¿Hay vida después de la muerte?

Pregunta: "¿Hay vida después de la muerte?" Respuesta:

La existencia de la vida después de la muerte es una pregunta universalmente hecha por la humanidad. Job habló por todos nosotros cuando preguntó, “El hombre nacido de mujer, corto de días y hastiado de sinsabores, sale como una flor y es cortado, y huye como la sombra y no permanece...si el hombre muriere, ¿volverá a vivir?” (Job 14:1-2, 14).

Como Job, casi todos nosotros hemos sido desafiados por esta pregunta. ¿Qué exactamente nos sucede después de morir? ¿Dejamos de existir simplemente? ¿Es la vida una puerta giratoria de la que se sale y se regresa a la tierra a fin de alcanzar la grandeza personal? ¿Van todos al mismo lugar, o vamos a diferentes lugares? ¿Hay realmente un cielo y un infierno?

La Biblia nos dice que no solamente hay vida después de la muerte, sino que hay una vida eterna tan gloriosa que “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1ª Corintios 2:9). Jesucristo, Dios encarnado, vino a la tierra para darnos este don de la vida eterna. “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5).

Jesús asumió el castigo que cada uno de nosotros merecemos, y sacrificó su vida misma. Tres días después, Él se mostró victorioso sobre la muerte al levantarse de la tumba. Permaneció sobre la tierra por cuarenta días y fue visto por miles de personas antes de ascender al cielo. Romanos 4:25 dice, “El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.”

La resurrección de Cristo fue un evento bien documentado. El Apóstol Pablo desafió a la gente a cuestionar a los testigos oculares de la validez de la resurrección, y nadie fue capaz de impugnar esta verdad. La resurrección es la piedra angular de la fe Cristiana; porque Cristo resucitó de la muerte, podemos tener fe de que también seremos resucitados.

La resurrección de Jesucristo es la prueba definitiva de la vida después de la muerte. Cristo fue solamente el primero en una gran cosecha de personas que serán resucitadas nuevamente a la vida. La muerte física vino a través de un hombre, Adán, con quien todos estamos relacionados. Pero todos los que hemos sido adoptados en la familia de Dios a través de la fe en Jesucristo, recibiremos vida nueva (1ª Corintios 15:20-22). Así como Dios levantó el cuerpo de Jesús, así nuestros cuerpos serán resucitados cuando vuelva Jesús (1ª Corintios 6:14).

Aunque eventualmente todos resucitaremos, no todos irán al cielo. En esta vida, cada persona debe tomar una decisión, y esto determinará su destino eterno. La Biblia dice que está establecido para nosotros morir una sola vez, y después de eso viene el juicio (Hebreos 9:27). Aquellos que han sido hechos justos por la fe en Cristo irán a la vida eterna en el cielo, pero los que rechazan a Cristo como su Salvador serán enviados al castigo eterno del infierno (Mateo 25:46).

El infierno, al igual que el cielo, no es solamente un estado de existencia, sino un lugar literal y muy real. Es un lugar en donde los injustos experimentarán la eterna ira de Dios sin fin. Ellos soportarán tormentos emocionales, mentales y físicos, sufriendo conscientemente de la vergüenza, remordimiento y desprecio. El infierno se describe como un abismo interminable (Lucas 8:31, Apocalipsis 9:1), y un lago de fuego, que arde con sulfuro, en donde los habitantes serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos (Apocalipsis 20:10). En el infierno, habrá el lloro y el crujir de dientes, dando inicio a pena intensa y cólera (Mateo 13:42). Este es un lugar “donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga” (Marcos 9:48).

Dios no quiere la muerte del impío, sino que se vuelva de su camino malvado para que viva (Ezequiel 33:11). Pero Dios no va a forzarnos a la sumisión. Si escogemos rechazarlo, Él acepta nuestra decisión de vivir apartados de Él eternamente. La vida sobre la tierra es una prueba – una preparación para lo que ha de venir. Para los creyentes, es la vida eterna en la presencia inmediata de Dios. Para los incrédulos, la vida después de la muerte es una eternidad en el lago de fuego.

Entonces, ¿cómo podemos recibir la vida eterna y evitar una eternidad en el lago de fuego? Hay solamente una manera – a través de la fe y confianza en Jesucristo. Jesús dijo, “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá, Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente…” (Juan 11: 25-26).

El don gratuito de la vida eterna está disponible para todos. “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36). No nos será dada la oportunidad de recibir el regalo divino de la vida eterna después de la muerte. Nuestro destino eterno es determinado durante la vida aquí en la tierra, por nuestra recepción o rechazo de Jesucristo. “He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.” (2 Corintios 6:2) Si confiamos en la muerte de Jesucristo como el pago por nuestro pecado contra Dios, se nos garantiza no solamente una vida significativa sobre la tierra, sino también vida eterna después de la muerte en la presencia gloriosa de Cristo.

Si usted desea aceptar a Jesucristo como su Salvador, aquí está una oración modelo. Recuerde, hacer esta oración o cualquier otra, no lo va a salvar. Es solamente el confiar en Cristo lo que le puede librar del pecado. Esta oración es simplemente una manera de expresar a Dios su fe en Él, y agradecerle por proveerle la salvación. “Dios, sé que he pecado contra ti y merezco castigo. Pero Jesucristo tomó el castigo que yo merecía, de manera que a través de la fe en El yo pueda ser perdonado. Me aparto de mi pecado y pongo mi confianza en Ti para la salvación. ¡Gracias por Tu maravillosa gracia y perdón – el don de la vida eterna! En el nombre de Cristo, ¡Amén!”

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¿Cómo no me voy al infierno?

Pregunta: "¿Cómo no me voy al infierno?"

Respuesta:

No ir al infierno es más fácil que tú piensas. Algunas personas creen que tienen que obedecer los Diez Mandamientos durante toda su vida para no ir al infierno. Algunas personas creen que deben observar ciertos ritos y rituales para no ir al infierno. Algunas personas creen que no hay manera de que podamos saber con seguridad si o no vamos a ir al infierno. Ninguno de estos puntos de vista es correcto. La Biblia es muy clara sobre cómo una persona puede evitar ir al infierno después de la muerte.

La Biblia describe el infierno como un lugar aterrador y horrible. El infierno se describe como "fuego eterno" (Mateo 25:41), "fuego que nunca se apagará" (Mateo 3:12), "vergüenza y confusión perpetua" (Daniel 12:2), un lugar donde "el fuego nunca se apaga" (Marcos 9:44-49), y "eterna perdición" (2 Tesalonicenses 1:9). Apocalipsis 20:10 describe el infierno como un "lago de fuego y azufre", donde los malos son "atormentados día y noche por los siglos de los siglos" (Apocalipsis 20:10). Obviamente, el infierno es un lugar que debemos evitar.

¿Por qué siquiera existe el infierno y por qué Dios envía gente allí? La Biblia nos dice que Dios "preparó" el infierno para el diablo y los ángeles caídos después de su rebelión contra Él (Mateo 25:41). Los que rechazan la oferta de perdón de Dios sufrirán el mismo destino eterno del diablo y los ángeles caídos. ¿Por qué es necesario el infierno? Todo pecado es en última instancia, en contra de Dios (Salmo 51:4), y puesto que Dios es un ser infinito y eterno, sólo un castigo infinito y eterno es suficiente. El infierno es el lugar donde las exigencias de la justicia santa y justa de Dios se llevan a cabo. El infierno es donde Dios condena el pecado y todos aquellos que lo rechazan a Él. La Biblia deja en claro que todos hemos pecado (Eclesiastés 7:20, Romanos 3:10-23), así que, como consecuencia, todos merecemos ir al infierno.

Entonces, ¿cómo no vamos a ir al infierno? Dado que sólo un castigo infinito y eterno es suficiente, un precio infinito y eterno debe ser pagado. Dios llegó a ser un ser humano en la persona de Jesucristo. En Jesucristo, Dios vivió entre nosotros, nos enseñó, y nos sanó, pero estas cosas no eran Su misión final. Dios se hizo hombre (Juan 1:1,14) para que pudiera morir por nosotros. Jesús, Dios en forma humana, murió en la cruz. Como Dios, Su muerte fue infinito y eterno en valor, pagando el precio completo por el pecado (1 Juan 2:2). Dios nos invita a recibir a Jesucristo como Salvador, aceptando su muerte como el pago completo y justo por nuestros pecados. Dios promete que todo el que cree en Jesús (Juan 3:16), confiando en Él solamente como el Salvador (Juan 14:6), será salvo, es decir, no ir al infierno.

Dios no quiere que nadie vaya al infierno (2 Pedro 3:9). Por eso Dios hizo el sacrificio supremo, perfecto, y suficiente en nuestro lugar. Si no quieres ir al infierno, recibe a Jesús como tu Salvador. Es tan simple como eso. Dile a Dios que reconoces que eres pecador y que mereces ir al infierno. Declara a Dios que estás confiando en Jesucristo como tu Salvador. Agradece a Dios por proveer para tu salvación y la liberación del infierno. ¡La simple fe, confiando en Jesucristo como el Salvador, es cómo se puede evitar ir al infierno!

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Ir al Cielo - ¿Cómo puedo garantizar mi destino eterno?

Pregunta: "Ir al Cielo - ¿Cómo puedo garantizar mi destino eterno?"

Respuesta:

Acéptalo. El día en que cada uno de nosotros pasará a la eternidad puede llegar más pronto de lo que pensamos. En preparación para ese momento, necesitamos saber esta verdad - no todos van al cielo. ¿Cómo podemos saber con seguridad que somos uno de los que pasarán la eternidad en el cielo? Hace unos 2.000 años, los apóstoles Pedro y Juan estuvieron predicando el evangelio de Jesucristo a una gran multitud en Jerusalén. Fue entonces que Pedro hizo una declaración profunda que resuena aún en nuestro mundo post-moderno: "En ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:12).

Tal como lo era en aquel entonces, hoy en día en un ambiente que dice que “todos los caminos conducen al cielo", esto no se trata de un mensaje políticamente correcto. Hay muchos que piensan que pueden tener el cielo sin tener a Jesús. Quieren las buenas promesas de la gloria, pero no quieren tener en cuenta la cruz, y mucho menos a Aquel que murió allí colgado por los pecados de todos los que creerían en él. Muchos no quieren aceptar a Jesús como el único camino y están decididos encontrar otro camino. Pero Jesús mismo nos advierte que no existe otro camino y las consecuencias de no aceptar esta verdad, son una eternidad en el infierno. Él nos ha dicho claramente que "El que cree en el Hijo tiene vida eterna, pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él" (Juan 3:36).

Algunos dirán que Dios es extremadamente estrecho de miras al proveer un solo camino al cielo. Pero, francamente, en vista del rechazo rebelde de Dios por parte de la humanidad, Su provisión de cualquier camino al cielo es extremadamente amplia y generosa. Lo que merecemos es el juicio, y en su lugar, Dios nos da la manera de escapar al enviar a su Hijo unigénito para morir por nuestros pecados. Si alguien considera que esto es estrecho o amplio, es la verdad, y los cristianos necesitan mantener el mensaje claro e incorrupto que el único camino al cielo es a través de Jesucristo.

Muchas personas han creído un evangelio diluido que acaba con el mensaje del arrepentimiento de sus pecados. Ellos quieren creer en un Dios amoroso, que no juzga a nadie, que no requiere el arrepentimiento y ningún cambio en su estilo de vida. Pueden decir cosas como: "Creo en Jesucristo, pero mi Dios no es crítico. Mi Dios nunca enviaría a una persona al infierno." Pero no podemos tener ambas cosas. Si profesamos ser cristianos, debemos reconocer a Cristo por la persona que Él se dijo ser - el único camino al cielo. Negar eso es negar a Jesús Mismo, porque fue Él quien declaró: "Yo soy el camino, y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí" (Juan 14:6).

La pregunta sigue siendo: ¿quién entrará en el reino de Dios? ¿Cómo puedo garantizar mi destino eterno? La respuesta a estas preguntas se ve claramente en la distinción establecida entre los que tengan vida eterna y los que no la tengan. "El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida" (1 Juan 5:12). Aquellos que creen en Cristo, que han aceptado su sacrificio como pago por sus pecados, y que le siguen en obediencia, pasarán la eternidad en el cielo. Los que lo rechazan no lo harán. "El que en él cree no es condenado, pero el que no cree ya ha sido condenado porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios " (Juan 3:18).

Tan impresionante como será el cielo para los que eligen a Jesucristo como Salvador, el infierno será mucho más terrible para los que lo rechazan. Nuestro mensaje a los perdidos sería entregado con más urgencia si entendiéramos lo que la santidad y la justicia de Dios harán a aquellos que han rechazado la amplia provisión del perdón en su Hijo, Jesucristo. Uno no puede leer la Biblia en serio, sin verla una y otra vez - la línea se traza. La Biblia es muy clara que hay un solo camino al cielo - a través de Jesucristo. Él nos ha dado esta advertencia: "Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan"(Mateo 7:13-14).

Hay un solo camino al cielo y los que siguen este camino son garantizados llegar allí. Pero no todos están siguiendo ese camino. ¿Y tú?

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¿Qué sucede después de la muerte?

Pregunta: "¿Qué sucede después de la muerte?"

Respuesta:

La pregunta acerca de lo que sucede después de la muerte puede ser confusa. La Biblia no es explícitamente clara acerca de cuándo una persona va a alcanzar su destino eterno definitivo. La Biblia nos dice que después de la muerte, una persona es llevada al cielo o al infierno basado en si él o ella han recibido a Cristo como su Salvador. Para los creyentes, después de la muerte significa estar ausente del cuerpo y presente con el Señor (2ª Corintios 5:6-8; Filipenses 1:23). Para los no creyentes, después de la muerte significa castigo eterno en el infierno (Lucas 16:22-23).

Es difícil entender lo que sucede después de la muerte. Apocalipsis 20:11-15 describe a todos aquellos en el infierno, siendo arrojados al lago de fuego. Apocalipsis los capítulos 21-22 describe un Nuevo Cielo y una Nueva Tierra. Por tanto, parece que hasta la resurrección final, después de la muerte una persona reside en un cielo e infierno “temporales”. El destino eterno de una persona no va a cambiar, pero la “localización” precisa del destino eterno de una persona va a cambiar. En algún punto después de la muerte, los creyentes van a ser enviados al Nuevo Cielo y Nueva Tierra (Apocalipsis 21:1). En algún punto después de la muerte, los no creyentes van a ser arrojados al lago de fuego (Apocalipsis 20:11-15). Estos son los destinos eternos finales de toda la gente – basados totalmente en si una persona ha confiado sólo en Jesucristo para la salvación de sus pecados.

¿Es real el infierno? ¿Es eterno el infierno?

Pregunta: "¿Es real el infierno? ¿Es eterno el infierno?" Respuesta:

¿Es real el infierno? Los estudios muestran que más del 90% de la gente en el mundo cree en un “cielo”, mientras que menos del 50% cree en un “infierno eterno”. De acuerdo con la Biblia, ¡el infierno es definitivamente una realidad! El castigo de los malvados en el infierno es tan eterno como la bienaventuranza de los justos en el cielo. El castigo para los muertos impíos en el infierno es descrito a través de la Escritura como el “fuego eterno” (Mateo 25:41), “el fuego que nunca se apaga” (Mateo 3:12), “vergüenza y confusión perpetua” (Daniel 12:2), un lugar donde “el gusano de ellos no muere y el fuego nunca se apaga” (Marcos 9:44-49), un lugar de “tormentos” y “llamas” (Lucas 16:23,24), “eterna perdición” (2 Tesalonicenses 1:9), un lugar de tormento con “fuego y azufre” donde “el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 14:10,11), y un “lago de fuego y azufre” donde los impíos “serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 20:10). Jesús mismo indica que el castigo mismo en el infierno es eterno – no solamente el humo y las llamas (Mateo 25:46).

Los impíos estarán eternamente sujetos a la furia y la ira de Dios en el infierno. Ellos sufrirán conscientemente vergüenza y desprecio, y los ataques de una conciencia acusadora – junto con la ira encendida de una deidad ofendida – por toda la eternidad. Aún aquellos que estén en el infierno reconocerán la perfecta justicia de Dios (Salmo 76:10). Aquellos que estén en el infierno real sabrán que su castigo es justo y que sólo ellos son culpables (Deuteronomio 32:3-5). Sí, el infierno es real. Sí el infierno es un lugar de tormento y castigo que durará eternamente ¡por los siglos de los siglos! Alabemos a Dios, que a través de Jesucristo, podemos escapar de este destino eterno (Juan 3:16,18,36).

¿Qué son los Nuevo Cielos y la Nueva Tierra?

Pregunta: "¿Qué son los Nuevo Cielos y la Nueva Tierra?" Respuesta:

Mucha gente tiene un concepto erróneo de lo que es realmente el Cielo. Apocalipsis capítulos 21-22 nos dan una detallada descripción de los Nuevos Cielos y la Nueva Tierra. Después del final de los tiempos, los cielos y la tierra actuales, serán deshechos y reemplazados con Nuevos Cielos y Nueva Tierra. La morada eterna de los creyentes será en la Nueva Tierra. La Nueva Tierra es el “Cielo” en el cual pasaremos la eternidad. Es en la Nueva Tierra donde residirá la Nueva Jerusalén, la ciudad celestial. Es en la Nueva Tierra donde estarán las puertas de perla y las calles de oro.

El Cielo – La Nueva Tierra – es un lugar físico en el cual moraremos con cuerpos físicos glorificados (ver 1 Corintios 15:35-58). El concepto de que el Cielo está “en las nubes” es antibíblico. El concepto de que seremos “espíritus flotando alrededor del Cielo” también es antibíblico. El Cielo que experimentarán los creyentes será un nuevo y perfecto planeta en el cual viviremos. La Nueva Tierra estará libre de pecado, maldad, enfermedad, sufrimiento y muerte. Será muy parecida a la Tierra actual, o quizá aún una re-creación de nuestro actual planeta – pero por supuesto sin pecado.

¿Qué hay acerca de los Nuevos Cielos? Es importante recordar que en la mente antigua, “los cielos” se referían al cielo del espacio exterior, así como al lugar donde habita Dios. Así que, cuando Apocalipsis se refiere a los Nuevos Cielos, está indicando más bien el universo que será creado, una Nueva Tierra, Nuevos Cielos, un nuevo espacio exterior. Parece como si el “Cielo” de Dios también será re-creado, para dar a todas las cosas en el universo un “nuevo comienzo” ya sea físico o espiritual. ¿Tendremos acceso a los Nuevos Cielos en la eternidad? Posiblemente... ¡pero tendremos que esperar para averiguarlo! ¡Dejemos que la Palabra de Dios se forma a nuestro entendimiento del Cielo!

¿Qué es el Tribunal de Cristo?

Pregunta: "¿Qué es el Tribunal de Cristo?" Respuesta:

Romanos 14:10-12 dice, “... Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo..... De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.” 2 Corintios 5:10 nos dice, “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.” En el contexto de ambas Escrituras, está claro que se refieren a cristianos, no incrédulos. El Tribunal de Cristo no determina la salvación; esa fue determinada por el sacrificio de Cristo a nuestro favor (1 Juan 2:2), y nuestra fe en Él (Juan 3:16). Todos nuestros pecados están perdonados y nunca seremos condenados por ellos (Romanos 8:1). No debemos mirar el Tribunal de Cristo como el juicio de Dios a nuestros pecados, sino más bien como la recompensa de Dios por nuestras vidas. Sí, como dicen las Escrituras, tendremos que dar cuenta de nuestras vidas. Parte de esto seguramente será responder por los pecados que cometimos. Sin embargo, ese no va a ser el principal enfoque en el Tribunal de Cristo.

En el Tribunal de Cristo, los creyentes son recompensados en base a cuán fielmente sirvieron a Cristo (1 Corintios 9:24-27; 2 Timoteo 2:5). Las cosas por las que creo que seremos juzgados serán; qué tan bien obedecimos a la Gran Comisión (Mateo 28:18-20), qué tan victoriosos fuimos sobre el pecado (Romanos 6:1-4), qué tanto controlamos nuestra lengua (Santiago 3:1-9), etc. La Biblia habla de creyentes recibiendo coronas por diferentes cosas, basadas en cuán fielmente sirvieron a Cristo (1 Corintios 9:24-27; 2 Timoteo 2:5). Las diferentes coronas son descritas en 2 Timoteo 2:5; 2 Timoteo 4:8; Santiago 1:12; 1 Pedro 5:4 y Apocalipsis 2:10. Santiago 1:12 es un buen resumen de cómo debemos pensar acerca del Tribunal de Cristo, “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.”

¿Qué es el Juicio del Gran Trono Blanco?

Pregunta: "¿Qué es el Juicio del Gran Trono Blanco?" Respuesta:

El Juicio del Gran Trono Blanco se encuentra en Apocalipsis 20:11-15 y es el juicio final antes de que los perdidos sean echados al lago de fuego (el lugar del castigo eterno, comúnmente conocido como infierno). Sabemos por Apocalipsis 20:7-15 que este juicio tendrá lugar después del milenio y después de que Satanás, la bestia, y el falso profeta sean lanzados al lago de fuego (Apocalipsis 20:7-10). Los libros que son abiertos (Apocalipsis 20:12) contienen registros de las acciones de todos, tanto si son buenas como malas, porque Dios conoce cada cosa que se ha dicho, hecho, o aún pensado; y Él recompensará o castigará a cada uno, de acuerdo a ello (Salmo 28:4; Salmo 62:12; Romanos 2:6; Apocalipsis 2:23; Apocalipsis 18:6; Apocalipsis 22:12).

Al mismo tiempo también se abrirá otro libro que es el “libro de la vida” (Apocalipsis 20:12). Es este el libro que determina si una persona heredará la vida eterna con Dios, o recibirá el castigo eterno en el lago de fuego. Aunque los cristianos son tenidos como responsables de sus actos, ellos son perdonados en Cristo y sus nombres fueron escritos en el “libro de la vida desde la fundación del mundo” (Apocalipsis 17:8). También sabemos por la Escritura que es en este juicio donde Jesús juzgará a “los muertos de acuerdo a sus obras” (Apocalipsis 20:12) y que todos aquellos “cuyos nombres no se encuentren inscritos en el libro de la vida” serán echados al lago de fuego (Apocalipsis 20:15).

El hecho de que habrá un juicio final para todos los hombres, tanto creyentes como no creyentes, es claramente confirmado en muchos pasajes de la Escritura. Cada persona comparecerá un día ante Cristo para ser juzgada por sus obras. Mientras que está muy claro que el Juicio del Gran Trono Blanco es el juicio final de Cristo, los cristianos no están de acuerdo en cómo se relaciona a otros juicios mencionados en la Biblia, y en cuanto a quiénes exactamente serán juzgados en el Juicio del Gran Trono Blanco.

Muchos cristianos creen que las Escrituras revelan tres diferentes juicios por venir. El primero es el juicio de las “ovejas y los cabritos”, o el “juicio de las naciones” como es visto en Mateo 25:31-36. Ellos creen que tendrá lugar después del período de la Tribulación, pero antes del Milenio y que éste es para determinar quien entrará en el reino milenial. El segundo es el juicio de las obras de los creyentes, frecuentemente referido como el “tribunal (bema) de Cristo” (2 Corintios 5:10), tiempo durante el cual, los cristianos recibirán grados de recompensa por sus obras o servicio a Dios. El tercero es el juicio del “Gran Trono Blanco” al final del milenio (Apocalipsis 20:11-15), que es el juicio de los incrédulos en el cual ellos serán juzgados de acuerdo a sus obras y sentenciados al castigo eterno en el lago de fuego.

Otros cristianos creen que todos estos tres juicios, como se ve en Mateo 25:31-36; 2 Corintios 5:10 y Apocalipsis 20:11-15, hablan del mismo juicio final, no de tres juicios separados. En otras palabras, aquellos que sostienen esta opinión, creen que el juicio del “Gran Trono Blanco” en Apocalipsis 20:11-15 será el tiempo para que los creyentes e incrédulos sean igualmente juzgados. Aquellos cuyos nombres se encuentren en el “libro de la vida” serán juzgados por sus obras, para determinar las recompensas o pérdida de recompensas que ellos obtendrán; y aquellos cuyos nombres no se encuentren en el “libro de la vida” serán juzgados de acuerdo a sus obras para determinar el grado de castigo que recibirán en el lago de fuego. Aquellos que sostienen esta opinión, creen que Mateo 25:31-46 es otra descripción de lo que tendrá lugar en el juicio del “Gran Trono Blanco” en Apocalipsis 20:11-15. Las “ovejas” (creyentes) entrarán a la vida eterna, mientras que los “cabritos” (incrédulos) serán lanzados al “castigo eterno” (Mateo 25:46).

Cualquiera que sea la opinión que tenga uno sobre el juicio del “Gran Trono Blanco”, es importante nunca perder de vista tres hechos importantes concernientes al juicio o juicios venideros. (1) Que Jesucristo será el Juez. (2) Que los incrédulos serán juzgados por Cristo, y que ellos serán castigados de acuerdo a sus obras. La Biblia es muy clara en que el incrédulo está acumulando “ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios.” (Romanos 2:5), y que Dios “pagará a cada uno conforme a sus obras” (Romanos 2:6). (3) Que los creyentes también serán juzgados por Cristo, pero puesto que la justicia de Cristo les ha sido imputada a ellos, y sus nombres están escritos en el “libro de la vida”, ellos serán recompensados de acuerdo a las obras que ellos hicieron. Romanos 14:10-12 es muy claro en cuanto a que “todos compareceremos ante el tribunal de Cristo” y que “cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.”

Sin duda alguna, la Biblia es muy clara en que todos, tanto creyentes como incrédulos, estaremos algún día ante Cristo para ser juzgados. Pero la buena noticia para los creyentes es que nuestro juicio no determinará si somos lanzados al lago de fuego, porque eso ya fue establecido una vez que creímos al Evangelio y nos convertimos en “hijos de Dios”. Aquellos que son verdaderamente salvos, han sido beneficiados con el gran intercambio en el cual nuestros pecados son acreditados a Cristo y Su justicia es imputada a nosotros. Así que, aunque nuestra salvación está asegurada en Cristo, aún así “cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.” (Romanos 14:12), y deberemos esforzarnos para hacer todas las cosas para la gloria de Dios. (1 Corintios 10:31).

¿Puede la gente que está en el cielo mirar hacia abajo y vernos a quienes aún estamos en la tierra?

Pregunta: "¿Puede la gente que está en el cielo mirar hacia abajo y vernos a quienes aún estamos en la tierra?" Respuesta:

Hebreos 12:1 dice, “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos...” Algunos entienden que la gran “nube de testigos” es gente que nos mira desde el cielo, pero esa no es la interpretación correcta. El capítulo 11 de Hebreos menciona muchos creyentes a quienes Dios elogia por su fe. Estas personas son la “nube de testigos”. Ellos son “testigos” no en el sentido de que nos estén mirando, sino más bien en que ellos han dejado un ejemplo para nosotros... ellos son testigos para Cristo, y Dios, y la verdad. Hebreos 12:1 continúa, “... despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.”

La Biblia no dice específicamente si la gente puede mirarnos a quienes aún estamos en la tierra. Es muy probable que no. ¿Por qué? Primero, algunas veces serían testigos de nuestros pecados. Segundo, a veces podrían ver cosas que les cause aflicción. Tercero, la gente en el cielo está tan ocupada alabando a Dios y gozando de las glorias del cielo, que realmente no tendrán interés en lo que está sucediendo aquí en la tierra. El solo hecho de que en el cielo ya están libres del pecado y en la presencia de Dios, es suficiente para que ellos estén felices. Mientras que es posible que Dios permita que la gente mire desde el cielo a sus seres amados, la Biblia no nos da razones para creer que esto suceda.

¿Podremos ver y conocer a nuestros amigos y familiares en el Cielo?

Pregunta: "¿Podremos ver y conocer a nuestros amigos y familiares en el Cielo?" Respuesta:

Mucha gente dice que la primer cosa que quieren hacer cuando lleguen al Cielo es ver a todos sus amigos y seres queridos que han muerto antes que ellos. No creo que este sea el caso. Sí, yo creo que podremos ver, conocer y pasar tiempo con nuestros amigos y familiares en el Cielo. En la eternidad, habrá mucho tiempo para eso. Sin embargo, no creo que éste vaya a ser nuestro enfoque primario en el Cielo. Creo que estaremos más ocupados adorando a Dios y gozando de las maravillas del Cielo, que preocupados por reunirnos de inmediato con nuestros seres queridos.

¿Qué es lo que dice la Biblia acerca de si podremos ver y conocer a nuestros seres amados en el Cielo? Cuando el pequeño hijo de David murió como resultado de su pecado con Betsabé, y después de un tiempo de duelo, David declaró: “Mas ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo hacerle volver? Yo voy a él, mas él no volverá a mí.” (2 Samuel 12:23). David asumió que él podría reconocer a su hijo en el Cielo, a pesar del hecho de que murió siendo un bebé. La Biblia declara que cuando lleguemos al Cielo, “...seremos semejantes a Él; porque le veremos tal como Él es.” (1 Juan 3:2). 1 Corintios 15:42-44 describe nuestros cuerpos resucitados: “Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual.”

Al igual que nuestros cuerpos terrenales fueron como el del primer hombre Adán (1 Corintios 15:47a), así también nuestros cuerpos resucitados serán como el de Cristo (1 Corintios 15:47b). “Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial”. “Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.” (1 Corintios 15:49, 53). Así que si Jesús fue reconocible en Su cuerpo resucitado, no veo razón por la que los nuestros sean diferentes. Poder ver a nuestros seres queridos es uno de los aspectos gloriosos del Cielo – pero el Cielo es mucho más acerca de Dios, y mucho menos acerca de nuestros deseos. Qué placer será estar reunidos con nuestros seres amados, y adorar a Dios con ellos por toda la eternidad.

¿Qué dice la Biblia acerca del sueño del alma?

Pregunta: "¿Qué dice la Biblia acerca del sueño del alma?" Respuesta:

El concepto del “sueño del alma” no es una doctrina bíblica. Cuando la Biblia dice que una persona está “dormida” en relación a la muerte (Lucas 8:52; 1 Corintios 15:6), no significa literalmente que “duerme.” El sueño es sólo una manera de describir la muerte, porque un cuerpo muerto da la apariencia de estar dormido. La Biblia nos dice que en el instante que morimos, somos llevados al cielo o al infierno, dependiendo de si hemos puesto nuestra fe en Cristo para la salvación. Para los creyentes, el estar ausentes del cuerpo es estar presentes con el Señor (2 Corintios 5:6-8; Filipenses 1:23). Para los no creyentes, la muerte significa el castigo eterno en el infierno (Lucas 16:22-23). Al momento en que morimos, enfrentamos el juicio de Dios (Hebreos 9:27). Sin embargo, hasta que suceda la resurrección, hay un cielo “Paraíso” (Lucas 23:43; 2 Corintios 12:4), y un infierno “Hades” temporales (Apocalipsis 1:18; 20:13,14).

En cierto sentido, el cuerpo de una persona está “dormido” mientras su alma está en el Paraíso o en el Hades. Este cuerpo es entonces “despertado” y transformado en un cuerpo eterno que poseerá la persona por la eternidad. Estos cuerpos eternos son los que poseeremos para toda la eternidad, ya sea que estemos en el cielo o el infierno. Aquellos que estuvieren en el Paraíso, serán enviados a los nuevos cielos y nueva tierra (Apocalipsis 21:1). Aquellos que estuvieren en el Hades, serán echados al lago de fuego (Apocalipsis 20:11-15). Estos son los destinos finales y eternos para toda la gente, basados enteramente en si esa persona confió en Jesucristo solamente para la salvación de sus pecados.

Los defensores actuales del sueño del alma, incluyen a la iglesia de los Adventistas del Séptimo Día, a los Testigos de Jehová, a los Cristadelfianos, y otros.

¿El Cielo es real?

Pregunta: "¿El Cielo es real?" Respuesta:

Ciertamente el cielo es un lugar real. La Biblia nos dice que el cielo es el Trono de Dios (Isaías 66:1; Hechos 7:48-49; Mateo 5:34-35). Después que Jesús resucitó y se apareció en la tierra a Sus discípulos, “…fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios.” (Marcos 16:19; Hechos 7:55-56). “Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios.” (Hebreos 9:24). Jesús no sólo entró por nosotros como precursor, sino que Él vive y tiene un ministerio actual en el cielo, sirviendo como nuestro sumo sacerdote en el verdadero tabernáculo hecho por Dios (Hebreos 6:19-20, 8:1-2).

También Jesús mismo nos dijo que hay muchas moradas en la casa de Dios y que Él ha ido antes que nosotros para prepararnos un lugar. Tenemos la seguridad de Su palabra, de que un día Él regresará a la tierra, y nos llevará donde Él está en el cielo (Juan 14:1-4). Nuestra creencia en un hogar eterno en el cielo, está basada en una promesa explícita de Jesús. El cielo es definitivamente un lugar real. El cielo existe de verdad.

Cuando la gente niega la existencia del cielo, no sólo niegan la palabra escrita de Dios, sino que también niegan los anhelos más profundos de sus propios corazones. Pablo se dirige a los corintios respecto a este mismo tema, animándolos para asirse a la esperanza del cielo, a fin que no se desanimen: “Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial; pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos. Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.” (2 Corintios 5:1-4). Él los exhorta a poner su mirada más allá, en su hogar eterno en el cielo, una perspectiva que les permitiría soportar las pruebas y desilusiones en esta vida. “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” (2 Corintios 4:17-18).

Así como Dios puso en el corazón de los hombres el conocimiento de que Él existe (Romanos 1:19-20), también los “programó” para desear el cielo. Es el tema de incontables libros, música y obras de arte. Desafortunadamente, nuestro pecado ha bloqueado el camino al cielo. Puesto que el cielo es la morada de un Dios santo y perfecto, no hay lugar ahí para el pecado, ni puede ser tolerado. Afortunadamente, Dios ha provisto para nosotros la llave que abre las puertas del cielo – Jesucristo. Todos los que creen en Él y buscan el perdón de sus pecados, encontrarán las puertas del cielo abiertas para ellos de par en par. “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que Él nos abrió a través del velo, esto es, de Su carne, y teniendo un gran Sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.” (Hebreos 10:19-20).

¿Cómo el cielo?

Pregunta: "¿Cómo el cielo?" Respuesta:

El cielo es un lugar real descrito en la Biblia. La palabra cielo se encuentra 276 veces solo en el Nuevo Testamento. La Escritura habla de tres cielos. El apóstol Pablo fue “arrebatado al tercer cielo,” pero se le prohibió revelar lo que allí experimentó (2 Corintios 12:1-9).

Si existe un tercer cielo, también debe haber otros dos cielos. El primero es frecuentemente referido en el Antiguo Testamento como el “cielo o firmamento,” el cual aparece como un arco que se extiende sobre nuestra tierra. El segundo cielo es el espacio interestelar, que es la residencia de los seres sobrenaturales angélicos y cuerpos celestes (Génesis 1:14-18).

El tercer cielo, cuya localización no se revela, es la residencia del Dios Trino. El plan de Dios es llenar el cielo con creyentes en Jesucristo. No en vano la palabra cielo es asociada con la vida eterna. Jesús prometió preparar un lugar para los verdaderos cristianos en el cielo (Juan 14:2). El cielo también es el destino de los santos del Antiguo Testamento, quienes murieron confiando en la promesa de Dios del Redentor (Efesios 4:8). Cualquiera que cree en Cristo, no perecerá, sino que tendrá vida eterna (Juan 3:16).

El apóstol Juan fue privilegiado al ver e informar sobre la ciudad celestial (Apocalipsis 21:10-27). Juan atestiguó que el cielo posee la “gloria de Dios” (Apocalipsis 21:11). Esta es la gloria Shekinah o la presencia de Dios. Al no haber noche en el cielo y ser el Señor Mismo su luz, el sol y la luna ya no serán necesarios (Apocalipsis 22:5).

La ciudad está llena de brillantes y costosas piedras preciosas y de jaspe claro como el cristal. La ciudad también tiene 12 puertas (Apocalipsis 21:12) y 12 cimientos (Apocalipsis 21:14). El paraíso del Jardín del Edén será restaurado, el río de agua de vida fluirá libremente, y el árbol de la vida será nuevamente accesible, dando cada mes su fruto, y cuyas hojas serán para la “sanidad de las naciones” (Apocalipsis 22:1-2). Aunque Juan fue elocuente en su descripción del cielo, la realidad del cielo está más allá de la habilidad del hombre finito para describirlo (1 Corintios 2:9). Y sin embargo es más real que esta tierra, la cual desaparecerá.

El cielo es un lugar de “no más.” Y ya no habrá más llanto, no más clamor, y no más dolor (Apocalipsis 21:4). Ya no habrá más separación porque la muerte será conquistada (Apocalipsis 20:6). Lo mejor acerca del cielo es la presencia de nuestro Señor y Salvador. Estaremos cara a cara con el Cordero de Dios, Quien nos amó y se sacrificó a Sí mismo, para que pudiéramos disfrutar de Su presencia por la eternidad.

¿Cómo es una eternidad en el infierno, un castigo justo por el pecado?

Pregunta: "¿Cómo es una eternidad en el infierno, un castigo justo por el pecado?" Respuesta:

Este es un tema que molesta a mucha gente, y parece surgir de un entendimiento incompleto de tres cosas: la naturaleza de Dios, la naturaleza del hombre, y la naturaleza del pecado. Como seres humanos caídos y pecadores, la naturaleza de Dios es un concepto difícil de comprender para nosotros. Tendemos a ver a Dios como un Ser amable y misericordioso, cuyo amor por nosotros nulifica y ensombrece todos Sus demás atributos. Desde luego que Dios es amoroso, bondadoso y misericordioso, pero Él es primero y antes que nada un Dios santo y justo. De hecho, es tan santo, que Él no puede tolerar el pecado. Él es un Dios cuya ira arde contra el impío y aquellos que lo desobedecen (Isaías 5:25; Oseas 8:5; Zacarías 10:3). El no sólo es un Dios amoroso; ¡Él es el amor mismo! Pero la Biblia también nos dice que Él aborrece cualquier forma de pecado (Proverbios 6:16-19). Y aunque Él es misericordioso, tiene límites para Su misericordia. “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.” (Isaías 55:6-7)

El hombre, en su estado no regenerado, está corrompido por el pecado, y ese pecado está siempre dirigido contra Dios. Cuando David pecó al cometer adulterio con Betsabé y haber dado muerte a Urías, él respondió en oración algo interesante: “Contra ti, contra Ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de Tus ojos…” (Salmos 51:4). Puesto que David había pecado contra Betsabé y Urías, ¿cómo clamó haber pecado solo contra Dios? David entendió que todo pecado es a última instancia contra Dios. Dios es un Ser eterno e infinito (Salmos 90:2). Como resultado, todo pecado requiere un castigo eterno. La santidad, perfección y carácter infinito de Dios, ha sido ofendido por nuestro pecado, y aunque ante nuestras mentes finitas nuestro pecado está limitado en el tiempo, para Dios –quien no está sujeto al tiempo – el pecado que Él odia, es permanente. Nuestro pecado está continuamente ante Él y debe ser castigado de continuo, a fin de satisfacer Su justicia santa.

Nadie entiende mejor esto, que alguien que esté en el infierno. Un ejemplo perfecto es la historia del hombre rico y el mendigo llamado Lázaro. Ambos murieron, y el hombre rico fue al infierno, mientras que Lázaro fue al paraíso (llamado el seno de Abraham en Lucas 16). Desde luego el hombre rico estaba consciente de que sus pecados fueron cometidos únicamente durante el lapso de su vida. Pero es interesante que él nunca dice: “¿Cómo vine a estar aquí?” Esa pregunta nunca es hecha en el infierno. Tampoco dice, “¿Realmente merezco esto?” “¿No creen que esto sea demasiado?” Él nunca dice nada de eso. Sólo pide que alguien vaya con sus hermanos quienes aún viven, para advertirles que no vayan allí.

Al igual que el hombre rico, cada pecador tiene una total comprensión de su desgracia en el infierno, una completa y total información, y una sensible conciencia la cual se convierte en su propio atormentador. Esta es la experiencia de tortura en el infierno – un alma totalmente consciente de su pecado con una implacable conciencia acusadora, martillándole sin un momento de reposo. La culpa de ese pecador, le produce vergüenza, un odio y aborrecimiento eterno de sí mismo. El hombre rico sabía que el castigo eterno por una vida de pecados, es justificado y merecido. Eso es por lo que nunca protestó o cuestionó el encontrarse en el infierno.

Las realidades de la condenación eterna, el infierno eterno, el castigo eterno, son así de atemorizantes y justas. Pero esto es por el bien del pecador, el que pueda estar verdaderamente aterrorizado. Aunque esto pueda sonar desagradable (y lo es), hay buenas noticias. Dios nos ama (Juan 3:16) y quiere salvarnos del infierno (2 Pedro 3:9). Pero por ser también un Dios santo y justo, Él no puede permitir que nuestro pecado quede sin castigo. Alguien tiene que pagar por él. En Su gran misericordia y amor, Dios proveyó Su propio pago por nuestro pecado. Él envió a Su Hijo Jesucristo para pagar el castigo por nuestros pecados, al morir en la cruz por nosotros. La muerte de Jesús fue una muerte infinita porque Él es el infinito Dios/hombre, que pagó nuestra deuda de pecado infinita, para que no tengamos que pagar en el infierno por una eternidad (2 Corintios 5:21). Si confesamos nuestros pecados, le pedimos perdón a Dios, y ponemos nuestra fe en Cristo, podemos ser salvados, perdonados, limpiados y tener la promesa de un hogar eterno en el cielo. Dios nos amó tanto que Él proveyó el medio para nuestra salvación, pero si rechazamos Su regalo de vida eterna, enfrentaremos las consecuencias eternas de esa decisión.

¿Hay diferentes niveles en el cielo?

Pregunta: "¿Hay diferentes niveles en el cielo?"

Respuesta:
Lo más cercano a la descripción de la existencia de diferentes niveles en el cielo se encuentra en 2 Corintios 12:2, “Conozco a un hombre en Cristo que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo.” Algunos interpretan esto como un indicador de que hay tres diferentes niveles en el cielo, divididos en un nivel para los “cristianos super-dedicados” o cristianos que han obtenido un alto grado de espiritualidad, un nivel para cristianos “ordinarios”, y un nivel para cristianos quienes no sirvieron fielmente a Dios. Esta opinión no tiene bases en la Escritura.

Pablo no está diciendo que hay tres cielos o aún tres niveles del cielo. En muchas culturas antiguas, la gente usaba el término “cielo” para describir tres diferentes “esferas” – el cielo que vemos a simple vista, el espacio exterior, y el cielo espiritual. Aunque los términos no son específicamente bíblicos, estos son conocidos comúnmente como los cielos terrestres, celestes y celestiales. Pablo estaba diciendo que Dios lo llevó a los cielos “celestiales”, como la esfera en la cual mora Dios. El concepto de tres diferentes niveles de cielo, puede haber procedido en parte de La Divina Comedia de Dante, en la cual él describe que tanto el cielo como el infierno, tienen nueve diferentes niveles. Sin embargo, La Divina Comedia es una obra de ficción. La idea de los diferentes niveles del cielo es ajena a la Escritura.

Sin embargo, la Escritura sí habla de diferentes recompensas en el cielo. Jesús dijo respecto a las recompensas: “He aquí Yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.” (Apocalipsis 22:12). Jesús dijo que Él vendría repentinamente, y cuando Él venga, traerá con Él las recompensas que dará a los hombres sobre la base de lo que hayan hecho. Ahora, esto nos muestra que habrá un tiempo en el que se recompensará a los creyentes. En 2 Timoteo 4:7-8, leemos las palabras de Pablo, al concluir su ministerio: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman Su venida.” A la llegada de Jesús por Su iglesia, le seguirá de inmediato el momento de las recompensas. Dejamos este mundo, nos encontramos con Jesucristo en el aire, vamos a la casa del Padre y llegará el momento de las recompensas.

Sólo aquellas obras que permanezcan a través del fuego refinador, tienen valor eterno, y serán dignas de recompensa. Aquellas obras valiosas son descritas como “oro, plata, y piedras preciosas” (1 Corintios 3:12) y son aquellas cosas que son construidas sobre el fundamento de la fe en Cristo. Las obras que no obtendrán recompensa son llamadas “madera, heno y hojarasca” en el mismo pasaje, y denota no obras malas, sino actividades vacías sin valor eterno. Las recompensas serán distribuidas en el “tribunal de Cristo,” un lugar donde las vidas de los creyentes serán evaluadas únicamente para el propósito de las recompensas. El “tribunal” de los creyentes nunca se refiere al castigo por los pecados. Jesucristo fue castigado por nuestro pecado, cuando Él murió en la cruz, y Dios dijo acerca de nosotros: “Porque seré propicio a sus injusticias y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades.” (Hebreos 8:12). ¡Qué glorioso pensamiento! El cristiano nunca debe temer el castigo, sino buscar las coronas y recompensas que podamos colocar a los pies de nuestro Salvador.

¿Hay diferentes grados de castigo en el infierno?

Pregunta: "¿Hay diferentes grados de castigo en el infierno?" Respuesta:

La idea de que hay diferentes niveles de castigo en el infierno, probablemente se deriva de La Divina Comedia escrita por Dante Alighieri entre 1308 y 1321 d.C., y es generalmente considerado el poema épico central de la literatura italiana. En él, el poeta romano Virgilio guía a Dante a través de nueve círculos del infierno. Los círculos son concéntricos, representando un gradual incremento de la maldad y culminando en el centro de la tierra, donde Satanás es mantenido en esclavitud. En cada círculo, los pecadores son castigados de una manera acorde a sus crímenes. Cada pecador es afligido por toda la eternidad por el pecado principal que haya cometido. La gente que pecó, pero rezó por el perdón antes de sus muertes, se encuentra en el purgatorio, donde trabajan para ser librados de sus pecados, y no en el infierno. De acuerdo con Dante, los círculos van desde el primero, donde se encuentran los no bautizados y los paganos virtuosos, al centro mismo del infierno que está reservado para aquellos que han cometido el máximo pecado – la traición contra Dios.

Aunque no lo dice específicamente de esa manera, la Biblia pareciera indicar que pueden haber diferentes niveles de castigo en el infierno. En Apocalipsis 20:11-15, la gente es juzgada “…por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.” (Apocalipsis 20:12) Sin embargo, en este juicio, toda la gente es echada en el lago de fuego (Apocalipsis 20:13-15). Así que, tal vez, el propósito del juicio es determinar qué tan severo será el castigo en el infierno. Cualquiera que sea el caso, el ser arrojado en una porción del lago de fuego un poco menos caliente, no es consuelo para aquellos que aún son condenados por la eternidad.

Cualquier grado de castigo que contenga el infierno, es claro que este es un lugar que se debe evitar. Desafortunadamente la Biblia asegura que la mayoría de la gente terminará en el infierno y no en el cielo. “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” (Mateo 7:13-14). Lo que uno debe preguntarse es, “¿en qué camino estoy?” Los “muchos” que están en el camino espacioso tienen una cosa en común – ellos han rechazado a Cristo como el único camino al cielo. Jesús dijo, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por Mí.” (Juan 14:6). Si Él dijo que Él era el único camino, eso es exactamente lo que quiso decir. Cualquiera que sigue cualquier otro “camino” aparte de Jesucristo, está en el espacioso camino a la destrucción, y ya sea que haya o no diferentes niveles de castigo en el infierno, el sufrimiento es espantoso, terrible, eterno y evitable.