “Porque nada hay imposible para Dios” (Lucas 1:37). Tal vez cicatrices de las heridas del pasado, han resultado en un abrumador sentido de rechazo o abandono. Eso puede conducir a pensamientos o caminos de autocompasión, enojo, amargura, deseos de venganza, temores enfermizos, etc., eso ha causado problemas en algunas de sus relaciones más importantes. Sin embargo, el suicidio serviría solamente para traer devastación a los seres queridos a quienes nunca intentó herir; cicatrices emocionales con las que van a tener que tratar el resto de sus vidas.

¿Por qué no debería cometer suicidio? Amigo, no importa cuán malas estén las cosas en su vida, hay un Dios de amor que le está esperando, para que le permita guiarle a través de su túnel de la desesperación, y conducirlo hacia Su luz maravillosa. Él es su esperanza segura. Su nombre es Jesús.

Este Jesús, el inmaculado Hijo de Dios, se identifica con usted en su tiempo de rechazo y humillación. El profeta Isaías, escribió de Él, “Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió él nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga (azote) fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:2-6).

¡Amigo, Jesucristo soportó todo esto, a fin de que todos sus pecados pudieran ser perdonados! Sepa que cualquier peso de culpa que cargue con usted, El va a perdonarlo, si humildemente se arrepiente (vuélvase de sus pecados a Dios). “Invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás (Salmos 50:15). Nada que alguna vez haya hecho, es demasiado malo como para que Jesús lo perdone. Algunos de sus siervos escogidos en la Biblia cometieron pecados flagrantes, como asesinato (Moisés), adulterio (Rey David), y abuso físico y emocional (Apóstol Pablo). No obstante, encontraron perdón y una nueva vida abundante en el Señor. “Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado” (Salmos 51:2). “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2ª Corintios 5:17).

¿Por qué no debería suicidarse? Amigo, Dios está dispuesto a reparar lo que se ha “roto”… concretamente, la vida que tiene ahora, que quiere terminarla con el suicidio. El profeta Isaías escribió: “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos… se les de gloria (la corona de la belleza) en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya” (Isaías 61:1-3).

Venga a Jesús, y permítale restaurar su gozo y comodidad, mientras confía en Él para comenzar una nueva obra en su vida. “Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente” “Señor, abre mis labios, y publicará mi boca tu alabanza. Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios” (Salmos 51:12, 15-17).

¿Aceptaría al Señor como su Salvador y Pastor? El va a guiar sus pensamientos y pasos, un día a la vez, a través de Su Palabra, la Biblia. “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos” (Salmos 32:8). “Y reinarán en tus tiempos la sabiduría y la ciencia, y abundancia de salvación; el temor de Jehová será su tesoro” (Isaías 33:6). En Cristo todavía va a tener luchas, pero ahora va a tener ESPERANZA. El es un “amigo más unido que un hermano” (Proverbios 18:24). Que la gracia del Señor Jesús esté con usted en su hora de decisión.

Si usted decide confiar en Jesucristo como su Salvador, diga a Dios en su corazón estas palabras. “Dios, te necesito en mi vida. Por favor perdóname por todo lo que he hecho. Pongo mi fe en Jesucristo, y creo que El es mi Salvador. Por favor límpiame, sáname, y restaura mi gozo en la vida. Gracias por Tu amor hacia mí y por la muerte de Jesús en mi lugar.”

¿Ha hecho usted una decisión por Cristo, por lo que ha leído aquí? Si es así, por favor oprima la tecla “¡He aceptado a Cristo hoy!”

¿Es Jesús Dios? ¿Alguna vez Jesús afirmó ser Dios?

Pregunta: "¿Es Jesús Dios? ¿Alguna vez Jesús afirmó ser Dios?"

Respuesta:

En la Biblia, no hay un registro de Jesús diciendo las palabras precisas, “Yo soy Dios.” Sin embargo, eso no significa que El no proclamó ser Dios. Tome por ejemplo, las palabras de Jesús en Juan 10:30, “Yo y el Padre uno somos”. A simple vista, esto no parecería ser una afirmación de ser Dios. Sin embargo, escuche la reacción de los judíos a Su declaración, “Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios” (Juan 10:33). Los judíos entendieron la declaración de Jesús al afirmar ser Dios. En los versículos siguientes, Jesús nunca los corrige diciéndoles, “Yo no afirmé ser Dios”. Eso indica que Jesús realmente estaba diciendo que era Dios al declarar, “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30). Juan 8:58 es otro ejemplo. Jesús les dijo “De cierto, de cierto os digo: antes que Abraham fuese, yo soy”. Nuevamente, en respuesta, los judíos tomaron piedras para arrojárselas (Juan 8:59). ¿Por qué los judíos querrían apedrear a Jesús, si El no hubiera dicho algo que ellos creían era una blasfemia, concretamente, una afirmación de ser Dios?

Juan 1:1 dice que “El Verbo era Dios”. Juan 1:14 dice que “Aquel Verbo fue hecho carne”. Esto indica claramente que Jesús es Dios en la carne. Hechos 20:28 nos dice, “… para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre”. ¿Quién compró la iglesia con Su propia sangre? Jesucristo. Hechos 20:28 declara que Dios compró la iglesia con Su propia sangre. ¡Por tanto, Jesús es Dios!

Con respecto a Jesús, Tomás el discípulo declaró, “Señor mío, y Dios mío” (Juan 20:28). Jesús no lo corrigió. Tito 2:13 nos anima a esperar la venida de nuestro Dios y Salvador – Jesucristo (vea también 2ª Pedro 1:1). En Hebreos 1:8, el Padre declara de Jesús, “Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; cetro de equidad es el cetro de tu reino.”

En Apocalipsis, un ángel ordenó al Apóstol Juan adorar solamente a Dios (Apocalipsis 19:10). En algunas ocasiones en la Escritura, Jesús recibe adoración (Mateo 2:11; 14:33; 28:9,17; Lucas 24:52; Juan 9:38). El nunca reprendió a la gente por adorarle. Si Jesús no fuera Dios, El hubiera dicho a la gente que no le adoraran, justamente como lo hizo el ángel en Apocalipsis. Hay muchos otros versículos y pasajes de la Escritura que alegan la deidad de Jesús.

La razón más importante para decir que Jesús tiene que ser Dios, es que si El no es Dios, Su muerte no habría sido suficiente para pagar la penalidad por los pecados de todo el mundo (1ª Juan 2:2). Solamente Dios pudo pagar tal penalidad infinita. Solamente Dios pudo tomar los pecados del mundo (2ª Corintios 5:21), morir, y resucitar - probando Su victoria sobre el pecado y la muerte.

¿Es bíblica la deidad de Cristo?

Pregunta: "¿Es bíblica la deidad de Cristo?" Respuesta:

Además de las demandas específicas de Jesús acerca de Sí mismo, Sus discípulos también reconocieron la deidad de Cristo. Ellos demandaban que Jesús tenía el derecho de perdonar pecados – algo que solo Dios lo puede hacer, puesto que es Dios quien está ofendido por el pecado (Hechos 5:31; Colosenses 3:13; compare con Salmos 130:4: Jeremías 31:34). En relación cercana con esta última demanda, se dijo que Jesús era el que “juzgará a los vivos y a los muertos” (2ª Timoteo 4:1). Tomás clamó a Jesús, “¡mi Señor y mi Dios!” (Juan 20:28). Pablo llamó a Jesús “nuestro gran Dios y Salvador” (Tito 2:13), y señala que previo a Su encarnación, Jesús existió en la “forma de Dios” (Filipenses 2:5-8). El escritor a los Hebreos, con referencia a Jesús dice que “Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo” (Hebreos 1:8). Juan formula que, “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo (Jesús) era Dios” (Juan 1:1). Los Ejemplos de la Escritura, que enseñan la deidad de Cristo podrían multiplicarse (vea Apocalipsis 1:17; 2:8; 22:13; 1ª Corintios 10:4; 1ª Pedro 2:6-8; compare con Salmos 18:2: 95:1; 1ª Pedro 5:4; Hebreos 13:20), aún así, uno de estos es suficiente para demostrar que Cristo fue considerado deidad por Sus seguidores.

A Jesús también se le dio títulos que son únicos para Yahvé (el nombre formal de Dios) en el Antiguo Testamento. El título “redentor”, del Antiguo Testamento (Salmos 130:7; Oseas 13:14) es usado para describir a Jesús en el Nuevo Testamento (Tito 2:13, Apocalipsis 5:9). Jesús es denominado Emmanuel (“Dios con nosotros” en Mateo1). En Zacarías 12:10, es Yahvé quien dice, “Y mirarán a mí, a quien traspasaron”. Pero el Nuevo Testamento aplica esto a la crucifixión de Jesús (Juan 19:37: Apocalipsis 1:7). Si es Yahvé quien es traspasado y mirado, y Jesús fue a quien traspasaron y miraron, entonces Jesús es Yahvé. Pablo interpreta Isaías 45:22-23, como que se lo aplica a Jesús en Filipenses 2:10-11. Adicional a esto, el nombre de Jesús es usado al lado de Yahvé en la oración “Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo” (Gálatas 1:3; Efesios 1:2). Esto sería blasfemia, si Cristo no fuera deidad. El nombre de Jesús aparece con el de Yahvé en el mandato de Jesús para bautizar “…en el nombre (singular) del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19; vea también 2ª Corintios 13:14). En Apocalipsis, Juan dice que toda la creación alaba a Cristo (el Cordero) – de este modo, Jesús no es parte de la creación (5:13).

Las acciones que pueden ser llevadas a cabo solamente por Dios, son atribuidas a Jesús. Jesús no solamente se levantó de la muerte (Juan 5:21; 11:38-44), y perdonó pecados (Hechos 5:31; 13:38), ¡El creó y sustenta el universo (Juan 1:3; Colosenses 1:16-17)! Este aspecto se hace aún más convincente, cuando uno considera que Yahvé dijo que estaba solo durante la creación (Isaías 44:24). Además, Cristo posee atributos que solo la deidad puede tener: eternidad (Juan 8:58), omnipresencia (Mateo 18:20), omnisciencia (Mateo 16:21), omnipotencia (Juan 11:38-44).

Ahora, una cosa es demandar ser Dios o engañar a alguien a creer que es verdad, y algo muy diferente probar que es así. Cristo ofreció muchos milagros, como prueba de Su demanda de la deidad, y aún se levantó de la muerte. Unos pocos de los milagros de Jesús incluyen, convertir el agua en vino (Juan 2:7), caminar en el agua (Mateo 14:25), multiplicar objetos físicos (Juan 6:11), sanar al ciego (Juan 9:7), al cojo (Marcos 2:3), y a los enfermos (Mateo 9:35; Marcos 1:40-42), y aún levantar de la muerte a la gente (Juan 11:43-44; Lucas 7:11-15; Marcos 5:35). Es más, Cristo mismo se levantó de la muerte. Lejos de los denominados dioses de la mitología pagana que mueren y se levantan, nada es seriamente demandada por otras religiones, como lo es la resurrección – y ninguna otra demanda, tiene tanta confirmación bíblica. De acuerdo con el Dr. Gary Habermas, hay por lo menos doce hechos históricos, que aún los estudiosos críticos no cristianos lo admiten:

Aún si alguien fuera a objetar esta lista específica, solamente unos pocos requieren probar la resurrección y establecer el evangelio: la muerte de Jesús, sepultura, resurrección y apariciones (1ª Corintios 15:1-5). Mientras que hay algunas teorías para explicar uno o dos de los hechos arriba mencionados, solamente la resurrección explica y justifica todas ellas. Los críticos admiten que los discípulos demandaban que vieron a Jesús resucitado. Las mentiras y las alucinaciones no pudieron transformar a la gente, de la manera en que lo hizo la resurrección. Primero, ¿qué habrían conseguido? El Cristianismo no era popular y ciertamente no les hizo ganar ningún dinero. Segundo, los mentirosos no se hacen buenos mártires. No hay nada mejor como la resurrección, para explicar la buena disposición que tuvieron los discípulos, para experimentar semejantes muertes horribles por su fe. Sí, cantidad de gente muere por mentiras que piensan son verdades, pero ninguno muere por lo que sabe que no es cierto.

En conclusión: Cristo demandaba ser Yahvé, El era deidad (no solamente “un dios” – sino el Dios Verdadero), sus seguidores (judíos que habrían estado aterrados de la idolatría) creyeron en El y se refirieron a El como tal. Cristo probó Sus demandas de ser deidad a través de milagros, incluyendo la resurrección que alteró al mundo. Ninguna otra hipótesis puede explicar estos hechos.

¿En dónde estaba Jesús los tres días entre Su muerte y resurrección?

Pregunta: "¿En dónde estaba Jesús los tres días entre Su muerte y resurrección?" Respuesta:

1ª Pedro 3:18-19 declara, “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu; en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados.”

La frase, “en Espíritu”, en el versículo 18 tiene exactamente la misma estructura de la frase, “en la carne”. De manera que, parece mejor relacionar la palabra “espíritu” a la misma esfera de la palabra “carne”. La carne y el espíritu son la carne y el espíritu de Cristo. Las palabras “pero vivificado en espíritu”, apuntan al hecho de que al llevar Cristo el pecado y la muerte, produjo la separación de Su espíritu humano del Padre (Mateo 27:46). El contraste es entre la carne y el espíritu, como Mateo 27:41 y Romanos 1:3-4, y no entre la carne de Cristo y el Espíritu Santo. Cuando se completó la expiación de Cristo por el pecado, Su espíritu reanudó el compañerismo que había sido quebrantado.

Primera de Pedro 3:18-22 describe un vínculo necesario entre el sufrimiento de Cristo (versículo 18) y Su glorificación (versículo 22). Solamente Pedro da información específica acerca de lo que sucedió entre estos dos eventos. La palabra “predicó” en el versículo 19 no es la palabra usual para describir la predicación del evangelio en el Nuevo Testamento. Ésta literalmente significa anunciar un mensaje. Jesús sufrió y murió en la cruz, Su cuerpo fue llevado a la muerte, y Su espíritu murió cuando fue hecho pecado. Pero Su espíritu fue vivificado y lo rindió al Padre. De acuerdo con Pedro, en algún momento entre Su muerte y Su resurrección, Jesús hizo una proclamación especial a “los espíritus encarcelados”.

Para comenzar, Pedro se refería a la gente como “personas” y no “espíritus” (3:20). En el Nuevo Testamento, la palabra “espíritus” es utilizada para describir ángeles o demonios, no seres humanos; y el versículo 22 parece corroborar este significado. Además, en ningún lugar de la Biblia se nos dice que Jesús visitó el infierno. Hechos 2:31 dice que El fue al “Hades” (Versión Reina Valera), pero el “Hades” no es el infierno. En el original del griego, la palabra “Hades” se refiere a la esfera de la muerte, un lugar temporal en donde ellos esperan la resurrección. Apocalipsis 20:11-15 en las versiones de habla inglesa NASB y la Nueva Versión Internacional, dan una clara distinción entre las dos. El infierno es el lugar permanente y final de juicio para los perdidos. El Hades es un lugar temporal.

Nuestro Señor rindió Su espíritu al Padre, murió, y en algún momento entre la muerte y la resurrección, visitó la esfera de la muerte en donde pronunció un mensaje a los seres espirituales (probablemente ángeles caídos; vea Judas 6) quienes fueron de alguna manera relacionados al período anterior al diluvio en el tiempo de Noé. El versículo 20 pone esto en claro. Pedro no nos dijo lo que proclamó a estos espíritus encarcelados, pero este no podía ser un mensaje de redención, debido a que los ángeles no pueden ser salvos (Hebreos 2:16). Fue probablemente una declaración de victoria sobre Satanás y sus huestes (1ª Pedro 3:22; Colosenses 2:15). Efesios 4:8-10 también parece indicar que Cristo fue al “paraíso” (Lucas 16:20; 23:43) y llevó al cielo a todos aquellos que habían creído en El previo a Su muerte. Este pasaje no da una gran cantidad de detalle acerca de lo que ocurrió, pero la mayoría de los estudiosos de la Biblia concuerdan en que eso es lo que quieren decir con “llevó cautiva la cautividad.”

Todo eso para decir que la Biblia no es enteramente clara acerca de lo que Jesús hizo exactamente, los tres días entre Su muerte y resurrección. Parece, no obstante, que El estaba predicando victoria sobre los ángeles caídos y/o los no creyentes. Lo que podemos saber con seguridad es que Jesús no estaba dando a la gente una segunda oportunidad para la salvación. La Biblia nos dice que nosotros nos vamos a enfrentar al juicio después de la muerte (Hebreos 9:27), no a una segunda oportunidad. En realidad, no hay una respuesta clara definitiva para lo que Jesús estaba haciendo en el tiempo entre Su muerte y resurrección. Tal vez este es uno de los misterios que vamos a entender cuando alcancemos la gloria.

¿Existió realmente Jesús? ¿Hay alguna evidencia histórica de Jesucristo?

Pregunta: "¿Existió realmente Jesús? ¿Hay alguna evidencia histórica de Jesucristo?" Respuesta:

Usualmente, cuando se hace esta pregunta, la persona que la hace, cataloga la pregunta como “fuera de lo que dice la Biblia”. No aceptamos la idea de que la Biblia no puede ser considerada como una fuente de evidencia sobre la existencia de Jesús. El Nuevo Testamento contiene cientos de referencias de Jesucristo. Hay quienes fechan la escritura de los Evangelios en el siglo dos d.C., esto es, más de 100 años después de la muerte de Jesucristo. Aún si este fuera el caso (el cual rechazamos firmemente), en términos de evidencias antiguas, los escritos hechos menos de 200 años después de que los eventos tuvieron lugar, son consideradas como evidencias muy confiables. Más aún, la gran mayoría de los estudiosos (cristianos y no cristianos) aceptarán que las Epístolas de Pablo (al menos algunas de ellas) fueron de hecho escritas por Pablo en la mitad del primer siglo d.C., menos de 40 años después de la muerte de Jesús. En términos de evidencias de manuscritos antiguos, esta es una prueba extraordinariamente fuerte de la existencia de un hombre llamado Jesús en Israel durante el principio del primer siglo de nuestra era.

También es importante reconocer que en el año 70 d.C., los romanos invadieron y destruyeron Jerusalén y la mayor parte de Israel, matando a sus habitantes. ¡Ciudades enteras fueron literalmente quemadas hasta sus cimientos! Entonces, no debería sorprendernos si mucha de la evidencia de la existencia de Jesús fue destruida. Muchos testigos oculares de Jesús debieron haber muerto. Estos hechos obviamente disminuyeron la cantidad de testigos oculares del testimonio de Jesús que sobrevivieron.

Considerando el hecho de que el ministerio de Jesús fue reducido a un lugar culturalmente atrasado en un pequeño rincón del imperio romano, hay una sorprendente cantidad de información acerca de Jesús que puede ser extraída de fuentes históricas seculares. Algunas de las más importantes evidencias históricas de Jesús, incluyen lo siguiente:

El historiador romano Tácito del primer siglo, quien es considerado uno de los más precisos historiadores del mundo antiguo, menciona a los supersticiosos “Cristianos” (“antes llamados Christus” lo cual es Cristo en latín), quien sufrió bajo Poncio Pilato y durante el reinado de Tiberio. Gaio Suetonio, historiador romano (70-160) secretario en jefe del emperador Adriano, escribió que había un hombre llamado Chrestus (o Cristo) que vivió durante el primer siglo (Annais XV.44).

Flavio Josefo, (Jerusalén, 37 d.C? h. 100) es el más famoso historiador judío. En sus “Antigüedades Judaicas” él se refiere a Santiago como, “el hermano de Jesús, a quien llamaban el Cristo.” Hay un verso controversial (18:3) que dice, ““Ahora, había alrededor de este tiempo un hombre sabio, Jesús, si es que es lícito llamarlo un hombre, pues era un hacedor de maravillas, un maestro tal que los hombres recibían con agrado la verdad que les enseñaba. Atrajo a sí a muchos de los judíos y de los gentiles. Él era el Cristo, y cuando Pilato, a sugerencia de los principales entre nosotros, le condenó a ser crucificado, aquellos que le amaban desde un principio no le olvidaron, pues se volvió a aparecer vivo ante ellos al tercer día; exactamente como los profetas lo habían anticipado y cumpliendo otras diez mil cosas maravillosas respecto de su persona que también habían sido preanunciadas. Y la tribu de cristianos, llamados de este modo por causa de él, no ha sido extinguida hasta el presente.” (Antigüedades. XVIII.33. (Comienzos del segundo siglo)

Sexto Julio Africano en su obra cita al historiador Talus en una discusión acerca de las tinieblas que siguieron a la crucifixión de Cristo, diciendo que en el libro III de su Historia explica la oscuridad como debida a un eclipse solar, pero aclara que eso sería imposible debido a que la crucifixión ocurrió en tiempo de luna llena, cuando no pudo haber ocurrido un eclipse. (Escritos Existentes, 18)

Plinio el Menor, en Cartas 10:96, registra las prácticas de adoración del cristianismo primitivo, incluyendo el hecho de que los cristianos adoraban a Jesús como Dios y eran muy éticos, e incluye una referencia a las festividades y la Cena del Señor.

El Talmud de Babilonia (Sanedrín 43ª.) confirma la crucifixión de Jesús en la tarde de Pascua, y las acusaciones contra Cristo de practicar la brujería y fomentar la apostasía judía.

Luciano de Samosata, fue un filósofo y escritor griego del siglo dos, quien admite que Jesús fue adorado por cristianos, introduciendo nuevas enseñanzas y que fue crucificado por ellos. Él dijo que las enseñanzas de Jesús incluían la hermandad entre los creyentes, la importancia de la conversión y la importancia de negar a otros dioses. Los cristianos vivían de acuerdo a las leyes de Jesús, creyéndose a sí mismos inmortales y se caracterizaban por despreciar la muerte, la devoción voluntaria y la renuncia a los bienes materiales.

Mara Bar-Serapio. Hay en el Museo Británico un interesante manuscrito que preserva el texto de una carta escrita a su hijo un tiempo después del año 73 d. C., aun cuando no estamos seguros de cuánto tiempo más tarde. En ella confirma que Jesús demostró ser un hombre sabio y virtuoso, que fue considerado por muchos como el rey de Israel, fue llevado a la muerte por los judíos y siguió viviendo en las enseñanzas de sus seguidores.

Tenemos además todos los escritos gnósticos (El evangelio de la verdad, El apócrifo de Juan, El evangelio de Tomás, el Tratado de la Resurrección, etc.) - todos ellos mencionan a Jesús.

De hecho, podemos reconstruir el evangelio solo de las primitivas fuentes no cristianas: Jesús fue llamado el Cristo (Josefo), hizo “maravillas” y guió a Israel a nuevas enseñanzas, y fue colgado en la Pascua por ellos (Talmud de Babilonia) en Judea (Tácito), pero clamó ser Dios y que regresaría (Eliazar), en el cual creían sus seguidores, adorándolo como a Dios (Plinio el Menor).

En conclusión, existe una evidencia brumadora de la existencia de Jesucristo, ambas en historia bíblica y secular. Quizás la evidencia más grande de que Jesús existió es el hecho de que literalmente miles de cristianos del primer siglo, incluidos los 12 apóstoles, estuvieron gozosos de ofrendar sus vidas como mártires por Jesucristo. La gente morirá por lo que creen que es verdad, pero ninguno morirá por lo que ellos saben que es una mentira.

¿Por qué debo creer en la resurrección de Cristo?

Pregunta: "¿Por qué debo creer en la resurrección de Cristo?" Respuesta:

Es un reconocido y bien establecido hecho, que Jesucristo fue públicamente ejecutado por crucifixión en el Ier. siglo d.C., en Judea bajo Poncio Pilato, a petición del Sanedrín judío. Los relatos históricos no cristianos de Flavio Josefo, Cornelio Tácito, Luciano de Samosata, Maimónides y aún del Sanedrín judío, corroboraron las declaraciones de los primeros cristianos que atestiguaron estos importantes aspectos históricos de la muerte de Jesucristo.

En cuanto a Su resurrección, hay muchas líneas de evidencia que hacen este caso irrefutable. Un famoso abogado resumió el entusiasmo y confianza cristianos en la solidez del caso de la resurrección cuando escribió, “He sido abogado defensor por más de 42 años, habiendo ejercido en muchas partes del mundo y aún estoy en servicio activo. He sido afortunado en asegurar un buen número de éxitos en diversos procesos jurídicos y puedo asegurar inequívocamente, que la evidencia de la Resurrección de Jesucristo es tan abrumadora, que obliga a aceptarla por las pruebas que no dejan lugar a dudas.”

La respuesta de la comunidad secular a la misma evidencia ha sido predeciblemente apática, acorde con su leal compromiso con el naturalismo metodológico. Para quienes no están familiarizados con el término, el naturalismo metodológico es el empeño de explicar todo en términos de causas naturales y causas naturales solamente. Si algún supuesto evento histórico desafía una explicación natural. (p. ej. una resurrección milagrosa), los eruditos seculares generalmente lo tratan con exagerado escepticismo, a pesar de la evidencia, sin importar lo abrumadora que ésta sea.

A nuestro juicio, tal inflexible fidelidad a las causas naturales, a pesar de la clara evidencia de lo contrario, no conduce a una investigación imparcial (y por lo tanto adecuada) de la evidencia. Una postura científica e histórica más balanceada ha dicho, “El ser forzado a creer solo en una conclusión...se violaría la propia objetividad de la ciencia misma.” Habiendo dicho eso, procedamos ahora a examinar varias líneas de evidencia a favor de la resurrección.

La Primera Línea de Evidencia para la Resurrección de Cristo.
Para comenzar, tenemos el demostrable y sincero testimonio de testigos oculares. Los apologistas del cristianismo primitivo citaron a cientos de testigos oculares, algunos de los cuales documentaron las experiencias de sus propias declaraciones. Muchos de estos testigos oculares, gustosa y resueltamente soportaron prolongadas torturas y la muerte misma, antes que repudiar su testimonio. Este hecho certifica su sinceridad, descartando un fraude por parte de ellos. De acuerdo con el registro histórico, (p. ej. El Libro de los Hechos 4:1-17; Cartas de Plinio a Trajano X, 96, etc.) leemos, “Muchos cristianos podrían terminar su sufrimiento simplemente con renunciar a la fe. En vez de eso, parece que la mayoría optó por soportar el sufrimiento y proclamar la resurrección de Cristo de la muerte.”

Aún cuando el martirio es algo admirable, no es necesariamente demostrativo. Éste no valida una creencia tanto como a quien la cree (al demostrar su sinceridad de una manera tangible). Lo que hace que el martirio de los primeros cristianos sea algo extraordinario es que ellos demostraban con ello si lo que estaban pregonando era verdad o no; si vieron a Jesucristo vivo después de Su muerte o no lo hicieron. Esto es lo extraordinario. Porque si todo fuera solo una mentira, ¿por qué muchos seguían sosteniéndola dadas las circunstancias? ¿Por qué conscientemente se aferrarían a una mentira sin validez alguna, al grado de enfrentar persecución, prisiones, tortura y muerte?

Mientras que en el 11 de septiembre del 2001, los terroristas indudablemente creían lo que profesaban (evidenciado por su decisión de morir por ello), no pudieron saber y no supieron si el origen de sus creencias era o no verdad. Ellos pusieron su fe en tradiciones transmitidas a ellos por muchas generaciones. En contraste, los primeros mártires cristianos fueron la primera generación. O ellos vieron lo que aseguraban haberlo visto, o no.

Entre los más ilustres que profesaron haber sido testigos oculares, estaban los apóstoles. Ellos colectivamente sufrieron un cambio innegable, después de las declaradas apariciones de Cristo posteriores a Su resurrección. Inmediatamente después de Su crucifixión, ellos se escondieron temiendo por sus vidas. Después de la resurrección, ellos tomaron las calles y valientemente proclamaban la resurrección, a pesar de la intensa persecución. ¿Qué explicación habría para su repentino y dramático cambio? Ciertamente no era una ganancia financiera. Los apóstoles renunciaron a todo lo que tenían para predicar la resurrección, incluyendo sus vidas.

La Segunda Línea de Evidencia para la Resurrección de Cristo.
La segunda línea de evidencia concierne a la conversión de ciertos escépticos claves; los más notables de ellos fueron Pablo y Santiago. Pablo fue, en sus propias palabras, un violento perseguidor de la naciente Iglesia de Cristo. Después de lo que él describió como un encuentro con el Cristo resucitado, Pablo sufrió un inmediato y drástico cambio - de ser un perseguidor de la Iglesia, a uno de sus más prolíferos y desinteresados defensores. Como muchos de los primeros cristianos, Pablo sufrió pobreza, persecución, golpes, prisiones y su ejecución a causa de su firme compromiso por la resurrección de Cristo.

Santiago era un escéptico, aunque no fue tan hostil como Pablo. Un comentado encuentro con Cristo después de Su resurrección, lo convirtió en un innegable creyente, un líder de la iglesia en Jerusalén. Aún tenemos lo que los eruditos generalmente aceptan como ser una de sus cartas a la iglesia primitiva. Como Pablo, Santiago sufrió gustosamente y murió por su testimonio, un hecho que respalda la sinceridad de su creencia (ver El libro de Los Hechos y Antigüedades Judías XX, ix, 1. de Flavio Josefo.)

La Tercera y Cuarta Línea de Evidencia para la Resurrección de Cristo.
Una tercera y cuarta línea de evidencia concierne al testimonio enemigo sobre la tumba vacía y al hecho de que la fe en la resurrección tuvo su raíz en Jerusalén. Jesús fue públicamente ejecutado y sepultado en Jerusalén. Hubiera sido imposible para la fe en Su resurrección, que tuviera su raíz en la misma Jerusalén, puesto que Su cuerpo estaba aún en la tumba donde el Sanedrín podía exhumarlo, exhibiéndolo públicamente y por lo tanto exponiendo el engaño. En vez de ello, el Sanedrín acusó a los discípulos de robar el cuerpo, aparentemente en un esfuerzo por explicar su desaparición (y por tanto la tumba vacía). ¿Cómo explicamos el hecho de la tumba vacía? Estas son tres de las explicaciones más comunes.

Primero, los discípulos robaron el cuerpo. Si este fuera el caso, ellos habrían sabido que la resurrección era un fraude. Por lo tanto ellos no hubieran estado tan gustosos de sufrir y morir por ello (Ver la primera línea de evidencia concerniente a la demostrable sinceridad del testimonio de los testigos oculares). Todos los que profesaron ser testigos oculares, habrían estado conscientes de que ellos realmente no vieron a Cristo y por tanto habrían mentido. Con tantos conspiradores, seguramente alguno de ellos hubiera confesado; si no para detener su propio sufrimiento, al menos para terminar el sufrimiento de sus amigos y familiares. La primera generación de cristianos fueron totalmente masacrados, especialmente después de la conflagración de Roma en el 64 d.C. (un incendio que ordenó Nerón supuestamente para ganar espacio en la expansión de su palacio, pero del cual culpó a los cristianos en Roma en un esfuerzo por justificarse). Como declaró el historiador Cornelio Tácito en sus Anales del Imperio Romano (publicado solo una generación después del incendio):

“Nerón culpó e infringió las más refinadas torturas a una odiada clase por sus abominaciones, llamada cristianos por el populacho. Cristo, de quien el nombre tomó su origen, sufrió la pena capital durante el reinado de Tiberio a manos de uno de nuestros procuradores, Poncio Pilato, y una gran superstición malévola, aunque reprimida por el momento, volvió a hacer irrupción, no solamente a través de Judea, donde tuvo su origen este mal, sino también en la ciudad de Roma, donde todas las cosas espantosas y vergonzosas de cada parte del mundo, encuentran su centro y se vuelven populares. De acuerdo a esto, primero se efectuó el arresto de todos los que se declararon culpables; luego, una inmensa multitud fue convicta, no tanto por el crimen del incendio de la ciudad, sino por su odio contra la humanidad. Fueron el objeto de toda clase de burlas aplicadas a sus muertes. Siendo cubiertos con pieles de animales, eran despedazados y muertos por los perros, o fueron clavados en cruces, o fueron condenados a las llamas, prendiéndoles fuego para servir como iluminación nocturna, cuando declinaba la luz del día.” (Anales, IV, 44)

Nerón iluminaba las fiestas en su jardín con cristianos a quienes quemaba vivos. Seguramente alguno hubiera confesado la verdad ante la amenaza de un sufrimiento tan terrible. El hecho es sin embargo, que no tenemos registro de ninguno de los primeros cristianos renunciando a la fe para terminar su sufrimiento. En vez de ello, tenemos múltiples informes de apariciones de Jesús después de la resurrección, a cientos de testigos oculares, gustosos de sufrir y morir por ello.

Si los discípulos no robaron el cuerpo, ¿de qué otra manera podemos explicar la tumba vacía? Algunos han sugerido que Cristo simuló Su muerte y más tarde escapó de la tumba. Esto es potencialmente absurdo. De acuerdo al testimonio de testigos oculares, Cristo fue golpeado, torturado, azotado y atravesado con una lanza. Sufrió heridas internas, pérdida de sangre masiva, asfixia, y su corazón fue traspasado por una lanza. No existe razón alguna para creer que Jesucristo (o cualquier otro hombre en tal caso) pudiera haber sobrevivido a tal suplicio, simular Su muerte, permanecer en una tumba por tres noches y tres días sin atención médica, comida o agua; quitar una enorme y pesada piedra con la que estaba sellada Su tumba y escapar sin ser detectado (sin dejar tras él un rastro de sangre), convencer a cientos de testigos oculares de que Él resucitó de la muerte y encontrarse con buena salud y luego desaparecer sin dejar rastro. Tal suposición es ridícula.

La Quinta Línea de Evidencia para la Resurrección de Cristo.
Finalmente, la quinta línea de evidencia concierne a la peculiaridad del testimonio de los testigos oculares. En todas las principales narraciones de la resurrección, las mujeres son acreditadas como las primeras testigos oculares. Esta hubiera sido una muy extraña invención, puesto que en las culturas, tanto en la del antiguo judaísmo como en la romana, las mujeres eran severamente discriminadas. Su testimonio era considerado como insustancial e inadmisible. Dado este hecho, es altamente improbable que cualquier forjador de un engaño en la Judea del primer siglo, hubiera elegido a mujeres para ser sus testigos primarios. Si todos los discípulos varones que declararon haber visto a Jesús resucitado, estuvieron mintiendo y la resurrección fue una estafa, ¿por qué habrían elegido a los testigos más indignos de confianza y dañinos a su causa que podrían haber encontrado?

Cuando se comprende el rol de la mujer en la sociedad judía del primer siglo, lo que es realmente extraordinario es que esta historia de la tumba vacía hubiera elegido a mujeres como las primeras descubridoras de ello. Las mujeres ocupaban un rango muy inferior en la escala social de la Palestina del primer siglo. Hay antiguos dichos rabínicos que decían, “Mejor dejar que las palabras de la ley sean quemadas, que ser entregadas a mujeres”, y “Benditos sean aquellos cuyos hijos sean varones, pero hay de aquel cuyas hijos sean mujeres.” El testimonio de las mujeres era considerado tan inválido, que no les era permitido servir como testigos legales en una corte legal judía. A la luz de esto, es absolutamente extraordinario, que las principales testigos de la tumba vacía fueran estas mujeres... Cualquier narración legendaria posterior ciertamente habría colocado a los discípulos varones como descubridores de la tumba – por ejemplo a Pedro o a Juan. El hecho de que las mujeres fueran las primeras testigos de la tumba vacía, es la más plausible explicación de que – les gustara o no – ¡ellas fueron las descubridoras de esa tumba vacía! Esto demuestra que los escritores de los Evangelios registraron fielmente lo que sucedió, aunque resultara embarazoso. Esto revela más la historicidad de esta tradición, que su estatus legendario.

En Resumen
Estas líneas de evidencia; la demostrable sinceridad de los testigos oculares (y en el caso de los apóstoles, el innegable e inexplicable cambio), la conversión y demostrable sinceridad de los antagonistas claves, y los escépticos convertidos en mártires; el hecho de la tumba vacía, el testimonio enemigo de la tumba vacía; el hecho de que todo esto tuvo lugar en Jerusalén donde la fe en la resurrección comenzó y se extendió; el testimonio de las mujeres; el significado de tal testimonio dado su contexto histórico; todos estos son sólidos testimonios de la historicidad de la resurrección. Animamos a nuestros lectores a considerar seriamente estas evidencias. ¿Qué te sugieren a ti? Habiéndolas considerados nosotros mismos, “La evidencia de la Resurrección de Jesucristo es tan abrumadora, que exige aceptación al probar lo que no deja absolutamente ningún lugar para la duda.”

¿La resurrección de Jesucristo es verdad?

Pregunta: "¿La resurrección de Jesucristo es verdad?"

Respuesta:

Aunque la Escritura no intenta “probar” que Jesús fue resucitado de entre los muertos, si presenta evidencias concluyentes del hecho de que Él verdaderamente resucitó. La resurrección de Cristo está registrada en Mateo 28:1-20; Marcos 16:1-20; Lucas 24:1-53 y Juan 20:1-21:25. La resurrección de Cristo también aparece en el libro de Los Hechos (Hechos 1:1-11). De estos pasajes puedes obtener muchas “pruebas” de la resurrección de Jesucristo. Fíjate en el dramático cambio en los discípulos. Ellos fueron del temor que los hizo esconderse en un cuarto, al entusiasmo y propagación del Evangelio por todo el mundo. ¿Qué otra cosa pudo explicar este dramático cambio en ellos, sino la experiencia de ver a Jesucristo resucitado?

Mira la vida del apóstol Pablo. ¿Qué fue lo que lo cambió de ser un perseguidor de la iglesia, a convertirse en un apóstol de la iglesia? Esto sucedió cuando el Cristo resucitado se le apareció en el camino a Damasco (Hechos 9:1-6). Otra “prueba” indiscutible es la tumba vacía. Si Cristo no resucitó, entonces ¿dónde está Su cuerpo? Los discípulos y muchos otros vieron la tumba donde Él fue sepultado. Cuando regresaron, Su cuerpo ya no estaba ahí. Los ángeles declararon que Él se había levantado de los muertos, como Él lo había prometido (Mateo 28:5-7). Más aún, otra evidencia de Su resurrección es la gran cantidad de gente a la que Él se apareció (Mateo 28:5,9,16-17; Marcos 16:9; Lucas 24:13-35; Juan 20:19,24,26-29; 21:1-14; Hechos 1:6-8; 1 Corintios 15:5-7).

El pasaje clave de la resurrección de Jesucristo está en 1 Corintios 15. En este capítulo, el apóstol Pablo explica por qué es crucial el entender y creer en la resurrección de Jesucristo. La resurrección es importante por las siguientes razones:

(1) Si Cristo no resucitó de los muertos, tampoco lo harán los creyentes (I Corintios 15:12-15). (2) Si Cristo no resucitó, Su sacrificio por el pecado no fue suficiente (1 Corintios 15:16-19). La resurrección de Jesús prueba que Su muerte fue aceptada por Dios como la expiación por nuestros pecados. Si Él simplemente hubiera muerto y hubiera permanecido muerto, eso hubiera indicado que Su sacrificio no fue suficiente. Por lo tanto, los creyentes no tendrían el perdón de sus pecados, y ellos permanecerían muertos después de su muerte física (1 Corintios 15:16-19) – no existiría tal cosa como la vida eterna (Juan 3:16). “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho” (1 Corintios 15:20) Cristo ha resucitado de los muertos – ¡Él es el primero de los frutos de nuestra futura resurrección! (3) Todos aquellos que creen el Él, serán resucitados para vida eterna, tal como Él lo hizo (1 Corintios 15:20-23). 1 Corintios 15 sigue describiendo cómo la resurrección de Jesucristo prueba Su victoria sobre el pecado, y nos provee de poder para una vida de victoria sobre el pecado (1 Corintios 15:24-34). (4) Este texto describe la gloriosa naturaleza del cuerpo resucitado que recibiremos (1 Corintios 15:35-49), y, (5) Proclama que como resultado de la resurrección de Cristo, todos los que creen en Él obtienen la victoria final sobre la muerte (1 Corintios 15:50-58) ¡Cuán gloriosa verdad es la resurrección de Jesucristo! “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Corintios 15:58).

¿Qué significa que Jesús es el Hijo de Dios?

Pregunta: "¿Qué significa que Jesús es el Hijo de Dios?" Respuesta:

Jesús no es el Hijo de Dios en el mismo sentido que percibimos a un padre y su hijo. Dios no se casó y tuvo un hijo. Jesús es el Hijo de Dios en el sentido de que Él es Dios manifestado en forma humana (Juan 1:1, 14). Jesús es el Hijo de Dios en cuanto fue concebido por el Espíritu Santo. Lucas 1:35 declara, “Respondiendo el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con Su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.” En tiempos bíblicos, la frase “hijo de hombre” se usaba para describir a un ser humano. El hijo de un hombre es solo un hombre.

Durante Su juicio ante los líderes judíos, el sumo sacerdote le ordenó a Jesús, “Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios.” (Mateo 26:63). Jesús respondió, “Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.” (Mateo 26:64). Los líderes judíos respondieron acusando a Jesús de blasfemia (Mateo 26:65-66). Más tarde, ante Poncio Pilato, “Los judíos le respondieron; Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios.” (Juan 19:7). ¿Por qué el declarar ser el “Hijo de Dios” se consideraría como una blasfemia merecedora de la pena de muerte? Los líderes judíos entendieron exactamente lo que Jesús quiso decir con la frase “Hijo de Dios.” El ser el “Hijo de Dios” significa ser de la misma naturaleza de Dios. El “Hijo de Dios” es “parte de Dios” El clamar ser de la misma naturaleza de Dios, de hecho era “ser Dios mismo” siendo una blasfemia para los líderes judíos; por lo que ellos demandaron la muerte de Jesús. Hebreos 1:2-3 expresa esto con mucha claridad, “en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria y la imagen misma de su sustancia....”

Otro ejemplo puede verse en Juan 17:12 donde Judas es descrito como el “hijo de perdición”. Juan 6:71 nos dice que Judas era hijo de Simón. ¿Qué significa en Juan 17:12 que se describe a Judas como “el hijo de perdición”? La palabra “perdición” significa “destrucción, ruina, desperdicio”. Judas no era literalmente el hijo de una “ruina, destrucción o desperdicio”, pero esas cosas eran las que identificaban la vida de Judas. Judas era una manifestación de la perdición. En el mismo sentido Jesús es el Hijo de Dios. El Hijo de Dios es Dios. Jesús es Dios manifestado en carne (Juan 1:1,14).

¿Por qué es tan importante el nacimiento virginal?

Pregunta: "¿Por qué es tan importante el nacimiento virginal?" Respuesta:

La doctrina del nacimiento virginal es crucialmente importante (Isaías 7:14; Mateo 1:23; Lucas 1:27,34). Primeramente, veamos cómo describe la Escritura este bendito evento. En respuesta a la pregunta de María, “¿cómo?” el ángel Gabriel dice, “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con Su sombra…” (Lucas 1:35) El ángel anima a José a casarse con María con estas palabras: “...porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.” (Mateo 1:20) Mateo dice que la virgen “se halló que había concebido del Espíritu Santo.” (Mateo 1:18). Gálatas 4:4 también menciona el Nacimiento Virginal: “Dios envió a Su Hijo, nacido de mujer...”

Estos pasajes claramente establecen que el nacimiento de Jesús fue el resultado de la obra del Espíritu Santo dentro del cuerpo de María. Estuvieron involucrados lo inmaterial (el Espíritu) y lo material (el vientre de María). Por supuesto María no podía fecundarse en sí misma, y en ese sentido, ella simplemente fue un “recipiente”. Solo Dios pudo efectuar el milagro de la Encarnación.

El negar la conexión física entre María y Jesús, implicaría que Jesús realmente no fue humano. La Escritura enseña que Jesús era totalmente humano, con un cuerpo físico como el nuestro, el cual recibió de María. Al mismo tiempo, Jesús era totalmente Dios, con una eterna naturaleza sin pecado. Ver Juan 1:14; 1 Timoteo 3:16; y Hebreos 2:14-17.

Jesús no nació en pecado; esto es, Él no tuvo una naturaleza de pecado (Hebreos 7:26). Parecería que la naturaleza pecaminosa es pasada de generación a generación a través del padre (Romanos 5:12, 17, 19). Pero, el Nacimiento Virginal de Jesús, evitó la transición de la naturaleza de pecado y permitió al eterno Dios convertirse en perfecto hombre.

¿Jesús fue al Infierno entre Su muerte y resurrección?

Pregunta: "¿Jesús fue al Infierno entre Su muerte y resurrección?" Respuesta:

¿Fue el alma de Jesús al Infierno durante el tiempo intermedio entre Su muerte y resurrección? Hay una gran confusión respecto a esta pregunta. Este concepto viene primeramente del Credo de los Apóstoles, el cual declara, “Él descendió a los Infiernos.” Hay también algunas Escrituras en las que, dependiendo cómo estén traducidas, describen a Jesús yendo al “Infierno”. Al estudiar este punto, es importante comprender primeramente lo que la Biblia enseña acerca del “lugar” de la muerte.

En las Escrituras hebreas, la palabra usada para describir el lugar de la muerte es “Sheol”, y simplemente significa “lugar de los muertos” o el “lugar de partida de las almas / espíritus”. La palabra griega utilizada en el Nuevo Testamento para Infierno es “Hades”, que también se refiere al “lugar de los muertos”. Otras Escrituras en el Nuevo Testamento indican que tanto el Seol como el Hades, son un lugar temporal, donde las almas son guardadas en espera de la resurrección y el juicio final. Apocalipsis 20:11-15 nos da una clara distinción sobre estos dos. Infierno (el lago de fuego) es el lugar final y permanente del juicio para los perdidos. Así que no, Jesús no fue al “Infierno” porque “Infierno” es un lugar futuro que entrará en funciones después del juicio del Gran Trono Blanco. (Apocalipsis 20:11-15)

Seol / Hades es un lugar con dos divisiones (Mateo 11:23; 16:18; Lucas 10:15; 16:23; Hechos 2:27-31), la morada de los salvos y los perdidos. La morada de los salvos era llamada “Paraíso” y “El seno de Abraham”. Las moradas de los salvos y los perdidos estaban separadas por “una gran sima” (Lucas 16:26). Cuando Jesús ascendió al Cielo, Él se llevó a los ocupantes (creyentes) del Paraíso con Él (Efesios 4:8-10). El lado de los perdidos en el Seol / Hades, ha permanecido sin cambio. Todos los muertos no creyentes, van ahí para aguardar el futuro juicio final. ¿Fue Jesús al Seol / Hades? Sí, de acuerdo con Efesios 4:8-10 y 1 Pedro 3:18-20.

Parte de la confusión proviene de pasajes tales como el Salmo 16:10-11, “Porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción. Me mostrarás la senda de la vida...” La traducción correcta en este verso no es “Infierno” como está en algunas traducciones. Lo correcto es “Seol” o “la tumba”. Jesús le dijo años más tarde al ladrón que estaba junto a Él en la cruz, “Hoy mismo estarás Conmigo en el Paraíso.” Su cuerpo estaba en la tumba; Su alma / espíritu fue al “Paraíso”, lugar del Seol / Hades. Entonces Él sacó del Paraíso a todos los muertos justos, y se los llevó con Él al Cielo. Desafortunadamente, en muchas traducciones de la Biblia, los traductores no son consistentes, o no traducen correctamente el significado de las palabras hebreas y griegas para “Seol”, “Hades”, e “Infierno.”

Algunos opinan que Jesús fue al “Infierno” o sea, al lugar de sufrimiento del Seol / Hades, para ser después castigado por nuestros pecados. ¡Esta idea es completamente antibíblica! Fue suficiente la muerte de Jesús en la cruz y Su sufrimiento en nuestro lugar, lo que proveyó nuestra redención. Fue el derramamiento de Su sangre lo que justificó nuestra limpieza del pecado. (1 Juan 1:7-9). Mientras Él colgaba de esa cruz, Él puso sobre Sí mismo la carga del pecado de toda la raza humana - “Por nosotros lo hizo pecado”. 2 Corintios 5:21 dice: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él.” Esta imputación del pecado nos ayuda a comprender la lucha de Cristo en el huerto de Getsemaní con la copa del pecado que sería vertida sobre Él en la cruz.

¿Fue Jesús crucificado en viernes?

Pregunta: "¿Fue Jesús crucificado en viernes?" Respuesta:

La Biblia no hace una declaración específica en cuanto al día de la semana en que Jesús fue crucificado. Las dos más extendidas opiniones son que en viernes y miércoles. Algunos, sin embargo, usando una síntesis de ambos argumentos, el viernes y miércoles, aceptan el jueves como el día más probable.

Jesús dijo en Mateo 12:40 “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.” Aquellos que opinan que la crucifixión fue en viernes, dicen que existe una manera válida en la cual pudo haberse considerado que Él permaneció en la tumba por tres días. En la mentalidad judía del primer siglo, parte de un día era considerado como un día completo. Puesto que Jesús estuvo en la tumba parte del viernes, todo el sábado y parte del domingo, pudieron haber considerado que efectivamente Él estuvo ahí por tres días. Uno de los principales argumentos sobre el viernes se encuentra en Marcos 15:42 donde dice que Jesús fue crucificado “la víspera del día de reposo” (el día anterior al Sabbath o sábado) Si ese era el Sabbath semanal, entonces el hecho nos lleva a la crucifixión el viernes. Otro argumento para el viernes dice que los versos tales como Mateo 16:21 y Lucas 9:22 enseñan que Jesús resucitaría en el tercer día, por lo que Él no necesitaría estar en la tumba los tres días y noches completos. Pero mientras algunos traductores usan “en el tercer día” para estos versos, no todos lo hacen, y no todos están de acuerdo que esa sea la mejor manera de traducirlos. Es más, Marcos 8:31 dice que Jesús resucitaría “después” de tres días.

El argumento sobre el jueves se impone sobre la opinión del viernes, y simplemente exponen que hubieron demasiados eventos (algunos cuentan hasta veinte) sucediendo entre la sepultura de Cristo y la mañana del domingo, para que ocurriera del viernes en la tarde al domingo por la mañana. Ellos señalan que este es específicamente un problema, cuando el único día completo entre el viernes y el domingo fue el sábado, el Sabbath judío. Un día extra o dos eliminan ese problema. Los que abogan por el jueves razonan: Supongamos que no has visto a un amigo desde el lunes al anochecer. La siguiente vez que lo ves es el jueves por la mañana y dices, “no te he visto en tres días”, aunque técnicamente solo han pasado 60 horas (2.5 días). Si Jesús fue crucificado en jueves, este ejemplo muestra cómo pueden ser considerados los tres días.

Los que opinan sobre el miércoles dicen que hubo dos Sabbaths esa semana. Después del primero (el que ocurrió al anochecer de la crucifixión, Marcos 15:42; Lucas 23:52-54) las mujeres compraron las especias. Nótese que las mujeres lo hacen después del sábado (Marcos 16:1). Los que se inclinan a favor del miércoles sostienen que ese “Sabbath” era la Pascua (ver Levíticos 16:29-31; 23:24-32, 39 donde los grandes días sagrados no eran necesariamente uno de los siete días de la semana referido como el Sabbath). El segundo Sabbath de esa semana era un sábado normal. Nótese que en Lucas 23:56, las mujeres que habían comprado las especias después del primer Sabbath, regresaron y prepararon las especias y entonces “descansaron el día de reposo conforme al mandamiento”. El argumento establece que ellas no pudieron haber comprado las especias después del Sabbath, y al mismo tiempo preparar las especias antes del Sabbath, a menos que hubiera dos Sabbaths. Con el punto de vista de los dos Sabbaths, si Cristo fue crucificado en jueves, entonces el gran y sagrado Sabbath (la Pascua) habría comenzado el jueves al anochecer y terminaría el viernes al anochecer, al inicio del Sabbath o sábado semanal. El comprar las especias después del primer Sabbath (Pascua) hubiera significado que ellas las compraron en sábado, quebrantando así la ley.

Por lo tanto, esta opinión declara que, la única explicación que no viola el relato de las mujeres y las especias y se ajusta a la comprensión literal de Mateo 12:40, es que Cristo fue crucificado en miércoles. El Sabbath que fue día santo (Pascua) ocurrió en jueves, las mujeres compraron especias (después de esto) el viernes y regresaron y prepararon las especias ese mismo día, descansando el sábado que era el día de la semana, entonces trajeron las especias a la tumba el domingo muy temprano. Jesús fue sepultado cerca del anochecer del miércoles, que iniciaba el jueves en el calendario judío. Utilizando un calendario judío, tenemos: el anochecer del jueves (noche uno), día del jueves (día uno), anochecer del viernes (noche dos), día del viernes (día dos), anochecer del sábado (noche tres), día del sábado (día tres). No sabemos exactamente cuándo Él resucitó, pero sí sabemos que fue al amanecer del domingo (Juan 20:1, “...María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro.”) así que Jesús pudo haber resucitado justo después del anochecer del sábado por la noche, el cual iniciaba el primer día de la semana para los judíos.

Un posible problema con la opinión sobre el miércoles, es que los discípulos que caminaron con Jesús yendo a Emaús, lo hicieron “el mismo día” de Su resurrección (Lucas 24:13). Los discípulos, quienes no reconocieron a Jesús, le contaron sobre la crucifixión (24:20) y dijeron que “... hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido” (24:21). De miércoles a sábado hay cuatro días. Una posible explicación es que ellos pudieron haber contado el sepelio de Cristo desde el anochecer del miércoles, que iniciaba el jueves judío, y pudieron haber contado como tres días de jueves a domingo.

En el gran esquema de las cosas, no es tan importante saber qué día de la semana fue crucificado Jesucristo. Si fuera tan importante, la Palabra de Dios nos lo hubiera comunicado claramente. Lo que es importante es que Él murió, y que Él, físicamente en su cuerpo mortal, resucitó de entre los muertos. Y también lo que es igualmente importante es la razón por la que Él murió - para librarnos del castigo que merecemos todos los pecadores. Juan 3:16 y 3:36 proclaman ambos que creyendo, o poniendo tu confianza en Él, ¡resulta para vida eterna!

¿Por qué Jesús tuvo que experimentar tanto sufrimiento?

Pregunta: "¿Por qué Jesús tuvo que experimentar tanto sufrimiento?" Respuesta:

Isaías 52:14 declara, “Cómo se asombraron de Ti muchos, de tal manera fue desfigurado de los hombres Su parecer, y Su hermosura más que la de los hijos de los hombres.” Jesús sufrió terriblemente a través de todas Sus pruebas, tortura y crucifixión (Mateo capítulo 27; Marcos capítulo 15; Lucas capítulo 23; Juan capítulo 19). Tan horrible como fueron Sus sufrimientos físicos, no fueron nada comparados con el sufrimiento espiritual por el que Él atravesó. 2 Corintios 5:21 dice, “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él.” Jesús cargó el peso de los pecados de toda la humanidad sobre Él. (1 Juan 2:2) Fue el pecado el que causó que Jesús gritara, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46). Así que, a pesar del brutal sufrimiento físico de Jesús, éste fue nada en comparación con la carga de nuestros pecados que Él soportó – y por los que murió (Romanos 5:8).

Isaías capítulo 53, especialmente los versos 3 y 5 predicen el sufrimiento de Jesús, “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de Él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos… Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por Su llaga fuimos nosotros curados.” El Salmo 22:14-18 es otro poderoso pasaje que predice los sufrimientos del Mesías, “He sido derramado como aguas, y todos mis huesos se descoyuntaron; mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de mis entrañas. Como un tiesto se secó mi vigor, y mi lengua se pegó a mi paladar, y me has puesto en el polvo de la muerte. Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malignos; horadaron mis manos y mis pies. Contar puedo todos mis huesos; entre tanto, ellos me miran y me observan. Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.”

¿Por qué Jesús tuvo que sufrir tan terriblemente? Algunos piensan que la tortura física de Jesús fue parte del castigo por nuestros pecados que sufrió en nuestro lugar. Hasta cierto punto, este es el caso. Al mismo tiempo, la tortura que experimentó Jesús habla más de la crueldad y el odio de la humanidad, que del castigo de Dios por el pecado. El enorme odio de Satanás por Dios y Jesús fue con seguridad parte de la motivación tras el implacable abuso y tortura. El sufrimiento de Jesús es el ejemplo último de lo que siente el hombre pecador hacia un Dios santo (Romanos 3:10-18).

¿Dónde menciona el Antiguo Testamento a Cristo?

Pregunta: "¿Dónde menciona el Antiguo Testamento a Cristo?" Respuesta:

Hay muchas profecías en el Antiguo Testamento acerca de Jesucristo. Algunos intérpretes cuentan por cientos las profecías Mesiánicas ahí escritas. Seguidamente están aquellas que están consideradas como las más claras e importantes. Con respecto al nacimiento de Jesús: Isaías 7:14 “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.” Isaías 9:6 “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.” Miqueas 5:2 “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.”

Concerniente al ministerio y muerte de Jesús: Zacarías 9:9, “Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén, he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.” Salmo 22:16-18 “Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malignos; horadaron mis manos y mis pies. Contar puedo todos mis huesos; entre tanto, ellos me miran y me observan. Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.”

La profecía más clara acerca de Jesús, y definitivamente la más extensa, está en todo el capítulo 53 de Isaías. Isaías 53:3-7 “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.”

La profecía de los “setenta septenios” en Daniel capítulo 9, predicen la fecha exacta en que Jesús el Mesías sería “quitado”. Isaías 50:6 describe con precisión los golpes que Jesús soportó. Zacarías 12:10 predice la lanza que “traspasó” el corazón del Mesías, y que ocurrió después de que Jesús murió en la cruz. Hay muchos más ejemplos que pueden proporcionarse, pero estos serán suficientes. El Antiguo Testamento definitivamente profetizó la venida de Jesús como el Mesías.

¿Fue Jesús casado?

Pregunta: "¿Fue Jesús casado?" Respuesta:

No, Jesucristo no se casó. Un reciente libro popular, “El Código DaVinci” nos dice que Cristo se casó con María Magdalena. Este mito / mentira es absolutamente falso y carece de bases teológicas, históricas o bíblicas. A pesar de que un par de “Evangelios gnósticos” mencionan que Jesús tuvo una estrecha relación con María Magdalena, ninguno de ellos asegura específicamente que Jesús estuvo casado con María Magdalena, o que estuvo involucrado románticamente con ella. Lo más cercano a esto es el decir que Jesús besó a María Magdalena, lo que fácilmente puede ser solo una referencia a un “beso amistoso”. Además, aún cuando los evangelios Gnósticos hubieran mencionado directamente que Jesús se casó con María Magdalena, eso no tendría autoridad alguna, porque ha sido comprobado que todos los evangelios Gnósticos, son inventos fraguados para crear una visión gnóstica de Jesús.

Si Jesús se hubiera casado, la Biblia lo habría mencionado – o habría alguna declaración ambigua de ese hecho. La Escritura no hubiera ignorado por completo un hecho tan importante. La Biblia menciona a la madre de Jesús, a Su padre adoptivo, hermanos y hermanas. ¿Por qué iba a descuidar al menos mencionar el hecho de que Jesús tuvo una esposa? Aquellos que creen / enseñan que Jesús estuvo casado, lo hacen en un intento por “humanizarlo” y hacerlo más ordinario – como cualquier otra persona. La gente simplemente no quiere creer que Jesús era Dios encarnado (Juan 1:1, 14; 10:30). Así que, ellos inventan y creen mitos acerca de que Jesús estuvo casado, tuvo hijos y fue un ser humano ordinario.

Una pregunta secundaria podría ser, “¿Podría Jesucristo haber estado casado?” No hay nada pecaminoso en el casarse. No hay nada pecaminoso en tener relaciones sexuales en el matrimonio. Así que, sí, Jesús pudo haberse casado y aún ser el Cordero de Dios sin mancha, el Salvador del mundo. Al mismo tiempo, bíblicamente no hay razón para que Cristo se hubiera casado. Ese no es el punto en este debate. Aquellos que creen que Jesús estuvo casado, no creen que Él fue sin pecado, o que Él era el Mesías. El casarse y tener hijos no fue la razón por la que Dios envió a Jesús. Marcos 10:45 nos dice porque vino Jesús, “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar Su vida en rescate por muchos.”

¿Porqué las genealogías de Jesús son tan diferentes en Mateo y en Lucas?

Pregunta: "¿Porqué las genealogías de Jesús son tan diferentes en Mateo y en Lucas?" Respuesta:

La genealogía de Jesús es dada en dos lugares de la Escritura, en Mateo capítulo 1 y en Lucas capítulo 3, versos 23-38. Mateo traza la genealogía desde Jesús hasta Abraham. Lucas traza la genealogía desde Jesús hasta Adán. Sin embargo, hay una buena razón para creer que Mateo y Lucas de hecho trazaron genealogías enteramente diferentes. Por ejemplo, Mateo dice que el padre de José fue Jacob (Mateo 1:16), mientras que Lucas dice que el padre de José fue Elí (Lucas 3:23). Mateo traza la línea a través de Salomón el hijo de David (Mateo 1:6), mientras que Lucas traza la línea a través de Natán, hijo de David (Lucas 3:31). De hecho entre David y Jesús, los únicos nombres que las genealogías tienen en común son Salatiel y Zorobabel (Mateo 1:12; Lucas 3:27). ¿Cuál es la explicación para estas diferencias?

Algunos señalan estas diferencias como evidencia de errores en la Biblia. Sin embargo, los judíos eran meticulosos guardadores de registros, especialmente en lo concerniente a las genealogías. Es inconcebible que Mateo y Lucas pudieran registrar dos genealogías del mismo linaje completamente contradictorias. Nuevamente, desde David hasta Jesús, las genealogías son completamente diferentes. Aún es posible que la referencia a Salatial y Zorobabel se refiera a diferentes individuos que tenían los mismos nombres. Mateo dice que el padre de Salatiel era Jeconías, mientras que Lucas dice que el padre de Salatiel fue Neri. Habría sido normal para un hombre llamado Salatiel el nombrar a su hijo Zorobabel en razón del nombre de individuos famosos (ver los libros de Esdras y Nehemías).

Otra explicación es que Mateo está trazando el linaje primario, mientras que Lucas lo traza tomando en consideración los casos de “matrimonios por levirato”. Si un hombre moría sin tener hijos, era una tradición, que su hermano se casara con la viuda y tuviera un hijo que preservara el nombre del que murió. Mientras que esto es posible, esta opinión no es muy viable, ya que cada generación desde David hasta Jesús tendría que haber tenido un “matrimonio por levirato” a fin de explicar las diferencias en cada generación. Esto es altamente improbable.

Tomando en consideración estos conceptos, la mayoría de los eruditos bíblicos conservadores asumen que Lucas registra la genealogía de María y Mateo registra la de José. Mateo sigue el linaje de José (el padre legal de Jesús), a través de Salomón el hijo de David, mientras que Lucas sigue el linaje de María (familiar sanguíneo de Jesús), a través de Natán el hijo de David. No había la palabra griega para “yerno” y José pudo haber sido considerado como un hijo de Elí por haberse casado con María, la hija de Elí. A través de ambas líneas, Jesús es un descendiente de David y por lo tanto elegible para ser el Mesías. El trazar una genealogía por el lado de la madre es inusual, pero igualmente lo fue el nacimiento virginal. La explicación de Lucas es que Jesús fue el hijo de José “según se creía” (Lc. 3:23).

¿Tuvo Jesús hermanos y hermanas?

Pregunta: "¿Tuvo Jesús hermanos y hermanas?" Respuesta:

Los hermanos de Jesús son mencionados varias veces en los textos de la Biblia. Mateo 12:46; Lucas 8:19; y Marcos 3:31 dicen que la madre y los hermanos de Jesús llegaron a verlo. La Biblia nos dice que Jesús tuvo cuatro hermanos; Santiago, José, Simón y Judas (Mateo 13:55). También nos dice que Jesús tuvo hermanas, pero ellas no son nombradas ni se dice el número de ellas (Mateo 13:56). En Juan 7:1-10, dice que sus hermanos fueron al festival mientras Jesús se quedó en Galilea. En Hechos 1:14, Su madre y hermanos son mencionados orando junto con los discípulos. Después en Gálatas 1:19, dice que Santiago era hermano de Jesús. La conclusión más natural de estos pasajes es el interpretar que Jesús sí tuvo hermanos directos (hijos de la misma madre).

Algunos católicos romanos dicen que estos “hermanos” en realidad fueron primos de Jesús. Sin embargo, en cada caso, es usada la palabra griega específica para “hermano”. Mientras que la palabra puede referirse a otros parientes, su significado normal y literal es el de un hermano directo. Había una palabra griega para primo, y no fue la utilizada. Más aún, si hubieran sido primos de Jesús, ¿por qué son mencionados con tanta frecuencia como acompañantes de María la madre de Jesús? No hay nada en el contexto de la visita de Su madre y hermanos que siquiera sugiera el que no fueran literalmente Su familia en la carne, es decir, Sus medios-hermanos.

Un segundo argumento Católico Romano es el que los hermanos y hermanas de Jesús eran hijos de un previo matrimonio de José, antes de casarse con María. Toda la teoría de que José era significativamente mayor que María, que estuvo previamente casado, que tuvo varios hijos, y después enviudó antes de casarse con María es inventada. El problema con esto es que la Biblia ni siquiera sugiere que José hubiera estado casado, o que tuviera hijos antes de casarse con María. Si José hubiera tenido al menos seis hijos antes de casarse con María, ¿por qué ellos no son mencionados en el viaje de José y María a Belén (Lucas 2:4-7), o en su viaje a Egipto (Mateo 2:13-15), o en su viaje de regreso a Nazaret (Mateo 2:20-23)?

No existe una razón bíblica para creer que estos hermanos sean otra cosa que los mismos hijos de José y María. Aquellos que se oponen a la idea de que Jesús tuvo medios-hermanos y medias-hermanas, no lo concluyen de la lectura de las Escrituras, sino del concepto preconcebido de la perpetua virginidad de María, que es en sí mismo anti-bíblico: “Pero (José) no la conoció (a María) HASTA QUE dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre Jesús” (Mateo 1:25). Jesús tuvo hermanos directos, esto es medios-hermanos y medias-hermanas, quienes fueron los hijos de José y María. Esa es la clara y no ambigua enseñanza de la Palabra de Dios.

¿Qué significa que Jesús es el Cordero de Dios?

Pregunta: "¿Qué significa que Jesús es el Cordero de Dios?" Respuesta:

Cuando Jesús es llamado el Cordero de Dios en Juan 1:29 y Juan 1:36, es en referencia a que Él es el perfecto y último sacrificio por el pecado. Para poder entender quién es Cristo y lo que Él hizo, debemos comenzar con el Antiguo Testamento, el cual contiene profecías concernientes a la venida de Cristo como una “ofrenda por el pecado” (Isaías 53:10). De hecho, todo el sistema sacrificial establecido por Dios en el Antiguo Testamento sirvió de base para la venida de Jesucristo, quien es el perfecto sacrificio que Dios proveería como expiación por los pecados de Su pueblo (Romanos 8:3; Hebreos 10).

El sacrificio de corderos jugaba un papel muy importante en la vida religiosa judía y su sistema sacrificial. Cuando Juan el Bautista se refirió a Jesús como “El Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” (Juan 1:29), los judíos que lo oyeron pudieron haber pensado inmediatamente en cualquiera de los muchos sacrificios importantes. Habiendo celebrado hasta entonces la fiesta de la Pascua cada año, el primer pensamiento pudo haber sido el sacrificio del Cordero de la Pascua. La fiesta de la Pascua era una de las principales fiestas judías y una celebración en recuerdo de cuando Dios liberó a los israelitas de la esclavitud en Egipto. De hecho, el matar al Cordero de la Pascua y aplicar su sangre en los postes de las puertas de las casas, para lograr que el ángel de la muerte pasara de largo ante aquella gente “cubierta por la sangre” (Éxodo 12:11-13) es un hermoso cuadro de la obra expiatoria de Cristo en la cruz.

Otro importante sacrificio que incluía corderos era los sacrificios diarios en el Templo de Jerusalén. Cada mañana y tarde en el Templo, era sacrificado un cordero, por los pecados del pueblo (Éxodo 29:38-42). Estos sacrificios diarios, como todos los demás, eran simplemente para señalar a la gente el futuro y perfecto sacrificio de Cristo en la cruz. A propósito, la hora de la muerte de Jesús en la cruz, corresponde a la misma hora cuando se llevaba a cabo el sacrificio de la tarde en el Templo. Los judíos de ese tiempo, también estarían familiarizados con los profetas Jeremías e Isaías del Antiguo Testamento, cuyas profecías anticipaban la venida de Aquel que sería traído “…como cordero inocente que llevan a degollar...” (Jeremías 11:19; Isaías 53:7) y cuyos sufrimientos y sacrificio proveería la redención para Israel. Desde luego, esa Persona que fue anunciada por los profetas del Antiguo Testamento no era otro que Jesucristo, “el Cordero de Dios”.

Mientras que la idea de un sistema sacrificial puede parecernos extraña en nuestros días, el concepto del pago o restitución es uno que podemos entender fácilmente. Sabemos que la paga por el pecado es la muerte (Romanos 6:23) y que nuestro pecado nos separa de Dios. También sabemos que la Biblia enseña que todos somos pecadores, que ninguno de nosotros es justo delante de Dios (Romanos 3:23). A causa de nuestro pecado, estamos separados de Dios, y somos culpables ante Él; sin embargo, la única esperanza que podríamos tener es que Él nos proveyera un medio para reconciliarnos con Él, y por esa razón Él envió a Su Hijo Jesucristo a morir en la cruz. Cristo murió para hacer expiación por el pecado y pagar el castigo por los pecados de todos los que creemos en Él.

Es a través de Su muerte en la cruz, como el perfecto sacrificio de Dios por el pecado y Su resurrección tres días después, que ahora podemos tener vida eterna si creemos en Él. El hecho de que Dios mismo hubiera provisto la ofrenda para la expiación o pago por nuestro pecado, es parte de las gloriosas buenas nuevas del Evangelio, como lo está tan claramente expuesto en 1 Pedro 1:18-21 “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor a vosotros, y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.”

¿Qué significa que Jesús es el Hijo del Hombre?

Pregunta: "¿Qué significa que Jesús es el Hijo del Hombre?" Respuesta:

Jesús es llamado el “Hijo del Hombre” 88 veces en el Nuevo Testamento. ¿Qué significa esto? ¿Qué no dice la Biblia que Jesús era el Hijo de Dios? ¿Cómo puede ser Jesús también el Hijo del Hombre? El primer significado de la frase “El Hijo del Hombre”, es en referencia a la profecía de Daniel 7:13-14 “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un Hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de Él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; Su dominio es dominio eterno, que nunca pasará y Su reino uno que no será destruido.” La descripción “Hijo de Hombre” era un título Mesiánico. Jesús es Aquel a quien le fue dado dominio, la gloria, y el reino. Cuando Jesús usaba esta frase en relación a Sí mismo, Él se estaba adjudicando la profecía del “Hijo del Hombre” a Él mismo. Los judíos de esa época, debieron haber estado íntimamente familiarizados con la frase y a quién se hacía referencia. Él estaba proclamándose como el Mesías.

Un segundo significado de la frase el “Hijo del Hombre” es porque verdaderamente Jesús era un ser humano. Dios llamó al profeta Ezequiel “hijo de hombre” 93 veces. Dios simplemente estaba llamando a Ezequiel un ser humano. Un hijo de un hombre, es un hombre. Jesús era totalmente Dios (Juan 1:1), pero también era un ser humano (Juan 1:14). 1 Juan 4:2 nos dice, “En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios.” Sí, Jesús es el Hijo de Dios – Él era en esencia Dios. Sí, Jesús también era el Hijo del Hombre – Él era en esencia un ser humano. En resumen, la frase el “Hijo del Hombre” indica que Jesús es el Mesías, y que Él es verdaderamente un ser humano.

Si Jesús era Dios, ¿cómo podía Él orar a Dios? ¿Estaba Cristo orando a Sí mismo?

Pregunta: "Si Jesús era Dios, ¿cómo podía Él orar a Dios? ¿Estaba Cristo orando a Sí mismo?" Respuesta:

Para comprender a Jesús como Dios en la tierra, orando a Su Padre quien era Dios en el Cielo, tenemos que considerar que el Padre eterno y el Hijo eterno tenían una relación eterna antes que Jesús tomara para Sí la forma humana. Favor de leer Juan 5:19-27, particularmente 5:23 donde Jesús enseña que el Padre envió al Hijo (leer también Juan 15:10). Jesús no se convirtió en el Hijo de Dios cuando nació en Belén hace muchos años. Él siempre ha sido el Hijo de Dios desde la eternidad pasada, en la actualidad y por la eternidad futura.

Isaías 9:6 nos dice que el Hijo fue dado y el niño había nacido. Jesús siempre fue una parte de la relación Tri-unitaria, junto con el Espíritu Santo. La Trinidad siempre ha existido, Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu. No que sean tres Dioses, sino Un Dios existiendo como tres Personas. Jesús enseñó que Él y Su Padre eran uno (Juan 10:30). Jesús quiso decir que Él y Su Padre, y por supuesto el Espíritu Santo, eran la misma sustancia, la misma esencia, Dios o deidad. Tres personas co-existiendo como Dios. Estas tres Personas tuvieron y continuarán teniendo una relación eterna.

Sucedió que cuando Jesús, el eterno Hijo de Dios, tomó forma humana, (pero sin pecado), Él también tomó la forma de un siervo, despojándose de Su gloria celestial (leer Filipenses 2:5-11). Como Dios-hombre tuvo que aprender la obediencia (Hebreos 5:8) a Su Padre; también fue tentado por Satanás; acusado falsamente por los hombres; rechazado por Su pueblo y posteriormente crucificado. La oración a Su Padre celestial fue para solicitarle poder (Juan 11:41-42), y sabiduría (Marcos 1:35; 6:46). En Su humanidad, Su oración mostraba la dependencia de Su Padre, para llevar a cabo el plan de redención del Padre (ver la oración intercesora de Cristo como Sumo Sacerdote en Juan 17); y después como sometimiento final a la voluntad de Su Padre, vemos Su oración en el Huerto de Getsemaní para luego ir a la cruz y pagar la pena de muerte por haber quebrantado la ley de Dios con nuestros pecados (Mateo 26:31-46). Por supuesto, Él se levantó físicamente de la tumba, habiendo ganado el perdón y la vida eterna para nosotros ahora mismo, al recibirle como nuestro Salvador personal.

No hay problema con que el Hijo, como Dios, haya orado o hablado al Padre como Dios. Como ya se mencionó, Ellos tuvieron una relación desde la eternidad antes que Cristo se encarnara. Esta relación es descrita en los Evangelios, para que podamos ver cómo el Hijo de Dios en Su humanidad, llevó a cabo la voluntad de Su Padre, para poder llevar a cabo la redención que ganó para todos (Juan 6:38). La continua sumisión de Cristo a Su Padre celestial fue reforzada y se mantuvo enfocada a través de Su vida de oración. El ejemplo de oración que Cristo nos dejó, es para que lo sigamos.

Jesucristo no fue menos Dios en la tierra cuando oraba a Su Padre en el Cielo. Él representó aún en una humanidad sin pecado, la necesidad de tener una vida entregada a la oración para hacer la voluntad de Su Padre. La oración de Jesús al Padre fue una demostración de Su interrelación con el Padre dentro de la Trinidad y un ejemplo para nosotros de cómo debemos depender de Dios a través de la oración, para obtener la fortaleza y sabiduría que necesitamos. Puesto que Cristo, como Dios-hombre necesitaba tener una vibrante vida de oración, ¡también debemos tenerla nosotros como los actuales seguidores de Cristo!

¿Por qué Dios envió a Jesús cuando Él lo hizo? ¿Por qué no antes? ¿Por qué no después?

Pregunta: "¿Por qué Dios envió a Jesús cuando Él lo hizo? ¿Por qué no antes? ¿Por qué no después?" Respuesta:

“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley.” (Gálatas 4:4) Éste verso declara que Dios el Padre envió a Su Hijo cuando “el tiempo fue cumplido”. Había muchas cosas ocurriendo al mismo tiempo en el primer siglo que, al menos desde el razonamiento humano, parecía ser el ideal para que Cristo viniera. Esto incluye lo siguiente:

1) Había gran expectación entre los judíos de ese tiempo por la llegada del Mesías. Los romanos gobernaban sobre Israel, haciendo que los judíos estuvieran ansiosos por la aparición del Mesías.

2) Roma había unificado gran parte del mundo bajo su gobierno, dando la sensación de unidad a las muchas tierras conquistadas. Además, como el imperio se encontraba relativamente pacífico, hizo posible que los primeros cristianos pudieran viajar para esparcir el Evangelio, cosa que hubiera sido imposible durante otros tiempos.

3) Mientras que Roma había conquistado militarmente, Grecia lo había hecho culturalmente. Una forma “común” del idioma griego (diferente al griego clásico) era el lenguaje comercial, que era hablado a través de todo el imperio, haciendo posible la comunicación del Evangelio a muchos diferentes grupos de gente, mediante un lenguaje común.

4) El hecho de que los ídolos de mucha gente habían “fallado” al negarles la victoria sobre los conquistadores romanos, causó que muchos abandonaran su adoración. Al mismo tiempo en las ciudades más “cultas”, la filosofía y la ciencia griega de ese tiempo, dejó a otros espiritualmente vacíos de la misma manera que en la actualidad, el ateísmo y los gobiernos comunistas han dejado un vacío espiritual en las personas.

5) Las religiones misteriosas de ese tiempo, enfatizaban un dios-salvador y requerían que sus adoradores le ofrecieran sacrificios sangrientos, por lo que hacía que el Evangelio de Cristo, que implicaba un último sacrificio, no fuera algo increíble para ellos. También los griegos creían en la inmortalidad del alma (pero no del cuerpo).

6) El ejército romano reclutaba soldados de entre las provincias, exponiendo a estos hombres a la cultura romana y a las ideas (tales como el Evangelio) que de otra manera, no habrían alcanzado a aquellas lejanas provincias. La primera introducción del Evangelio en Gran Bretaña, fue resultado del esfuerzo de soldados cristianos estacionados ahí.

Tengamos presente que las declaraciones anteriores están basadas en el punto de vista del hombre sobre aquel tiempo, y en la especulación del por qué ese particular punto en la historia era un buen momento para que Cristo viniera. Pero comprendemos que los caminos de Dios son más altos que nuestros caminos, y que éstas pudieron o no haber sido algunas razones por las que Él eligió ese tiempo en particular para enviar a Su Hijo. Desde el contexto de Gálatas 3 y 4, es evidente que Dios buscó colocar una base a través de la ley judía para preparar la venida del Mesías. La ley fue hecha para ayudar a la gente a entender la profundidad de su pecaminosidad (siendo incapaces de guardarla), así ellos podrían aceptar más prontamente la cura para el pecado, en Jesús el Mesías (Gálatas 3:22-23; Romanos 3:19-20). La ley también sirvió como un “tutor” (Gálatas 3:24) para llevar a la gente a Jesús como su Mesías. Esto lo hizo mediante sus muchas profecías concernientes al Mesías, las cuales fueron cumplidas en Jesús. Además de esto, estaba el sistema sacrificial, que señalaba la necesidad de un sacrificio por los pecados, así como su propia naturaleza temporal (haciendo que cada sacrificio requiriera siempre la adición de otros posteriores). La historia del Antiguo Testamento también esbozó retratos de la persona y la obra de Cristo a través de muchos eventos y fiestas religiosas (tales como la disposición de Abraham de ofrecer a Isaac, o los detalles de la Pascua durante el éxodo de Egipto, etc.)

Por último, Cristo vino cuando lo hizo en cumplimiento de la profecía específica. Daniel 9:24-27 habla de “setenta semanas” o setenta “septenios”. En este contexto, estas “semanas” o “septenios” se refieren a grupos de siete años (no siete días). Cuando uno examina la historia y alinea los detalles de las primeras sesenta y nueve semanas (la semana setenta tendrá lugar en un tiempo futuro). La cuenta regresiva de las setenta semanas comienza con “la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén…” (verso 25). Esta orden fue dada por Artajerjes Longímano en el 445 a.C. (ver Nehemías 2:5). Después de 7 (septenios) más 62 (septenios) o 69 x 7 años, dice que “Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario...” y que “…su fin será con inundación…” (significando una mayor destrucción - verso 26). Aquí tenemos una inequívoca referencia a la muerte del Salvador en la cruz. Hace un siglo en su libro El Príncipe venidero, Sir Robert Anderson dio cálculos detallados de la sesenta y nueve semanas, utilizando los “años proféticos” y considerando los años bisiestos, los errores en el calendario, el cambio de a.C. a d.C., etc., y ubicó el final de las sesenta y nueve semanas en el mismo día de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, cinco días antes de Su muerte. Ya sea que uno use esta guía o no, el punto es que el tiempo de la encarnación de Cristo se enlaza con esta detallada profecía escrita por Daniel con cerca de quinientos años de anticipación.

La oportunidad para el tiempo de la encarnación de Cristo era tal, que la gente de ese tiempo estaba preparada para Su llegada y desde entonces la gente de cada siglo tiene más que suficiente evidencia de que Jesús fue realmente el Mesías prometido, habiendo dado cumplimiento a las Escrituras que pintaron y profetizaron detalladamente Su llegada.

¿Pudo Jesús haber pecado?

Pregunta: "¿Pudo Jesús haber pecado? Si Él no era capaz de pecar, ¿cómo habría podido verdaderamente estar dispuesto a ‘compadecerse de nuestras debilidades’ (Hebreos 4:15)? Si Él no podía pecar, ¿cuál fue el objeto de la tentación?" Respuesta:

Esta pregunta está dividida en dos categorías. Es importante recordar que esta no es una pregunta acerca de si Jesús pecó. Ambos lados concuerdan, como claramente lo establece la Biblia, que Jesús no pecó. La pregunta es si Jesús pudo haber pecado. Aquellos que sostienen la impecabilidad creen que Jesús no pudo haber pecado. Aquellos que sostienen la pecaminosidad, creen que Jesús pudo haber pecado, pero no lo hizo. ¿Cuál postura es la correcta?. La clara enseñanza de la Escritura es que Jesús fue impecable, sin mancha – Jesús no pudo haber pecado. Si Él hubiera pecado, Él aún podría hacerlo ahora, porque Él retiene la misma esencia que tuvo mientras vivió en la tierra. Él es el Dios-Hombre – y así permanecerá para siempre, reteniendo su plena Deidad y su plena humanidad contenidas en una Persona y siendo indivisible. El creer que Jesús pudo pecar, es creer que Dios pudo pecar. Colosenses 1:19 dice, “Por cuanto agradó al Padre que en Él habitase toda plenitud”, y en Colosenses 2:9, “Porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad.”

Aunque Jesús es plenamente humano, Él no nació con la misma naturaleza pecaminosa con la que todos hemos nacido. Él ciertamente fue tentado de la misma manera que lo somos nosotros, y esas tentaciones le fueron presentadas por Satanás, sin embargo permaneció sin pecado, porque Dios es incapaz de pecar. Es algo contra Su propia naturaleza (Mateo 4:1; Hebreos 2:18, 4:15; Santiago 1:13). El pecado es por definición la trasgresión de la Ley. Dios creó la Ley, y la Ley es por naturaleza lo que Dios haría o no haría; por lo tanto, el pecado es todo lo que Dios no haría por Su misma naturaleza.

El ser tentado no es en sí pecado. Una persona puede tentarte con algo que tú no tienes el deseo de hacer, cosas tales como cometer un asesinato o participar en perversiones sexuales. Probablemente tú no tienes ningún deseo de tomar parte en estas acciones, pero aún eres tentado porque alguien colocó esa posibilidad frente a ti. Existen al menos dos definiciones del ser tentado:

1) Ser tentado – Que alguien o algo fuera de ti o por tu misma naturaleza, te sugiera una proposición pecaminosa.

2) Ser tentado – Considerar realmente el participar en un acto pecaminoso y los posibles placeres y consecuencias de tal acto, a tal punto que ese acto ya está ocupando un lugar en tu mente.

La primera definición no describe un acto o pensamiento pecaminoso, la segunda sí. Cuando tú meditas un acto pecaminoso y consideras cómo podrías llevarlo a cabo, ya has cruzado la línea del pecado. Jesús fue tentado a la manera de la definición 1, excepto que Él nunca fue tentado a pecar por una naturaleza pecaminosa, porque ésta no existía dentro de Él. Satanás le propuso ciertos actos pecaminosos a Jesús, pero Él no tuvo el deseo interior de participar en el pecado. Por lo que, Él fue tentado como nosotros, pero permaneció sin pecado.

Aquellos que sostienen la pecaminosidad, creen que si Jesús no pudo haber pecado, Él no pudo verdaderamente haber experimentado la tentación, y por lo tanto tampoco puede compadecerse realmente de nuestras luchas y tentaciones contra el pecado. Debemos recordar que uno no tiene que haber experimentado algo para poder comprenderlo. Dios sabe todo acerca de todo. Mientras que Dios nunca ha tenido el deseo de pecar, y definitivamente jamás ha pecado – Dios sabe y entiende lo que es el pecado. Dios sabe y entiende lo que es ser tentado. Jesús puede compadecerse de nuestras tentaciones, porque Él sabe... no porque Él haya “experimentado” todas las mismas cosas que nosotros.

Jesús sabe lo que es ser tentado, pero Él no sabe lo que es pecar. Esto no le impide el ayudarnos. Somos tentados con pecados que son comunes al hombre (1 Corintios 10:13). Estos pecados generalmente pueden reducirse a tres diferentes tipos: los deseos de los ojos, los deseos de la carne, y la vanagloria de la vida (1 Juan 2:16). Examina la tentación y el pecado de Eva, así como la tentación de Jesús, y encontrarás que las tentaciones de cada uno vinieron de estas tres categorías. Jesús fue tentado en cada manera y en cada área de lo que somos nosotros, pero permaneció perfectamente santo. Aunque nuestra naturaleza corrupta tenga el deseo de participar en algunos pecados, tenemos la habilidad de vencer el pecado, porque ya no somos esclavos del pecado, sino esclavos de Dios. (Romanos 6, especialmente los versos 2 y 16-22).

¿Qué es la unión hipostática? ¿Cómo puede ser Jesús tanto Dios como humano al mismo tiempo?

Pregunta: "¿Qué es la unión hipostática? ¿Cómo puede ser Jesús tanto Dios como humano al mismo tiempo?" Respuesta:

La unión hipostática es el término usado para describir cómo Dios el Hijo, Jesucristo, tomó una naturaleza humana, permaneciendo al mismo tiempo como Dios. Jesús siempre ha sido Dios (Juan 8:58; 10:30), pero en la encarnación, Jesús tomó forma humana – Él se convirtió en un ser humano (Juan 1:14). Jesús es la suma de la naturaleza humana y la divina - es el Dios-hombre. Esta es la unión hipostática, Jesucristo, una Persona, totalmente Dios y totalmente hombre.

Las dos naturalezas de Jesús, la humana y la divina, son inseparables. Jesús será para siempre el Dios-hombre totalmente Dios y totalmente humano, dos naturalezas distintas en una Persona. La humanidad y la divinidad de Jesús no están mezcladas, sino que están unidas sin la pérdida de una identidad separada. Algunas veces Jesús se conducía bajo las limitaciones de la humanidad (Juan 4:6; 19:28), y otras veces con el poder de Su deidad (Juan 11:43; Mateo 14:18-21). En ambos casos, las acciones de Jesús procedían de Su Persona. Jesús tuvo dos naturalezas, pero solo una persona o personalidad.

La doctrina de la unión hipostática es un intento por explicar cómo Jesús pudo ser Dios y hombre el mismo tiempo. Es, a última instancia, una doctrina que somos incapaces de entender plenamente. Es imposible para nosotros comprender totalmente cómo trabaja Dios. Nosotros, como seres humanos finitos, no debemos esperar estar capacitados para comprender a un Dios infinito. Jesús es el Hijo de Dios, porque fue concebido por el Espíritu Santo (Lucas 1:35). Pero eso no significa que Jesús no existiera antes que Él fuera concebido. Jesús siempre ha existido (Juan 8:58; 10:30). Cuando Jesús fue concebido, Él se convirtió en un ser humano, además de ser Dios (Juan 1:1, 14)

Jesús es ambos, Dios y hombre. Jesús siempre ha sido Dios, pero Él no fue un ser humano hasta que fue concebido en María. Jesús tomó la forma de un ser humano para poder identificarse con nosotros en nuestras luchas (Hebreos 2:17), y lo más importante, para que Él pudiera morir en la cruz, pagando así el castigo por nuestros pecados (Filipenses 2:5-11). En resumen, la unión hipostática enseña que Jesús es totalmente humano y totalmente divino, que no hay mezcla o dilución de ninguna de las dos naturalezas, y que Él es una unidad en Persona, para siempre.

¿Apariencia-de-Jesus?

Pregunta: "¿Cómo era Jesús?" Respuesta:

La Biblia nunca da alguna descripción física de Cristo. Lo más cercano que podemos ver a una descripción está en Isaías 53:2b, “No hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos.” Todo esto nos dice que la apariencia de Jesús era la de cualquier otro hombre – Él tenía una apariencia común. Isaías estaba profetizando aquí, que la venida del Siervo sufriente surgiría en condiciones pobres y no usaría ninguno de los emblemas usuales de la realeza, haciendo Su verdadera identidad visible únicamente para el discernimiento del ojo de la fe.

Isaías describe después la apariencia de Cristo como se vería cuando fuera azotado antes de Su crucifixión. “De la manera que muchos se asombraron de ti, pueblo mío, así fue desfigurada su apariencia más que la de cualquier hombre, y su aspecto más que el de los hijos de los hombres.” (Isaías 52:14). Estas palabras describen la inhumana crueldad que Él sufrió hasta el punto en que ya no parecía un ser humano (Mateo 26:67; 27:30; Juan 19:3). Su apariencia era tan terrible, que la gente lo veía asombrada.

La mayoría de las imágenes que tenemos de Jesús hoy probablemente no sean fieles. Jesús era un judío, así que es probable que Él tuviera la piel morena, los ojos oscuros y el cabello negro. Esto está muy lejos de la representación del pelo rubio, los ojos azules y la piel blanca en muchas imágenes modernas. Una cosa es segura: si fuera importante para nosotros saber realmente cómo era Él, Mateo, Pedro y Juan, quienes pasaron tres años con Él, ciertamente podrían darnos una descripción precisa, así como lo harían Sus hermanos, Jacobo y Judas. Sin embargo, estos escritores del Nuevo Testamento no ofrecen detalles acerca de Sus atributos físicos.

¿Qué es el amor de Cristo?

Pregunta: "¿Qué es el amor de Cristo?" Respuesta:

La frase “el amor de Cristo,” diferente a “el amor por Cristo,” se refiere al amor que Él tiene hacia la humanidad. Su amor puede ser descrito brevemente como Su consentimiento para actuar en nuestro mejor interés, especialmente en satisfacer nuestra mayor necesidad, a pesar de haberle costado todo, y aunque éramos totalmente indignos de tal amor.

Aunque Jesucristo, siendo Dios por naturaleza, existió desde el principio de los tiempos con Dios el Padre (Juan 1:1) y el Espíritu Santo, Él dejó voluntariamente Su trono (Juan 1:1-14) para hacerse hombre, y así poder pagar el castigo por nuestros pecados, para que no tuviéramos que pagarlo nosotros por toda la eternidad en el lago de fuego (Apocalipsis 20:11-15). Porque el pecado de la humanidad ha sido pagado por nuestro Salvador Jesucristo, quien jamás pecó, Dios, quien es justo y santo, puede ahora perdonar nuestros pecados cuando aceptamos el pago de Jesucristo como nuestro (Romanos 3:21-26). Por tanto, el amor de Cristo es mostrado al haber dejado Su hogar en el cielo, donde era adorado y honrado como Él merece, para venir al mundo en forma de hombre, donde Él sería ridiculizado, traicionado, golpeado, y crucificado en una cruz para pagar el castigo por nuestro pecado, resucitando nuevamente de los muertos al tercer día. Él consideró nuestra necesidad de un Salvador de nuestro pecado y su castigo, como más importante que Su propia vida y comodidad (Filipenses 2:3-8).

Algunas veces la gente ofrece voluntariamente su vida por aquellos que consideran ser dignos de ello – un amigo, un familiar, otras personas “buenas” – pero el amor de Cristo va más allá de eso. El amor de Cristo se extiende hasta aquellos que son los más indignos. Él voluntariamente llevó el castigo de aquellos que lo torturaron, lo odiaron y se revelaron en Su contra, a quienes Él no les importaba, aquellos que eran los más indignos de Su amor (Romanos 5:6-8). ¡Él dio todo lo que podía dar por aquellos que menos lo merecían! Entonces, el sacrificio es la esencia del amor santo, llamado el amor ágape. Este es un amor como el de Dios, no un amor como el del hombre (Mateo 5:43-48).

Este amor que Él demostró por nosotros en la cruz es sólo el principio. Cuando ponemos nuestra confianza en Él como nuestro Salvador, ¡Él nos hace hijos de Dios, y co-herederos con Él! Él viene a morar dentro de nosotros a través de Su Espíritu Santo, prometiendo que nunca nos dejará ni nos desamparará (Hebreos 13:5-6). Por tanto, tenemos a un amado compañero de por vida. Y sin importar por lo que pasemos, Él está ahí, y Su amor está siempre disponible para nosotros (Romanos 8:35). Pero así como Él reina legítimamente como un Rey benevolente en el cielo, necesitamos darle la posición que Él merece también en nuestras vidas, la de Maestro y no solamente de compañero. Es solo entonces, cuando experimentaremos la vida que Él quiso que viviéramos en la llenura de Su amor (Juan 10:10b).

¿Es Jesús un mito? ¿Es Jesús solo una copia de los dioses paganos de otras antiguas religiones?

Pregunta: "¿Es Jesús un mito? ¿Es Jesús solo una copia de los dioses paganos de otras antiguas religiones?" Respuesta:

Hay un número de voces reclamando que los relatos de Jesús como se registran en el Nuevo Testamento, son simplemente mitos y fueron el resultado de escritores que copiaron historias de la mitología pagana, tales como las historias de Osiris, Dionisio, Adonis, Atis, y Mitra. El reclamo es que estas figuras mitológicas tienen esencialmente la misma historia que la que el Nuevo Testamento describe de Jesucristo de Nazaret. Como declara Dan Brown en ‘El Código Da Vinci’ “Nada es original en el cristianismo.”

Sin embargo, una vez que los hechos son examinados, la supuesta relación entre el Nuevo Testamento y la mitología es fácilmente probada como falsa. Para descubrir la verdad acerca de estas afirmaciones en particular y otras como ellas, es importante (1) desenterrar la historia detrás de las afirmaciones. (2) examinar los retratos históricos verdaderos de los falsos dioses que se comparan con Cristo (3) exponer los errores lógicos en los que están incurriendo los autores y (4) analizar por qué los evangelios del Nuevo Testamento pueden ser altamente confiables en presentar con exactitud al histórico y verdadero Jesucristo.

Primero, las afirmaciones de que Jesús fue un mito o una exageración, se originaron por los escritos de algunos teólogos liberales alemanes del siglo XIX. Ellos esencialmente afirmaban que el cristianismo no es más que una copia de un culto extendido sobre la muerte y resurrección de dioses de la fertilidad en varios lugares – Tammuz en Mesopotamia, Adonis en Siria, Atis en Asia Menor, y Osiris en Egipto. Ninguno de estos escritos llegaron jamás al ámbito académico o al pensamiento religioso, debido a que sus afirmaciones fueron investigadas por eruditos que determinaron ser totalmente infundadas. Fue solo hasta finales del siglo XX y principios del XXI, que estas aseveraciones han resurgido, primeramente debido al incremento del Internet y la distribución masiva de información que no tiene ningún fundamento histórico o confiable.

Esto nos lleva a la siguiente área de investigación - ¿Los dioses mitológicos de la antigüedad, reflejan realmente a la persona de Jesucristo? Como ejemplo, la película Zeitgeist, hace estas declaraciones acerca del dios egipcio Horus:

• Él nació de una virgen el 25 de diciembre – María Isis
• Una estrella en el oriente proclamó su llegada
• Tres reyes vinieron a adorar al “salvador” recién nacido
• Se convirtió en un maestro niño prodigio a la edad de 12 años
• A la edad de 30 años fue “bautizado” y comenzó un “ministerio”
• Horus tuvo doce “discípulos”
• Horus fue traicionado
• Él fue crucificado
• Él fue sepultado por tres días
• Él resucitó después de tres días

Sin embargo, cuando los verdaderos escritos acerca de Horus son examinados de manera competente, esto es lo que encontramos:

• Horus nació de Isis; no hay mención en la historia de que ella haya sido llamada “María.” Es más, María es nuestro anglicismo de su nombre real que era “Miryam” o Miriam. “María” ni siquiera se utilizó en los textos originales de la Escritura.

• Isis no era una virgen; ella era la viuda de Osiris, y concibió a Horus con Osiris.

• Horus nació durante el mes de Khoiak (Oct/Nov), no diciembre 25. Además, no hay mención en la Biblia de que esa sea realmente la fecha de nacimiento de Cristo.

• No hay registro de tres reyes visitando a Horus en su nacimiento. La Biblia nunca establece el verdadero número de magos que fueron a ver a Cristo.

• Horus no es un “salvador” en ninguna forma o de ninguna manera. Él no murió por nadie.

• No hay registros de que Horus haya sido un maestro a la edad de 12 años.

• Horus no fue “bautizado.” El único relato de Horus que incluye agua, es una historia donde Horus es cortado en pedazos, con Isis pidiéndole al dios cocodrilo que lo pescara y lo sacara del agua donde fue puesto.

• Horus no tuvo un “ministerio.”

• Horus no tuvo 12 discípulos. De acuerdo a los relatos sobre Horus, él tenía cuatro semi-dioses que fueron seguidores y algunos indicios de 16 seguidores humanos, y un número desconocido de herreros que entraron en batalla con él.

• No hay relatos de Horus siendo traicionado por un amigo.

• Horus no murió por crucifixión. Hay varios relatos de la muerte de Horus, pero ninguno de ellos implica la crucifixión.

• No hay relato alguno de que Horus fuera sepultado por tres días.

• Horus no resucitó. Tampoco hay relatos sobre Horus saliendo de la tumba con el cuerpo con que fue sepultado. Algunos relatos mencionan a Horus/Osiris siendo vuelto a la vida por Isis y llegando a ser el señor del inframundo.

Así que, cuando se comparan paralelamente Jesús y Horus, existe muy poca o ninguna semejanza entre ellos. Otra comparación popular hecha por aquellos que aseguran que Jesucristo es un mito, es entre Jesús y Mitras. Todos los reclamos anteriores concernientes a Horus son aplicados a Mitras (p.ej. Nacido de una virgen, siendo crucificado, resucitando en tres días, etc.) Pero ¿qué es lo que dicen verdaderamente los textos antiguos acerca de Mitras?

• Él nació de una roca sólida y no de ninguna mujer.

• Él luchó primero con el sol y luego con un toro salvaje, se cree que fue el primer acto de la creación. Mitras mató al toro, el cual se convirtió luego en la tierra de la vida para la raza humana.

• El nacimiento de Mitras se celebraba el 25 de diciembre, junto con el solsticio de invierno.

• No hay mención de que haya sido un gran maestro.

• No hay mención de que Mitras tuviera 12 discípulos. La idea de que Mitras tuvo 12 discípulos pudo haber provenido de un mural en el cual Mitras se encuentra rodeado por los doce signos del zodíaco.

• Mitras no tuvo una resurrección corporal. Se cuenta el mito de que Mitras concluyó su misión terrenal, y luego fue llevado también vivo al paraíso en un carruaje. Tertuliano, uno de los primeros escritores cristianos, escribió acerca de los creyentes de Mitras, quienes promulgaron escenas de la resurrección, pero él aclaró que esto ocurrió mucho después de los tiempos del Nuevo Testamento, así que si alguien copió este hecho, fue el culto de Mitras, quienes lo copiaron del cristianismo.

Se pueden dar más ejemplos sobre Krishna, Atis, Dionisio y otros dioses mitológicos, pero el resultado es el mismo. Al final, el Jesús histórico retratado en la Biblia, es totalmente único. Las similitudes alegadas son demasiado exageradas. Además, hay muy poco registro histórico sobre las religiones y creencias de Horus, Mitra y otras religiones anteriores al cristianismo. La gran mayoría de los escritores primitivos sobre estas religiones datan del siglo tercero o cuarto d.C. Es ilógico y anti-histórico alegar que las creencias pre-cristianas de estas religiones (de las cuales no hay registros), sean idénticas a las creencias post-cristianas de estos grupos (de lo cual sí hay registro). Es más válido históricamente atribuir cualquier similitud entre estas religiones y el cristianismo, a la copia de estas religiones de las creencias cristianas acerca de Jesús, y asignándole esos atributos a sus propios dioses/salvadores/fundadores, en un intento por detener el rápido crecimiento del cristianismo.

Esto nos lleva a la siguiente área por examinar: las lógicos errores cometidos por aquellos que alegan que el cristianismo tomó ideas de misteriosas religiosas paganas. Dos errores en particular son obvios – el error de la causa falsa y el de la terminología. Si una cosa precede a otra, no significa que la primera causara la segunda. Este es el error de la causa falsa. Aún si las primeras narraciones pre-cristianas de dioses mitológicos se asemejaran a las de Cristo (y no es así), no significa que ellas ocasionaran que los escritores del Evangelio inventaran a un Jesús falso. El asegurar tal cosa, sería como decir que las series de televisión de Star Trek fueron la causa por la que se hizo el programa del “Space Shuttle” de la NASA.

El error terminológico ocurre cuando los términos son redefinidos para probar un punto, cuando de hecho tales términos no significan la misma cosa cuando son comparadas con su fuente. Así tenemos por ejemplo, que la película Zeitgeist, dice que Horus “comenzó su ministerio,” pero realmente Horus no tuvo ministerio alguno – nada como el ministerio de Cristo. Aquellos que aseguran que Mitras y Jesús son lo mismo, hablan acerca del “bautismo” que inició a los adeptos en el culto a Mitras, pero ¿realmente que era? Los sacerdotes de Mitras (usando un ritual también elaborado por los seguidores de Atis), suspendían a un toro sobre un pozo, colocando a aquellos que querían unirse al culto dentro del pozo, y luego abrían el estómago del toro, que cubría con sangre a los iniciados. Tal cosa no tiene semejanza alguna con el bautismo cristiano – donde la persona es sumergida por segundos en el agua (simbolizando la muerte de Cristo) y luego sacada del agua (simbolizando la resurrección de Cristo). Pero los partidarios de la posición del Jesús mitológico, engañosamente utilizan el mismo término para describir ambos con la esperanza de ligar a los dos.

El último asunto por examinar sobre este tema, es la veracidad misma del Nuevo Testamento. Mientras que muchos han escrito sobre este tópico, ningún trabajo de la antigüedad tiene más evidencia con respecto a la veracidad histórica, que el Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento tiene más escritores (nueve), mejores escritores, y escritores primitivos que cualquier otro documento de esa época. Además, la historia testifica el hecho de que estos escritores enfrentaron la muerte por proclamar que Jesús había resucitado de los muertos. Mientras que algunos pudieran morir por una mentira que ellos creen ser verdad, ninguna persona muere por una mentira que sabe que es falsa. Piensen en ello – si alguien te fuera a crucificar volteado de cabeza, como le sucedió al apóstol Pedro, y todo lo que tuvieras que hacer para salvar tu vida, es renunciar a una mentira que conscientemente has estado viviendo, ¿qué harías?

Además, la historia ha demostrado que se requieren al menos dos generaciones antes que el mito pueda entrar en un relato histórico. ¿Por qué? Porque los testigos presenciales pueden refutar un error que ha sido impreso. Aquellos que vivían en ese tiempo, pudieron refutar los errores del autor y exponer la obra como falsa. Todos los Evangelios del Nuevo Testamento fueron escritos durante el tiempo en que vivían los testigos presenciales, con algunas de las epístolas de Pablo siendo escritas tan tempranamente como el año 50 d.C. Esa fecha tan temprana funciona como la clave de un mecanismo protector en contra de cualquier mentira que fuera aceptada o proclamada.

Finalmente, el Nuevo Testamento atestigua el hecho de que la imagen de Jesús no se confunde con la de ningún otro dios. Cuando se enfrentaron a las enseñanzas de Pablo, la elite de los pensadores de Atenas dijeron esto: “También disputaban con él algunos de los filósofos epicúreos y estoicos. Y algunos decían: ¿Qué quiere decir este palabrero? Y otros: Parece ser un predicador de divinidades extrañas - porque les predicaba a Jesús y la resurrección. Lo tomaron y lo llevaron al Areópago, diciendo: ¿Podemos saber qué es esta nueva enseñanza que proclamas? Porque te oímos decir cosas extrañas; por tanto, queremos saber qué significan.” (Hechos 17:18-20). Es claro que si las enseñanzas sobre Jesús fueran simplemente el repaso de las historias de otros dioses, los atenienses no se hubieran referido a ellas como “nuevas” enseñanzas. Si la muerte y resurrección de los dioses fueran comunes en el primer siglo, ¿por qué entonces cuando Pablo le predicó sobre la resurrección de Jesús de los muertos en Hechos 17, los epicúreos y los estoicos no comentaron, “Ah, ¿al igual que Horus y Mitras”?

En conclusión, los alegatos de que Jesús no es mas que una copia de los dioses mitológicos originado por los autores cuyas obras han sido descontinuadas por la academia, contienen errores de lógica que minan su veracidad, y no pueden compararse con los Evangelios del Nuevo Testamento, los cuales han resistido cerca de 2,000 años de intenso escrutinio. Los paralelos alegados desaparecen cuando son comparados con los textos originales históricos. Las similitudes entre Jesús y los diferentes dioses mitológicos solo pueden ser discutidos por el empleo de descripciones selectivas y engañosas.

Jesucristo permanece como único en la historia, con su voz elevándose por encima de todos los falsos dioses, y haciendo aún la pregunta que determinará el destino eterno de cada persona: “Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo?” (Mateo 16:15)

¿Es Isaías 53 ‘El Siervo Sufriente’ una profecía acerca de Jesús?

Pregunta: "¿Es Isaías 53 ‘El Siervo Sufriente’ una profecía acerca de Jesús?" Respuesta:

Tal vez la más grandiosa de todas las profecías Mesiánicas en el Tanaj (las Escrituras Hebreas /el Antiguo Testamento) concernientes al advenimiento del Mesías judío se encuentra en el capítulo 53 del profeta Isaías. Esta sección de los Profetas, conocida como el “Siervo Sufriente,” ha sido entendida desde hace mucho tiempo por los rabinos históricos del judaísmo, que habla del Redentor que un día vendría a Sion. Esta es una muestra de lo que el judaísmo ha creído tradicionalmente acerca de la identidad del “Siervo Sufriente” de Isaías 53:

El Talmud Babilónico dice, “El Mesías, ¿cuál es su nombre? El rabino dice, El Erudito Leproso, como se ha dicho, ‘sin duda él ha soportado nuestros sufrimientos y cargado nuestros dolores; y sin embargo nosotros lo estimamos como leproso, como herido por Dios y afligido…’” (Sanedrín 98b)

Midrash Ruth Rabbah dice, “Otra explicación (de Rut 2:14): El está hablando del rey Mesías; ‘Ven acá,’ acércate al trono; ‘y come del pan,’ esto es, el pan del reino; ‘y moja tu bocado en el vinagre,’ esto se refiere a sus castigos, como fue dicho, ‘Pero él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades.’”

El Tárgum de Jonathan dice, “He aquí mi siervo el Mesías prosperará; él será alto y prosperará y será excesivamente fuerte.”

El Zohar dice, “‘Él fue herido por nuestras transgresiones,’ etc…. Hay en el Jardín del Edén un palacio llamado el Palacio de los Hijos de la Enfermedad; entonces en este palacio entra el Mesías, y convoca a cada enfermedad, cada dolor, y cada castigo de Israel; todos vienen y reposan sobre él. Y si no fuera porque él ha aligerado así a Israel y los ha puesto sobre sí mismo, no habría ningún hombre capaz de soportar los castigos de Israel por las transgresiones de la ley: y éste es aquél de quien está escrito: ‘Sin duda él ha llevado nuestra enfermedad.’”

El gran (RaMBaM) Rabí Moshé ben, Maimónides dice, “Cuál es la forma de la llegada del Mesías… se levantará uno de quien ninguno había sabido antes, y las señales y maravillas que verán realizadas por él, serán la pruebas de su verdadero origen; porque el Todopoderoso, donde nos declara su pensamiento sobre este asunto, dice, ‘He aquí un hombre cuyo nombre es Renuevo, y él brotará del lugar donde está.’ (Zacarías 6:12). E Isaías habla de forma similar sobre el tiempo cuando él aparecerá, sin padre ni madre o familia que se haya conocido, Él creció como un renuevo tierno delante de él, y como raíz de tierra seca, etc.,…. En las palabras de Isaías, cuando describe la manera en la que los reyes lo escucharán. Ante él, los reyes cerrarán su boca; porque aquel de quien no se les había hablado ellos han visto, y aquel del cual ellos no habían oído, han percibido.”

Desafortunadamente, los rabinos modernos del judaísmo, creen que el “Siervo Sufriente” de Isaías 53 se refiere tal vez a Israel, o a Isaías mismo, o aún a Moisés u otro de los profetas judíos. Pero es claro que Isaías – habla del Mesías, como muchos antiguos rabinos concluyeron.

El segundo verso de Isaías 53 confirma esto claramente. La figura crece como “un renuevo y como raíz de tierra seca.” El renuevo que aparece es más allá de toda duda razonable una referencia al Mesías, y de hecho, es una referencia Mesiánica, común en Isaías y en otras partes. La dinastía davídica iba a ser cortada en juicio como un árbol caído, pero se había prometido a Israel que un nuevo retoño surgiría del tocón. El Rey Mesías debía ser ese renuevo.

Más allá de toda duda, el “Siervo Sufriente” de Isaías 53 se refiere al Mesías. Él es aquel altamente exaltado, ante quien los reyes cerrarán su boca. El Mesías es el renuevo que surgió de la caída dinastía Davídica. Él se convirtió en el Rey de reyes. Él proveyó la última expiación.

Isaías 53 debe ser entendido como una referencia a la venida del Rey Davídico, el Mesías. El Rey Mesías fue profetizado que sufriría y moriría para pagar por nuestros pecados para después resucitar de nuevo. Él serviría como un sacerdote a las naciones del mundo y aplicaría la sangre de la expiación para limpieza de aquellos que creyeran. Hay solo Uno a quien esto puede referirse – ¡Jesucristo!

Aquellos que Lo confiesen son Sus hijos, Su descendencia prometida, y el botín de Su victoria. De acuerdo al testimonio de los apóstoles judíos, Jesús murió por nuestros pecados, resucitó, ascendió a la diestra de Dios, y ahora sirve como nuestro Sumo Sacerdote quien nos limpia del pecado (Hebreos 2:17; 8:1). Jesús, el Mesías judío, es aquel a quien Isaías profetizó.

Rabí Moshe Kohen Ibn Crispin dijo, “Este rabino describió a aquellos que interpretan Isaías 53 como una referencia a Israel, para aquellos que “habiendo abandonado el conocimiento de nuestros maestros, e inclinándose tras la ‘terquedad de sus corazones,’ y de su propia opinión, me complazco en interpretar, de acuerdo con las enseñanzas de nuestros rabinos, sobre el Rey Mesías. Esta profecía fue entregada por Isaías ante la orden divina con el propósito de darnos a conocer algo acerca de la naturaleza del futuro Mesías, quien está por venir y liberar a Israel, y su vida desde el día en que llegue en discreción hasta su aparición como un redentor, a fin de que si alguien se levanta a reclamar ser él mismo el Mesías, podamos reflexionar, y corroborar si podemos observar en él alguna semejanza a los rasgos aquí descritos; si tal semejanza existe, entonces podemos creer que él es el Mesías, nuestra justicia, pero si no, no podemos hacerlo.”

¿Quién fue el verdadero Jesús histórico?

Pregunta: "¿Quién fue el verdadero Jesús histórico?" Respuesta:

Sin lugar a duda, una de las preguntas más frecuentes es, “¿Quién fue Jesús?” No hay duda de que Jesús tiene, por mucho, el nombre más reconocido a través del mundo. En total, una tercera parte de la población mundial – cerca de 2,500 millones de personas – dicen ser cristianos. –el Islam, que abarca alrededor de 1,500 millones de gente, realmente reconoce a Jesús como el segundo profeta más grande, después de Mahoma. De los restantes 3,200 millones (aproximadamente la mitad de la población mundial), la mayoría o ha escuchado el nombre de Jesús, o sabe acerca de Él.

Si uno tuviera que hacer un resumen de la vida de Jesús desde su nacimiento hasta su muerte, sería algo breve. Él nació de padres judíos en Belén, un pequeño pueblo al sur de Jerusalén, mientras el territorio estaba bajo la ocupación romana. Sus padres se mudaron al norte a Nazaret, donde Él creció; por lo que comúnmente se le conoce como “Jesús de Nazaret.” Su padre era carpintero, así que es probable que Jesús aprendiera el oficio en Sus primeros años. Alrededor de los treinta años, comenzó Su ministerio público. Él eligió a una docena de hombres de dudosa reputación como Sus discípulos y trabajó en las afueras de Capernaum, un pueblo grande de pescadores, y centro de comercio en la costa del Mar de Galilea. De ahí Él viajaba y predicaba por toda la región de Galilea, haciendo frecuentes incursiones entre los vecinos gentiles y samaritanos, con intermitentes viajes a Jerusalén.

Las inusuales enseñanzas y su metodología sorprendió y molestó a muchos. Su mensaje revolucionario, aunado a milagros y curaciones milagrosas, le generó gran número de seguidores. Su popularidad entre el populacho creció rápidamente, dando como resultado, la aprehensión de los bien arraigados líderes de la fe judía. Pronto, estos líderes se llenaron de celos, resintiendo grandemente Su éxito. Muchos de esos líderes encontraban ofensivas Sus enseñanzas, y sintieron que sus establecidas religiones y ceremonias tradicionales estaban siendo amenazadas. Pronto tramaron junto con los gobernadores romanos, cómo matarlo. Fue durante este tiempo que uno de los discípulos de Jesús lo traicionó con los líderes judíos por una miserable suma de dinero. Poco después de eso, mandaron arrestarlo, y armaron apresuradamente una serie de simulacros de juicio, decidiendo sumariamente ejecutarlo por crucifixión.

Pero, a diferencia de cualquier otro en la historia, la muerte de Jesús no fue el final de Su historia; fue, de hecho, el principio. El Cristianismo existe solo por lo sucedido después que Jesús murió. Tres días después de Su muerte, Sus discípulos y muchos otros comenzaron a declarar que Él había regresado a la vida de entre los muertos. Su tumba fue encontrada vacía, el cuerpo había desaparecido, y numerosas apariciones fueron pregonadas por testigos oculares de varios diferentes grupos de gente, de diferentes lugares, y en diferentes circunstancias.

Como resultado de todo esto, la gente comenzó a proclamar convencida que Jesús era el Cristo, o el Mesías. Ellos declaraban que Su resurrección validaba el mensaje del perdón de los pecados a través de Su sacrificio. Al principio, ellos predicaban estas buenas nuevas, conocidas como el Evangelio solo en Jerusalén, la misma ciudad donde fue ejecutado. Pero pronto esta nueva corriente conocida inicialmente como el Camino (ver Hechos 9:2, 19:9, 23; 24:22) y se extendió rápidamente. En un corto período de tiempo, este mensaje del Evangelio de la fe se esparció más allá de la región, llegando lugares tan lejanos como Roma; así como hasta lo más apartado de su vasto imperio.

Indudablemente Jesús tuvo un tremendo impacto en la historia mundial. La pregunta sobre “el verdadero Jesús histórico” puede ser mejor respondida estudiando el impacto de Jesús en la historia. La sola explicación para el incomparable impacto que tuvo Jesús, va mucho más allá de ser solo un hombre. Jesús era, y es, precisamente lo que la Biblia dice que Él es – Dios hecho hombre. Solo el Dios que creó el mundo y controla el curso de la historia pudo impactar al mundo de manera tan drástica.

¿Qué quiso decir Jesús cuando dijo ‘YO SOY’?

Pregunta: "¿Qué quiso decir Jesús cuando dijo ‘YO SOY’?" Respuesta:

La respuesta de Jesús a la pregunta de los fariseos de “¿Tú quién eres?” dijo, “Vuestro padre Abraham se regocijó esperando ver mi día; y lo vio y se alegró. Por esto los judíos le dijeron: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: antes que Abraham naciera, yo soy. Entonces tomaron piedras para tirárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo.” (Juan 8:56-58) La violenta respuesta de los judíos al “YO SOY” de Jesús, indica que ellos entendieron claramente lo que Él estaba declarando – que se estaba igualando a Dios al adjudicarse el título de “YO SOY” con el cual Dios se identificó a Sí mismo en Éxodo 3:14.

Si Jesús solo hubiera querido decir que Él existía antes que de los tiempos de Abraham, Él hubiera dicho: “Antes que Abraham fuera, Yo era.” Las palabras griegas traducidas como (fuera) “era” en el caso de Abraham, y el “soy” en el caso de Jesús, son totalmente diferentes. Las palabras elegidas por el Espíritu dejan en claro que Abraham fue “traído a existir” pero que Jesús ha existido por la eternidad (Juan 1:1). No hay duda de que los judíos entendieron lo que Él estaba diciendo, porque tomaron piedras para matarlo por hacerse igual a Dios (Juan 5:18). Tal declaración, si no era verdad, era una blasfemia, y el castigo prescrito por la Ley Mosaica era la muerte (Levítico 24:11-14). Pero Jesús no blasfemó; Él era y es Dios, la segunda Persona de la Divinidad, en todo sentido igual al Padre.

Jesús usó la misma frase “YO SOY” en siete declaraciones acerca de Él mismo. En todas las siete, Él combina el YO SOY con tremendas metáforas en las cuales expresa Su relación salvadora hacia el mundo. Todas se encuentran en el libro de Juan. Ellas son: YO SOY el Pan de la vida (Juan 6:35, 1, 48, 51); YO SOY la Luz del mundo (Juan 8:12); YO SOY la Puerta de las ovejas (Juan 10:7, 9); YO SOY el Buen Pastor (Juan 10:11, 14); YO SOY la Resurrección y la Vida (Juan 11:25); YO SOY el Camino, y la Verdad, y la Vida (Juan 14:6); y YO SOY la Vid verdadera (Juan 15:1, 5).

¿Qué significa que Jesús es el unigénito Hijo de Dios?

Pregunta: "¿Qué significa que Jesús es el unigénito Hijo de Dios?" Respuesta:

La frase “Hijo unigénito” se encuentra en Juan 3:16, y que se lee en la versión de la Biblia de las Américas: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna.” La frase “hijo unigénito” se traduce de la palabra griega monogenes. Esta palabra es traducida varias veces al español como “único,” “el único,” y “el unigénito.”

Son estas palabras (“hijo unigénito” usadas en la versión LBA, VRV, NVI y otras) las que han causado problemas. Los falsos maestros se han enfocado en esta frase para tratar de probar su falsa enseñanza de que Jesús no es Dios; p.ej., que Jesús no es igual en esencia a Dios como la Segunda Persona de la Trinidad. Ellos ven la palabra “unigénito” y dicen que Jesús es un ser creado, porque solo alguien que ha tenido un principio en el tiempo puede ser “unigénito.” Pero fracasan en notar, que la palabra “unigénito” es una traducción castellana de la palabra griega. Como tal, tenemos que ver el significado original de la palabra en griego , y no adjudicarle significados de traducción castellana al texto.

Así que, ¿qué significa monogenes.? De acuerdo al Léxico Griego-Inglés del Nuevo Testamento y otra Literatura Cristiana Primitiva (BAGD, 3ª. Edición), monogenes. tiene dos definiciones primarias. La primera definición es “Referente a ser el único en su tipo dentro de una relación específica.” Este es el significado atribuido a su uso en Hebreos 11:17 cuando el escritor se refiere a Isaac como el “único hijo.” Abraham tuvo más de un hijo, pero Isaac fue el único hijo que él había tenido de Sara, y el único hijo del pacto.

La segunda definición es “Referente a ser el único de su tipo o clase, único en su género.” Este es el significado que está implicado en Juan 3:16. De hecho, Juan es el único escritor del Nuevo Testamento que usa esta palabra en referencia a Jesús (ver Juan 1:14, 18; 3:16, 18; 1 Juan 4:9). Juan estaba interesado principalmente en demostrar que Jesús era el Hijo de Dios (Juan 20:31), y él usa esta palabra para identificar a Jesús como el único Hijo de Dios – compartiendo la misma naturaleza divina de Dios – contrario a los creyentes que son hijos e hijas de Dios a través de la fe.

La conclusión es que, términos tales como “Padre” e “Hijo,” que son descriptivos de Dios y Jesús, son términos humanos, usados para ayudarnos a entender la relación entre las diferentes Personas de la Trinidad. Si puedes comprender la relación entre un padre y un hijo humanos, entonces puedes entender, en parte, la relación entre la Primera y Segunda Persona de la Trinidad. La analogía se rompe, si tratas de llevarla demasiado lejos y enseñar, como algunos cultos cristianos (tales como los Testigos de Jehová), que Jesús era literalmente “unigénito” como “producido” o “creado” por Dios el Padre.

¿Qué significa que Jesús es nuestro Sumo Sacerdote?

Pregunta: "¿Qué significa que Jesús es nuestro Sumo Sacerdote?" Respuesta:

Sumo Sacerdote es solo uno de los muchos títulos aplicados a Jesús, tales como; Mesías, Salvador, Hijo de Dios, Hijo del Hombre, Amigo de pecadores, etc. Cada uno se enfoca en un aspecto particular de lo que El es y lo que eso significa para nosotros. En el libro de Hebreos, Jesús es llamado un Sumo Sacerdote (Hebreos 2:17; 4:14). La palabra “sacerdote” conlleva un par de significados primarios. Primero, significa uno que es mediador en los servicios religiosos. Segundo, significa uno que es santo o apartado para llevar a cabo esos servicios.

El primer lugar donde encontramos la palabra usada en la Biblia es en Génesis 14. Abraham, el amigo de Dios, entró en batalla para rescatar a su sobrino Lot, quien había sido capturado por el ejército de Elam. A su regreso, Abraham fue recibido por Melquisedec rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo. Este hombre, cuyo nombre significa “rey de justicia,” bendijo a Abraham y al Dios Altísimo quien le dio la victoria a Abraham. En respuesta a esta bendición, Abraham le dio el diezmo (10 por ciento) de todos el botín de guerra a Melquisedec. Por este acto, Abraham reconoció la alta posición de Melquisedec como el sacerdote de Dios.

Años más tarde, Levi, el nieto de Abraham, fue elegido por Dios para ser el padre de la tribu sacerdotal. Cuando la Ley fue dada en el Monte Sinaí, los levitas fueron identificados como los sirvientes del Tabernáculo, con la familia de Aarón como los sacerdotes. Los sacerdotes eran responsables por hacer intercesión ante Dios por el pueblo, mediante la ofrenda de los muchos sacrificios que requería la ley. Entre los sacerdotes, uno era elegido como el Sumo Sacerdote, quien entraba en el Lugar Santísimo una vez al año en el Día de la Expiación, para colocar la sangre del sacrificio sobre el Arca del Pacto (Hebreos 9:7). Por estos sacrificios diarios y anuales, los pecados del pueblo eran temporalmente cubiertos hasta que viniera el Mesías para quitar sus pecados.

Cuando Jesús es llamado nuestro Sumo Sacerdote, es con referencia a estos dos sacerdocios previos. Como Melquisedec, Él es ordenado como un sacerdote aparte de la Ley dada en el Monte Sinaí (Hebreos 5:6). Como los sacerdotes levíticos, Jesús ofreció un sacrificio para satisfacer la Ley de Dios, cuando Él se ofreció a Sí mismo por nuestros pecados (Hebreos 7:26-27). A diferencia de los sacerdotes levíticos, quienes tenían que ofrecer continuos sacrificios, Jesús solo tuvo que ofrecer Su sacrificio una sola vez, ganando la redención eterna para todos los que vinieran a Dios a través de Él (Hebreos 9:12).

Otro punto importante acerca del sacerdocio de Jesús: –cada sacerdote es designado de entre los hombres. Jesús, aunque es Dios desde la eternidad, se hizo hombre a fin de sufrir la muerte y servir como nuestro Sumo Sacerdote (Hebreos 2:9). Como hombre, Él estuvo sujeto a todas las debilidades y tentaciones que tenemos nosotros, para que pudiera identificarse personalmente con nosotros en nuestras luchas (Hebreos 4:15). Jesús es mas grande que cualquier otro sacerdote, por lo que es llamado nuestro “Gran Sumo Sacerdote” en Hebreos 4:14, y eso nos da la confianza para acercarnos “al trono de gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna.” (Hebreos 4:16).

¿A qué se refiere Juan 1:1, 14 cuando declaran que Jesús es el Verbo de Dios?

Pregunta: "¿A qué se refiere Juan 1:1, 14 cuando declaran que Jesús es el Verbo de Dios?" Respuesta:

La respuesta a esta pregunta se encuentra comprendiendo primeramente la razón por la que Juan escribió su Evangelio. Y encontramos su propósito claramente definido en Juan 20:31-31 “Y muchas otras señales hizo también Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritas en este libro; pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que al creer, tengáis vida en Su nombre.” El propósito de Juan era presentar a Jesucristo a los lectores de su Evangelio, estableciendo quién es Jesús (Dios hecho carne) y lo que Él hizo. El único objetivo de Juan era llevar a la gente a abrazar la obra salvadora de Cristo por la fe. Cuando entendemos esto, estamos en mejor disposición para entender por qué Juan presenta a Jesús como “El Verbo” en Juan 1:1.

Al comenzar su Evangelio declarando que “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.” Juan está presentando a Jesús con un término con el que los lectores tanto judíos como gentiles estaban familiarizados. La palabra griega traducida como “Verbo” en este pasaje es [logos] y era común tanto en la filosofía griega como en el pensamiento judío de esa época. Por ejemplo, en el Antiguo Testamento, la “palabra” de Dios es a menudo personificada como un instrumento para la ejecución de la voluntad de Dios (Salmo 33:6, 107:20, 119:89, 147:15-18) Así que en cierto sentido, el presentar a Jesús como el “Verbo,” ante sus lectores judíos, Juan les está apuntando hacia atrás, hacia al Antiguo Testamento donde el [logos] o “Palabra” de Dios está asociada con la personificación de la revelación de Dios. Y en la filosofía griega, el término [logos] era usado para describir el agente intermedio por medio del cual Dios creó las cosas materiales y se comunicaba con ellas. En la cosmovisión griega, el [logos] era entendido como el puente entre el Dios trascendental y el universo material. Por tanto, para sus lectores griegos, el uso del término [logos] probablemente les habría traído la idea de un principio mediador entre Dios y el mundo.

Así que, esencialmente, lo que Juan está haciendo al presentar a Jesús como el [logos] es recurrir a la palabra y el concepto con el que tanto los judíos como los gentiles de su tiempo estaban familiarizados; y usándolo como el punto de partida desde el cual él les presenta a Jesucristo. Pero Juan va más allá del concepto familiar de [logos] que tendrían sus lectores judíos y gentiles, y presenta a Jesucristo no solo como un principio mediador como lo percibían los griegos, sino como un ser personal, totalmente divino y sin embargo totalmente humano. Además, Cristo no era simplemente una personificación de la revelación de Dios como pensaban los judíos, sino de hecho era la perfecta revelación de Dios de Él mismo en la carne, tanto es así, que Juan registró las palabras que el mismo Jesús dijo a Felipe: “Jesús le dijo; ¿Tanto tiempo he estado con vosotros y todavía no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’?” (Juan 14:9) Al usar el término o “Palabra” en Juan 1:1, Juan está amplificando y aplicando un concepto que era familiar para su audiencia y usándolo para introducir a sus lectores a la verdadera [logos] de Dios en Jesucristo, la Palabra de Dios Viva, totalmente Dios y sin embargo totalmente hombre, quien vino a revelar a Dios al hombre y a redimir de sus pecados a todos los que crean en Él.

¿Jesús era judío?

Pregunta: "¿Jesús era judío?" Respuesta:

En la actualidad, uno solo necesita buscar en el Internet para determinar que hay una gran controversia y desacuerdo sobre la pregunta de si Jesús de Nazaret realmente era judío. Antes de poder responder esta pregunta adecuadamente, primero debemos hacernos otra pregunta: ¿quién (o qué) es un judío? Aún esta pregunta tiene sus elementos controversiales, y la respuesta depende de quien la esté haciendo. Pero una definición en la que la mayoría de las sectas del judaísmo – Ortodoxo, Conservador, y Reformado – estarían de acuerdo, es que “un judío es cualquier persona cuya madre era judía o cualquier persona que haya pasado por el proceso formal de conversión al judaísmo.

Aunque la Biblia Hebrea en ninguna parte declara específicamente que la descendencia por línea materna deba utilizarse, el judaísmo rabínico moderno, cree que hay varios pasajes de la Torá, donde se entiende o implica esto; como Deuteronomio 7:1-5; Levítico 24:10; y Esdras 10:2-3. Además hay varios ejemplos en la Escritura, de gentiles convertidos al judaísmo (p. ej. Rut, la moabita; ver Rut 1:6, donde Rut expresa su deseo de convertirse) y que son considerados tan judíos como un judío étnico.

Así que consideremos estas tres preguntas: ¿Era Jesús un judío étnicamente? ¿Era Jesús un observante religioso del judaísmo? Y luego finalmente, si Jesús era judío, ¿por qué los cristianos no siguen el judaísmo?

¿Jesús era judío étnicamente, o era judía Su madre? Jesús claramente se identificaba físicamente con los judíos de Su tiempo, tanto con Su pueblo como con Su tribu y su religión (aunque corrigiendo sus errores). Dios deliberadamente lo envió a Judá: “A lo suyo vino, (Judá) y los suyos (judíos) no le recibieron. Pero a todos los (judíos) que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en Su nombre…” (Juan 1:11-12), y Él dijo claramente, “Vosotros (los gentiles) adoráis lo que no conocéis; nosotros (los judíos) adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.” (Juan 4:22).

El primer verso del Nuevo Testamento proclama con toda claridad la etnicidad judía de Jesús. “Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.” (Mateo 1:1). De pasajes como Hebreos 7:14, “Porque es evidente que nuestro Señor descendió de Judá, una tribu de la cual Moisés no dijo nada tocante a sacerdotes.” es claro que nuestro Señor descendía de la tribu de Judá, de donde se deriva el nombre de “judío.” ¿Y qué hay acerca de María, la madre de Jesús? En la genealogía de Lucas capítulo 3, vemos claramente que María era descendiente directa del rey David, lo que le daba a Jesús el derecho legal tanto de acender al trono judío, como a establecer que Jesús era judío étnicamente.

¿Era Jesús un observante religioso del judaísmo? Ambos padres de Jesús lo eran “Habiendo ellos cumplido con todo conforme a la Ley del Señor…” (Lucas 2:39). Sus tíos Zacarías y Elizabet, también eran judíos observantes de la Torá (Lucas 1:6), así que como vemos, probablemente toda la familia tomaba muy en serio su fe en el judaísmo.

En el Sermón del Monte (Mateo 5-7), Jesús afirmaba continuamente la autoridad de la Torá y los profetas (Mateo 5:17), aún en el Reino de los Cielos (Mateo 5:19-20). También asistía regularmente a la sinagoga (Lucas 4:16), y Su enseñanza era respetada por otros judíos de Su tiempo (Lucas 4:15). Él enseñaba en el Templo judío de Jerusalén (Lucas 21:37), y si Él no hubiera sido judío, simplemente se le hubiera impedido Su entrada a esa parte del Templo (Hechos 21:28-30).

Jesús también exhibía las señales externas de ser un judío observante. Él usaba “tzitzit” (flecos) en su ropa (Lucas 8:44; Mateo 14:36) que serían como recordatorio de los mandamientos (Números 15:37-40). Él también observaba la Pascua (Juan 2:13) y subía a Jerusalén (Deuteronomio 16:16) en este importante peregrinaje de la fiesta judía. Observaba el Sucot, o la fiesta de los tabernáculos (Juan 7:2, 10) y subía a Jerusalén (Juan 7:14) como se requería en la Torá. También observaba el Janucá, el festival de las luces (Juan 10:22) y probablemente también el Rosh Hashaná, la fiesta de las trompetas (Juan 5:1), subiendo también a Jerusalén en ambas de estas fiestas, aunque no está ordenado en la Torá. Está claro, Jesús se identificaba a Sí mismo como judío (Juan 4:22) y como el Rey de los Judíos (Marcos 15:2). Desde Su nacimiento hasta Su última Pascua (Lucas 22:14-15), Jesús vivió como un observante judío.

Así que si Jesús era judío, ¿por qué los cristianos no siguen el judaísmo? Las leyes del judaísmo fueron dadas a Moisés para los hijos de Israel en un pacto muy sagrado y especial en el Monte Sinaí, registrado en el libro de Éxodo. En este pacto, Dios escribió Sus leyes en tablas de piedra, y le fue ordenado a Israel obedecer todo lo que en ellas se había revelado. Pero este maravilloso pacto era solo una figura de un nuevo y mejor pacto que Dios un día daría a Su pueblo, tanto gentil como judío.

Este nuevo pacto es registrado en Jeremías 31:31-34, “He aquí, vienen días -declara el SEÑOR--en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto, no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, mi pacto que ellos rompieron, aunque fui un esposo para ellos -declara el SEÑOR; porque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días -declara el SEÑOR-. Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Y no tendrán que enseñar más cada uno a su prójimo y cada cual a su hermano, diciendo: "Conoce al SEÑOR", porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande -declara el SEÑOR- pues perdonaré su maldad, y no recordaré más su pecado.”

Los cristianos no seguimos el judaísmo hoy, porque el pacto Mosaico ha sido cumplido en Jesucristo. Jesús dijo, “No penséis que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir.” (Mateo 5:17) Y el escritor de Hebreos escribió, “Cuando Él dijo: Un nuevo pacto, hizo anticuado el primero; y lo que se hace anticuado y envejece, está próximo a desaparecer.” (Hebreos 8:13).

Como cristianos, ya no necesitamos seguir el antiguo pacto, porque ese antiguo pacto ya sido reemplazado. Ahora tenemos un mejor pacto, con un mejor sacrificio, ¡administrado por un mejor Sumo Sacerdote! “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.” (Hebreos 10:19-23).

¿Qué significa que Jesús sea el Hijo de David?

Pregunta: "¿Qué significa que Jesús sea el Hijo de David?" Respuesta:

Diecisiete versos en el Nuevo Testamento describen a Jesús como el “Hijo de David.” Pero surge la pregunta, ¿cómo podría ser Jesús el hijo de David si David vivió aproximadamente 1000 años antes que Jesús? La respuesta es que Cristo (el Mesías) era el cumplimiento de la profecía de la simiente de David (2 Samuel 7:12-16). Jesús era el Mesías prometido, lo que significa que Él era de la simiente de David. Mateo 1 expone la prueba genealógica de que Jesús, en Su humanidad, era un descendiente directo de David a través de José, el padre legal de Jesús. La genealogía en el capítulo 3 de Lucas, proporciona el linaje de Jesús a través de Su madre, María. Jesús es descendiente de David, por adopción a través de José, y por sangre a través de María. Pero, principalmente, cuando se refieren a Cristo como el Hijo e David, es porque se hace en referencia a Su título mesiánico de acuerdo a lo que se profetizó de Él en el Antiguo Testamento.

Jesús fue llamado “Señor, Hijo de David” varias veces por gente que, por fe, estaba buscando misericordia o sanidad. La mujer cuya hija estaba siendo atormentada por un demonio (Mateo 15:22), los dos hombres ciegos de junto al camino (Mateo 20:30), y Bartimeo el ciego (Marcos 10:47), todos clamaban al Hijo de David en busca de ayuda. Los títulos de honor que le daban a Jesús, declaraban su fe en Él. Al llamarle “Señor” expresaban el sentido de Su deidad, dominio y poder, y al llamarlo “Hijo de David”, ellos estaban declarando que Él era el Mesías.

Los fariseos también entendían lo que esto significaba cuando escuchaban a la gente llamar “Hijo de David” a Jesús. Pero a diferencia de aquellos que lo proclamaban en fe, ellos estaban tan cegados por su propio orgullo y falta de entendimiento de las Escrituras, que no pudieron ver lo que los mendigos ciegos pudieron ver – que ahí estaba el Mesías por el que supuestamente ellos habían estado esperando toda su vida. Ellos odiaban a Jesús, porque Él no les rendía el honor que ellos pensaban que merecían. Así que, cuando oyeron a la gente aclamar a Jesús como el Salvador, se enfurecieron (Mateo 21:15) y conspiraron para matarlo (Lucas 19:47).

Más tarde, Jesús confundió a los escribas y fariseos al pedirles que explicaran el significado de este mismo título. ¿Por qué dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?.... David mismo le llama “Señor.” ¿En qué sentido es, pues, su hijo?” (Marcos 12:35-37) Desde luego, los maestros de la lay no podían responder esta pregunta. Por tanto Jesús exponía la inaptitud de los líderes judíos como maestros, y su ignorancia de lo que el Antiguo Testamento enseñaba respecto a la verdadera naturaleza del Mesías, haciendo más profundas las diferencias entre Él y ellos.

Jesucristo, el unigénito hijo de Dios y el único medio de salvación para el mundo (Hechos 4:12), es también el Hijo de David tanto en el sentido físico como espiritual.

¿Qué juicios enfrentó Jesús antes de Su crucifixión?

Pregunta: "¿Qué juicios enfrentó Jesús antes de Su crucifixión?" Respuesta:

La noche en que fue arrestado, Jesús fue llevado ante Anás, Caifás y la asamblea de los líderes religiosos llamada Sanedrín (Juan 18:19-24; Mateo 26:57). Después de esto, fue llevado ante Pilato, el gobernador romano (Juan 18:23), enviado a Herodes (Lucas 23:7), y llevado nuevamente de regreso a Pilato (Lucas 23:11-12), quien finalmente lo sentenció a morir.

Los juicios de Jesús constaron de seis eventos: tres de ellos en una corte religiosa y tres ante una corte romana. Jesús fue juzgado ante Anás el sumo sacerdote saliente; Caifás, el sumo sacerdote en funciones, y el Sanedrín. Él fue acusado en estos juicios “eclesiásticos” de blasfemia, por afirmar ser el Hijo de Dios y el Mesías.

Los juicios religiosos ante las autoridades judías, mostraron el grado en que los líderes judíos odiaban a Jesús, porque ellos desatendían descuidadamente muchas de sus propias leyes. Hubieron muchas ilegalidades involucradas en estos juicios desde la perspectiva de la ley judía: (1) Ningún juicio debía llevarse a cabo durante alguna celebración, y Jesús fue juzgado durante la Pascua. (2) Cada miembro de la corte debía votar individualmente para condenar o absolver, pero Jesús fue condenado por una gritería de protestas y desaprobación. (3) Si se daba la pena de muerte, debía pasar una noche antes de que la sentencia fuera llevada a cabo; sin embargo, solo pasaron unas cuantas horas antes de que Jesús fuera puesto en la cruz. (4) Los judíos no tenían autoridad para ejecutar a nadie, sin embargo, se las ingeniaron para ejecutar a Jesús. (5) Ningún juicio debía llevarse a cabo por la noche, pero este juicio se hizo antes del amanecer. (6) Se debía proporcionar al acusado consejo y representación, pero Jesús no tuvo ninguno. (7) No debían hacerse preguntas de auto-incriminación al acusado, pero a Jesús se le preguntó si Él era el Cristo.

Los juicios ante las autoridades romanas comenzaron con Pilato (Juan 18:23) después que Jesús había sido golpeado. Los cargos llevados contra Él eran muy diferentes a los cargos de Sus juicios religiosos. Él fue acusado de incitar a la gente a una revuelta, prohibiéndole al pueblo pagar impuestos, y clamando ser un rey. Pilato no encontró razón para matar a Jesús, así que lo envió a Herodes (Lucas 23:7). Herodes ridiculizó a Jesús, pero queriendo evitar la responsabilidad política, lo envió de regreso a Pilato (Lucas 23:11-12). Este era el último juicio, por lo que Pilato mandó azotar a Jesús, tratando de aplacar la animosidad de los judíos. La flagelación judía era un castigo terrible y posiblemente consistía de 39 latigazos. En un esfuerzo final por soltar a Jesús, Pilato ofreció que el prisionero Barrabás fuera crucificado y Jesús liberado, pero fue en vano. La turba gritó que Barrabás fuera liberado y Jesús crucificado. Pilato les concedió su demanda y les entregó a Jesús (Lucas 23:25). Los juicios de Jesús representan la máxima mofa de la justicia. Jesús, el hombre más inocente en la historial del mundo, fue encontrado culpable de crímenes y sentenciado a morir por crucifixión.

¿Qué es la kenosis?

Pregunta: "¿Qué es la kenosis?" Respuesta:

El término “kenosis” proviene de la palabra griega para describir la doctrina del auto-despojo de Cristo en Su encarnación. La kenosis fue una auto-renuncia, no un vaciarse a Sí mismo de Su deidad, ni un intercambio de la deidad por humanidad. Filipenses 2:7 nos dice que Jesús “se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres.” Jesús no dejó de ser Dios durante Su ministerio terrenal. Pero sí dejó de lado la gloria celestial de Su relación cara a cara con Dios. Él también dejó de lado Su autoridad independiente. Durante Su ministerio terrenal, Cristo se sometió totalmente a la voluntad del Padre.

Como parte de la kenosis, algunas veces Jesús actuaba con las limitaciones de su humanidad (Juan 4:6, 19:28). Dios no se cansa ni tiene sed. Mateo 24:36 nos dice, “Pero de aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.” Pudiéramos preguntarnos, el que si Jesús era Dios, ¿cómo no podría saberlo todo como sucede con Dios? (Salmo 139:1-6) Parece que mientras Jesús estaba en el mundo, Él renunció al uso de algunos de Sus atributos divinos. Aún así, Jesús seguía siendo perfectamente santo, justo, misericordioso, clemente y amoroso, pero hasta cierto grado, se privó de Sus atributos divinos como la omnisciencia u omnipotencia.

Sin embargo, cuando se habla de la kenosis, a menudo nos enfocamos demasiado en lo que Jesús cedió, pero la kenosis también trata de lo que Cristo asumió. Jesús se añadió una naturaleza humana y se humilló a Sí mismo. Jesús pasó de ser la gloria de glorias en el cielo, a ser un humano que fue condenado a morir en la cruz. Filipenses 2:7-8 declara, “sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” En el máximo acto de humildad, el Dios del universo se hizo un ser humano y murió por Su creación. Por lo tanto, la kenosis, es Cristo adoptando una naturaleza humana con todas sus limitaciones, pero sin pecado.

¿Cuál es el significado y la importancia de la ascensión de Jesucristo?

Pregunta: "¿Cuál es el significado y la importancia de la ascensión de Jesucristo?" Respuesta:

Después de que Jesús resucitó de los muertos, Él “se presentó vivo” (Hechos 1:3) a las mujeres cerca de la tumba (Mateo 28:9-10), a Sus discípulos (Lucas 24:36-43), y a más de otras 500 personas (1 Corintios 15:6). En los días siguientes a Su resurrección, Jesús instruyó a Sus discípulos acerca del reino de Dios (Hechos 1:3).

Cuarenta días después de la resurrección, Jesús y Sus discípulos fueron al Monte de los Olivos cerca de Jerusalén. Allí, Jesús les prometió a Sus seguidores que pronto recibirían el Espíritu Santo, y les indicó que permanecieran en Jerusalén hasta que el Espíritu hubiera venido. Después, Jesús los bendijo y mientras les daba la bendición, comenzó a ascender al cielo. El relato de la ascensión de Jesús se encuentra en Lucas 24:50-51 y Hechos 1:9-11.

En la Escritura se expone claramente que la ascensión de Jesús fue literal, regresando corporalmente al cielo. Él se levantó gradual y visiblemente de la tierra, siendo observado por muchos atentos espectadores. Mientras los discípulos se esforzaban por echar una última mirada a Jesús, una nube lo ocultó de sus ojos, y aparecieron dos ángeles que les prometieron que Cristo regresaría “…tal como le habéis visto ir al cielo.” (Hechos 1:10-11).

La ascensión de Jesucristo es significativa por muchas razones:

1) Señaló el final de Su ministerio terrenal. Dios el Padre amorosamente había enviado a Su Hijo al mundo en Belén, y ahora el Hijo estaba regresando al Padre. Su período de limitación humana había terminado.

2) Significaba el éxito de Su obra terrenal. Él había cumplido con todo lo que tenía que haber hecho.

3) Marcó el retorno a Su gloria celestial. La gloria de Jesús había estado velada durante Su tiempo en la tierra, con una breve excepción en la Transfiguración (Mateo 17:1-9).

4) Simbolizó Su exaltación por el Padre (Efesios 1:20-23). Aquel con quien el Padre estaba grandemente complacido (Mateo 17:5) era recibido arriba con honor, dándosele un nombre que es sobre todo nombre (Filipenses 2:9).

5) Le permitió preparar un lugar para nosotros (Juan 14:2)

6) Indicó el inicio de Su nuevo ministerio como Sumo Sacerdote (Hebreos 4:14-16) y Mediador de un Nuevo Pacto (Hebreos 9:15).

7) Estableció el patrón para Su regreso. Cuando Jesús venga para establecer Su Reino, Él regresará de la misma manera en que se fue – literal, corporal, y visiblemente en las nubes (Hechos 1:11; Daniel 7:13-14; Mateo 24:30 y Apocalipsis 1:7).

En la actualidad, el Señor Jesús está en el Cielo. Las Escrituras lo describen con frecuencia a la diestra del Padre, una posición de honor y autoridad (Salmo 110:1; Efesios 1:20; Hebreos 8:1). Cristo es la Cabeza de la iglesia (Colosenses 1:18), el dador de los dones espirituales (Efesios 4:7-8), y Aquel que lo llena todo en todo (Efesios 4:9-10). Esta ascensión de Cristo fue el evento que hizo la transición de Jesús de Su ministerio terrenal a Su ministerio celestial.

¿Alguna vez se enojó Jesús?

Pregunta: "¿Alguna vez se enojó Jesús?" Respuesta:

Cuando Jesús vació el templo de cambistas y vendedores de animales, Él mostró una gran emoción e ira (Mateo 21:12-13; Marcos 11:15-18; Juan 2:13-22). La emoción de Jesús fue descrita como “celo” por la casa de Dios (Juan 2:17). Su ira era pura y totalmente justificada, porque su raíz estaba en Su preocupación por la adoración y la santidad de Dios. Debido a que éstas estaban en juego, Jesús tomó una acción rápida y decisiva. Jesús también mostró enojo en otra ocasión estando en la sinagoga de Capernaúm. Cuando los fariseos se rehusaron a responder las preguntas de Jesús, “Y mirándolos en torno con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones..” (Marcos 3:5).

Muchas veces, pensamos que la ira es una emoción egoísta y destructiva que debemos erradicar de nuestras vidas por completo. Sin embargo, el hecho de que Jesús algunas veces se enojara, indica que la ira por sí misma, como una emoción es amoral. Esto se confirma en otras partes del Nuevo Testamento. Efesios 4:26 nos instruye: “Airaos, pero no pequéis. No se ponga el sol sobre vuestro enojo.” El mandato no es “evitar la ira” (o suprimirla o ignorarla), sino manejarla apropiadamente, en el momento apropiado. Consideremos los siguientes hechos sobre las muestras de enojo de Jesús:

1) Su ira tenía una motivación apropiada. En otras palabras; Él estaba enojado por las razones correctas. La ira de Jesús no surgió de los argumentos estériles o desprecios personales contra Él. No había egoísmo involucrado.

2) Su ira tenía el enfoque apropiado. Él no estaba enojado con Dios o con la “debilidad” de otros. Su ira estaba dirigida al comportamiento pecaminoso y la verdadera injusticia.

3) Su ira tenía la justificación apropiada. Marcos 3:5 dice que Su ira fue provocada por el dolor ante la falta de fe de los fariseos. La ira de Jesús provenía del amor por los fariseos y la preocupación por su condición espiritual. No tenía nada que ver con el odio o la mala voluntad.

4) Su ira tenía el control apropiado. Jesús jamás actuó fuera de control, aún en Su ira. A los líderes del templo no les agradó Su limpieza del templo (Lucas 19:47), pero Él no había hecho nada pecaminoso. Él controlaba Sus emociones; Sus emociones no lo controlaban a Él.

5) Su ira tenía la duración apropiada. Él no permitió que su ira se tornara en amargura; Él no guardaba rencor. Él trataba apropiadamente cada situación, y limitaba Su ira al tiempo justo.

6) Su ira tenía un resultado apropiado. La ira de Jesús tenía la inevitable consecuencia de una acción santa. La ira de Jesús, al igual que todas Sus emociones, estaba controlada por la Palabra de Dios; así, la respuesta de Jesús cumplía con la voluntad de Dios.

Cuando nos enojamos, a menudo tenemos un control o enfoque inapropiado. Fallamos en uno o más de los puntos anteriormente mencionados. Esta es la ira del hombre, de la cual se nos dice, “Pero que cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la ira; pues la ira del hombre no obra la justicia de Dios.” (Santiago 1:19-20). Jesús no mostró la ira del hombre, sino la perfecta y justa indignación de Dios.

¿Qué sucedió durante la niñez de Jesús?

Pregunta: "¿Qué sucedió durante la niñez de Jesús?" Respuesta:

A excepción de Lucas 2:41-52, la Biblia no nos dice nada acerca de la juventud de Jesús. De este incidente, sabemos ciertas cosas acerca de la niñez de Jesús. Primero, que Él era el hijo de unos padres que eran devotos en sus observancias religiosas. Como era requerido por su fe, José y María hacían una peregrinación anual a Jerusalén para la Fiesta de la Pascua. Adicionalmente, ellos llevaron a su hijo de 12 años para celebrar Su primera Fiesta en preparación para Su bar mitzvah que sería a la edad de 13 años, cuando los niños judíos conmemoran su paso a la adultez. Aquí vemos a un típico niño en una típica familia de esos días.

También vemos en esta historia que la permanencia de Jesús en el templo no fue ni maliciosa ni desobediente, sino el resultado natural de Su conocimiento de que Él tenía que estar en los negocios de Su Padre. El hecho de que Él había asombrado a los maestros del templo con Su sabiduría y conocimiento, habla de Sus extraordinarias habilidades, mientras que el hecho de escuchar y hacerles preguntas a Sus maestros, demuestra que Él era totalmente respetuoso, asumiendo el papel de un estudiante como correspondía a un niño de Su edad.

De este incidente hasta Su bautismo a la edad de 30 años, todo lo que sabemos de la juventud de Jesús es que Él se fue de Jerusalén y regresó a Nazaret con Sus padres y “era obediente a ellos” (Lucas 2:51). Él cumplió Su deber con Sus padres terrenales en sumisión al 5º mandamiento, una parte esencial de la perfecta obediencia a la ley de Moisés, la cual Él cumplió a favor nuestro. Más allá de eso, todo lo que sabemos es que “Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres.” (Lucas 2:52).

Evidentemente, esto es todo lo que Dios determinó que necesitábamos saber. Hay algunos escrito extra-bíblicos que contienen historias de la juventud de Jesús (el Evangelio de Tomás, por ejemplo). Pero no tenemos manera de saber si algunas de estas historias son verdaderas y confiables. Dios eligió no decirnos mucho acerca de la niñez de Jesús – así que solo debemos confiar en Él, de que nos ha informado todo lo que necesitamos saber.

¿Cuál es el significado de la sangre de Cristo?

Pregunta: "¿Cuál es el significado de la sangre de Cristo?" Respuesta:

La frase “la sangre de Cristo” es usada muchas veces en el Nuevo Testamento, y es la expresión de la muerte sacrificial y la obra completa de expiación de Jesús en nuestro favor. Las referencias a la sangre del Salvador incluyen la realidad de que Él literalmente se desangró en la cruz, pero más significativamente que derramó Su sangre y murió por los pecadores. La sangre de Cristo tiene el poder de expiar un número infinito de pecados cometidos por un infinito número de gente a través de los siglos, y todos aquellos que ponen su fe en esa sangre serán salvados.

La realidad de la sangre de Cristo como medio de expiación por el pecado, tiene su origen en la Ley Mosaica. Una vez al año, el sacerdote debía hacer una ofrenda de la sangre de animales sobre el altar del templo por los pecados del pueblo. “Y según la ley, casi todo es purificado con sangre, y sin derramamiento de sangre no hay perdón.” (Hebreos 9:22). Pero esta era una ofrenda de sangre que estaba limitada en su efectividad, por lo que tenía que ser ofrecida una y otra vez. Esta era una semblanza del sacrificio de Jesús ofrecido en la cruz “una vez y para siempre” (Hebreos 7:27). Una vez que fue hecho ese sacrificio, ya no hubo necesidad de la sangre de toros y machos cabríos.

La sangre de Cristo es la base del Nuevo Pacto. La noche anterior a Su crucifixión, Jesús ofreció la copa de vino a Sus discípulos diciendo, “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por vosotros.” (Lucas 22:20). El verter el vino en la copa, simbolizaba la sangre de Cristo que sería derramada por todos los que creerían en Él. Cuando Él derramó Su sangre en la cruz, Jesús eliminó el exigencia del Antiguo Pacto del continuo sacrificio de animales. Esa sangre no era suficiente para cubrir los pecados del pueblo, excepto de una manera temporal, porque el pecado contra un Dios santo e infinito, requiere un sacrificio santo e infinito. “Pero en esos sacrificios hay un recordatorio de pecados año tras año. Porque es imposible que la sangre de toros y de machos cabríos quite los pecados.” (Hebreos 10:3). Mientras que la sangre de toros y machos cabríos era un “recordatorio” del pecado, “la sangre preciosa de Cristo, un cordero sin mancha o defecto.” (1 Pedro 1:19), pagó totalmente la deuda del pecado que debíamos a Dios, y ya no necesitamos más sacrificio por el pecado. Jesús dijo, “¡Consumado es!” mientras Él moría, y con eso quiso decir que – la obra completa de redención fue hecha para siempre, “habiendo obtenido redención eterna” para nosotros (Hebreos 9:12).

La sangre de Cristo no solo redime a los creyentes del pecado y el castigo eterno, sino que “Su sangre purificará nuestra conciencia de obras muertas para servir al Dios vivo” (Hebreos 9:14). Esto significa que no solo somos ahora libres de ofrecer sacrificios, los cuales son “inútiles” para obtener la salvación, sino que somos libres de depender de las obras inútiles e improductivas de la carne para complacer a Dios. Porque la sangre de Cristo nos ha redimido, ahora somos nuevas criaturas en Cristo (2 Corintios 5:17), y por Su sangre somos liberados del pecado para servir al Dios vivo, para glorificarle, y para gozar de El por una eternidad.

¿Cuál es el significado e importancia de la transfiguración?

Pregunta: "¿Cuál es el significado e importancia de la transfiguración?" Respuesta:

Como una semana después que Jesús les había dicho claramente a Sus discípulos que Él iba a sufrir, a ser muerto, y resucitado a la vida (Lucas 9:22). “Jesús tomó consigo a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar. Mientras oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su ropa se hizo blanca y resplandeciente….” Aparecieron Moisés y Elías y hablaban con Jesús acerca de Su muerte que pronto tendría lugar. Pedro, no sabiendo lo que decía y estando muy asustado, ofreció armar tres enramadas para ellos. Esto es indudablemente una referencia a las enramadas que se utilizaban para celebrar la Fiesta de los Tabernáculos, cuando los israelitas habitaron en tiendas durante 7 días (Levítico 23:34-42). Pedro estaba expresando su deseo de quedarse en ese lugar. Cuando una nube los envolvió y una voz dijo, “Este es mi Hijo, mi Escogido; a Él oíd.” La nube se levantó, Moisés y Elías desaparecieron y Jesús estaba solo con Sus discípulos, quienes aún estaban muy atemorizados. Jesús les advirtió que no dijeran nada a nadie de lo que habían visto, hasta después de Su resurrección. Las tres narraciones de este evento se encuentran en Mateo 17:1-8; Marcos 9:2-8, y Lucas 9:28-36.

Indudablemente, el propósito de la transfiguración de Cristo en al menos una parte de Su gloria celestial, fue para que el “círculo íntimo” de Sus discípulos, pudieran tener una mayor comprensión de quien era Jesús. Cristo experimentó un cambio dramático en Su apariencia, con el fin de que los discípulos pudieran percibir Su gloria. Los discípulos, quienes solo lo habían conocido en Su cuerpo humano, ahora tenían una mayor conciencia de la divinidad de Cristo, aunque no podían comprenderla plenamente. Eso les dio la seguridad que necesitaban después de escuchar las terribles noticias de Su inminente muerte.

Simbólicamente, la aparición de Moisés y Elías representaba la Ley y los Profetas. Pero la voz de Dios desde el cielo – “¡A Él oíd!” – muestra claramente que la Ley y los Profetas deben cederle el paso a Jesús. Aquel que es el nuevo camino vivo que reemplaza el antiguo; Él es el cumplimiento de la Ley y las incontables profecías en el Antiguo Testamento. También, en Su forma glorificada, ellos vieron un atisbo de Su futura glorificación y entronización como Rey de reyes y Señor de señores.

Los discípulos nunca olvidaron lo que sucedió ese día en el monte y sin duda este fue el propósito. Juan escribió en su evangelio, “Y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.” (Juan 1:14). Pedro también escribió sobre ello, “No seguimos fábulas ingeniosamente inventadas, sino que fuimos testigos oculares de su majestad. Pues cuando El recibió honor y gloria de Dios Padre, la majestuosa Gloria le hizo esta declaración: Este es mi Hijo amado en quien me he complacido; y nosotros mismos escuchamos esta declaración, hecha desde el cielo cuando estábamos con El en el monte santo.” (2 Pedro 1:16-18). Aquellos que fueron testigos de la transfiguración, testificaron de ello a los otros discípulos y a incontables millones a través de los siglos.

¿Cuáles son las Estaciones de la Cruz, y qué podemos aprender de ellas?

Pregunta: "¿Cuáles son las Estaciones de la Cruz, y qué podemos aprender de ellas?" Respuesta:

Las Estaciones de la Cruz, también conocidas como La Vía Dolorosa, o El Viacrucis, es una narración de las horas finales en la vida de Jesucristo en la tierra, que continúan proveyendo convicción espiritual para todo cristiano, así como su aplicación para nuestras vidas. Las Estaciones de la Cruz sirven como un fuerte recordatorio de la humilde manera en que Jesús estuvo dispuesto a dejar de lado cualquier privilegio de Su divinidad, con el fin de proporcionar un camino para la salvación por medio de Su sacrificio.

Hay varias versiones ampliamente aceptadas que describen esas horas finales, una es bíblica, y las otras son más bien narraciones tradicionales de los acontecimientos en las últimas horas de Jesús. La forma tradicional de las Estaciones de la Cruz o Viacrucis es como sigue:

1. Jesús es condenado a muerte.
2. Jesús toma Su cruz.
3. Jesús se cae por primera vez.
4. Jesús se encuentra con Su madre María.
5. Simón de Cirene es forzado a llevar la cruz.
6. La Verónica enjuga la sangre del rostro de Jesús.
7. Jesús cae por segunda vez.
8. Jesús se encuentra con las mujeres de Jerusalén.
9. Jesús cae por tercera vez.
10. Jesús es despojado de Sus ropas.
11. Jesús es clavado en la cruz – la Crucifixión.
12. Jesús muere en la cruz.
13. El cuerpo de Jesús es quitado de la cruz – la Deposición o Lamentación.
14. El cuerpo de Jesús es colocado en la tumba.

Sin embargo, en la forma tradicional del Viacrucis, las estaciones 3, 4, 6, 7 y 9 no son explícitamente bíblicas. Como resultado, se ha formulado una “Vía de la Cruz Bíblica”. A continuación están las descripciones bíblicas de las 14 Estaciones de la Cruz y la aplicación para la vida de cada uno de nosotros.

1 Estación de la Cruz: Jesús en el Monte de los Olivos (Lucas 22:39-46)
Jesús oraba en el Monte de los Olivos para que Su Padre apartara de Su mano la copa que significaba Su muerte en la cruz; lo que demostraba la humanidad de Jesús (Lucas 22:39-46). No es difícil imaginar cuán grande era Su expectación respecto a los eventos que estaba a punto de enfrentar. Llega un momento en la vida de todos los cristianos, cuando ellos también deben elegir entre la voluntad de Dios y la propia, y esa elección como la elección de Jesús, revela el nivel de compromiso y obediencia a Dios, así como la verdadera condición del corazón. Aunque Jesús estaba consciente del destino que enfrentaría en breve, Él oraba en el Monte de los Olivos por que Dios alterara los eventos, Su oración era que la voluntad del Padre fuera hecha a pesar de lo que el futuro deparara para Él. Aún clavado en la cruz y con Su último aliento, Jesús nos enseña la importancia de la obediencia a la Palabra de Dios y la importancia de confiar en Él en cada situación.

2 Estación de la Cruz: Jesús es traicionado por Judas y arrestado (Lucas 22:47-48)
Judas no solo se volvió uno de los personajes más despreciables en la historia cuando él traicionó a Jesús, también se convirtió en un inolvidable recordatorio para cada cristiano, de que ha habido veces cuando ellos han caído en la tentación del pecado. Para el cristiano, tropezar con el pecado es como traicionar al que dio Su vida por nosotros. ¿Cuánto mayor es esa traición cuando el pecado es un comportamiento elegido, alejándose deliberadamente de la convicción espiritual (Lucas 22:47-48)? Judas vivió con Jesús y estuvo sentado a Sus pies aprendiendo de Él por años. Pero a causa de que su corazón no fue verdaderamente transformado por el poder del Espíritu Santo, él cayó cuando fue tentado por Satanás. Como creyentes, se nos dice que “nos examinemos a nosotros mismos” para ver si realmente estamos en la fe (2 Corintios 13:5).

3 Estación de la Cruz: Jesús es condenado por el Sanedrín (Lucas 22:66-71)
El concilio del Sanedrín, formado por setenta sacerdotes y escribas y un sumo sacerdote, demandó que Pilato ejecutara a Jesús. Este incidente sirve como una advertencia para que todos los cristianos seamos cuidadosos de no exaltarnos a nosotros mismos con auto-justificación para juzgar a otros. El conocimiento bíblico y las altas posiciones en este mundo, aún quedan marcadamente cortas ante una santa perfección, y el pensamiento orgulloso puede fácilmente ser la caída aún del más devoto de entre los hombres. La Biblia nos enseña a respetar las posiciones de autoridad, pero a última instancia es la voluntad de Dios y la Palabra de Dios lo que debe reinar y gobernar en nuestras vidas. Los cristianos son dotados con el bautismo del Espíritu Santo de Dios para confortarlos, enseñarlos y guiarlos en cada situación, permitiéndoles hacer cada decisión de acuerdo a la perfecta voluntad de Dios, negando esencialmente una necesidad individual de gobernantes religiosos como el Sanedrín. El pueblo judío le confió la suprema autoridad religiosa al Sanedrín, lo que llevó a la corrupción entre los sacerdotes y escribas del Sanedrín, y cuando Jesús comenzó a enseñar una doctrina que minaba su autoridad, ellos conspiraron contra Él, exigiendo a última instancia Su crucifixión al gobierno romano. (Lucas 22:66-71).

4 Estación de la Cruz: Pedro niega a Jesús (Lucas 22:54-62)
Cuando Jesús fue arrestado, algunos de los que estuvieron presentes en el hecho, acusaron a Pedro de ser uno de los seguidores de Jesús (Lucas 22:54-62). Como previamente lo predijo Jesús, Pedro negó conocer a Jesús en tres ocasiones. Pedro era un amado y confiable discípulo de Jesús, quien fue testigo presencial de muchos milagros, y aún caminó sobre el agua con Jesús (Mateo 14:29-31). Aún así, Pedro demostró la debilidad del ser humano al negar conocer a Jesús por miedo a ser también arrestado. Los cristianos de todo el mundo, aún enfrentan persecución y humillación de los no creyentes en la sociedad, desde el abuso verbal, hasta golpes y aún la muerte. La gente puede juzgar auto-justificadamente a Pedro por su negación de Jesús y su miedo de lo que los romanos podrían hacerle si ellos descubrían su relación con Jesús, pero ¿cuántos creyentes bíblicos cristianos pueden decir que jamás han permanecido en silencio acerca de su fe cuando se enfrentan a la discriminación pública o privada? Tal silencio demuestra la flaqueza de la humanidad. La fe de Pedro era una fe imperfecta, primeramente porque en ese entonces, aún no había sido investido con el Espíritu Santo. Después de la venida del Espíritu en Pentecostés para vivir en los corazones de los creyentes (Hechos 2), Pedro era un león valiente de la fe, para nunca jamás temer el proclamar a su Señor.

5 Estación de la Cruz: Jesús es juzgado por Poncio Pilato (Lucas 23:13-25)
Para los estándares legales de hoy, es improbable que Jesús hubiera sido declarado culpable en cualquier tribunal, especialmente porque no se había presentado ninguna evidencia verdadera en Su contra. Poncio Pilato no pudo encontrar ninguna falta en todo lo que Jesús había hecho, y quería liberarlo (Lucas 23:13-24), pero el Sanedrín demandó que Pilato ordenara Su ejecución. El Sanedrín, quien gobernaba de acuerdo a la estricta Ley Mosaica y tradición, consideraba a Jesús como una gran amenaza para su autoridad gobernante sobre los judíos. Jesús enseñó a la gente que la salvación era por la gracia de Dios y no por adherirse a los muchos preceptos establecidos por el Sanedrín, y tal enseñanza no solo minaba la autoridad de los líderes religiosos, sino que también representaba una grave amenaza para su subsistencia. Aún en la actualidad, el mensaje de salvación por el poder y elección de Dios, no por nuestros propios esfuerzos, es impopular. Los eres humanos en su naturaleza caída siempre han querido lograr su propia salvación, o al menos tener parte en ella, para que podamos reclamar cuando menos parte de la gloria. Pero la salvación es del Señor quien no comparte Su gloria con nadie (Isaías 42.8).

6 Estación de la Cruz: Jesús es flagelado y coronado con espinas (Lucas 23:63-65). Este pasaje no existe (Probablemente sean Mateo 27:27-29 e Isaías 53:3-6)
La sanidad referida en este pasaje es una sanidad espiritual, o sanidad del pecado. El perdón de pecados, y la restauración al favor de Dios, son frecuentemente representados como un acto de sanación. Como quinientos años antes de que María diera a luz a Jesús, Isaías profetizó que Jesús sería herido por nuestras transgresiones (Isaías 53:3-6) y molido por nuestras iniquidades y que por Sus heridas nosotros seríamos sido sanados.

7 Estación de la Cruz: Jesús toma Su cruz (Marcos 15:20)
Cuando Jesús tomó Su cruz, Él estaba cargando más que madera. Desconocido para muchos de los espectadores de ese día, Jesús estaba cargando los pecados de toda la raza humana, enfrentando el castigo que merecían esos pecados, el cual Él estaba a punto de sufrir para beneficio del hombre. Jesús nos exhorta en Mateo 16:24, “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.” Él también revela que esta no es una opción: “…. Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.” (Mateo 10:38). Tomar nuestra cruz, un instrumento de muerte, significa morir a uno mismo, a fin de vivir totalmente como nuevas creaciones (2 Corintios 5:17) en servicio y obediencia a Cristo. Esto significa rendir a Dios nuestra voluntad, nuestros afectos, nuestras ambiciones y nuestros deseos. No debemos buscar nuestra propia felicidad como el objeto supremo, sino renunciar voluntariamente a todo y aún entregar nuestras vidas, si así se requiere.

8 Estación de la Cruz: Simón de Cirene ayuda a Jesús a llevar Su cruz. (Lucas 23:26)
Simón de Cirene pudiera ser considerado una víctima de las circunstancias. Lo más probable es que él haya ido a Jerusalén para las festividades de la Pascua, y probablemente sabía muy poco acerca del asunto que nos ocupa. Sabemos muy poco acerca de Simón de Cirene, puesto que él no es mencionado en la Biblia después que ayudó a cargar la cruz sobre la que Jesús sería clavado (Lucas 23:26). Obligado por los soldados romanos a ayudar, Simón no se resistió, muy probablemente temiendo por su propia vida a la luz de la situación que presenciaba. A diferencia de Jesús, quien cargó la cruz voluntariamente, Simón de Cirene fue “obligado” o forzado a llevarla. Como cristianos, debemos unirnos a Jesús en su sufrimiento voluntario, como Pablo nos exhorta, “Por tanto, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni de mí, prisionero suyo, sino participa conmigo de las aflicciones por el evangelio, según el poder de Dios.” (1 Timoteo 1:8) es 2 Timoteo 1:8

9 Estación de la Cruz: Jesús se encuentra con las mujeres de Jerusalén (Lucas 23:27-31)
Cuando Jesús se encontró con las mujeres que lloraban y algunos de Sus discípulos en Su camino a la crucifixión, les advirtió que no debían llorar por Él, sino que su preocupación debía ser por ellos mismos y las vidas de sus hijos, considerando el aumento de la maldad que se levantaba por todo Jerusalén (Lucas 23:27-31). Aún mientras sufría gran dolor y humillación personal, la preocupación de Jesús no era por Él mismo, sino por las vidas y las almas de aquellos que enfrentaban el peligro de la condenación eterna por el pecado en sus vidas. La misma precaución es relevante para los cristianos de hoy en día, que debemos cuidarnos de no permitir que nuestras preocupaciones por este mundo estén por delante de nuestra devoción y obediencia a Dios. Jesús dijo, “Mi reino no es de este mundo” (Juan 18:36), y como ciudadanos del Cielo, nuestro enfoque y atención debe estar allí.

10 Estación de la Cruz: Jesús es crucificado (Lucas 23:33-47)
Es difícil que después de dos mil años del hecho, nos imaginemos el horror del momento, mientras aquellos cercanos a Jesús fueron forzados a permanecer impotentes mientras los clavos eran atravesados a través de Sus manos y pies dentro de la madera sobre la que Él dejaría Su último aliento en Su forma humana (Lucas 23:44-46). Sus seres queridos y sus discípulos, no entendían totalmente el significado de lo que estaba sucediendo en ese momento. Aún no estaban capacitados para entender que ese hecho malvado del hombre era el resultado del divino propósito y plan para la salvación de todos los que creyeran en el Cristo. Para nosotros en la actualidad, “¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande?” (Hebreos 2:3). “Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos.” (Hechos 4:12).

11 Estación de la Cruz: Jesús promete Su reino al ladrón creyente (Lucas 23:43)
Es posible que el ladrón que fue crucificado al lado de Jesús fuera capaz de comprender el concepto de que la vida no terminaba para Jesús, sino que Él estaba trascendiendo el mundo físico hacia la eterna promesa por la que Él vino a proveer para la humanidad. El ladrón se volvería uno de los primeros en entrar al paraíso por gracia a través de la fe en Jesucristo (Efesios 2:8-9). Jesús le dijo al ladrón que ese día él estaría con Él en el paraíso, porque había aceptado y creído en el Hijo de Dios. Este es un ejemplo muy claro de que una persona es salvada por gracia a través de la fe, en vez de por las obras, como aquellos que persiguieron y condenaron a Jesús querían que la gente creyera.

12 Estación de la Cruz: Jesús en la cruz, habla con Su madre y discípulos (Lucas 23:48-49, Juan 19:25-27)
Jesús en medio de Su agonía, aún estaba poniendo las necesidades de otros antes que las Suyas propias, al generosamente encomendar el cuidado de Su madre a Su amado discípulo Juan (Juan 19:27). Su vida entera, incluyendo Su muerte, enseñó con el ejemplo, que debemos poner las necesidades de otros antes que las nuestras, sujetando todo a la perfecta voluntad de Dios. La voluntad para cumplir con Su Palabra y demostrar con acciones el sacrificarse fielmente por los demás ante la adversidad, es definir las características de la verdadera vida cristiana.

13 Estación de la Cruz: Jesús muere en la cruz (Lucas 23:44-46)
Al momento de la muerte de Jesús, la cortina del Templo, la cual separaba al hombre del Lugar Santísimo, se rasgo de arriba abajo. Esto fue aterrador para todos los judíos que presenciaron el evento, quienes no se daban cuenta que esto marcaba el fin del Antiguo Pacto y el principio del Nuevo Pacto. El hombre ya no tendría que sufrir la separación de Dios a causa del pecado, sino que ahora seríamos capaces de aproximarnos al trono de gracia confiadamente en oración para el perdón de los pecados. La vida y muerte sacrificial de Jesús había quitado la barrera del pecado, haciendo posible para el hombre obtener la salvación por gracia.

14 Estación de la Cruz: Jesús es puesto en la tumba (Lucas 23:50-54)
Después que Jesús murió y fue bajado de la cruz. Él fue puesto en una tumba proporcionada por un hombre llamado José, del pueblo judío de Arimatea (Lucas 23:50-54). Sucedió que José también era un miembro del Sanedrín, pero se había opuesto al juicio y crucifixión de Jesús. José creía secretamente que Jesús era el Mesías de acuerdo a la Escritura, pero temía las consecuencias de reconocer su fe públicamente (Juan 19:38). Después que Jesús murió, José fue secretamente a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús para que pudiera proporcionarle una sepultura apropiada.

El gran sacrificio de Jesús, no solo se convirtió en la expiación por los pecados del hombre, sino también se convirtió en la victoria que derrotaría y vencería a la muerte, de la que de otra manera habría sido el ineludible destino para todos los hombres que han nacido bajo la maldición del pecado. Nuestro Creador es justo y como tal, demandó que fuera pagado el castigo por el pecado. Porque Dios es amoroso y misericordioso así como justo, Él envió a Su único Hijo para pagar el castigo por nuestros pecados, sabiendo que de otra forma estábamos condenados por toda la eternidad (Juan 3:16). El amor y la misericordia de Dios quedaron grandiosamente demostrados por las palabras de Jesús mientras colgaba agonizante en la cruz, al pidirle a Dios que perdonara a aquellos que lo estaban matando en su ignorancia (Lucas 23:34). Es fácil suponer que la indisposición del hombre para rendirse totalmente a la obediencia de la Palabra de Dios y la ley, es por su falta de conocimiento y sabiduría. La ironía de esa suposición es que la fatalidad que se produjo para Jesús en la cruz, se convierte en la fatalidad espiritual para aquellos incapaces de vencer la misma ignorancia que aún plaga a mucha de la humanidad de hoy. El hombre pecaminoso que rehusa aceptar el regalo de salvación que Jesús hizo posible mediante Su sacrificio es seguramente el producto de la rebelde ignorancia y del pecado que separa a un hombre de la sabiduría de Dios.

¿Cuáles fueron las siete últimas frases de Jesucristo en la cruz, y que significan?

Pregunta: "¿Cuáles fueron las siete últimas frases de Jesucristo en la cruz, y que significan?" Respuesta:

Estas son las siete declaraciones de Jesucristo hechas en la cruz (sin un orden en particular).

(1) Mateo 27:46 nos dice que “alrededor de la hora novena, Jesús exclamó a gran voz, diciendo: ELI, ELI, ¿LEMA SABACTANI? Esto es: DIOS MIO, DIOS MIO, ¿POR QUE ME HAS ABANDONADO?” Aquí Jesús estaba expresando Sus sentimientos de abandono al haber colocado Dios los pecados del mundo en Él – y por esta razón, Dios tenía que “volver Su rostro” de Jesús. Mientras Jesús estaba sintiendo ese enorme peso del pecado, Él estaba experimentando Su separación de Dios Padre por única vez en toda la eternidad. Esto también fue en cumplimiento a la declaración profética en el Salmo 22:1.

(2) “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” (Lucas 23:34). Aquellos que crucificaron a Jesús no estaban conscientes del alcance total de lo que estaban haciendo, porque ellos no lo reconocían como el Mesías. Su ignorancia de la divina verdad no significaba que merecieran el perdón, y la oración de Cristo en medio de sus burlas hacia Él, es una expresión de la ilimitada compasión de Su gracia divina.

(3) “En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso.” (Lucas 23:43). En esta declaración, Jesús está asegurando a uno de los criminales en la cruz, que cuando él muriera, estaría con Jesús en el Cielo. Esto estaba garantizado porque aún en la hora de su muerte, el criminal había expresado su fe en Jesús, reconociéndolo como lo que Él era (Lucas 23:42).

(4) “Padre, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU.” (Lucas 23:46) Aquí, Jesús está abandonando voluntariamente Su alma en las manos del Padre, indicando que Él estaba por morir y que Dios había aceptado Su sacrificio. Él “se ofreció a Sí mismo sin mancha a Dios,” (Hebreos 9:14).

(5) “¡Mujer, he ahí tu hijo! y “’He ahí tu madre! Cuando Jesús vio a Su madre de pie cerca de la cruz con el apóstol Juan, a quien Él amaba, Él encomendó en las manos de Juan el cuidado de Su madre. Y desde aquella hora Juan la recibió en su propia casa (Juan 19:26-27). En este verso Jesús, siempre el Hijo compasivo, se está asegurando de que Su madre terrenal sea cuidada después de Su muerte.

(6) “Tengo sed” (Juan 19:28). Jesús está cumpliendo aquí la profecía Mesiánica del Salmo 69:21: Y por comida me dieron hiel, y para mi sed me dieron a beber vinagre.” Al decir que estaba sediento, los guardias romanos respondieron dándole vinagre, que era lo acostumbrado en una crucifixión, con lo cual daba cumplimiento a la profecía.

(7) “¡Consumado es!” (Juan 19:30) Las últimas palabras de Jesús significaron que Su sufrimiento había terminado, así como toda la obra que Su Padre le había encomendado realizar, que era, predicar el Evangelio, obrar milagros y obtener la eterna salvación para Su pueblo, todo estaba hecho, terminado y cumplido. La deuda por el pecado estaba pagada.

¿Cuáles son los diferentes nombres y títulos de Jesucristo?

Pregunta: "¿Cuáles son los diferentes nombres y títulos de Jesucristo?" Respuesta:

Hay unos 200 nombres y títulos de Cristo que se encuentran en la Biblia. Los siguientes son solo algunos de los más importantes, organizados en tres secciones, relativas a los nombres que reflejan la naturaleza de Cristo, Su posición en la Trinidad de Dios, y Su obra en el mundo a favor nuestro.

La Naturaleza de Cristo

La Piedra angular: (Efesios 2:20) – Jesús es la piedra angular del edificio que es Su iglesia. Él amalgama juntamente a judíos y gentiles, hombres y mujeres – todos los santos de todas las épocas y lugares en una estructura construida por la fe en Él, la cual es compartida por todos.

Primogénito de toda creación: (Colosenses 1:15) – No que fuera la primera creación de Dios, como algunos incorrectamente discuten, porque el verso 16 dice que todas las cosas fueron creadas a través y para Cristo. Más bien, el significado es que Cristo ocupa el rango y preeminencia de primogénito sobre todas las cosas, que Él sustenta el rango más alto en el universo; Él es preeminente sobre todo lo demás; Él está a la cabeza de todas las cosas.

Cabeza de la Iglesia: (Efesios 1:22; 4:15; 5:23) – Jesucristo, no un rey ni un papa, es el único supremo soberano gobernante de la Iglesia – aquellos por quienes Él murió y que han puesto su fe únicamente en Él para salvación.

Santo: (Hechos 3:14; Salmo 16:10) – Cristo es santo, tanto en su divina como en Su humana naturaleza, así como la fuente de toda santidad para Su pueblo. Por Su muerte, somos hechos santos y puros delante Dios.

Juez: (Hechos 10:42; 2 Timoteo 4:8) - El Señor Jesús fue señalado por Dios para juzgar al mundo y distribuir las recompensas de la eternidad.

Rey de reyes y Señor de señores: (1 Timoteo 6:15; Apocalipsis 19:16) – Jesús tiene dominio sobre toda autoridad sobre la tierra, sobre todos los reyes y gobernadores, y ninguno puede impedirle llevar a cabo Sus propósitos. Él los dirige como le place.

La Luz del Mundo: (Juan 8:12) – Jesús vino a un mundo entenebrecido por el pecado y derramó la luz de la vida y la verdad a través de Su obra y Sus palabras. Él ha abierto los ojos de aquellos que confían en Él para que caminen en la luz.

Príncipe de paz: (Isaías 9:6) – Jesús vino no a traer la paz al mundo mediante la ausencia de guerras; sino la paz entre Dios y el hombre que estaban separados por el pecado. Él murió para reconciliar a los pecadores con un Dios santo.

El Hijo de Dios: (Lucas 1:35; Juan 1:49) – Jesús es “el unigénito Hijo del Padre” (Juan 1:14). El título del “Hijo de Dios” es usado 42 veces en el Nuevo Testamento, lo que afirma la deidad de Cristo.

El Hijo del Hombre: (Juan 5:27) – Usado como contraste al “Hijo de Dios,” esta frase afirma la humanidad de Cristo, la cual existe junto con Su divinidad.

El Verbo: (Juan 1:1; 1 Juan 5:7-8) – El Verbo, es la segunda Persona del Dios trino, quien habló y fue hecho, quien en la primera creación habló y creó todas las cosas de la nada, quien era desde el principio con Dios el Padre, y era Dios mismo, y por quien todas las cosas fueron creadas.

El Verbo de Dios: (Apocalipsis 19:12-13) – Este es el nombre dado a Cristo que es desconocido por todos excepto por Él mismo. Denota el misterio de Su divina Persona.

El Verbo de Vida: (1 Juan 1:1) – Jesús no solo habló las palabras que conducen a la vida eterna, sino que de acuerdo a este verso, Él es la Palabra misma de vida, respecto a la vida eterna de gozo y plenitud que Él provee.

Su posición en la Trinidad

Alfa y Omega: (Apocalipsis 1:8; 22:13) – Jesús se declara a Sí mismo como el principio y el fin de todas las cosas, una referencia que pertenece solo al Dios verdadero. Esta declaración de eternidad, únicamente podría ser aplicada a Dios.

Emanuel: (Isaías 9:6; Mateo 1:23) – Literalmente “Dios con nosotros.” Tanto Isaías como Mateo, afirman que el Cristo que nacería en Belén, sería Dios Mismo, quien vendría a la tierra en forma humana para vivir entre Su pueblo.

Yo Soy: (Juan 8:58, con Éxodo 3:14) – Cuando Jesús se adjudicó a Sí mismo este título, los judíos trataron de apedrearlo por blasfemia. Ellos entendían que Él estaba declarando ser el Dios eterno, el inmutable Jehová del Antiguo Testamento.

Señor de Todos: (Hechos 10:36) – Jesús es el soberano gobernador sobre todo el mundo y de todas las cosas en el; de todas las naciones del mundo, y particularmente del pueblo elegido de Dios, tanto gentiles como judíos.

Dios verdadero: (1 Juan 5:20) – Esta es una directa aseveración de que Jesús, siendo el verdadero Dios, no solo es divino sino la Divinidad. Puesto que la Biblia enseña que solo hay un Dios, esto solo puede estar describiendo Su naturaleza como parte del Dios trino.

Su Obra en la tierra

El Autor y Consumador de nuestra Fe: (Hebreos 12:2) – La Salvación es realizada a través de la fe que es el don de Dios (Efesios 2:8-9), y Jesús es tanto el fundador como el consumador de ella. De principio a fin, Él es la fuente y sustentación de la fe que nos salva.

El Pan de la Vida: (Juan 6:35; 6:48) – Así como el pan sostiene la vida en el sentido físico, Jesús es el Pan que proporciona y sostiene la vida eterna. Dios proveyó el maná en el desierto para alimentar a Su pueblo, y proveyó a Jesús para darnos la vida eterna a través de Su cuerpo, que fue partido por nosotros.

El Novio: (Mateo 9:15) – La personificación de Cristo como el Novio y la Iglesia como Su Novia, revela la relación tan especial que tenemos con Él.

El Libertador: (Romanos 11:26) – Así como los israelitas necesitaban que Dios los liberara de la esclavitud de Egipto, así Cristo es nuestro Libertador de la esclavitud del pecado.

El Buen Pastor: (Juan 10:11, 14) – En los tiempos bíblicos, un buen pastor estaba dispuesto a arriesgar su propia vida para proteger a sus ovejas de los depredadores. Jesús puso Su vida por Sus ovejas, y Él nos cuida, nutre y alimenta.

El Sumo Sacerdote: (Hebreos 2:17) – El sumo sacerdote judío entraba en el templo una vez al año para hacer expiación por los pecados del pueblo. El Señor Jesús realizó esa función por Su pueblo en la cruz, una vez y para siempre.

El Cordero de Dios: (Juan 1:29) – La Ley de Dios requería el sacrificio de un cordero perfecto y sin mancha como expiación por el pecado. Jesús se convirtió en ese Cordero que mansamente permitió ser llevado al matadero, mostrando Su paciencia en Su sufrimientos y Su disposición para morir por los Suyos.

El Mediador: (1 Timoteo 2:5) – Un mediador es aquel que se coloca entre dos partes para reconciliarlas. Cristo es el único Mediador que reconcilia al hombre con Dios. El orar a María o a los santos es idolatría, porque ignoran este ministerio tan importante de Cristo, y le conceden la función de Mediador a alguien más.

La Roca: (1 Corintios 10:4) – Así como el agua fluyó para vida de la roca que golpeó Moisés en el desierto, Jesús es la Roca de la cual fluyó el agua viva de la vida eterna. Él es la Roca sobre quien construimos nuestras moradas espirituales, para que ninguna tormenta las pueda sacudir.

La Resurrección y la Vida: (Juan 11:25) – La encarnación de Jesús es el medio para resucitar a los pecadores a la vida eterna, así como Él resucitó de la tumba. Nuestro pecado es sepultado con Él, y somos resucitados con Él para una vida nueva.

Salvador: (Mateo 1:21; Lucas 2:11) – Él salvó a Su pueblo al morir y redimirlos, al darles el Espíritu Santo para renovarlos por Su poder, al permitirles vencer a sus enemigos espirituales, sosteniéndolos en las pruebas y en la muerte, y al resucitarlos en el día postrero.

La Vid Verdadera: (Juan 15:1) – La Vid Verdadera proporciona todo lo que las ramas (los creyentes) necesitan para producir el fruto del Espíritu – el agua viva de salvación y el alimento de la Palabra.

El Camino, la Verdad y la Vida: (Juan 14:6) – Jesús es el único camino a Dios, la única Verdad en un mundo de mentiras, y la única fuente verdadera de la vida eterna. Él personifica estas tres funciones en un sentido temporal y eterno.

¿Por qué enseñaba Jesús en parábolas?

Pregunta: "¿Por qué enseñaba Jesús en parábolas?"

Respuesta:

Se ha dicho que una parábola es una historia terrenal con un significado celestial. El Señor Jesús con frecuencia usaba parábolas como un medio para ilustrar verdades profundas y divinas. Historias como éstas son fácilmente recordadas, las características de los personajes, y el simbolismo rico en significado. Las parábolas eran una forma común de enseñanza en el judaísmo. Antes de cierto punto en Su ministerio, Jesús había empleado muchas analogías gráficas, usando cosas tan comunes que eran conocidas por todos (la sal, el pan, las ovejas, etc.), y su significado era bastante claro en el contexto de Su enseñanza. Las parábolas requerían de más explicación, y en un momento dado de Su ministerio, Jesús comenzó a enseñar utilizando exclusivamente parábolas.

La pregunta es, ¿por qué Jesús dejaría que la mayoría de la gente se preguntara acerca del significado de Sus parábolas? El primer ejemplo de esto, está en Su relato de la parábola de la semilla y las diferentes clases de suelos donde cae. Antes de que Él interpretara esta parábola, se llevó a Sus discípulos lejos de la multitud. Ellos le preguntaron, “¿Por qué les hablas en parábolas? Y respondiendo Él, les dijo: Porque a vosotros se os ha concedido conocer los misterios del reino de los cielos, pero a ellos no se les ha concedido. Porque a cualquiera que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia; pero a cualquiera que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. Y en ellos se cumple la profecía de Isaías que dice:

"AL OIR OIREIS, Y NO ENTENDEREIS; Y VIENDO VEREIS, Y NO PERCIBIREIS; PORQUE EL CORAZON DE ESTE PUEBLO SE HA VUELTO INSENSIBLE Y CON DIFICULTAD OYEN CON SUS OIDOS; Y SUS OJOS HAN CERRADO, NO SEA QUE VEAN CON LOS OJOS, Y OIGAN CON LOS OIDOS, Y ENTIENDAN CON EL CORAZON, Y SE CONVIERTAN, Y YO LOS SANE. Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen. Porque en verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron.” (Mateo 13:10-17).

A partir de este momento en el ministerio de Jesús, cuando Él hablaba en parábolas, se las explicaba solo a Sus discípulos. Pero a aquellos que continuamente habían rechazado Su mensaje, eran dejados en su ceguera espiritual para preguntarse sobre su significado. Él hizo una clara distinción entre los que se les había concedido tener “oídos para oír” y aquellos que persistían en su incredulidad – aunque oyendo, pero nunca percibiendo realmente y “siempre aprendiendo, pero que nunca pueden llegar al pleno conocimiento de la verdad.” (2 Timoteo 3:7). A los discípulos se les había dado el don del discernimiento espiritual, por lo que las cosas del Espíritu les eran aclaradas. Por haber recibido la verdad de Jesús, se les dio más verdad. Lo mismo sucede ahora con los creyentes a quienes se les ha dado el Espíritu Santo quien nos guía a toda la verdad (Juan 16:13). Él ha abierto nuestros ojos a la luz de la verdad y nuestros oídos a las dulces palabras de vida eterna.

Nuestro Señor Jesús entendía que la verdad no es una dulce música para todos los oídos. Simplemente porque hay aquellos que no tienen ni interés ni respeto por las cosas profundas de Dios. ¿Por qué, entonces, hablara Él en parábolas? Porque para aquellos con una genuina hambre de Dios, la parábola es un vehículo tanto efectivo como memorable para la transmisión de las verdades divinas. Las parábolas de nuestro Señor contienen un gran volumen de verdad en muy pocas palabras – y Sus parábolas, ricas en imágenes, no son fácilmente olvidadas. Así que, entonces, una parábola es una bendición para aquellos con oídos dispuestos para oír. Pero para aquellos que tienen el corazón y los oídos embotados, que son lentos para oír, una parábola es también una declaración de juicio.

¿Por qué es Jesús único?

Pregunta: "¿Por qué es Jesús único?" Respuesta:

1. Él es el único, el unigénito Hijo de Dios (Salmo 2:7, 11.12; Juan 1:14; Lucas 1:35)

2. Él es eterno. Él ha existido desde la eternidad pasada, Él existe en el presente, y Él existirá por toda la eternidad en el futuro (Juan 1:1-3, 14, 8:58).

3. Solo Jesús es El que llevó nuestros pecados, para que pudiéramos obtener el perdón y ser salvados de ellos (Isaías 53; Mateo 1:21; Juan 1:29; 1 Pedro 2:24; 1 Corintios 15:1-3).

4. Jesús es el único Camino al Padre (Juan 14:6; Hechos 4:12; 1 Timoteo 2:5); no hay otro camino para la salvación. Él es el único justo El que intercambió Su perfecta justicia por nuestro pecado (2 Corintios 5:21).

5. Solo Jesús tenía el poder sobre Su propia muerte y la habilidad para tomar Su vida de nuevo (Juan 2:19, 10:17-18). Su resurrección no fue una “espiritual” sino física (Lucas 24:39). Su resurrección de los muertos, para nunca morir de nuevo, lo distinguen como el único Hijo de Dios (Romanos 1:4).

6. Solo Jesús aceptó ser adorado como alguien igual al Padre (Juan 20:28-29; Filipenses 2:6), y de hecho, Dios el Padre declara que el Hijo debe ser honrado como se honra a Dios (Juan 5:23). Todos los demás, ya sean los discípulos de Jesús o seres angélicos, correctamente rechazan esa adoración (Hechos 10:25-26; Hechos 14:14-15; Mateo 4:10; Apocalipsis 19:10, 22:9).

7. Jesús tiene el poder de darle vida a quien Él quiera (Juan 5:21).

8. El Padre le ha encomendado todo el juicio a Jesús (Juan 5:22).

9. Jesús estuvo con el Padre e involucrado directamente en la creación y es por Su mano que todas las cosas subsisten (Juan 1:1-3; Efesios 3:9; Hebreos 1:8-10; Colosenses 1:17).

10. Es Jesús quien gobernará al mundo al final de la presente era (Hebreos 1:8; Isaías 9:6-7; Daniel 2:35, 44; Apocalipsis 19:11-16).

11. Solo Jesús nació de una virgen, habiendo sido concebido por el Espíritu Santo (Isaías 7:14; Mateo 1:20-23; Lucas 1:30-35).

12. Es Jesús quien demostró que tenía los atributos de Dios [p.ej. el poder de perdonar pecados y sanar a los enfermos (Mateo 9:1-7)]; de calmar al viento y las olas (Marcos 4:37-41; Salmo 89:8-9); de conocernos y estar perfectamente familiarizado con nosotros (Salmo 139; Juan 1:46-50; 2:23-25), de resucitar a los muertos (Juan 11; Lucas 7:12-15, 8:41-55).

13. Hay un gran número de profecías concernientes al nacimiento, vida, resurrección, persona y propósito del Mesías. Todas fueron cumplidas por Él y por ningún otro (Isaías 7:14; Miqueas 5:2; Salmo 22; Zacarías 11:12-13, 13:7; Isaías 9:6-7; Isaías 53; Salmo 16:10).

¿Cuál era el significado y propósito de las ‘tentaciones’ de Jesús?

Pregunta: "¿Cuál era el significado y propósito de las ‘tentaciones’ de Jesús?"

Respuesta:
Después de Su bautismo. Jesús “… fue llevado por el Espíritu en el desierto por cuarenta días, siendo tentado por el diablo…” (Lucas 4:1-2). Las tres tentaciones en el desierto fueron un intento por seducir la lealtad de Jesús a Dios y rendirla a Satanás. Vemos una tentación similar en Mateo 16:21-23 donde Satanás, a través de Pedro, intenta que Jesús renuncie a la cruz para la que fue destinado. Lucas 4:13 nos dice que después de las tentaciones en el desierto, Satanás “…se alejó de Él esperando un tiempo oportuno.” Lo que parece indicar que Jesús posteriormente fue tentado por Satanás, aunque los siguientes incidentes no quedaron registrados. El punto importante es que, a pesar de las varias tentaciones, Él jamás pecó.

Es claro que Dios tenía un propósito al permitir que Jesús fuera tentado en el desierto, de acuerdo a la declaración de “fue llevado por el Espíritu en el desierto”. Un propósito era asegurarnos que tenemos un Sumo Sacerdote quien es capaz de compadecerse de todas nuestras debilidades (Hebreos 4:15) porque Él fue tentado en todas las áreas, al igual que nosotros somos tentados. La naturaleza humana de nuestro Señor, le permite que Él pueda compadecerse de nuestras debilidades, porque Él también fue sometido a debilidad. “Pues en cuanto Él mismo fue tentado en el sufrimiento, es poderoso para socorrer a los que son tentados.” (Hebreos 2:18). La palabra griega traducida aquí como “tentado” significa “poner a prueba.” Así que, cuando somos puestos a prueba y atribulados por las circunstancias de la vida, podemos asegurar que Jesús comprende y se compadece como alguien que ha pasado por las mismas pruebas.

Las tentaciones de Jesús siguen tres patrones que son comunes para todos los hombres: La primera tentación tiene que ver con los deseos de la carne (Mateo 4:3-4), lo cual incluye toda clase de deseos físicos. Nuestro Señor estaba hambriento, y el diablo lo tentó a convertir las piedras en panes, pero Él respondió citando Deuteronomio 8:3. La segunda tentación fue concerniente al orgullo de la vida (Mateo 4:5-7), y aquí el diablo trató de usar un pasaje de la Escritura contra Él (Salmo 91:11-2) pero el Señor nuevamente respondió con la Escritura de manera opuesta (Deuteronomio 6:16), declarando que sería un error que Él abusara de Sus propios poderes.

La tercera tentación es respecto al deseo de los ojos (Mateo 4:8-10), y si hubiera una ruta rápida por la que el Mesías pudiera cumplir su misión evitando la pasión y crucifixión para lo que Él originalmente vino, sería ésta. El diablo ya tenía control sobre los reinos del mundo (Efesios 2:2), pero estaba listo para cederle todo a Cristo a cambio de Su lealtad. El solo pensarlo casi causa que la divina naturaleza del Señor se estremeciera, y Él contesta bruscamente, “AL SEÑOR TU DIOS ADORARÁS, Y SOLO A ÉL SERVIRÁS.” (Mateo 4:10; Deuteronomio 6:13).

Hay muchas tentaciones en las que caemos porque nuestra carne es débil por naturaleza, pero “fiel es Dios, que no permitirá que vosotros seáis tentados más allá de lo que podéis soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que podáis resistirla.” (1 Corintios 10:13). Por tanto podemos obtener la victoria y agradecerle a Dios por librarnos de la tentación. La experiencia de Jesús en el desierto, nos ayuda a ver estas tentaciones comunes que nos impiden servirle a Dios eficazmente.

Más aún, de las respuestas de Jesús a las tentaciones, aprendemos exactamente cómo debemos responder – con la Escritura. Las fuerzas del mal vienen a nosotros con miríadas de tentaciones, pero todas ellas contienen las mismas tres cosas en su esencia: la pasión de la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia de la vida (1 Juan 2:16). Solo podemos reconocer y combatir estas tentaciones, saturando nuestros corazones y nuestras mentes con la verdad. La armadura del soldado cristiano en la batalla espiritual, incluye solo una arma ofensiva, la espada del Espíritu, la cual es la Palabra de Dios (Efesios 6:17). El conocer la Biblia íntimamente pondrá la espada del espíritu en nuestras manos y nos permitirá salir victoriosos de las tentaciones.