¿Qué dice la Biblia acerca del aborto?



Pregunta: "¿Qué dice la Biblia acerca del aborto?"

Respuesta:
La Biblia nunca menciona específicamente el problema del aborto. Sin embargo, hay numerosas enseñanzas en la Escritura que hacen totalmente claro la visión de Dios sobre el aborto. Jeremías 1:5 nos dice que Dios nos conoce antes de formarnos en el vientre materno. El Salmo 139:13-16 nos habla del papel activo de Dios en nuestra creación y formación en la matriz. Éxodo 21:22-25 prescribe el mismo castigo para alguien que cause la muerte de un bebé en el útero que para alguien que cometa un asesinato. Esto indica claramente que Dios considera a un bebé en la matriz del mismo modo que lo hace con un ser humano plenamente desarrollado como adulto. Para el cristiano, el aborto no es un asunto de elección de los derechos de la mujer. Es un asunto de la vida o la muerte de un ser humano hecho a la imagen de Dios. (Génesis 1:26-27; 9:6).

El primer argumento que se levanta siempre contra la posición cristiana sobre el aborto es, “¿Qué sucede en los casos de violación y/o incesto?” Tan horrendo como sería el quedar embarazada como resultado de una violación y/o incesto, ¿es el hacer asesinar a un bebé la respuesta? Dos errores no hacen un acierto. El niño que llega a ser el resultado de violación y/o incesto puede ser dado en adopción a una amorosa familia que no haya podido tener hijos propios – o el niño puede ser criado por su madre. Nuevamente, el bebé no debe ser castigado por los actos malvados de su padre.

El segundo argumento que usualmente se levanta contra la posición cristiana sobre el aborto es, “¿Y qué sucede cuando la vida de la madre está en riesgo?” Honestamente, esta es la pregunta más difícil de responder en el tema del aborto. Primero, recordemos que esta situación es la razón tras menos de una décima del uno por ciento de los abortos hechos en el mundo actual. Hay muchísimas más mujeres que tienen abortos porque no quieren “arruinar sus cuerpos” que mujeres que tienen un aborto para salvar sus propias vidas. Segundo, recordemos que Dios es un Dios de milagros. Él puede preservar la vida de una madre y su bebé, a pesar de que todos los pronósticos médicos estén en su contra. Aunque finalmente, esta pregunta solo puede ser decidida entre el esposo, la esposa y Dios. Cualquier pareja que enfrente esta extremadamente difícil situación deberá orar al Señor por sabiduría (Santiago 1:5) para saber lo que Él quiere que hagan.

En el 99% de los abortos ejecutados en el mundo actual, la razón es “control natal retroactivo.” Una mujer y/o su pareja deciden que no quieren al bebe que han concebido. Así que deciden terminar la vida de su hijo, en vez de enfrentarse con la responsabilidad. Esta es una maldad extrema. Aún en el 1% de las situaciones más difíciles, el aborto nunca debe ser la primera opción. La vida de un ser humano en la matriz vale cualquier esfuerzo que le permita llegar al término de su proceso de nacimiento.

Para aquellos responsables de un aborto – el pecado del aborto no es menos perdonable que cualquier otro pecado. A través de la fe en Jesucristo, cualquier y todos los pecados pueden ser perdonados (Juan 3:16; Romanos 8:1; Colosenses 1:14). Una mujer que ha tenido un aborto, o un hombre que ha animado al aborto, o aún un doctor que ha ejecutado uno – todos pueden ser perdonados por la fe en Cristo Jesús.




¿Qué dice la Biblia acerca del aborto?

¿Cuál es el punto de vista Cristiano acerca del suicidio?



Pregunta: "¿Cuál es el punto de vista Cristiano acerca del suicidio?"

Respuesta:
De acuerdo con la Biblia, el que una persona cometa suicidio no es lo que determina su entrada al cielo. Una persona no salva que comete suicidio, no ha hecho más que “facilitar” su trayecto al lago de fuego. Sin embargo, la persona que cometió suicidio, a la larga irá al infierno por rechazar la salvación a través de Cristo, y no por cometer suicidio. La Biblia menciona cuatro personas específicas que cometieron suicidio: Saúl (1ª Samuel 31:4), Ahitofel (2ª Samuel 17:23), Zimri (1ª Reyes 16:18), y Judas (Mateo 27:5). Ellos fueron hombres crueles, malvados, pecadores. La Biblia ve al suicidio igual que al asesinato – eso es lo que es – asesinarse uno mismo. Dios es quien va a decidir cuándo y cómo va a morir una persona. De acuerdo con la Biblia, tomar ese poder en sus propias manos, es blasfemia contra Dios.

¿Qué dice la Biblia acerca de un cristiano que comete suicidio? Yo no creo que un cristiano que comete suicidio pierda la salvación y vaya al infierno. La Biblia enseña que desde el momento en que una persona cree en Cristo verdaderamente, está eternamente segura (Juan 3:16). De acuerdo con la Biblia, los cristianos pueden saber que poseen vida eterna, más allá de cualquier duda, sin importar lo que suceda. “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios” (1ª Juan 5:13). ¡Nada puede separar a un cristiano del amor de Dios! “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:38-39). Si “ninguna cosa creada” puede separar del amor de Dios a un cristiano, y si incluso un cristiano que comete suicidio es una “cosa creada”, entonces ni siquiera el suicidio puede separarlo del amor de Dios. Jesús murió por todos nuestros pecados…y si un verdadero cristiano atraviesa un tiempo de ataque espiritual y debilidad, y comete suicidio – ese sería un pecado por el cual murió Jesús.

Esto no significa que el suicidio no sea un pecado serio contra Dios. De acuerdo con la Biblia, el suicidio es asesinato; este siempre está mal. Yo tendría serias dudas acerca de la autenticidad de la fe de cualquiera que clama ser cristiano y sin embargo comete suicidio. No hay circunstancia que pueda justificar a alguien, especialmente a un cristiano, que se quite la vida. Los cristianos son llamados a vivir sus vidas para Dios – la decisión de cuándo morir es de Dios y solamente de Dios. Tal vez una buena forma de ilustrar el suicidio para un cristiano, sería tomar una breve explicación del libro de Ester. En Persia, tenían una ley en la que cualquiera que venía delante del rey sin ser invitado, podía ser ejecutado, a menos que el rey extendiera su cetro hacia la persona – indicando misericordia. El suicidio para un cristiano era forzar su camino para ver al rey en lugar de esperar que lo convoque. Aunque el rey le apuntaría con su cetro, para de manera compasiva concederle vida eterna, eso no significa que el rey estuviera feliz con la persona. Si bien esto no describe el suicidio, el versículo bíblico de 1ª Corintios 3:15, es probablemente una buena descripción de lo que le sucede a un cristiano que comete suicidio: “El mismo será salvo, pero como quien pasa por el fuego.”




¿Cuál es el punto de vista Cristiano acerca del suicidio?

¿Qué dice la Biblia acerca del diezmo cristiano?



Pregunta: "¿Qué dice la Biblia acerca del diezmo cristiano?"

Respuesta:
Diezmar es un asunto con el que muchos cristianos luchan. En muchas iglesias ponen demasiado énfasis en diezmar. Al mismo tiempo, muchos cristianos rehúsan someterse a la exhortación bíblica tocante a ofrendar al Señor. Diezmar / ofrendar intenta ser un gozo, una bendición. Tristemente, casi nunca es ese el caso en la iglesia de hoy.

Diezmar es un concepto del Antiguo Testamento. El diezmo era un requisito de la ley en la cual todos los Israelitas ofrendaban al tabernáculo / templo el 10% de todo lo que ganaban y hacían crecer (Levítico 27:30; Números 18:26; Deuteronomio 14:23; 2ª Crónicas 31:5). Algunos toman al diezmo del Antiguo Testamento como un método de imposición de tributos para suplir las necesidades de los sacerdotes y los Levitas del sistema Mosaico. El Nuevo Testamento en ninguna parte ordena, o aún recomienda que los cristianos se sometan a un sistema legalista de diezmar. Pablo declara que los creyentes deberían apartar una porción de sus ingresos a fin de dar soporte a la iglesia (1 Corintios 16:1-2).

El Nuevo Testamento en ningún lugar señala un cierto porcentaje de ingreso que se deba apartar, solamente dice que ponga aparte algo “según haya prosperado” (1ª Corintios 16:2). La iglesia cristiana básicamente ha tomado la figura del 10% del diezmo del Antiguo Testamento, y la ha aplicado como un “mínimo recomendado” para los cristianos en su ofrendar.

Sin embargo, los cristianos no deberían sentirse obligados a diezmar siempre. Deben dar de acuerdo a su capacidad, “según hayan prosperado”. Algunas veces eso significa dar más que un diezmo, otras veces puede significar dar menos. Todo depende de los recursos del cristiano y de las necesidades de la iglesia. Cada cristiano debería orar diligentemente y buscar la sabiduría de Dios acerca de participar en el diezmo y de cuánto debería ofrendar (Santiago 1:5). “Cada uno de como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre” (2 Corintios 9:7).




¿Qué dice la Biblia acerca del diezmo cristiano?

¿Qué dice la Biblia acerca de la depresión? ¿Cómo puede un cristiano vencer la depresión?



Pregunta: "¿Qué dice la Biblia acerca de la depresión? ¿Cómo puede un cristiano vencer la depresión?"

Respuesta:
La depresión es un padecimiento que se ha propagado grandemente afectando a millones de personas, tanto a cristianos como a no cristianos. Quienes sufren de depresión pueden experimentar intensos sentimientos de tristeza, ira, desesperanza, fatiga y una variedad de otros síntomas. Pueden empezar a sentirse inútiles y aún pensar en el suicidio, perdiendo interés en cosas y personas con las que antes disfrutaban. Con frecuencia la depresión es disparada por las circunstancias de la vida, tales como la pérdida del trabajo, la muerte de un ser querido, el divorcio o problemas psicológicos como el abuso o la baja autoestima.

La Biblia nos dice que estemos llenos de gozo y alabanza (Filipenses 4:4; Romanos 15:11), así que aparentemente Dios propone que vivamos vidas con gozo. Esto no es fácil para alguien que atraviesa por una situación depresiva, pero ésta puede mejorar a través de los dones de Dios en la oración, estudios bíblicos y su aplicación, grupos de soporte, grupos en casas, compañerismo con otros creyentes, confesión, perdón y consejería. Debemos hacer un esfuerzo consciente para no estar absortos en nosotros mismos, sino más bien dirigir nuestros esfuerzos al exterior. Los sentimientos de depresión con frecuencia pueden resolverse cuando el que sufre quita la atención de sí mismo y la pone en Cristo y los demás.

La depresión clínica es una condición física que debe ser diagnosticada por un médico especialista. No es causada por circunstancias desafortunadas de la vida, ni los síntomas pueden ser aliviados por voluntad propia. Contrariamente a lo que algunos creen en la comunidad cristiana, la depresión clínica no siempre es causada por el pecado. En ocasiones la depresión puede ser un desorden que necesita ser tratado con medicamentos y/o consejería. Desde luego, Dios es capaz de curar cualquier enfermedad o desorden; sin embargo, en algunos casos, el consultar a un doctor por una depresión, no es diferente al acudir a un médico por una herida.

Hay algunas cosas que pueden hacer quienes sufren de depresión, para aliviar su ansiedad. Deben asegurarse de estar firmes en la Palabra, aún cuando no sientan deseos de hacerlo. Las emociones pueden confundirnos, pero la Palabra de Dios permanece firme e inmutable. Debemos mantener firme también nuestra fe en Dios, y acercarnos aún más a Él cuando pasemos por tribulaciones y tentaciones. La Biblia nos dice que Dios nunca permitirá en nuestras vidas, aquellas tentaciones que estén más allá de nuestra capacidad para manejarlas (1 Corintios 10:13). Aunque el estar deprimido no es pecado, el cristiano sí es responsable de la manera cómo responda a la aflicción, incluyendo el obtener la ayuda profesional que necesite. “Así que, ofrezcamos siempre a Dios por medio de Él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesen su nombre” (Hebreos 13:15).




¿Qué dice la Biblia acerca de la depresión? ¿Cómo puede un cristiano vencer la depresión?

¿Qué dice la Biblia acerca de cómo administrar tus finanzas?



Pregunta: "¿Qué dice la Biblia acerca de cómo administrar tus finanzas?"

Respuesta:
La Biblia tiene mucho que decir acerca del manejo de las finanzas. En lo concerniente a préstamos, ver Proverbios 6:1; 20:16; 22:7, 26-27 (“El rico se enseñorea de los pobres, y el que toma prestado es siervo del que presta… No seas de aquellos que se comprometen, ni de los que salen por fiadores de deudas. Si no tuvieras para pagar, ¿Por qué han de quitar tu cama de debajo de ti?”). Respecto al soborno, ver Proverbios 17:8; 18:16; 21:14; 28:21; 17:23 (“El impío toma soborno del seno, para pervertir las sendas de la justicia.”). Sobre las riquezas, ver Proverbios 10:15; 11:4; 18:11; 23:5; 28:20 (“El hombre de verdad tendrá muchas bendiciones, mas el que se apresura a enriquecerse no será sin culpa.”)

Respecto a la holgazanería y las finanzas, ver Proverbios 6:6-11 (“Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos y se sabio; la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor. Prepara en el verano su comida y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco de sueño, un poco de dormitar, y cruzar por un poco las manos para reposo; así vendrá tu necesidad como caminante, y tu pobreza como hombre armado.”) En lo concerniente a la futilidad de las riquezas, ver Eclesiastés 5:8-16. (5:10 dice: “El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad.”) Otro texto es 1 Timoteo 6:6-11. Respecto al dar, ver Lucas 6:38; 2 Corintios 9:6-15 (versos 6-7, “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.”)

En lo referente a su administración, ver Lucas 16:1-13 (el verso 11, “Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?”) Ver también Santiago 1:17. Así mismo somos responsables de proveer para los de nuestra propia casa. 1 Timoteo 5:8 dice, “...porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.”

En resumen, ¿qué es lo que la Biblia dice acerca del manejo del dinero? La respuesta puede ser sintetizada en una sola palabra – sabiduría. Debemos ser sabios con nuestro dinero. Debemos ahorrar dinero, pero no atesorarlo. Podemos gastar el dinero, pero con discreción y control. Debemos regresarlo al Señor, gozosa y sacrificialmente. Debemos usar nuestro dinero para ayudar a otros, pero con discernimiento y la guía del Espíritu de Dios. No es malo ser rico, pero sí es malo el amar el dinero. No es malo el ser pobre, pero sí lo es el gastar el dinero en cosas triviales. El mensaje consistente de la Biblia sobre el manejo del dinero, es el ser sabios.




¿Qué dice la Biblia acerca de cómo administrar tus finanzas?

¿Qué dice la Biblia acerca de la guerra?



Pregunta: "¿Qué dice la Biblia acerca de la guerra?"

Respuesta:
Mucha gente comete el error de creer que la Biblia dice, “No matarás”, y busca aplicar este mandamiento a la guerra. Sin embargo, lo que en verdad dice la Biblia es “No cometerás asesinato.” (Éxodo 20:13). La palabra hebrea literalmente significa “la muerte intencional y premeditada de otra persona con malicia.” Con frecuencia Dios ordenaba a los israelitas ir a la guerra contra otras naciones (1 Samuel 15:3; Josué 4:13). Dios ordenó la pena de muerte para numerosos crímenes (Éxodo 21:12; 21:15; 22:19; Levítico 20:11). Así que, Dios no está contra el matar en todas las circunstancias, sino más bien el asesinar. La guerra nunca es algo bueno, pero algunas veces es algo necesario. En un mundo lleno de gente pecadora (Romanos 3:10-18), la guerra es inevitable. Algunas veces la única manera de evitar que la gente pecadora haga un gran daño es yendo a la guerra contra ellos.

¡La guerra es algo terrible! La guerra es siempre el resultado del pecado (Romanos 3:10-18). En el Antiguo Testamento, Dios ordenó a los israelitas: “Haz la venganza de los hijos de Israel contra los madianitas…” (Números 31:2). Ver también en Deuteronomio 20:16-17, “Pero de las ciudades de estos pueblos que Jehová tu Dios te da por herencia, ninguna persona dejarás con vida, sino que los destruirás completamente; al heteo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo, como Jehová tu Dios te ha mandado.” En Éxodo 17:16 leemos, “ y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación.” También en 1 Samuel 15:18, “…Ve, destruye a los pecadores de Amalec, y hazles guerra hasta que los acabes.” Así que, obviamente Dios no está contra todas las guerras. Jesús está siempre en perfecto acuerdo con el Padre (Juan 10:30), así que no podemos argüir que la guerra era la voluntad de Dios solo en el Antiguo Testamento. Dios no cambia (Malaquías 3:6; Santiago 1:17).

La Segunda Venida de Cristo es también extremadamente violenta. Apocalipsis 19:11-21 proclama, “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino Él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es; EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y Él las regirá con vara de hierro; y Él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre, REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES. Y vi a un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo; Venid, y congregaos a la gran cena de Dios, para que comáis carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos, pequeños y grandes. Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre.”

Es un error decir que Dios nunca apoya una guerra. Jesús no es un pacifista. En un mundo lleno de gente impía, algunas veces es necesaria una guerra para prevenir un daño aún mayor. Si Hitler no hubiera sido vencido en la II Guerra Mundial, ¿cuántos millones más de judíos hubieran sido exterminados? Si la Guerra Civil en Estados Unidos no se hubiera peleado, ¿por cuánto tiempo más los afro-americanos hubieran tenido que sufrir como esclavos? Todos debemos recordar el basar nuestras creencias en la Biblia, no en nuestras emociones (2 Timoteo 3:16-17).

Eclesiastés 3:8 declara que hay, “tiempo de amar y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.” En un mundo dominado por el pecado, el odio y la maldad (Romanos 3:10-18), la guerra es inevitable. Algunas guerras son más “justas” que otras, pero todas las guerras son a última instancia el resultado del pecado. Los cristianos no deben desear la guerra, pero tampoco deben oponerse al gobierno que Dios colocó en autoridad sobre ellos (Romanos 13:10-18; 1 Pedro 2:17). La cosa más importante que podemos hacer en un tiempo de guerra es orar por la buena sabiduría de nuestros líderes, orar por la seguridad de nuestros ejércitos, orar por una rápida solución al conflicto y orar por un mínimo de muertes – de ambos lados del conflicto (Filipenses 4:6-7).




¿Qué dice la Biblia acerca de la guerra?

¿Qué dice la Biblia acerca de la pena de muerte / pena capital?



Pregunta: "¿Qué dice la Biblia acerca de la pena de muerte / pena capital?"

Respuesta:
La ley en el Antiguo Testamento ordenaba la pena de muerte para varios actos: asesinato (Éxodo 21:12), secuestro (Éxodo 21:16); bestialidad (Éxodo 22:19); adulterio (Levítico 20:10); homosexualidad (Levítico 20:13); ser un falso profeta (Deuteronomio 13:5); prostitución y violación (Deuteronomio 22:4) y muchos otros crímenes. Sin embargo, con frecuencia Dios mostraba misericordia cuando la pena de muerte debía ejecutarse. David cometió adulterio y asesinato, sin embargo Dios no le quitó la vida por ello (2 Samuel 11:1-5, 14-17; 2 Samuel 12:13). A última instancia, todos y cada uno de los pecados que cometemos merecen la pena de muerte (Romanos 6:23). Gracias a Dios, Él mostró Su amor por nosotros al no condenarnos (Romanos 5:8).

Cuando los fariseos llevaron a la mujer sorprendida en adulterio ante Jesús y le preguntaron si debía ser apedreada, Jesús respondió, “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.” (Juan 8:7) Esto no debe ser utilizado para indicar que Jesús rechazaba la pena capital en todos los casos. Jesús simplemente estaba exponiendo la hipocresía de los fariseos. Los fariseos planeaban sorprender a Jesús, rompiendo la ley del Antiguo Testamento… realmente a ellos no les importaba que la mujer fuera apedreada (¿Dónde estuvo el hombre que fue sorprendido en adulterio?) Fue Dios El que instituyó la pena capital: “El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada, porque a imagen de Dios es hecho el hombre.” (Génesis 9:6) Jesús apoyaba la pena capital en algunos casos, pero también mostró Su gracia cuando esta sentencia estaba por ejecutarse (Juan 8:1-11). El apóstol Pablo definitivamente reconoció el poder del gobierno para instituir la pena capital cuando era necesario (Romanos 13:1-5).

Así que, básicamente, regresamos donde empezamos. Sí, Dios permite el castigo de la pena capital. Pero al mismo tiempo, Dios no siempre demanda la pena de muerte cuando es merecida. Entonces, ¿cuál debe ser la posición de los cristianos sobre la pena de muerte? Primeramente, debemos recordar que Dios instituyó la pena capital en Su Palabra; por lo tanto, sería presuntuoso pensar que nosotros podemos instituir un estándar más alto que el de Dios o ser más compasivos que Él. Dios tiene un estándar infinitamente más alto que cualquier ser, puesto que Él es perfecto. Este estándar no solo se aplica a nosotros, sino a Él Mismo. Por lo tanto, Él ama hasta un grado infinito, y Él tiene misericordia hasta un grado infinito. Nosotros también vemos que Él tiene una ira santa en grado infinito, y que todo es mantenido dentro de un perfecto balance.

En segundo lugar, debemos reconocer que Dios le ha concedido al gobierno, la autoridad para determinar cuándo es meritoria la pena capital (Génesis 9:6; Romanos 13:1-7). Es anti bíblico clamar que Dios se opone a la pena de muerte en todas las instancias. Los cristianos nunca deben alegrarse cuando la pena de muerte es ejercida, pero al mismo tiempo no deben pelear contra el derecho del gobierno de ejecutarla sobre los perpetradores de los crímenes más viles.




¿Qué dice la Biblia acerca de la pena de muerte / pena capital?

¿Qué dice la Biblia acerca de la sanidad? ¿Hay sanidad en la expiación de Cristo?



Pregunta: "¿Qué dice la Biblia acerca de la sanidad? ¿Hay sanidad en la expiación de Cristo?"

Respuesta:
Isaías 53:5, que es citado nuevamente en 1 Pedro 2:24, es el verso clave sobre la sanidad que con frecuencia es mal entendido y mal aplicado. “Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” (Isaías 53:5). La palabra traducida como “curados” puede referirse tanto a la sanidad espiritual o física. Sin embargo, en el contexto de Isaías 53 y 1 Pedro 2, hace ver claramente que se refiere a la sanidad espiritual. 1 Pedro 2:24 dice, “quien llevó Él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.” Claramente este verso está hablando sobre el pecado y la justicia, no sobre enfermos y enfermedades. Por lo tanto, el ser “sanados” se refiere a ser perdonados y salvados, no sanados físicamente.

La Biblia no vincula específicamente la sanidad física con la espiritual. Con frecuencia la gente es sanada físicamente cuando pone su fe en Cristo—pero no siempre es así. Algunas veces es la voluntad de Dios el sanar, y otras veces no lo es. El apóstol Juan nos da una perspectiva apropiada: “Y esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que Él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.” (1 Juan 5:14-15). Dios aún realiza milagros. Dios aún sana a la gente. La enfermedad, el dolor y muerte son aún realidades en este mundo. A menos que el Señor regrese en los próximos 50 años o algo así, casi todos los que vivimos hoy moriremos, y esto le sucederá a la mayoría de nosotros (incluyendo los cristianos) - moriremos como resultado de un problema físico (afecciones, enfermedades, heridas). No siempre es la voluntad de Dios el sanarnos físicamente.

Finalmente, en el Cielo nos espera una absoluta salud física. Allá ya no habrá más dolor, padecimientos, enfermedades, sufrimientos o muerte (Apocalipsis capítulo 21). Todos necesitamos estar menos preocupados por nuestra condición física en este mundo y estarlo un poquito más con nuestra condición espiritual (Romanos 12:1-2). Entonces, podremos enfocar nuestros corazones en el cielo donde ya no tendremos que batallar mas con problemas físicos. Apocalipsis 21:4 dice, “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.”




¿Qué dice la Biblia acerca de la sanidad? ¿Hay sanidad en la expiación de Cristo?

¿Que dice la Biblia acerca de los alimentos que debemos comer? ¿Hay alimentos que un cristiano debiera evitar?



Pregunta: "¿Que dice la Biblia acerca de los alimentos que debemos comer? ¿Hay alimentos que un cristiano debiera evitar?"

Respuesta:
Levítico capítulo 11 enlista las restricciones dietéticas que Dios le dio a la nación de Israel. Las leyes dietéticas incluían prohibiciones de comer cerdo, mariscos, casi todos los insectos y otros varios animales. Las reglas dietéticas nunca tuvieron la intención de ser aplicadas a nadie más que Israel. Más tarde, Jesús declaró limpios todos los alimentos (Marcos 7:19). Dios le dio una visión al apóstol Pedro en la cual Él le declaró concerniente a los antes declarados animales impuros, “Lo que Dios limpió, no lo llames tú común.” (Hechos 10:15). Cuando Jesús murió en la cruz, Él puso fin a la ley del Antiguo Testamento (Romanos 10:4; Gálatas 3:24-26; Efesios 2:15). Esto incluye las leyes concernientes a los alimentos limpios e impuros.

Romanos 14:1-23 nos enseña que no todos son lo suficientemente maduros en su fe para aceptar el hecho de que todos los alimentos son limpios. Como resultado, si estamos con alguien que pudiera ofenderse por nuestra comida “impura” – deberemos ceder nuestro derecho de hacerlo, para no ofender a la otra persona. Tenemos el derecho de comer cualquier cosa que deseemos, pero no el de ofender a otras personas, aún si están equivocadas. Sin embargo, los cristianos de esta época, somos libres de comer cualquier cosa que deseemos en tanto no causemos que alguien tropiece en su fe.

En el Nuevo Pacto de gracia, la Biblia está más interesada en la cantidad que comemos que en lo que comemos. Los apetitos físicos son una analogía de nuestra habilidad de autocontrol. Si no somos capaces de controlar nuestros hábitos alimenticios, probablemente tampoco seamos capaces de controlar otros hábitos como aquellos de la mente (lujuria, avaricia, odio e ira injustificada) e incapaces de frenar nuestra boca del chisme o la disensión. No debemos permitir que nuestros apetitos nos controlen; antes bien, debemos ejercer el control sobre ellos. Ver Deuteronomio 21:20; Proverbios 23:2; 2 Pedro 1:5-7; 2 Timoteo 3:1-9; 2 Corintios 10:5.




¿Que dice la Biblia acerca de los alimentos que debemos comer? ¿Hay alimentos que un cristiano debiera evitar?

¿Por qué debería un cristiano considerar la autoestima?



Pregunta: "¿Por qué debería un cristiano considerar la autoestima?"

Respuesta:
Muchos definen la autoestima como sentimientos de valía basados en sus habilidades, logros, estatus, recursos financieros, o apariencia. Esta clase de autoestima puede conducir a que la persona se sienta independiente, orgullosa, e indulgente en la auto-idolatría, la cual embota nuestro deseo por Dios. Santiago 4:6 nos dice que “. . . Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.” Si sólo confiamos en nuestros logros terrenales, inevitablemente nos quedaremos con una sensación de mérito basado en el orgullo. Jesús nos dijo, “Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.” (Lucas 17:10).

Esto no significa que los cristianos deban tener una baja autoestima. Sólo significa que nuestro sentido de ser una buena persona, no debe depender de lo que hacemos, sino de quiénes somos en Cristo. Necesitamos humillarnos a nosotros mismos ante Dios, y Él nos honrará. El Salmo 16:2 nos recuerda, “Tú eres mi Señor; no hay para mí bien fuera de ti.” Los cristianos alcanzan valía y autoestima, teniendo una correcta relación con Dios. Podemos saber que somos valiosos, por el alto precio que Dios pagó por nosotros, a través de la sangre de Su Hijo, Jesucristo.

La Biblia nos dice que Dios nos dio el valor cuando nos compró para que fuésemos Su propio pueblo (Efesios 1:14). Por esto, solo Él es digno de honor y alabanza. Cuando tenemos una sana autoestima, nos valoraremos lo suficiente como para no involucrarnos en la esclavitud del pecado. En vez de ello, debemos conducirnos con humildad, pensando en los demás como superiores a nosotros mismos (Filipenses 2:3). Romanos 12:3 nos advierte, “…a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.”




¿Por qué debería un cristiano considerar la autoestima?

¿Qué dice la Biblia acerca del chisme?



Pregunta: "¿Qué dice la Biblia acerca del chisme?"

Respuesta:
La palabra hebrea traducida como “chismoso” en el Antiguo Testamento es definida como alguien que revela secretos que suceden a su alrededor como un chismoso o traficante de chismorreos. Este es alguien que le saca secretos a la gente, acerca de ellos mismos y de sus familias, y luego va repitiéndolos de casa en casa, ocasionando gran perjuicio para aquellos cuyos secretos le fueron confiados, así como para aquellos a quienes se los cuenta, y también para sí mismo. El chisme se distingue de compartir información por su intención. El traficante de chismorreos tiene como su meta edificarse a sí mismo por medio de hacer ver mal a los demás y por exaltar su gran conocimiento de los demás.

En el libro de Romanos, Pablo revela la naturaleza pecaminosa y la anarquía de la raza humana, declarando cómo Dios derramó Su ira sobre aquellos que rechazaron Sus leyes. Por haberse alejado de la instrucción y la guía de Dios, Él los entregó a sus mentes reprobadas. “…llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.” (Romanos 1:29b-32). Podemos apreciar en este pasaje, que tan serio es el pecado del chisme y que caracteriza a aquellos que están bajo la ira de Dios.

Otro grupo que era y que es comúnmente conocido por consentir en este comportamiento pecaminoso son las viudas. Timoteo previene a las viudas en contra del entretenido hábito del chisme y de estar ociosas. “incurriendo así en condenación, por haber quebrantado su primera fe. Y también aprenden a ser ociosas, andando de casa en casa; y no solamente ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran.” (1 Timoteo 5:12-13). En razón de que las mujeres tienden a pasar mucho tiempo en las casas unas de otras, o trabajando muy estrechamente con otras mujeres, involucrándose en las vidas de mucha gente, ellas escuchan y observan una variedad de conversaciones o situaciones, las cuales tienen el potencial de llegar a distorsionarse, si lo que ellas ven no es mantenido en privado. Timoteo dice que las viudas caen en el hábito de andar de casa en casa, buscando algo para ocupar su ociosidad. Las manos ociosas son el taller del diablo, y Dios advierte contra permitir que ese pecado entre a nuestras vidas. “El que anda en chismes descubre el secreto. No te entremetas, pues, con el suelto de lengua.” (Proverbios 20:19).

Ciertamente no solo las mujeres son las únicas que son encontradas culpables de este pecado. Cualquiera puede involucrarse en el acto del chisme, simplemente con repetir algo que escuchó en confianza. El libro de Proverbios tiene una larga lista de versos que cubren los peligros del chisme y la potencial herida que resulta cuando no se toma el cuidado de pensar en los demás y en cómo pueden ellos reaccionar si es revelado algo que hayan querido mantener en privado. “El que carece de entendimiento menosprecia a su prójimo; mas el hombre prudente calla.” (Proverbios 11:12-13)

La Biblia nos dice que “El hombre perverso levanta contienda, y el chismoso aparta a los mejores amigos.” (Proverbios 16:28). Muchas amistades han sido arruinadas por un malentendido que comenzó con un chisme. Aquellos que se involucran en este comportamiento no hacen sino provocar dificultades y causar ira y amargura, sin mencionar las heridas entre amigos. Tristemente, algunas personas se benefician con esto y buscan oportunidades para destruir a otros. Y cuando tales personas son confrontadas, niegan las acusaciones y responden con excusas y racionalismos. En vez de admitir su error, culpan a alguien o a algo más, o intentan hacerlo sonar como si el pecado que cometieron no fuera tan malo. “La boca del necio es quebrantamiento para sí, y sus labios son lazos para su alma. Las palabras del chismoso son como bocados suaves, y penetran hasta las entrañas.” (Proverbios 18:7-8).

“El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias.” (Proverbios 21:23) Así que debemos guardar nuestras lenguas y refrenarnos del acto pecaminoso del chisme. Si rendimos nuestros deseos naturales al Señor, Él nos ayudará a mantenernos rectos. Dios recompensa al justo y al recto, así que todos debemos luchar para permanecer como tales.




¿Qué dice la Biblia acerca del chisme?

¿Qué dice la Biblia acerca del orgullo?



Pregunta: "¿Qué dice la Biblia acerca del orgullo?"

Respuesta:
Existe una diferencia entre la clase de orgullo que Dios odia (Proverbios 8:13) y la clase de orgullo que sentimos acerca de un trabajo bien realizado. La clase de orgullo que procede de la auto-justificación es pecado y Dios la aborrece porque es un obstáculo para buscarle a Él. El Salmo 10:4 explica que los orgullosos están tan llenos de sí mismos que sus pensamientos están lejos de Dios. “El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios; no hay Dios en ninguno de sus pensamientos.” Esta clase de orgullo altanero, es lo opuesto al espíritu de humildad que Dios busca: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.” (Mateo 5:3). Los “pobres de espíritu” son aquellos que reconocen su total bancarrota espiritual y su inhabilidad para venir a Dios aparte de Su divina gracia. Los orgullosos, por otra parte, están tan cegados por su soberbia, que piensan que no tienen necesidad de Dios o aún peor, que Dios debe aceptarlos como son, porque ellos merecen ser aceptados.

A través de toda la Escritura, se nos habla acerca de las consecuencias del orgullo. Proverbios 16:18-19 nos dice que, “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu. Mejor es humillar el espíritu con los humildes, que repartir despojos con los soberbios.” Satanás fue echado del cielo por su orgullo (Isaías 14:12-15). Él tuvo la egoísta audacia de intentar reemplazar a Dios Mismo como el legítimo gobernante del universo. Pero Satanás será lanzado al abismo del infierno en el juicio final de Dios. Para aquellos que se levantan desafiantes contra Dios, no les espera nada más que el desastre, “Porque yo me levantaré contra ellos, dice Jehová de los ejércitos, y raeré de Babilonia el nombre y el remanente, hijo y nieto, dice Jehová.” (Isaías 14:22).

El orgullo ha impedido que mucha gente acepte a Jesucristo como su Salvador personal. El rehusar admitir el pecado y reconocer que en nuestras propias fuerzas no podemos hacer nada para heredar la vida eterna, ha sido una piedra de tropiezo para la gente soberbia. No debemos gloriarnos de nosotros mismos, pero si queremos glorificar algo, entonces debemos proclamar las glorias de Dios. Lo que decimos de nosotros mismos, no significa nada en la obra de Dios. Es lo que Dios dice acerca de nosotros, lo que hace la diferencia (2 Corintios 10:13).

¿Por qué es el orgullo un pecado tan grande? El orgullo es darnos el crédito a nosotros mismos por algo que Dios ha hecho. El orgullo toma la gloria que solo le corresponde a Dios y nos la da a nosotros mismos. El orgullo es en esencia una auto-adoración. Cualquier cosa que hubiéramos hecho en este mundo, no habría sido posible si Dios no nos hubiera permitido realizarla. Eso es por lo que le damos la gloria a Dios – porque solo Él la merece.




¿Qué dice la Biblia acerca del orgullo?

¿Qué dice la Biblia acerca del temor?



Pregunta: "¿Qué dice la Biblia acerca del temor?"

Respuesta:
La Biblia tiene mucho que decir acerca del temor. De hecho menciona dos tipos específicos de temor. El primer tipo es beneficioso y debe ser fomentado. El segundo tipo es un detrimento y no sólo debe ser disuadido sino conquistado. El primer tipo de temor es el temor del Señor. Este tipo de temor no es necesariamente miedo que signifique estar temeroso de algo. Más bien es una impresionante reverencia por Dios; una reverencia por Su poder y gloria. Sin embargo, también es un apropiado respeto por Su ira y enojo. En otras palabras, es un reconocimiento de todo lo que es Dios, lo cual viene a través de conocerlo a Él y todos Sus atributos.

El temor del Señor conlleva muchas bendiciones y beneficios. El Salmo 111:10 dice, “El principio de la sabiduría es el temor de JEHOVÁ; buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos. Su loor permanece para siempre.” Y Proverbios 1:7 declara, “El principio de la sabiduría es el temor de JEHOVÁ; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.” Por lo que podemos ver que tanto la sabiduría como el conocimiento comienzan con el temor del Señor.

Más aún, en Proverbios 19:23 dice, “El temor de JEHOVÁ es para vida, y con él vivirá lleno de reposo el hombre; no será visitado del mal.” Y de nuevo en Proverbios 14:27 dice, “El temor de JEHOVÁ es manantial de vida, para apartarse de los lazos de la muerte.” Y Proverbios 14:26 declara, “En el temor de JEHOVÁ está la fuerte confianza, y esperanza tendrán sus hijos.” En estos versos vemos que el temor del Señor proporciona vida, seguridad para tus hijos, protección del mal, confianza y satisfacción.

Por todo esto, se puede ver que el temor del Señor debe ser fomentado. Sin embargo, el segundo tipo de temor mencionado en la Biblia no es beneficioso y debe ser no sólo disuadido, sino derrotado. Este es el “espíritu de cobardía” mencionado en 2 Timoteo 1:7 donde dice, “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder de amor y de dominio propio.” Así que podemos ver desde el principio que este “espíritu de temor” no viene de Dios.

Sin embargo, algunas veces estamos temerosos; algunas veces este “espíritu de temor” nos vence, y para vencer este temor necesitamos confiar en y amar a Dios totalmente. Primera de Juan 4:18 nos dice, “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.” Sin embargo, nadie es perfecto, y Dios lo sabe. Así que Él ha esparcido generosamente ánimo contra el temor a través de la Biblia.

Comenzando desde el libro del Génesis y continuando a través de toda la Biblia hasta el libro de Apocalipsis, Dios nos dice “No temas.”

Por ejemplo, Isaías 41:10 nos anima “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” Y de nuevo en Daniel 10:12, el ángel del Señor anima a Daniel: “Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido.” Y en el Nuevo Testamento, Jesús dice, “Así que no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos.” (Mateo 10:31). Tan solo estos pocos versos, cubren muchos diferentes tipos de temor. Dios nos dice que no temamos estar solos, o estar demasiado débiles, o no ser escuchados, y no temer por nuestras necesidades físicas. Y estas exhortaciones continúan a través de la Biblia, cubriendo muchos diferentes aspectos del “espíritu de temor.”

Sin embargo, estos “no temas” dependen de nuestra habilidad para poner nuestra confianza y fe en el Señor. En el Salmo 56:11, el salmista escribe, “En Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre?” Este es un asombroso testimonio del poder de confiar en Dios. Lo que el salmista está diciendo es que, a pesar de lo que suceda, él confiará en Dios. Entonces, la total y completa confianza en Dios, es la clave para vencer el temor.

Confiar en Dios es rehusarse a ceder ante el temor. Es acudir a Dios aún en los tiempos más oscuros y confiar en que Él arregle las cosas. Esta confianza procede de conocer a Dios y saber que Él es un Dios bueno, quien sólo quiere dar a Sus hijos cosas buenas. Es como dijo Job, cuando estaba experimentando unas de las pruebas más difíciles registradas en la Biblia, “He aquí, aunque él me matare, en él esperaré.” (Job 13:15)

Una vez que hayamos aprendido a poner nuestra confianza en Dios, ya no tendremos temor de las cosas que vengan contra nosotros. Seremos como el salmista. “…alégrense todos los que en Ti confían. Den voces de júbilo para siempre, porque Tú los defiendes. En Ti se regocijen los que aman Tu nombre.”




¿Qué dice la Biblia acerca del temor?

¿Qué dice la Biblia acerca de los fantasmas / apariciones?



Pregunta: "¿Qué dice la Biblia acerca de los fantasmas / apariciones?"

Respuesta:
He aquí algunas verdades bíblicas relacionadas con apariciones, fantasmas y visitas de espíritus de gente muerta. Hay sólo unos pocos incidentes que tratan de gente viva que en realidad tiene comunicación con una persona “muerta.”

a) En 1 Samuel 28:7-19, el rey Saúl buscó a una mujer con un espíritu de adivinación (demonio) para preguntarle a Samuel acerca de lo que debía hacer. El hecho de que ella verdaderamente manejara la comunicación con el muerto, la conmocionó (v.12), indicando que eso no había sucedido con anterioridad.

b) En Mateo 17:1-8, Pedro, Jacobo y Juan vieron brevemente a Moisés y Elías con Jesús.

c) En Lucas 16:19-31, Jesús cuenta la historia del hombre rico y Lázaro. En esta historia, podemos aprender que hay dos compartimentos para los muertos hasta el Juicio del Gran Trono Blanco (Apocalipsis 20:11…) También en la historia, el hombre rico pide que Lázaro sea enviado de regreso para advertir a los vivos. Abraham le dice que no serviría de nada, porque si ellos no creen en la Palabra escrita de Dios, tampoco creerán aunque alguno se levante de entre los muertos.

De estos tres pasajes de la Escritura, podemos concluir que por ahora, existen compartimentos en los cuales habitan los espíritus de los muertos, y que aunque hay pocas ocasiones en las cuales Dios permite interacción entre los vivos y los muertos, éstas situaciones fueron muy raras y para nada tan comunes como el contacto entre la gente y los seres angélicos. También Lucas 16:27-31 indicaría que no les está permitido a los espíritus humanos, regresar a visitar a los vivos sin permiso, y si el permiso no es otorgado aún con el propósito de prevenir a la gente de escapar de la ira venidera, menos sería dado por razones frívolas.

A diferencia de las dos instancias que tratan de un contacto o comunicación verdadera con la gente muerta, hay numerosas ocasiones que incluyen contactos con seres angélicos, tanto ángeles buenos como ángeles caídos (demonios). Muchas de las situaciones involucran a un ángel descrito como “el ángel del SEÑOR,” refiriéndose a veces a la apariencia de la pre-encarnación del Hijo de Dios (Cristofanías). Pero muchos otros se refieren a ángeles buenos que Dios utiliza para ministrar a favor nuestro (Hebreos 1:14). Con este fin, algunas veces ellos manipulan las circunstancias físicas como en 1 Reyes 19:5-7 (el ángel toca a Elías y lo provee de comida y bebida); 2 Reyes 19:35 (el ángel hirió de muerte a 185,000 asirios); Daniel 6:22 (el ángel cierra la boca de los leones), Hechos 12:23 (el ángel hiere a Herodes por aceptar adoración como si fuera un dios).

De la misma manera, hay hechos registrados, en los cuales ángeles malvados (demonios) interactúan con la gente. Y también son capaces de manipular las cosas físicas. En Job 1:12-19, éstos manipulan a la gente para hacer lo malo; causando que cayera fuego del cielo que consumió al ganado y las ovejas; así como también que soplara un fuerte viento que derribó la casa en la que estaban los hijos de Job.

En los evangelios, se registran numerosas ocasiones en las que los demonios se posesionaban de la gente (Mateo 8:16,28 en ad.; 9:32-33; 12:24; 15:22; 17:18; etc.) En estos incidentes, y muchos otros, la manifestación de posesión demoníaca involucraba algunas enfermedades físicas (mudez, epilepsia, ceguera, y algunas veces una fuerza sobrenatural). Ellos también entraron en los cerdos antes de que se precipitaran por un despeñadero y se ahogaran en el mar, en Mateo 8:28 en adelante.

Hay que notar tres cosas acerca de los demonios: (1) Los demonios no tienen poder sobre ninguna cosa que Dios no permita; esto es, Satanás (y sus huestes de ángeles caídos) son como perros salvajes sujetados con correas y es Dios quien las sujeta. Ellos pueden hacer solo lo que Él les permite (Job 1:12; Job 2:6; Mateo 8:31-32). (2) Los casos que involucran demonios registrados en la Escritura, son más numerosos que los pocos casos de interacción con gente muerta. (3) Cristo le ha dado a Sus discípulos autoridad sobre los demonios (Marcos 16:17; Lucas 9:1; 10:9).

Podrías preguntarte, ¿por qué Dios aún permite que los demonios traten con nosotros? Si ellos están bajo Su autoridad, ¿por qué no les impide cualquier interacción con los humanos? En la insondable sabiduría de Dios, Él es capaz de usar sus malos deseos e intentos sobre nuestras vidas, y obtener algo bueno de ellos para los cristianos. En Marcos 1:13 Dios usa las tentaciones de Satanás para probar la ausencia de pecado en Jesús. En el libro de Job, Dios usa a Satanás para mostrar la integridad del carácter de Job, y más tarde recompensar doblemente a Job por todo lo que experimentó. En 2 Corintios 12:7, Dios usa la aflicción que Satanás infligió sobre Pablo para evitar que se volviera orgulloso. En el caso de los no creyentes, Satanás y los ángeles caídos sirven como un tipo de catarsis trabajando junto con la influencia del mundo no redimido y los deseos de la naturaleza pecaminosa para mostrar a los corazones de los inconversos el mal que ya mora dentro de ellos, mostrándoles de esta manera a ellos y a los demás, lo que es su verdadera naturaleza caída. (Mateo 15:18-19; Efesios 2:1-3; Apocalipsis 20:7-9)

Ahora, mientras examinamos la Escritura – particularmente las epístolas que se enfocan en nuestra vida en la “era de la iglesia” – encontramos muy poco acerca de la manera en que debemos interactuar con los demonios, excepto el no atrevernos a dirigirnos a ellos basándonos en nuestra propia habilidad y fuerza (Judas 1:9).

Tampoco se nos dice que nos detengamos a preguntarnos continuamente si hay demonios trabajando a nuestro alrededor aún ahora. (Los hay… ¡y a veces se manifiestan ellos mismos!) Pero ya sea que lo hagan o no, ellos no deben ser nuestro enfoque, ¿Por qué no? Porque, una vez más, ellos no tienen autoridad, sino la que les es dada por Dios. ¿Quién y qué entonces debe ser nuestro enfoque? Nuestra atención necesita estar sobre Dios y los claros mandamientos que Él nos da en la Escritura; si Él es nuestro centro de atención, no necesitamos temer a nada más (Salmo 27:1).

No debemos dejarnos fascinar por el mundo de los espíritus, sino por Dios y Su impresionante carácter y atributos (Salmos 27:4; Salmos 73:25). Y si en el curso de nuestro servicio a Cristo y nuestra dependencia de Él, encontramos manifestaciones de posesión demoníaca o actividad demoníaca, solo necesitamos volvernos a Él en una simple oración llena de fe, confiando en Su Palabra y Su Espíritu Santo para que obre de la manera que Él decida. De hecho, esta es la manera cómo debemos enfrentar la vida cuando NO hay manifestaciones evidentes de involucramiento demoníaco, porque con frecuencia Satanás hace su trabajo más frecuente y efectivo en secreto. Jamás hace que su presencia o la de sus demonios sea evidente (2 Corintios 11:13-15).

Si sucede que hubiera una manifestación de su presencia de alguna forma, debemos preguntarnos el por qué. ¿Hay algún ídolo pagano, un fetiche usado en la adoración pagana, etc. (Deuteronomio 32:16-17; Salmos 106:37-38; 1 Corintios 10:19-21)? O tal vez hay algunos que han permitido ellos mismos llegar a estar poseídos por un demonio, o hayan permitido una participación demoníaca en sus vidas por algún pecado repetido y serio (Efesios 4:27). Cualquier artículo de lo oculto que uno posea, debe ser quemado, como Pablo y los otros cristianos hicieron con los libros que fueron quemados en Hechos 19:18 y cualquier pecado conocido debe ser confesado a Dios (1 Juan 1:9).

En resumen, es bíblico creer en demonios y que lo que la gente cree que son apariciones, son o ilusionismo fabricado por charlatanes, o verdaderamente involucran actividad demoníaca, como la visita de espíritus humanos. El usar canales y búsquedas de guías de “médiums” o “espiritistas,” o el jugar con las tablas de la Guija, cartas tarot, sesiones espiritistas, o escuchar música satánica de rock pesado, es verdaderamente invitar el involucramiento de demonios en la vida de uno. Es bíblico no obsesionarse con ellos y con el mundo de los espíritus. En ninguna parte de la Escritura puedes encontrar algún precedente de hacerlo así. Más bien, debemos impregnarnos de la Palabra de Dios (Salmo 119), con el conocimiento de Cristo (Filipenses 3:8-10), servirle a Él como sacrificios vivos (Romanos 12:1-2), y buscar hacer discípulos en todas las naciones (Mateo 28:18-20, etc.). La única liberación del pecado y del diablo que pueden obtener los perdidos, es a través de la que se encuentra solo en Cristo (Juan 8:32-36; Romanos 6:16-23; Efesios 2:1-10). Necesitamos concentrarnos en el Evangelio de Cristo para compartirlo con otros. Ese Evangelio es el poder de Dios para la liberación del pecado y de Satanás (Romanos 1:16; 1 Corintios 1:18).




¿Qué dice la Biblia acerca de los fantasmas / apariciones?

¿Qué dice la Biblia sobre la importancia de rendir cuentas?



Pregunta: "¿Qué dice la Biblia sobre la importancia de rendir cuentas?"

Respuesta:
Con la presencia de tanta tentación en el mundo actual, Satanás está trabajando tiempo extra para crear más. Debemos tener un hermano o hermana con quien contar, cuando enfrentemos tentaciones que amenacen nuestras vidas espirituales. El rey David estaba solo la tarde cuando fue tentado por Satanás. Tú puedes haber pensado que fue Betsabé quien lo tentó, pero la Biblia nos dice que peleamos una guerra no de la carne sino del espíritu, “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” (Efesios 6:12). David aprendió una costosa lección al permitir dejarse dominar por la tentación – Dios hirió a su hijo con una enfermedad y permitió que muriera.

Sabiendo que estamos en una batalla contra las fuerzas espirituales de las tinieblas, debemos procurar tanta ayuda como podamos reunir a nuestro alrededor. En Efesios, Pablo prosigue diciéndonos que debemos equiparnos con todo el poder que Dios nos proporciona para pelear esta batalla. “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.” (Efesios 6:13). Notemos que Pablo dice “para que. . . podamos mantenernos firmes.” Él sabía que aún si nos equipamos con todo lo que Dios tiene para ofrecernos en defensa del mal, aún así somos humanos y no siempre podremos ser capaces de resistir las tentaciones de Satanás. Así que ¿qué más podemos hacer para permanecer firmes contra el mal y la tentación? Sabemos sin lugar a dudas que la tentación llegará.

Satanás conoce nuestras debilidades, y él sabe cuando somos vulnerables. Él sabe cuando una pareja de casados se pelea y quizá sientan que alguien más pudiera comprenderlos mejor. Él sabe cuando un niño ha sido castigado por sus padres y puede sentirse rencoroso. Él sabe cuando las cosas no andan muy bien en el trabajo, y nos recuerda que ese bar está de camino a casa. ¿Dónde encontramos ayuda si ya hemos hecho todo lo que podemos para pelear la batalla? Queremos hacer lo correcto a los ojos de Dios, y sin embargo, somos débiles humanos. ¿Qué hacemos?

Proverbios 27:17 dice, “Hierro con hierro se aguza; y así el hombre aguza el rostro de su amigo.” El aguzar o animar de un amigo, es una expresión de estímulo o de apoyo moral. ¿Cuándo fue la última vez que te llamó un amigo solo para preguntarte cómo te está yendo? ¿Cuándo fue la última vez que tú llamaste a un amigo y le preguntaste si necesitaba hablar? El ánimo y el apoyo moral de un amigo son a veces los ingredientes ausentes en la lucha de la batalla contra Satanás.

El escritor de Hebreos lo sintetiza cuando dice, “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de reunirnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados.” (Hebreos 10:19-26).

[1] Comienza cada día caminando con tu mejor amigo, el Señor Jesucristo;

[2] Con el corazón abierto y amoroso que Cristo provee, acércate a tus amigos (tu equipo para rendir de cuentas);

[3] Recuerda tu confesión de fe hacia Aquel que puede cambiar vidas;

[4] Anímense unos a otros (tu equipo para rendir cuentas) en amor, exhortándose unos a otros para amar y hacer bien a los demás, mientras continúan reuniéndose (con tu equipo o familia de la iglesia);

[5] Satisfecho de haber hecho todo lo posible para evitar pecar y para ayudar a tus hermanos y hermanas a permanecer fuertes en su fe, ¡alaba a Dios por lo que Él está haciendo en tu vida!




¿Qué dice la Biblia sobre la importancia de rendir cuentas?

¿Qué dice la Biblia acerca de la ira?



Pregunta: "¿Qué dice la Biblia acerca de la ira?"

Respuesta:
El manejo de la ira es un tópico importante. Un experimentado consejero establece que el 50% de la gente que acude para consejería, tuvo problemas con el manejo de su ira. La ira puede hacer añicos la comunicación, romper las relaciones, y arruinar tanto el gozo como la salud de muchos. Y con mucha frecuencia la gente tiende a justificar su enojo, en vez de aceptar la responsabilidad por él. Hay un tipo de ira que la Biblia llama “justa indignación,” pero ésta no debe ser confundida con la ira.

Antes que nada, la ira no siempre es pecado. Dios está airado (Salmos 7:11; Marcos 3:5), y a los creyentes se les permite estar airados (Efesios 4:26). En el Nuevo Testamento son usadas dos palabras griegas para la palabra “ira.” Una (orge) significa “pasión, energía;” la otra (thumos) que significa “agitado, ebullición.” El diccionario Webster define la ira como “emoción excesiva, pasión incitada por un sentido de daño o injusticia;” este daño puede ser hacia nosotros o hacia alguien más. Bíblicamente, la ira es una energía dada por Dios con la intención de ayudarnos a resolver problemas. Ejemplos de ira bíblica incluyen la confrontación de Pablo con Pedro, por su mal ejemplo en Gálatas 2:11-14. David, disgustado al escuchar al profeta Natán compartirle una injusticia (2 Samuel 12), y Jesús airado por la manera en que algunos judíos habían corrompido la adoración en el templo de Dios en Jerusalén (Juan 2:13-18). Nótese que ninguno de estos ejemplos de ira involucraron la auto-defensa, sino la defensa de otros, o de un principio.

Pero la ira se vuelve pecado cuando es motivada por el egoísmo (Santiago 1:20), cuando el objetivo de Dios es distorsionado (1 Corintios 10:31), o cuando se deja que la ira persista (Efesios 4:26-27). En vez de utilizar la energía generada por la ira para atacar el problema en sí, es la persona quien es atacada en su lugar. Efesios 4:15, 29 dice que debemos hablar la verdad en amor y usar nuestras palabras para edificar a otros, y no permitir que salgan de nuestra boca palabras corrompidas o destructivas. Desafortunadamente, esta venenosa manera de hablar es una característica común del hombre caído (Romanos 3:13-14). La ira se vuelve pecado cuando se le permite desbordarse sin restricción, dando como resultado un escenario en el que todos a su alrededor resultan lastimados (Proverbios 29:11), dejando devastación a su camino, usualmente con consecuencias irreparables. La ira también se vuelve pecado cuando el airado rehúsa ser tranquilizado, guarda rencor, o lo guarda todo en su interior (Efesios 4:26-27). Esto puede causar depresión e irritabilidad ante cualquier cosita, con frecuencia con cosas sin relación alguna con el problema subyacente.

Podemos manejar la ira bíblicamente mediante:

1) Reconocer y admitir nuestra ira egoísta y el erróneo manejo del enojo como un pecado (Proverbios 28:13; 1 Juan 1:9). Esta confesión debe ser hecha tanto a Dios como ante aquellos a quienes hemos herido con nuestra ira. Tampoco debemos minimizar ese pecado llamándolo “me alteré un poco el otro día” o transfiriendo la culpa: “bueno, si no hubieras actuado como lo hiciste…”

2) Viendo a Dios en la prueba. Eso es especialmente importante cuando la gente ha hecho algo específicamente para ofendernos. Santiago 1:2-4; Romanos 8:28-29; y Génesis 50:20 apuntan todo al hecho de que Dios es soberano y tiene completo control sobre CUALQUIER circunstancia y persona que entra en nuestro camino. Nada nos sucede que Él no lo cause o lo permita. Y como todos estos versos lo dicen, Dios es un Dios BUENO (Salmos 145:8,9,17) que hace y permite todas las cosas en nuestras vidas para nuestro bien y el bien de otros. Si reflexionamos sobre esta verdad hasta que se mueva de nuestra mente a nuestro corazón, alterará nuestra reacción hacia aquellos que nos hieren profundamente.

3) Dejando lugar para la ira de Dios. Esto es especialmente importante en casos de injusticia, especialmente cuando es hecho por hombres “malvados” hacia gente “inocente.” Génesis 50:19 y Romanos 12:19 nos dicen ambos que no juguemos a ser Dios. Dios es recto y justo, y podemos confiar en Él, quien conoce todo y lo ve todo para actuar con justicia (Génesis 18:25).

4) No regresando mal por bien (Génesis 50:21; Romanos 12:21). Esta es la clave para convertir nuestra ira en amor. Todas nuestras acciones fluyen de nuestro corazón, así que también nuestros corazones pueden ser alterados por nuestras acciones (Mateo 5:43-48). Así que, podemos cambiar nuestros sentimientos hacia otros, cambiando la manera en que decidimos actuar hacia esa persona.

5) Comunicándonos para resolver el problema. Hay cuatro reglas básicas de comunicación que se nos comparten en Efesios 4:15, 25-32.

a) Ser honestos y hablar (Efesios 4:15,25). La gente no puede leer nuestra mente; diga la verdad EN AMOR.

b) Ser oportunos (Efesios 4:26-27). No debemos permitir que lo que nos está molestando, crezca hasta perder el control. Es importante manejar y compartir lo que nos molesta antes que llegue hasta ese punto.

c) Atacar el problema, no a la persona (Efesios 4:29, 31). Junto con esto, debemos recordar la importancia de mantener bajo el volumen de nuestra voz (Proverbios 15:1). Gritar es usualmente percibido como una forma de ataque.

d) Actuar, no reaccionar (Efesios 4:31-32). A causa de nuestra naturaleza caída, generalmente nuestro primer impulso es uno pecaminoso (verso 31).

El tiempo utilizado para “contar hasta diez” debe ser usado para reflexionar sobre la manera amable de responder (verso 32), y para recordarnos a nosotros mismos, cómo la ira debe ser usada para resolver problemas y no para crear unos mayores.

6) Por último, debemos actuar para resolver nuestra parte del problema (Hechos 23:5). No podemos controlar la manera en que los demás actúen o respondan, pero sí podemos hacer los cambios necesarios para hacerlo por nuestra parte. Conquistar nuestro temperamento no es algo que suceda de la noche a la mañana. Pero a través de la oración pidiendo ayuda, el estudio de la Biblia, y la confianza en el Espíritu Santo de Dios, puede ser conquistado. Así como hemos permitido que la ira se haya atrincherado en nuestras vidas por la práctica habitual, también debemos practicar responder correctamente hasta que se convierta en un hábito que reemplace a las viejas actitudes. Estos son algunos Proverbios que tratan con el tema de la ira:

6:34 “Porque los celos son el furor del hombre, y no perdonará en el día de la venganza”
14:17 “El que fácilmente se enoja hará locuras; y el hombre perverso será aborrecido.”
14:29 “El que tarda en airarse es grande de entendimiento; mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad.”
15:1 “La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor.”
15:18 “El hombre iracundo promueve contiendas; mas el que tarda en airarse apacigua la rencilla.”
16:32 “Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.”
19:11 “La cordura del hombre detiene su furor, y su honra es pasar por alto la ofensa.”
19:19 “El de grande ira llevará la pena; y si usa de violencias, añadirá nuevos males.”
22:24-25 “No te entremetas con el iracundo, ni te acompañes con el hombre de enojos, no sea que aprendas sus maneras, y tomes lazo para tu alma.”
27:4 “Cruel es la ira, e impetuoso el furor; mas ¿quién podrá sostenerse delante de la envidia?”
29:8 “Los hombres escarnecedores ponen la ciudad en llamas; mas los sabios apartan la ira.”
29:22 “El hombre iracundo levanta contiendas, y el furioso muchas veces peca.”




¿Qué dice la Biblia acerca de la ira?

¿Qué dice la Biblia acerca de la paciencia?



Pregunta: "¿Qué dice la Biblia acerca de la paciencia?"

Respuesta:
Margaret Thatcher dijo una vez, “Soy extraordinariamente paciente, con tal que al final me salga con la mía.” Cuando todo sale a nuestra manera, es fácil mostrar paciencia. La verdadera prueba de paciencia, viene cuando nuestros derechos son violados; cuando los autos sport se nos cierran en el tráfico; cuando un grupo de muchachos adolescentes están acaparando las canchas de tenis; cuando nuestro compañero de trabajo se burla de nuestra fe – de nuevo. Algunas personas piensan que tienen el derecho de enojarse ante las pruebas y aquello que les irrita. La impaciencia parece como una ira santa. Sin embargo, la Biblia alaba la paciencia como un fruto del Espíritu (Gálatas 5:22) el cual debe ser producido por todos los hombres (1 Tesalonicenses 5:14). La paciencia revela nuestra fe en los planes, la omnipotencia y el amor de Dios.

Aunque la mayoría de la gente considera que la paciencia es una espera pasiva o una gentil tolerancia, casi todas las palabras griegas traducidas como “paciencia” en el Nuevo Testamento son palabras dinámicas y activas. Considera por ejemplo Hebreos 12:1: “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.” ¿Corre uno una carrera esperando pasivamente los empujones para retrasarnos, o tolerando gentilmente a los tramposos? ¡Por supuesto que no! La palabra traducida como paciencia en este verso, significa permanencia. Un cristiano corre la carrera pacientemente, mediante la perseverancia a través de las dificultades, ante la expectativa del cielo. En la Biblia, la paciencia es la perseverancia hacia una meta, perseverancia ante las pruebas, o una expectante espera por el cumplimiento de una promesa.

Claramente, la paciencia no se desarrolla de la noche a la mañana en la vida de un creyente. El poder de Dios y la bondad son cruciales para el desarrollo de la paciencia en Sus hijos. Colosenses 1:11 nos dice que somos fortalecidos por Él para “toda paciencia y longanimidad,” mientras que Santiago 1:3-4 nos anima a saber que las pruebas son Su manera de perfeccionar nuestra paciencia. Nuestra paciencia se desarrolla y fortalece más, resistiendo de acuerdo a los perfectos tiempos y voluntad de Dios, aún ante el hombre malvado que “prospera en su camino.” (Salmos 37:7). A última instancia, al final, nuestra paciencia será recompensada. “. . .tened paciencia hasta la venida del Señor.” (Santiago 5:7-8). “Bueno es JEHOVÁ a los que en Él esperan, al alma que le busca.” (Lamentaciones 3:25).

Vemos en la Biblia muchos ejemplos de aquellos caracterizados por la paciencia en su caminar con Dios. Santiago nos señala a los profetas: “Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en Nombre del Señor.” (Santiago 5:10). Él también se refiere a Job, cuya perseverancia fue recompensada por lo que “. . . el Señor es muy misericordioso y compasivo.” (Santiago 5:11). También Abraham, esperó pacientemente y “… alcanzó la promesa” (Hebreos 6:15). Así como Jesús es nuestro modelo en todas las cosas, así también Él demostró una perseverante paciencia. “…el cual por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” (Hebreos 12:2).

¿Cómo demostramos que la paciencia es una característica de nuestras vidas en Cristo? Primero, dando gracias a Dios. Usualmente, la primer reacción de una persona es “¿Por qué a mí?,” pero la Biblia dice que nos regocijemos en la voluntad de Dios (Filipenses 4:4; 1 Pedro 1:6). Segundo, buscando Sus propósitos. Algunas veces, Dios nos pone en situaciones difíciles con el fin de testificar. Otras veces, Él puede permitir una prueba para la santificación del carácter. El recordar que Su propósito es para nuestro crecimiento y Su gloria, nos ayudará en la prueba. Tercero, recordando Sus promesas, tales como la de Romanos 8:28 que nos dice que “…todas las cosas les ayudan a bien, esto es a los que conforme a su propósito son llamados.” Ese “todas las cosas” incluye las cosas que prueban nuestra paciencia.

La próxima vez que te encuentres en un embotellamiento de tráfico, seas traicionado por un amigo, o ridiculizado por tu testimonio, ¿cómo responderás? La respuesta natural es impaciencia, la cual conduce al estrés, enojo y frustración. Gracias a Dios, los cristianos ya no estamos bajo el dominio de una “respuesta natural,” porque tenemos una nueva naturaleza – la naturaleza de Cristo Mismo (2 Corintios 5:17). En vez de eso, tenemos la fortaleza del Señor para responder con paciencia y en completa confianza del poder y los propósitos del Padre. “Vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad.” (Romanos 2:7).




¿Qué dice la Biblia acerca de la paciencia?

¿Qué dice la Biblia acerca de la pereza?



Pregunta: "¿Qué dice la Biblia acerca de la pereza?"

Respuesta:
La primera ley de movimiento de Newton establece que un objeto en movimiento tiende a permanecer en movimiento, y que un objeto en reposo, tiende a permanecer en reposo. Esta ley se aplica a la gente. Mientras que algunos son naturalmente impelidos hacia complejos proyectos, otros son apáticos, requiriendo motivación para vencer la inercia. La pereza, siendo un estilo de vida para algunos, es una tentación para todos. Pero la Biblia es clara en que como el Señor, quien es un Dios trabajador, ordenó el trabajo para el hombre, la pereza es pecado. “Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio.” (Proverbios 6:6).

La Biblia tiene mucho que decir acerca de la pereza. Los Proverbios especialmente, están llenos de sabiduría concerniente a la pereza y advertencias a la persona perezosa. Ellos nos dicen que una persona perezosa odia el trabajo: “El deseo del perezoso le mata, porque sus manos no quieren trabajar.” (21:25); le encanta dormir: “Como la puerta gira sobre sus quicios, así el perezoso se vuelve en su cama.” (26:14); da excusas: “Dice el perezoso: El león está en el camino; el león está en las calles.” (26:13); desperdicia tiempo y energía: “También el que es negligente en su trabajo, es hermano del hombre disipador.” (18:9); él cree que es sabio, pero es un tonto: “En su propia opinión el perezoso es más sabio que siete que sepan aconsejar.” (26:16).

Proverbios también nos dice el final que le espera al perezoso: “La mano de los diligentes señoreará; mas la negligencia será tributaria.” (12:24); su futuro es sombrío: “El perezoso no ara a causa del invierno; pedirá, pues, en la siega, y no hallará.” (20:4); puede llegar a empobrecer: “El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada.” (13:4).

No hay lugar para la pereza en la vida de un cristiano. Un nuevo creyente es verazmente enseñado que “...por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 2:8-9). Pero un cristiano puede volverse haragán si erróneamente cree que Dios no espera fruto de una vida transformada. “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efesios 2:10). Los cristianos muestran su fe mediante sus obras. “. . . yo te mostraré mi fe por mis obras. . . Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.” (Santiago 2:18, 26). La pereza viola un propósito de Dios – las buenas obras. El Señor, sin embargo, fortalece a los cristianos para vencer la propensión carnal a la pereza, al darnos una nueva naturaleza (2 Corintios 5:17).

En nuestra nueva naturaleza, somos motivados a ser diligentes y productivos por amor a nuestro Salvador quien nos redimió. Nuestra antigua propensión hacia la indolencia – y todos los demás pecados – ha sido reemplazada por un deseo de vivir una vida santa: “El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.” (Efesios 4:28). Somos instados a nuestra obligación de proveer para nuestras familias a través de nuestro trabajo. “Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.” (1 Timoteo 5:8); y para otros en la familia de Dios: “Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido. En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.” (Hechos 20:34-35).

Como cristianos, sabemos que nuestros trabajos serán recompensados por nuestro Señor, si perseveramos en ser diligentes: “No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.” (Gálatas 6:9-10); “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.” (Colosenses 3:23-24); “Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún.” (Hebreos 6:10).

Los cristianos deben trabajar en la fuerza de Dios para evangelizar y discipular. El apóstol Pablo es nuestro ejemplo: “….que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria, a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre; para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí.” (Colosenses 1:27b-29). Aún en el cielo, continuará el servicio de los cristianos a Dios, aunque ya no abrumados por la maldición (Apocalipsis 22:3). Libres de enfermedad, tristeza y pecado – aún de pereza – los santos glorificarán al Señor por siempre. “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” (1 Corintios 15:58).




¿Qué dice la Biblia acerca de la pereza?

¿Qué dice la Biblia acerca de la preocupación?



Pregunta: "¿Qué dice la Biblia acerca de la preocupación?"

Respuesta:
La Biblia enseña claramente a los cristianos que eviten la preocupación. En Filipenses 4:6, se nos ordena, “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.” En esta Escritura, aprendemos que debemos traer todas nuestras necesidades y preocupaciones ante Dios en oración, en vez de preocuparnos acerca de ellas. También Jesús insta a los creyentes a no preocuparse. Él nos anima a evitar preocuparnos acerca de las necesidades físicas, como la ropa y la comida. Jesús nos asegura que nuestro Padre Celestial cuida de todas nuestras necesidades (Mateo 6:25-34). Por tanto, no necesitamos preocuparnos por nada.

Puesto que la preocupación no debe formar parte de la vida del creyente, ¿cómo puede uno vencerla? En 1 Pedro 5:7, se nos instruye a “echar toda nuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de nosotros.” Dios no quiere que nos agobiemos llevando el peso de los problemas y las cargas. En esta Escritura, Dios nos está diciendo que le demos a Él todas nuestras preocupaciones y cuidados. ¿Por qué quiere Dios encargarse de nuestros problemas? La Biblia dice que porque le importas. Así es, TÚ. A Dios le importa todo lo que te sucede. Ninguna preocupación es demasiado grande o demasiado pequeña para que tenga Su atención. Cuando le damos a Dios nuestros problemas, Él promete darnos Su paz, la cual sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4:7).

Desde luego, para aquellos que no conocen al Salvador, la preocupación y la ansiedad serán parte de sus vidas. Pero para aquellos que le han entregado sus vidas a Él, Jesús les promete, “Venid a mí todos los que estéis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil y ligera mi carga.” (Mateo 11:28-30).




¿Qué dice la Biblia acerca de la preocupación?

¿Qué dice la Biblia acerca de los celos?



Pregunta: "¿Qué dice la Biblia acerca de los celos?"

Respuesta:
Cuando usamos la palabra celos, la usamos en el sentido de estar envidiosos de alguien que tiene algo que nosotros no tenemos. Esta clase de celos es un pecado y no es característica de un cristiano – contrariamente, muestra que aún estamos siendo controlados por nuestros propios deseos (1 Corintios 3:3). Gálatas 5:26 dice, “No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.”

La Biblia nos dice que debemos tener la perfecta clase de amor que Dios tiene por nosotros. “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no es indecoroso, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor.” (1 Corintios 13:4-5). Entre más nos concentremos en nosotros mismos y nuestros deseos, seremos menos capaces de concentrarnos en Dios. Cuando endurecemos nuestros corazones a la verdad, no podemos volvernos a Jesús y permitirle que nos sane (Mateo 13:15). Pero cuando permitimos que el Espíritu Santo nos controle, Él producirá en nosotros el fruto de nuestra salvación, el cual es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gálatas 5:22-23). Santiago 3:14-15 dice, “Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis ni mintáis contra la verdad, porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica.”

El estar celosos indica que no estamos satisfechos con lo que Dios nos ha dado. La Biblia nos dice que estemos contentos con lo que tenemos, porque Dios nunca nos desamparará ni nos dejará. (Hebreos 13:5). A fin de combatir esto, necesitamos hacernos más como Jesús y menos como nosotros mismos. Podemos hacer esto, estableciendo una relación personal con Dios. Podemos llegar a conocerlo a través del estudio de la Biblia, la oración y la asistencia a la iglesia. Conforme vayamos aprendiendo cómo servir a otros en vez de a nosotros mismos, nuestros corazones comenzarán a cambiar. “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2)




¿Qué dice la Biblia acerca de los celos?