¿Es realmente la Biblia la Palabra de Dios?

Pregunta: "¿Es realmente la Biblia la Palabra de Dios?" Respuesta:

Nuestra respuesta a esta pregunta no solamente determina cómo consideramos a la Biblia y su importancia en nuestras vidas, sino que también ésta, a la larga, va a tener un impacto eterno sobre nosotros. Si la Biblia es realmente la Palabra de Dios, entonces nosotros deberíamos apreciarla, estudiarla, obedecerla y finalmente confiar en ella. Si la Biblia es la Palabra de Dios, entonces, rechazarla es rechazar a Dios mismo.

El hecho de que Dios nos dio la Biblia, es una evidencia e ilustración de Su amor por nosotros. El término “revelación” simplemente significa que Dios comunicó a la humanidad cómo es El y cómo podemos tener una correcta relación con El. Estas son cosas que no podríamos haber conocido si Dios divinamente, no nos lo hubiera revelado por medio de la Biblia. Aunque la revelación de Dios mismo en la Biblia fue dada progresivamente por sobre los 1500 años aproximadamente, siempre ha contenido cualquier cosa que el hombre ha necesitado para conocer acerca de Dios, a fin de tener una correcta relación con El. Si la Biblia es realmente la Palabra de Dios, entonces esta es la última autoridad para todos los asuntos de fe, práctica religiosa y moral.

La pregunta que debemos hacernos es, ¿cómo podemos saber que la Biblia es la Palabra de Dios y no solamente un buen libro? ¿Qué es excepcional acerca de la Biblia que se destaca de todos los otros libros religiosos alguna vez escritos? ¿Hay alguna evidencia de que la Biblia es realmente la Palabra de Dios? Este es el tipo de preguntas que deben ser consideradas si vamos a examinar seriamente la demanda bíblica de que la Biblia es la Palabra misma de Dios, divinamente inspirada, y totalmente suficiente para todos estos asuntos de fe y práctica.

No puede haber duda acerca del hecho de que la Biblia demanda ser la Palabra misma de Dios. Esto se lo ve claramente en versículos como 2ª de Timoteo 3:15-17, el cual dice, “…y que desde las niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”

A fin de contestar estas preguntas, debemos mirar tanto a las evidencias internas, como a las externas, que muestran que la Biblia en realidad es la Palabra de Dios. Las evidencias internas son aquellas cosas internas de la Biblia misma, que testifican de su origen divino. Una de las primeras evidencias internas, de que la Biblia es en realidad la Palabra de Dios, se la ve en su unidad. Aún cuando en realidad son sesenta y seis libros individuales, escritos en tres continentes, en tres diferentes idiomas, en un período aproximado de sobre los 1,500 años, por más de 40 autores (que vinieron de muchos caminos diversos), la Biblia permanece como un libro unificado de principio a fin, sin contradicción. Esta unidad es única a diferencia de los otros libros, y es una evidencia del origen divino de las palabras, mientras Dios movió a los hombres de tal manera, que registraron Sus palabras mismas.

Otra de las evidencias internas que indican que la Biblia es realmente la Palabra de Dios se la ve en las profecías detalladas, contenidas en el interior de sus páginas. La Biblia contiene cientos de profecías detalladas, referentes al futuro de naciones particulares incluyendo Israel, al futuro de ciertas ciudades, al futuro de la humanidad, y a la venida de Uno que sería el Mesías, el Salvador de no solamente Israel, sino de todo el que creyera en El. A diferencia de las profecías encontradas en otros libros religiosos o aquellas dadas por Nostradamus, las profecías bíblicas son extremadamente detalladas y nunca han dejado de hacerse realidad. Sólo en el Antiguo Testamento, hay sobre trescientas profecías referentes a Jesucristo. No solamente que fue profetizado dónde nacería y de qué familia vendría, sino también cómo moriría y que resucitaría al tercer día. Simplemente no hay un camino lógico para explicar las profecías cumplidas en la Biblia sino por origen divino. No hay otro libro religioso con el alcance o tipo de profecía de predicción que tiene la Biblia.

Una tercera evidencia interna del origen divino de la Biblia se ve en su autoridad y poder únicos. Mientras esta evidencia es más subjetiva que las dos primeras evidencias internas, ésta no es un testimonio menos poderoso del origen divino de la Biblia. A diferencia de cualquier otro libro alguna vez escrito, la Biblia tiene una autoridad única. Esta autoridad y poder son mejor vistos de manera que innumerables vidas han sido transformadas al leer la Biblia. Los adictos a las drogas han sido curados gracias a ella, homosexuales han sido liberados por ella, abandonados y haraganes han sido transformados por ella, criminales empedernidos, reformados por ella, pecadores son reprendidos por ella, y el odio se ha convertido en amor al leerla. La Biblia posee un poder dinámico y transformador que es posible solamente a causa de la verdadera Palabra de Dios.

Además de la evidencia interna de que la Biblia es en realidad la Palabra de Dios, también hay evidencias externas que indican que la Biblia es en realidad la Palabra de Dios. Una de aquellas evidencias es la historicidad de la Biblia. Ya que la Biblia detalla eventos históricos, su veracidad y precisión son sujetos de verificación como cualquier otra documentación histórica. A través de evidencias arqueológicas y otros documentos escritos, las descripciones históricas de la Biblia han sido probadas una y otra vez, para que sea exacta y verdadera. De hecho, toda la evidencia arqueológica y manuscrita que apoyan a la Biblia, hacen de ésta el mejor libro documentado del mundo antiguo. El hecho de que la Biblia registra con exactitud y verdad eventos históricamente verificables, es una gran indicación de su veracidad al tratar con temas religiosos y doctrinas, y ayuda a corroborar su demanda de que ésta es, la Palabra de Dios misma.

Otra evidencia externa de que la Biblia es realmente la Palabra de Dios es la integridad de los autores humanos. Como mencioné antes, Dios usó al hombre desde muchos caminos diversos para registrar Sus Palabras para nosotros. Al estudiar las vidas de estos hombres, no hay una buena razón para creer que ellos no fueron hombres honestos y sinceros. Al examinar sus vidas y el hecho de que estuvieron dispuestos a morir (a menudo muertes atroces) por lo que creían, rápidamente se vuelve claro que estos hombres ordinarios, no obstante honestos, realmente creyeron que Dios les había hablado. Los hombres que escribieron el Nuevo Testamento y muchos otros cientos de creyentes (1ª Corintios 15:6) conocían la verdad de su mensaje porque habían visto y pasado tiempo con Jesucristo luego de que resucitó de los muertos. La transformación de ver al Cristo resucitado tuvo un impacto tremendo sobre estos hombres. Ellos pasaron de esconderse por el temor, a estar dispuestos a morir por el mensaje que Dios les había revelado. Sus vidas y muertes testifican el hecho de que la Biblia realmente es la Palabra de Dios.

Una evidencia externa final de que la Biblia realmente es la Palabra de Dios es la indestructibilidad de la Biblia. A causa de su importancia y su demanda de ser la Palabra misma de Dios, la Biblia ha sufrido más ataques agresivos e intentos de destruirla que cualquier otro libro en la historia. Desde los Emperadores Romanos de la antigüedad como Diocleciano, a través de los dictadores comunistas y los ateos y agnósticos de los días modernos, la Biblia ha resistido y sobrevivido a todos sus agresores, y todavía es el libro más ampliamente publicado en el mundo hoy.

A través del tiempo, los escépticos han considerado a la Biblia como mitológica, pero la arqueología la ha establecido como histórica. Los oponentes han atacado su enseñanza como primitiva y anticuada, pero sus conceptos morales y legales, y enseñanzas, han tenido una influencia positiva en sociedades y culturas en todo el mundo. Continúa siendo atacada por la ciencia, la psicología y los movimientos políticos, no obstante permanece tan veraz y relevante hoy, al igual que desde cuando fue escrita. Este es un libro que ha transformado innumerables vidas y culturas a través de los últimos dos mil años. Por mucho que sus oponentes traten de atacar, destruir o desacreditarla, la Biblia permanece tan fuerte, tan real, y tan relevante como lo fue antes, aún después de los ataques. La precisión con la que ha sido preservada a pesar de cada intento de alterarla, atacarla o destruirla, es un claro testimonio del hecho de que la Biblia es realmente la Palabra de Dios. No debería sorprendernos que por muy atacada que sea la Biblia, ésta siempre aparece igual y ha salido ilesa. Después de todo, Jesús dijo, “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Marcos 13:31). Después de mirar la evidencia, uno puede decir sin duda que “Sí, la Biblia es realmente la Palabra de Dios.”

¿Por qué debemos leer / estudiar la Biblia?

Pregunta: "¿Por qué debemos leer / estudiar la Biblia?" Respuesta:

Debemos leer y estudiar la Biblia simplemente porque es la Palabra de Dios a nosotros. 2 Timoteo 3:16 dice que la Biblia es “inspirada por Dios”. En otras palabras, es la Palabra de Dios para nosotros. Hay muchas preguntas que los filósofos y la gente en general se han hecho y que Dios nos las responde en las Escrituras: ¿Cuál es el propósito de la vida? ¿De dónde vengo? ¿Existe vida después de la muerte? ¿Cómo puedo ir al cielo? ¿Por qué está el mundo tan lleno de maldad? ¿Por qué me cuesta tanto trabajo hacer lo bueno? Adicionalmente a estas “grandes” preguntas, nos proporciona un sin número de consejos prácticos en áreas tales como: ¿Qué debo buscar en mi pareja? ¿Cómo puedo tener un matrimonio exitoso? ¿Cómo puedo ser un buen amigo? ¿Cómo puedo ser un buen padre / madre? ¿Qué es el éxito y cómo puedo alcanzarlo? ¿Cómo puedo cambiar? ¿Qué es lo más importante en la vida? ¿Cómo puedo vivir para que no tenga que arrepentirme en un futuro? ¿Cómo puedo complacer a Dios? ¿Cómo puedo obtener Su perdón? ¿Cómo puedo manejar las circunstancias adversas y eventos injustos de la vida para salir victorioso?

Debemos leer y estudiar la Biblia porque es totalmente confiable y sin error. La Biblia es única entre muchos auto-nombrados libros “sagrados” porque no sólo ofrece enseñanzas morales y dice “confía en mí”, más bien, nos ofrece la oportunidad de probarla, corroborando cientos de detalladas profecías que contiene, verificando los eventos históricos que relata, y comprobando los hechos científicos que describe. Aquellos que dicen que la Biblia tiene errores deben tener sus oídos cerrados a la verdad. Jesús preguntó una vez, “¿Qué es más fácil, decir: tus pecados te son perdonados o decir: levántate y anda?” (Lucas 5:23) Entonces Él probó que tenía el poder para perdonar los pecados (algo que no podemos ver físicamente) curando al paralítico (algo que los que lo rodeaban pudieron atestiguar con sus ojos). De manera similar, tenemos la seguridad de que la Palabra de Dios es verdad cuando se discuten aspectos espirituales que no podemos atestiguar con nuestros sentidos físicos, pero mostrando su veracidad en todas aquellas áreas que podemos verificar (exactitud histórica, científica y profética).

Debemos leer y estudiar la Biblia porque Dios no cambia y porque la naturaleza humana tampoco cambia – es tan actual para nosotros como lo fue cuando fue escrita. Mientras que diariamente se generan grandes cambios tecnológicos a nuestro alrededor, los deseos y naturaleza de la raza humana no cambian. Tú encontrarás, mientras lees las páginas de la historia bíblica, que ya sea que se trate de relaciones interpersonales o entre sociedades, “no hay nada nuevo bajo el sol.” Y mientras la raza humana en su totalidad continúa buscando amor y satisfacción en todos los lugares equivocados, Dios, nuestro buen y misericordioso Creador, nos dice lo que nos traerá un gozo ETERNO. Su Palabra revelada, las Escrituras, son tan importantes que Jesús dijo respecto a ellas, “...No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” (Mateo 4:4) En otras palabras, si quieres vivir una vida plena como fue la voluntad de Dios, escucha y sigue la Palabra de Dios escrita... ¡es más importante que comer!

Debemos leer y estudiar la Biblia porque existe mucha enseñanza falsa. La Biblia nos da la medida mediante la cual podemos distinguir la verdad del error. Nos dice cómo es Dios. Tener una impresión equivocada de Dios es adorar un “ídolo” o “dios falso”. Estamos adorando algo que ¡no es Él! La Biblia también nos dice cómo podemos verdaderamente ir al cielo...y no es por ser buenos, o ser bautizados o ninguna otra cosa que podamos HACER (Juan 14:6; Efesios 2:1-10; Isaías 53:6; Romanos 3:10b, 5:8; 6:23; 10:9-13). A través de estos textos, la Palabra de Dios nos enseña cuánto Él nos ama (Romanos 5:6-8; Isaías 53:5). Y así es como sabiendo esto, somos llevados a amarle a Él en respuesta (1 Juan 4:19).

La Biblia te equipará para servirle a Dios (2 Timoteo 3:17; Efesios 6:17; Hebreos 4:12). Te ayudará a saber cómo puedes ser salvado de tus pecados y de sus últimas consecuencias (2 Timoteo 3:15). Al meditar en ella y obedecer sus enseñanzas, te llevará a una vida victoriosa (Josué 1:8; Santiago 1:25). La Palabra de Dios te ayudará a ver el pecado en tu vida y te ayudará a deshacerte de él (Salmos 119:9,11). Será una guía para tu vida, haciéndote más sabio que tus maestros (Salmo 32:8; 119:9,11; Proverbios 1:6). La Biblia te librará de perder años de tu vida en lo que no dura ni tampoco importa (Mateo 7:24.27).

Leer y estudiar la Biblia te ayudará a ver más allá del atractivo “anzuelo” y doloroso “gancho” de las tentaciones pecaminosas, para que puedas aprender de los errores de otros, en vez de experimentarlos tú mismo. La experiencia es un gran maestro, pero cuando se trata de aprender del pecado, es un duro y terrible maestro. Es mucho mejor aprender de los errores ajenos. Hay tantos personajes bíblicos de quiénes aprender, tanto modelos positivos como negativos, que con frecuencia proceden de la misma persona en diferentes etapas de su vida. Por ejemplo, David, en su reto al gigante Goliat, nos enseña que Dios es más grande que cualquier cosa a la que quiera que nos enfrentemos (1 Samuel 17). David, al ceder a la tentación y cometer adulterio con Betsabé, nos revela el largo alcance y las terribles consecuencias que puede acarrearnos un “momento de placer” (2 Samuel 11). El conocer la Biblia nos da una paz y una esperanza real cuando todo a nuestro alrededor parece desmoronarse (Romanos 15:4; Salmo 112:7; Habacuc 3:17-19).

La Biblia es un libro que no es sólo para leerse. Es un libro para estudiarse, a fin de poder ser aplicado a tu vida. De otra manera, es como tragarse el bocado de comida sin masticarlo y después escupirlo de nuevo... sin ningún valor nutricional aprovechado. La Biblia es la Palabra de Dios. Como tal, es tan necesaria como las leyes de la naturaleza. Tú puedes ignorarla, pero lo harás para tu propio mal, así como lo sería si ignoraras la ley de la gravedad. No puede ser lo suficientemente enfatizada, la importancia que tiene la Biblia en nuestras vidas. El estudiar la Biblia puede compararse al extraer oro de una mina. Si haces un pequeño esfuerzo y sólo “ciernes los guijarros en el arroyo” sólo encontrarás un poco de polvo de oro. Pero si te esfuerzas en realmente “excavar en ella”, tu recompensa será de acuerdo a tu gran esfuerzo.

¿Qué significa que la Biblia es inspirada?

Pregunta: "¿Qué significa que la Biblia es inspirada?" Respuesta:

Cuando la gente dice que la Biblia fue inspirada, se están refiriendo al hecho de que Dios influenció divinamente a los autores humanos de las Escrituras de tal manera que lo que ellos escribieron fue la misma Palabra de Dios. En el contexto de las Escrituras, la palabra inspiración significa sencillamente “exhalada por Dios.” La inspiración nos comunica el hecho de que la Biblia es realmente la Palabra de Dios, y hace que la Biblia sea única entre todos los demás libros.

Mientras que hay diferentes opiniones acerca de hasta qué punto la Biblia es inspirada, no cabe duda que la Biblia por sí misma clama que cada palabra, en cada parte de la Biblia, fue inspirada por Dios. (1 Corintios 2:12,13; 2 Timoteo 3:16,17) Esta visión de las Escrituras es frecuentemente conocida como inspiración “verbal plenaria”, lo que significa que la inspiración se extiende a cada una de las palabras (inspiración verbal), no sólo a los conceptos o ideas; y que la inspiración se extiende a todas las partes de la Escritura y a todos los temas tratados en la Escritura (inspiración plenaria). Hay algunas personas que creen que sólo partes de la Biblia son inspiradas, que sólo los pensamientos o conceptos que tratan sobre la religión son inspirados. Pero estas opiniones sobre la inspiración se quedan anuladas ante lo que la Biblia demuestra por sí misma. Toda la inspiración verbal plenaria es una característica esencial de la Palabra de Dios.

Lo extenso de su inspiración puede verse claramente en 2 Timoteo 3:16-17 - “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” Estos versos nos dicen que Dios inspiró toda la Escritura y que es provechosa para nosotros. No solamente está inspirada en las partes de la Biblia que tratan de las doctrinas religiosas, sino en cada una de sus partes desde Génesis hasta Apocalipsis es la Palabra de Dios misma. Puesto que están inspiradas por Dios, las Escrituras tienen por lo tanto, la autoridad cuando se trata del establecimiento de la doctrina, y son suficientes para enseñar al hombre cómo guardar una correcta relación con Dios, “instruidos en justicia”. La Biblia declara que no sólo está inspirada por Dios, sino que también tiene la habilidad de cambiarnos y prepararnos “enteramente”, al ser equipados para toda buena obra.

Otro verso que trata con la inspiración de las Escrituras, es 2 Pedro 1:21. Este verso nos dice, “porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”. Este texto nos ayuda a comprender, que aunque el hombre escribió las Escrituras, las palabras que ellos escribieron fueron las mismas palabras de Dios. Aún cuando Dios utilizó a hombres con sus distintivas personalidades y estilos de escritura, Dios inspiró divinamente cada palabra que ellos escribieron. Jesús mismo confirmó la inspiración verbal plenaria de las Escrituras cuando Él dijo, “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.” (Mateo 5:17-18) En estos versos, Jesús reforzó la veracidad de las Escrituras hasta su más pequeño detalle y el más minúsculo signo de puntuación – porque es la Palabra misma de Dios.

Y porque las Escrituras son la inspirada Palabra de Dios, podemos concluir que también son inerrantes y con autoridad. Una correcta visión de Dios nos llevará a una correcta visión de Su Palabra. Porque Dios es todopoderoso, omnisciente, y completamente perfecto, Su Palabra tendrá, por su misma naturaleza, las mismas características. Los mismos textos que establecieron la inspiración de las Escrituras, también establecen que son tanto inerrables como acreditadas en su autoridad. Sin duda, la Biblia es lo que dice ser – la innegable y autorizada Palabra de Dios para la humanidad.

¿Contiene la Biblia errores, contradicciones, o discrepancias?

Pregunta: "¿Contiene la Biblia errores, contradicciones, o discrepancias?" Respuesta:

Si lees la Biblia tal cual, sin la idea preconcebida de encontrar errores – encontrarás que es un libro coherente, consistente y relativamente fácil de entender. Sí, hay pasajes difíciles. Sí, hay versos que parecen contradecirse uno al otro. Debemos recordar que la Biblia fue escrita por aproximadamente 40 diferentes autores en un período aproximado de 1500 años. Cada escritor escribió con un estilo diferente, desde perspectivas diferentes, para una audiencia diferente, con un propósito diferente. ¡Debemos esperar algunas diferencias! Sin embargo, una diferencia no es una contradicción. Es un error sólo cuando no existe en absoluto una manera concebible en la que los versos o pasajes puedan ser reconciliados. Aún si no tenemos una respuesta de momento, no significa que la respuesta no exista. Muchos han encontrado un supuesto error en la Biblia en relación a la historia o geografía, sólo para descubrir que la Biblia estaba en lo cierto, después que son descubiertas posteriormente evidencias arqueológicas.

Con frecuencia encontramos en nuestro sitio de internet, entre otras preguntas,-- “¡Explica cómo estos versos no se contradicen!” o --“¡Mira, aquí está un error en la Biblia!” Sin duda, hay algunas preguntas que saca la gente que son difíciles de responder. Sin embargo, nos satisface el que hay respuestas viables e intelectualmente plausibles para cada supuesta contradicción y error bíblico. Hay libros y sitios de internet disponibles, que enlistan “todos los errores en la Biblia.” Mucha gente simplemente saca sus municiones de estos lugares – no encuentran los supuestos errores por ellos mismos. También hay libros y sitios de internet disponibles que refutan todos y cada uno de estos supuestos errores. Lo más triste es que mucha gente que ataca la Biblia no está verdaderamente interesada en una respuesta; todo lo que quieren hacer es atacar. Muchos de los “atacantes bíblicos” aún estando al tanto de las respuestas, continúan usando los mismos viejos y superficiales ataques una y otra vez.

Así que, ¿qué haces cuando alguien se te acerca con un alegato de error en la Biblia? (1) Estudia devotamente las Escrituras y ve si hay una solución simple. (2) Haz una investigación usando alguno de los buenos comentarios bíblicos, libros de “Defensa bíblica,” e investiga en los sitios de internet que están disponibles. (3) Pregunta a tus pastores / líderes de la iglesia para ver si ellos pueden encontrar una solución. (4) Si aún no hay una respuesta clara después de que seguiste los pasos (1), (2) y (3), confía en Dios de que Su Palabra es verdad y que existe una solución que simplemente aún no has descubierto (2 Timoteo 2:15; 3:16-17).

¿Cómo y cuándo fue integrado el canon de la Biblia?

Pregunta: "¿Cómo y cuándo fue integrado el canon de la Biblia?" Respuesta:

El término “canon” se utiliza para describir los libros que están divinamente inspirados y que por lo tanto pertenecen a la Biblia. Un aspecto difícil para determinar el canon bíblico, es que la Biblia en sí misma no nos da una lista de los libros que deben integrarla. El determinar el canon fue un proceso, hecho primeramente por los rabinos judíos y los eruditos, y más tarde por los primeros cristianos. Finalmente, fue Dios quien decidió cuáles libros pertenecían al canon bíblico. Un libro de la Escritura pertenece al canon desde el momento que fue inspirado por Dios para Su escritura. Era simplemente una cuestión de que Dios convenciera a Sus seguidores humanos sobre cuáles libros debían ser incluidos en la Biblia.

Comparado con el Nuevo Testamento, hubo muy poca controversia sobre el canon del Antiguo Testamento. Los creyentes hebreos reconocieron los mensajes de Dios y aceptaron sus escritos como inspirados por Dios. Es innegable que hubo algún debate sobre el canon de Antiguo Testamento. Sin embargo, para 250 d.C., hubo un acuerdo casi universal sobre el canon de la Escritura hebrea. El único punto que permaneció fue el de la Apócrifa... con algún debate y discusión que continúa hasta hoy. La gran mayoría de los eruditos hebreos consideran que la Apócrifa es un conjunto de buenos documentos históricos y religiosos, pero que no están a la altura de las Escrituras hebreas.

Para el Nuevo Testamento, el proceso de reconocimiento y colección comenzó en los primeros siglos de la iglesia cristiana. Desde sus inicios, algunos libros del Nuevo Testamento, sí, fueron reconocidos. Pablo consideró que los escritos de Lucas tenían tanta autoridad como el Antiguo Testamento. (1 Timoteo 5:18; ver también Deuteronomio 25:4 y Lucas 10:7) Pedro reconoció los escritos de Pablo como parte de las Escrituras (2 Pedro 3:15-16). Algunos libros del Nuevo Testamento estuvieron circulando entre las iglesias (Colosenses 4:16; 1 Tesalonicenses 5:27). Clemente de Roma mencionó por lo menos ocho libros del Nuevo Testamento (95 d.C.). Ignacio de Antioquia reconoció cerca de siete libros (115 d.C.). Policarpo, un discípulo del apóstol Juan, reconoció 22 libros (170-235 d.C.). Los libros más controvertidos del Nuevo Testamento fueron Hebreos, Santiago, 2 Pedro, 2 Juan y 3 Juan. El primer “canon” fue el Canon Muratorio que fue compilado en 170 d.C. El Canon Muratorio incluye todos los libros del Nuevo Testamento, excepto Hebreos, Santiago y 3 Juan. En el año 363 el Concilio de Laodicea declaró que sólo el Antiguo Testamento (junto con la Apócrifa) y los 27 libros del Nuevo Testamento fuesen leídos en las iglesias. El Concilio de Hipona (del año 393 d.C.) y el Concilio de Cartago (del año 397 d.C.) también confirmaron la autoridad de los mismos 27 libros.

Los concilios se basaron en algo similar a los siguientes principios para determinar si un libro del Nuevo Testamento era realmente inspirado por el Espíritu Santo: 1). ¿El autor fue un apóstol, o tuvo una estrecha relación con un apóstol? 2). ¿El libro ha sido aceptado por la mayoría del Cuerpo de Cristo? 3). ¿El contenido del libro es de una consistencia doctrinal y enseñanza ortodoxa? 4). ¿Este libro contiene evidencia de alta moral y valores espirituales que reflejan el trabajo del Espíritu Santo? De nuevo, es crucial recordar que la iglesia no determina el canon. Ningún concilio primitivo determinó el contenido del canon. Fue Dios, y Dios solamente, quien determinó cuáles libros pertenecían a la Biblia. Fue simplemente cuestión de que Dios convenciera a Sus seguidores de hacer lo que Él ya había decidido. El proceso humano de reunir los libros de la Biblia fue imperfecto, pero Dios, en Su soberanía, a pesar de nuestra ignorancia y terquedad, guió a la iglesia primitiva al reconocimiento de los libros que Él había inspirado.

¿Es la Biblia importante en la actualidad?

Pregunta: "¿Es la Biblia importante en la actualidad?" Respuesta:

Hebreos 4:12 dice: “Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma, y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” Aunque la Biblia fue escrita por más de 40 autores durante un período de 1500 años, su veracidad y relevancia permanecen inmutables hasta hoy. La Biblia es la única fuente objetiva de toda la revelación que Dios nos ha dado acerca de Él mismo y Su plan para la humanidad.

La Biblia contiene una gran cantidad de información acerca del mundo natural que ha sido confirmada por investigaciones y observaciones científicas. Algunos de estos pasajes incluyen Levítico 17:11; Eclesiastés 1:6-7; Job 36:27-29, Salmo 102:25-27 y Colosenses 1:16-17. Mientras que la historia bíblica del plan redentor de Dios para la humanidad se desenvuelve, muchos caracteres diferentes son vívidamente descritos. Al hacerlo así, la Biblia provee una gran cantidad de información acerca del comportamiento y las tendencias del ser humano. Nuestra experiencia cotidiana nos demuestra que esta información es más exacta y descriptiva de la condición humana que cualquier libro de texto de psicología. Muchos sucesos históricos registrados en la Biblia han sido confirmados por fuentes extra-bíblicas. Con frecuencia, la investigación histórica muestra grandes similitudes entre la información bíblica y la información extra-bíblica de los mismos eventos. En muchos casos, se ha reconocido que la Biblia es históricamente más precisa.

Sin embargo, la Biblia no es ni un libro de historia, ni un texto de psicología, o una publicación científica. La Biblia es la descripción que Dios nos da acerca de quién es Él, de lo que Él desea y cuáles son Sus planes para la humanidad. El componente más significativo de esta revelación es la historia de nuestra separación de Dios por el pecado, y la provisión de Dios para nuestra restauración y comunión con Él, a través del sacrificio de Su Hijo Jesucristo en la cruz. Nuestra necesidad de redención no cambia, como tampoco el deseo de Dios de reconciliarnos con Él Mismo.

La Biblia contiene una gran cantidad de información relevante y precisa. El mensaje más importante de la Biblia es la redención -- que es universal y perpetuamente aplicable a la humanidad. La Palabra de Dios jamás podrá ser anacrónica, suplantada, o corregida. Las culturas cambian, las leyes cambian, las generaciones van y vienen – pero la Palabra de Dios es tan relevante hoy como lo fue cuando fue escrita. No toda la Escritura necesariamente se aplica explícitamente a nosotros en la actualidad, pero sí, todas las Escrituras contienen verdades que podemos, y debemos aplicar a nuestras vidas de hoy.

¿Cómo debe estudiarse la Biblia?

Pregunta: "¿Cómo debe estudiarse la Biblia?" Respuesta:

Determinar el significado de la Escritura, es una de las tareas más importantes que el creyente tiene en esta vida. Dios no nos dice que debemos simplemente leer la Biblia. Debemos estudiarla y manejarla correctamente. Estudiar las Escrituras es un trabajo duro. Una lectura rápida o superficial de la Escritura puede conducir a muchas conclusiones equivocadas acerca de lo que Dios dice. Por lo tanto, es crucial el entender varios principios acerca de cómo determinar el significado correcto de la Escritura.

1. Ora y pide al Espíritu Santo que te dé entendimiento. Juan 16:13 dice, “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, Él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.” Jesús, en Juan 16, está hablando del Espíritu Santo y dice que cuando Él venga (el Espíritu Santo vino en el Día de Pentecostés, en Hechos 2), Él los guiará a toda la verdad. Así como el Espíritu Santo guió a los apóstoles en la escritura del Nuevo Testamento, Él también nos guía en el entendimiento de la Escritura. Recuerda, la Biblia es el libro de Dios, y necesitamos preguntarle a Él lo que significa. Si eres un cristiano, el autor de la Escritura, el Espíritu Santo, mora dentro de ti,... y Él quiere que entiendas lo que Él escribió.

2. No saques un texto de la Escritura del contexto que lo rodea, y asumas que el significado del texto no depende de los versos que la rodean. Debes siempre leer los versos y capítulos entre los que se encuentra, y familiarizarte con el propósito del libro. Mientras que toda la Escritura viene de Dios (2 Timoteo 3:16; 2 Pedro 1:21), Dios usó a hombres para que la escribieran. Estos hombres tenían un tema en mente, un propósito para escribirlo, una idea o ideas específicas que ellos estaban estructurando. Lee los antecedentes del libro de la Biblia que estás estudiando para encontrar quién escribió el libro, a quién fue escrito, cuándo fue escrito y por qué fue escrito. Luego lee los capítulos anteriores al verso o versos que estás estudiando para sentir cuál era exactamente el tópico acerca del cual el autor humano estaba escribiendo. También ten cuidado de dejar que el texto hable por sí mismo. Algunas veces la gente le asignará sus propias interpretaciones al significado de las palabras, para obtener la interpretación que ellos desean.

3. No intentes ser totalmente independiente en tu estudio de la Biblia. Es arrogante el pensar que tú no puedes aumentar tu entendimiento a través del trabajo de toda una vida de otros que han estudiado las Escrituras. Algunas personas, equivocadamente, se acercan a la Biblia con la idea de que dependerán sólo del Espíritu Santo y descubrirán todas las verdades ocultas de la Escritura. Cristo, al darnos el Espíritu Santo, ha otorgado gente dotada y dones espirituales para el cuerpo de Cristo. Uno de estos dones espirituales es el de la enseñanza (Efesios 4:11-12; 1 Corintios 12:28). Estos maestros son provistos por el Señor para ayudarnos a entender correctamente y a obedecer la Escritura. Siempre es sabio estudiar la Biblia con otros creyentes, para ayudarnos unos a otros a entender y aplicar las verdades de la Palabra de Dios.

¿Qué es la Biblia?

Pregunta: "¿Qué es la Biblia?" Respuesta:

La palabra Biblia proviene de las palabras griega y latina que significan “libro”, un nombre muy apropiado, puesto que la Biblia es el Libro para toda la gente de todos los tiempos. Es un libro como no hay otro, único en su clase.

Sesenta y seis diferentes libros forman la Biblia. Éstos incluyen libros sobre la ley, tales como Levítico y Deuteronomio; libros históricos, tales como Esdras y Hechos; libros de poesía, tales como Salmos y Eclesiastés; libros de profecía, como Isaías y Apocalipsis; biografías, como Mateo y Juan; y epístolas (cartas formales) como Tito y Hebreos.

¿Qué es la Biblia? - Los Autores

Cerca de 40 diferentes autores humanos contribuyeron para su formación, escrita dentro de un período aproximado de 1,500 años. Los autores fueron reyes, pescadores, sacerdotes, oficiales gubernamentales, granjeros, pastores y doctores. Toda esta diversidad converge en una increíble unidad, con temas comunes entrelazados a través de toda ella.

La unidad de la Biblia es debida al hecho de que, finalmente, tiene un Autor: Dios Mismo. La Biblia es “Inspirada por Dios” (2 Timoteo 3:16). Los autores humanos escribieron exactamente lo que Dios quiso que escribieran, y el resultado fue la perfecta y santa Palabra de Dios (Salmo 12:6; 2 Pedro 1:21).

¿Qué es la Biblia? – Las Divisiones

La Biblia está dividida en dos partes principales: El Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. En resumen, el Antiguo Testamento es la historia de una Nación, y el Nuevo Testamento es la historia de un Hombre. La Nación fue la manera en que Dios trajo al Hombre al mundo.

El Antiguo Testamento describe la fundación y preservación de la nación de Israel. Dios prometió utilizar a Israel para bendecir al mundo entero (Génesis 12:2-3). Una vez que Israel fue establecida como una nación, Dios levantó a una familia de entre esa nación a través de la cual vendrían las bendiciones: la familia de David (Salmos 89:3-4). Entonces, de la familia de David fue prometido un Hombre quien traería la bendición prometida (Isaías 11:1-10).

El Nuevo Testamento detalla la venida del Hombre prometido. Su nombre fue Jesús, y Él cumplió las profecías del Antiguo Testamento, porque vivió una vida perfecta, murió para convertirse en el Salvador, y resucitó de entre los muertos.

¿Qué es la Biblia? – El Carácter Central
Jesús es el carácter central en la Biblia – en realidad el libro entero es acerca de Él. El Antiguo Testamento predijo Su venida y preparó el escenario para Su entrada al mundo. El Nuevo Testamento describe Su venida y Su obra para traer salvación a nuestro mundo pecador.

Jesús es más que una figura histórica; de hecho, Él es más que un hombre. Él es Dios hecho carne, y Su venida fue el evento más importante en la historia del mundo. Dios Mismo se hizo hombre para darnos una clara y entendible imagen de lo que Él es. ¿Cómo es Dios? Dios es como Jesús; Jesús es Dios en forma humana (Juan 1:14; 14:9).

¿Qué es la Biblia? - Un Breve Resumen
Dios creó al hombre y lo puso en un ambiente perfecto; sin embargo, el hombre se rebeló contra Dios y falló en llegar a ser lo que Dios quería que fuera. Dios puso al mundo bajo una maldición a causa del pecado, pero inmediatamente puso en acción un plan para restaurar al hombre y a toda la creación a su gloria original.

Como parte de Su plan de redención, Dios llamó a Abraham desde Babilonia a Canaán (en aproximadamente 2000 a.C.). Dios prometió a Abraham, su hijo Isaac, y su nieto Jacob (también llamado Israel) que Él bendeciría al mundo a través de sus descendientes. La familia de Israel emigró de Canaán a Egipto, donde se multiplicaron hasta hacerse una nación.

Aproximadamente en 1400 a. C., Dios guió a los descendientes de Israel fuera de Egipto bajo la dirección de Moisés y les dio la Tierra Prometida, Canaán, para que la poseyeran. A través de Moisés, Dios le dio la Ley al pueblo de Israel e hizo un pacto (convenio) con ellos: si ellos permanecían fieles a Dios y no seguían la idolatría de las naciones que les rodeaban, entonces ellos prosperarían. Si ellos dejaban a Dios y seguían a los ídolos, entonces Dios destruiría su nación.

Aproximadamente 400 años después, durante el reinado de David y su hijo Salomón, Israel fue consolidado como un reino grande y poderoso. Dios prometió a David y Salomón que un Descendiente de ellos gobernaría como un Rey eterno.

Después del reinado de Salomón, la nación de Israel se dividió. Las diez tribus del norte fueron llamadas “Israel,” y pasaron cerca de 200 años antes que Dios las juzgara por su idolatría: Asiria llevó cautivo a Israel por el 721 a.C. Las dos tribus en el sur fueron llamadas “Judá,” y ellas tardaron un poco más, pero eventualmente ellas también, se volvieron de Dios. Babilonia los llevó cautivos por el 600 a.C.

Cerca de 70 años después, Dios bondadosamente trajo el remanente de los cautivos de regreso a su propia tierra. Jerusalén, la capital, fue reconstruida por el 444 a.C., e Israel estableció una vez más su identidad nacional. Hasta aquí termina el Antiguo Testamento.

El Nuevo Testamento inicia 400 años más tarde con el nacimiento de Jesucristo en Judea. Jesús fue el Descendiente prometido a Abraham y David, Aquel que llevaría a cabo el plan de Dios para la redención de la raza humana y restauración de la creación. Jesús completó fielmente Su obra: Él murió por el pecado y resucitó de los muertos. La muerte de Cristo es la base para un nuevo pacto (convenio) con el mundo: todo el que tenga fe en Jesús será salvado del pecado y vivirá eternamente.

Después de Su resurrección, Jesús envió a Sus discípulos a proclamar las buenas nuevas por todas partes, sobre Su vida y Su poder para salvar. Los discípulos de Jesús salieron en todas direcciones proclamando las buenas nuevas de Jesús y la salvación. Ellos viajaron a través de Asia Menor, Grecia y todo el Imperio Romano. El Nuevo Testamento cierra con una predicción del retorno de Jesús para juzgar al mundo incrédulo y liberar a la creación de la maldición.

¿Quiénes fueron los autores de los libros de la Biblia?

Pregunta: "¿Quiénes fueron los autores de los libros de la Biblia?" Respuesta:

Esencialmente, por encima de los autores humanos, la Biblia fue escrita por Dios. 2 Timoteo 3:16 nos dice que la Biblia fue “inspirada” por Dios. Dios supervisó a los autores humanos de la Biblia para que, aunque utilizaban sus propios estilos de escritura y personalidades, registraran exactamente lo que Dios quería que se escribiera. La Biblia no fue dictada por Dios, sino que fue perfectamente guiada y enteramente inspirada por Él.

Humanamente hablando, la Biblia fue escrita por aproximadamente 40 hombres de diversas procedencias, a través de un período de 1500 años. Isaías fue un profeta, Esdras fue un sacerdote, Mateo fue un cobrador de impuestos, Juan fue un pescador, Pablo fue un fabricante de tiendas, Moisés fue un pastor. A pesar de haber sido escrita por diferentes autores a través de 15 siglos, la Biblia no se contradice a sí misma, tampoco contiene error alguno. Todos los autores presentan diferentes perspectivas, pero todos ellos proclaman al mismo único y verdadero Dios, y el mismo único camino para la salvación – Jesucristo (Juan 14:6; Hechos 4:12). Pocos libros de la Biblia nombran específicamente a su autor. Estos son los libros de la Biblia, junto con el nombre de quien la mayoría de los eruditos bíblicos asumen que es el autor, así como la fecha aproximada de su autoría:

Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio = Moisés – 1400 a.C.
Josué = Josué – 1350 a.C.
Jueces, Rut, 1 Samuel, 2 Samuel = Samuel / Natán / Gad – 1000 – 900 a.C.
1 Reyes, 2 Reyes = Jeremías – 600 a.C.
1 Crónicas, 2 Crónicas, Esdras, Nehemías = Esdras – 450 a.C.
Ester = Mardoqueo – 400 a.C.
Job = Moisés 1400 a.C.
Salmos = muchos diferentes autores, principalmente David – 1000 – 400 a.C.
Proverbios, Eclesiastés, Cantares = Salomón – 900 a.C.
Isaías = Isaías – 700 a.C.
Jeremías, Lamentaciones = Jeremías – 600 a.C.
Ezequiel = Ezequiel – 550 a.C.
Daniel = Daniel – 550 a.C.
Oseas = Oseas – 750 a.C.
Joel = Joel – 850 a.C.
Amós = Amós – 750 a.C.
Abdías = Abdías – 600 a.C.
Jonás = Jonás – 700 a.C.
Miqueas = Miqueas – 700 a.C.
Nahúm = Nahúm – 650 a.C.
Habacuc = Habacuc – 600 a.C.
Sofonías = Sofonías – 650 a.C.
Hageo = Hageo – 520 a.C.
Zacarías = Zacarías – 500 a.C.
Malaquías = Malaquías – 430 a.C.
Mateo = Mateo – 55 d.C.
Marcos = Juan Marcos – 50 d.C.
Lucas = Lucas – 60 d.C.
Juan = Juan – 90 d.C.
Hechos = Lucas – 65 d.C.
Romanos, 1 Corintios, 2, Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 Tesalonicenses, 2 Tesalonicenses, 1 Timoteo, 2 Timoteo, Tito, Filemón = Pablo 50 – 70 d.C.
Hebreos = desconocido, principales posibles son Pablo, Lucas, Bernabé, o Apolos – 65 d.C.
Santiago = Santiago – 45 d.C.
1 Pedro, 2 Pedro = Pedro – 60 d.C.
1 Juan, 2 Juan, 3 Juan = Juan – 90 d.C.
Judas = Judas 60 d.C.
Apocalipsis = Juan – 90 d.C.

¿Qué es el canon de la Escritura?

Pregunta: "¿Qué es el canon de la Escritura?" Respuesta:

Esta es una pregunta muy importante, porque el cristianismo no comienza por definir a Dios, o a Jesucristo, o la salvación. Las bases del cristianismo se encuentran en la autoridad de la Escritura. Si no podemos identificar lo que es Escritura, entonces no podemos distinguir propiamente ninguna verdad teológica del error.

La palabra “canon” proviene de la regla de la ley que se utilizaba para determinar si un libro se ajustaba a una norma. Pero es importante notar que los escritos de la Escritura fueron canónicos al momento en que fueron hechos. La Escritura fue Escritura al momento en que la pluma tocó el pergamino.

En cuanto a la medida o norma utilizada para determinar cuáles libros debían ser considerados como Escritura, el verso clave para entender el proceso y propósito y quizá la oportunidad en que se dio la Escritura está en Judas 3, donde dice que la fe cristiana “…ha sido una vez dada a los santos.” Puesto que nuestra fe es definida por la Escritura, Judas está diciendo esencialmente que la Escritura fue una vez dada para el beneficio de todos los cristianos. ¿No es maravilloso saber que no hay manuscritos escondidos o perdidos aún por encontrarse? ¿que no hay libros secretos, solo familiares para una pequeño grupo, y que no hay personas vivas que tengan una revelación especial para requerirnos hacer un viaje al Himalaya para ser iluminados? Podemos estar confiados en que Dios no nos ha dejado sin un testimonio. El mismo poder sobrenatural que Dios usó para producir Su palabra, también ha sido usado para preservarla.

El Salmo 119:160 establece que la totalidad de la palabra de Dios es verdad. Comenzando con esa premisa, podemos comparar los escritos fuera del canon de la Escritura y ver si ellos pasan la prueba. Como un ejemplo, la Biblia afirma que Jesucristo es Dios (Isaías 9:6-7; Mateo 1:22-23; Juan 1:1, 2, 14; 20:28; Hechos 16:31, 34; Filipenses 2:5-6; Colosenses 2:9; Tito 2:13; Hebreos 1:8; 2 Pedro 1:1). Sin embargo, muchos textos extra-bíblicos, que aseguran ser Escritura, argumentan que Jesús no es Dios. Cuando existen claras contradicciones, lo establecido en la Biblia es lo único digno de ser confiado, dejando a los demás fuera de la esfera de la Escritura.

En los primeros siglos de la iglesia, algunas veces los cristianos eran muertos por poseer copias de la Escritura (en aquellos días los libros estaban en pergaminos individuales, no combinados juntos en una encuadernación como la actual). A causa de esta persecución, pronto surgió la pregunta, “¿Cuáles libros son dignos de morir por ellos?” Algunos libros pueden haber contenido dichos de Jesús, pero ¿fueron inspirados como se establece en 2 Timoteo 3:16? Los concilios de la iglesia jugaron un papel en el reconocimiento público de un libro como inspirado en su escritura (p. ej. Colosenses 4:16; 1 Tesalonicenses 5:27). A lo largo de los primeros siglos de la iglesia, pocos libros fueron alguna vez cuestionados y la lista fue básicamente establecida por el 303 d.C.

Respecto al Antiguo Testamento, ellos tuvieron que considerar tres factores importantes: 1) El Nuevo Testamento cita o alude a todos los libros del Antiguo Testamento, excepto a dos. 2) Jesús efectivamente respaldó el canon hebreo en Mateo 23:35 cuando Él citó una de las primeras narrativas y una de las últimas en las Escrituras de Sus días. 3) Los judíos eran meticulosos en preservar las Escrituras del Antiguo Testamento, y ellos tuvieron pocas controversias sobre qué partes pertenecían y cuáles no.

Los escritos apócrifos de la iglesia Católica Romana no cumplieron con la norma, quedando fuera de la definición de Escritura, y nunca fueron aceptados por los judíos.

La mayoría de las preguntas acerca de cuáles libros pertenecen a la Biblia tenían que ver con escritos del tiempo de Cristo y posteriores. La iglesia primitiva tenía un criterio muy específico a fin de considerar a los libros como parte del Nuevo Testamento. Este incluía: ¿El libro fue escrito por alguien que fue un testigo ocular de Jesucristo? ¿Pasó el libro la “prueba de la verdad”? (p. ej. ¿concuerda con otro libro, ya aceptado como Escritura?). Los libros del Nuevo Testamento que fueron aceptados por la Iglesia han resistido la prueba del tiempo, y la ortodoxia cristiana los ha adoptado con pequeños cambios, por siglos.

La confianza en la aceptación de libros específicos se remonta a los receptores del primer siglo, quienes ofrecieron testimonios de primera mano para avalar su autenticidad. Más aún, el tema sobre el final de los tiempos que trata el libro de Apocalipsis, y la prohibición de añadir a las palabras del libro en 22:18, sostiene firmemente que el canon fue cerrado al tiempo de su escritura (95 d.C.)

Hay un punto teológicamente importante que no debemos perder. Dios ha usado Su palabra por milenios con un propósito principal – el de revelarse a Sí Mismo y comunicarse con la raza humana. Finalmente los concilios de la iglesia no decidieron si un libro era Escritura; Dios lo decidió cuando el autor humano fue elegido por Él para escribirlo. A fin de cumplir con el resultado final, incluida la preservación de Su palabra a través de los siglos, Dios guió a los concilios de la iglesia primitiva en su reconocimiento del canon.

La adquisición del conocimiento respecto a cosas tales como la verdadera naturaleza de Dios, el origen del universo y la vida, el propósito y significado de la vida, las maravillas de la salvación, y los eventos futuros (incluyendo el destino de la raza humana) están más allá de la observación natural y capacidad científica de la humanidad. La ya provista Palabra de Dios, evaluada y personalmente aplicada por cristianos a través de los siglos, es suficiente para explicarnos todo lo que necesitamos saber sobre Jesucristo (Juan 5:18; Hechos 18:28; Gálatas 3:22; 2 Timoteo 3:15) y para enseñarnos, corregirnos e instruirnos en toda justicia (2 Timoteo 3:16).

¿Qué parte es buena para comenzar a leer la Biblia?

Pregunta: "¿Qué parte es buena para comenzar a leer la Biblia?" Respuesta:

Para los principiantes, es importante tomar en consideración que la Biblia no es un libro ordinario que se lee tranquilamente de pasta a pasta. En realidad es una biblioteca, o colección de libros escritos por diferentes autores, en muchos lugares, dentro de un período de mil quinientos años. Martín Lutero dijo que la Biblia es la “cuna de Cristo” porque finalmente toda la historia y la profecía bíblica apuntan a Jesucristo.

Por lo tanto, cualquier nuevo lector de la Biblia debería comenzar con los Evangelios. El libro de Marcos es conciso y corto, siendo un buen lugar para comenzar. Luego tal vez quieras proseguir con el Evangelio de Juan, el cual se enfoca en las cosas que Jesús declaró acerca de Él Mismo. Marcos nos cuenta acerca de lo que Jesús hizo, mientras que Juan nos dice lo que Jesús dijo. En Juan se encuentran algunos de los pasajes más claros y sencillos, tales como Juan 3:16, pero también algunos de los más profundos y difíciles. El leer los Evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan), te familiarizará con la vida y el ministerio de Cristo.

Después de eso, lee a través de algunas de las Epístolas (Romanos, Efesios, Filipenses). En ellas se nos enseña cómo vivir nuestras vidas de manera que honren a Dios. Cuando comiences a leer el Antiguo Testamento, lee el libro de Génesis. Nos relata la manera en que Dios creó al mundo, y nos dice acerca de la caída de la raza humana en el pecado, así como el impacto que esto tuvo en el mundo. Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, pueden resultar difíciles de leer, porque tratan de todas las leyes por las que Dios requería que viviera el pueblo judío. Aunque no debes evitar estos libros, tal vez sea mejor dejarlos para un estudio posterior. En cualquier caso, trata de no sumergirte mucho en ellos. Lee desde Josué hasta Crónicas para tener un buen conocimiento de la historia de Israel. El leer desde Salmos hasta los Cantares de Salomón, te dará una buena idea de la poesía y sabiduría hebreas. Los libros proféticos, desde Isaías hasta Malaquías, pueden resultar difíciles de entender. Recuerda, la clave para entender la Biblia es pedirle a Dios sabiduría (Santiago 1:5). Dios es el autor de la Biblia, y Él quiere que comprendas Su Palabra.

No obstante, primeramente es importante saber que no todos pueden ser estudiantes de la Biblia, sino sólo aquellos con las “calificaciones” necesarias para estudiar la Palabra con las bendiciones de Dios:

¿Eres salvo(a) por la fe en Jesucristo (1 Corintios 2:14-16)?
¿Estás hambriento(a) por la Palabra de Dios (1 Pedro 2:2)?
¿Estás escudriñando diligentemente la Palabra de Dios (Hechos 17:11)?

Si has respondido “sí” a estas tres preguntas, puedes estar seguro(a) que Dios bendecirá tus esfuerzos por conocerlo a Él y a Su Palabra, sin importar dónde comiences y sin importar tu método de estudio. Si no estás seguro(a) de ser cristiano(a) – que has sido salvado(a) por la fe en Jesucristo y que tienes al Espíritu Santo dentro de ti – descubrirás que es imposible entender el significado de las palabras de la Escritura. Las verdades de la Biblia están escondidas de aquellos que no han depositado su fe en Cristo, pero ellas son la vida misma para aquellos que creen (1 Corintios 2:13-14; Juan 6:63).

¿Ha sido la Biblia contaminada, mediante alteraciones, ediciones o revisiones?

Pregunta: "¿Ha sido la Biblia contaminada, mediante alteraciones, ediciones o revisiones?" Respuesta:

Los libros del Antiguo Testamento fueron escritos aproximadamente del 1400 al 400 a.C. Los libros del Nuevo Testamento fueron escritos aproximadamente del 40 al 90 d.C. Así que, han pasado algo así como entre 3400 a 1900 años desde que fue escrito un libro de la Biblia. En la actualidad, los manuscritos originales se han perdido. Es muy probable que ya no existan. También durante este tiempo, los libros de la Biblia han sido copiados una y otra vez. Han sido hechas copias, de copias, de copias. En vista de todo esto, ¿todavía podemos confiar en la Biblia?

Cuando Dios originalmente inspiró al hombre para escribir Su Palabra, ésta fue inspirada por Dios e inerrante (2 Timoteo 3:16-17; Juan 17:17). En ninguna parte la Biblia aplica esto a las copias de los manuscritos originales. A pesar de lo meticuloso que eran los escribas con las réplicas de las Escrituras, ninguna es perfecta. Como resultado, surgieron pequeñas diferencias en las varias copias de las Escrituras. De todos los miles de manuscritos griegos y hebreos que existen, no había dos idénticos, hasta que se inventó la imprenta en el 1500 d.C.

Sin embargo, cualquier erudito interesado en los documentos, estará de acuerdo en que la Biblia ha sido extraordinariamente preservada a través de los siglos. Copias de la Biblia fechadas en el siglo XIV d.C. son casi idénticas al contenido de las copias del siglo III d.C. Cuando fueron descubiertos los Pergaminos del Mar Muerto, los eruditos estaban asombrados de ver la similitud que tenían con otras copias antiguas del Antiguo Testamento, aunque los Pergaminos del Mar Muerto eran cientos de años más viejos que cualquiera de los descubiertos previamente. Aún muchos escépticos y duros críticos de la Biblia, admitieron que la Biblia ha sido transmitida a través de los siglos con mucho más exactitud que ningún otro documento antiguo.

No hay absolutamente ninguna evidencia de que la Biblia haya sido revisada, editada o alterada de ninguna manera sistemática. La gran cantidad de manuscritos bíblicos hace sencillo el reconocer cualquier intento de distorsión de la Palabra de Dios. No hay ni una doctrina mayor de la Biblia que sea puesta en duda como resultado de diferencias menores existentes entre los manuscritos.

Nuevamente, la pregunta, ¿podemos confiar en la Biblia? ¡Absolutamente! Dios ha preservado Su Palabra a pesar de los errores no intencionales y los ataques intencionales de los seres humanos. Podemos tener absoluta confianza de que la Biblia que tenemos hoy, es la misma Biblia que fue escrita originalmente. La Biblia es la Palabra de Dios, y podemos confiar en ella (2 Timoteo 3:16; Mateo 5:18).

Antiguo Testamento Vs. Nuevo Testamento ¿Cuáles son las diferencias?

Pregunta: "Antiguo Testamento Vs. Nuevo Testamento ¿Cuáles son las diferencias?" Respuesta:

El Antiguo Testamento establece los cimientos para las enseñanzas y eventos que se encuentran en el Nuevo Testamento. La Biblia es una revelación progresiva. Si te saltas la primera mitad de cualquier buen libro y tratas de terminarlo, tendrás dificultad para entender los personajes, la trama y el final. De la misma manera, el Nuevo Testamento sólo es plenamente comprendido cuando es visto como un cumplimiento de los eventos, personajes, leyes, sistema sacrificial, pactos y promesas del Antiguo Testamento.

Si sólo tuviéramos el Nuevo Testamento, vendríamos a los Evangelios, y no sabríamos por qué los judíos estaban buscando al Mesías (un Rey Salvador). Sin el Antiguo Testamento, no comprenderíamos por qué este Mesías vendría (ver Isaías 53) y no seríamos capaces de identificar a Jesús de Nazaret como el Mesías a través de las muchas detalladas profecías que fueron dadas concernientes a Él; por ejemplo, Su lugar de nacimiento (Miqueas 5:2); la manera en que moriría (Salmos 22, especialmente vv. 1, 7-8, 14-18; Salmos 69:21, etc.). Su resurrección (Salmos 16:10), y muchos detalles más sobre Su ministerio (Isaías 52:13; 9:2, etc.).

Sin el Antiguo Testamento, no entenderíamos las costumbres judías que son mencionadas en pasajes del Nuevo Testamento. No entenderíamos las perversiones que hicieron los fariseos a la ley de Dios, al añadirle sus tradiciones. No entenderíamos por qué Jesús estaba tan enfadado mientras Él purificaba el patio del templo. No entenderíamos que podemos usar la misma sabiduría que usó Jesucristo en Sus muchas respuestas a Sus adversarios (tanto humanos como demoníacos).

De manera similar, los Evangelios y los Hechos de los apóstoles en el Nuevo Testamento, registran el cumplimiento de muchas profecías que fueron escritas cientos de años antes en el Antiguo Testamento. Muchas de éstas, relatan la primera venida del Mesías. En las circunstancias del nacimiento, vida, milagros, muerte y resurrección de Jesucristo como se encuentra en los Evangelios, vemos el cumplimiento de profecías del Antiguo Testamento relacionadas con la primera venida del Mesías. Son estos detalles los que validan la declaración de Jesús de ser Él el Cristo prometido. Y aún las profecías del Nuevo Testamento (muchas de las cuales están en el libro de Apocalipsis), están erigidas sobre antiguas profecías que se encuentran en los libros del Antiguo Testamento. Estas profecías del Nuevo Testamento, relatan los eventos que rodean la segunda venida de Cristo. Aproximadamente dos de cada tres versos en el Apocalipsis están basados en versos del Antiguo Testamento.

Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, contienen numerosas lecciones para nosotros a través de las vidas de sus muchos personajes falibles, quienes poseían la misma naturaleza que nosotros en la actualidad. Observando sus vidas, podemos ser animados a confiar en Dios sin importar lo que suceda (Daniel 3), y a no comprometernos en las cosas pequeñas (Daniel 1), para que seamos fieles más tarde ante las cosas grandes (Daniel 6). Podemos aprender que es mejor confesar el pecado pronta y sinceramente, en lugar de pasar la culpa a otros (1 Samuel 15). Podemos aprender a no jugar con el pecado, porque nos encontrará desprevenidos y su mordida resulta mortal (Ver Jueces 13-16).

Podemos aprender que necesitamos confiar y obedecer a Dios, si esperamos experimentar Su vivir en “la tierra prometida” en esta vida y Su paraíso en la próxima (Números 13). Aprendemos que si consideramos el pecado, sólo nos estamos exponiendo a cometerlo (Génesis 3; Josué 6-7). Aprendemos que el pecado tiene consecuencias, no sólo para nosotros mismos, sino para nuestros seres amados y a la inversa, que nuestro buen comportamiento tiene recompensas no sólo para nosotros sino también para aquellos que están a nuestro alrededor (Génesis 3; Éxodo 20:5-6). En el Nuevo Testamento, tenemos el ejemplo de Pedro para aprender a no atrevernos a confiar en nuestra propia fuerza o FRACASAREMOS (Mateo 26:33-41). En las palabras del ladrón en la cruz, vemos que es a través de una fe sencilla y sincera que somos salvados de nuestro pecado (Lucas 23:39-43). También vemos en el Nuevo Testamento cómo debe ser una iglesia viva (Hechos 2:41-47; 13:1-3, etc.)

Así mismo, como la revelación de la Escritura es progresiva, el Nuevo Testamento trae a la luz enseñanzas de las que sólo se aludían en el Antiguo Testamento. El libro de Hebreos describe cómo Jesús es el verdadero Sumo Sacerdote, y Su sacrificio único reemplaza todos los sacrificios anteriores que fueron sólo semejanzas de ese sacrificio. El Antiguo Testamento expone la Ley, compuesta de dos partes: los mandamientos y las bendiciones/maldiciones que provienen de la obediencia o desobediencia de esos mandamientos. El Nuevo Testamento clarifica que Dios dio esos mandamientos para mostrar al hombre su necesidad de salvación y nunca se pretendió que fueran un medio para la salvación (Romanos 3:19).

El Antiguo Testamento describe el sistema sacrificial que Dios dio a los israelitas para cubrir temporalmente sus pecados. El Nuevo Testamento clarifica que este sistema era sólo una alusión al sacrificio de Cristo, únicamente a través del cual se encuentra la salvación (Hechos 4:12; Hebreos 10:4-10). El Antiguo Testamento vio el paraíso perdido; el Nuevo Testamento muestra cómo el paraíso fue recobrado para la raza humana, a través del segundo Adán (Cristo) y cómo un día será restaurado. El Antiguo Testamento declara que el hombre fue separado de Dios a causa del pecado (Génesis 3), y el Nuevo Testamento declara que ahora el hombre puede ser restaurado a su relación con Dios (Romanos 3-6). El Antiguo Testamento predijo la vida del Mesías. Los Evangelios registran principalmente la vida de Jesús, y las Epístolas interpretan Su vida y cómo debemos responder a todo lo que Él ha hecho y hará.

Nuevamente, mientras que el Nuevo Testamento es la “aclaración” del cuadro, el Antiguo Testamento no es menos importante. Además de contener los cimientos para el Nuevo Testamento, sin el Antiguo Testamento no tendríamos una base para sostenernos contra el error de las perversiones políticamente correctas de nuestra sociedad, en la que la evolución es vista como creadora de todas las especies a través de millones de años (en lugar de ser ellas el resultado de la creación especial de Dios en seis días literales). Aceptaríamos la mentira de que los matrimonios y la unidad familiar son una estructura evolutiva que debe continuar cambiando ante los cambios sociales, en vez de ser vista como un diseño de Dios con el propósito de criar buenos hijos y para la protección de aquellos que de otra manera serían utilizados y abusados (más frecuentemente las mujeres y los niños).

De la misma manera, sin el Antiguo Testamento, no entenderíamos las promesas que Dios cumplirá en un futuro en la nación judía. Como resultado, no veríamos propiamente que el período de la Tribulación es un lapso de siete años en el cual Cristo trabajará específicamente con la nación judía que lo rechazó en Su primera venida, pero que lo recibirá en Su segunda venida. No entenderíamos cómo el futuro reinado de Cristo de 1,000 años encaja en Sus promesas a los judíos, ni cómo los gentiles encajarían en él. Tampoco veríamos cómo el final de la Biblia ata los cabos sueltos que no fueron revelados en el principio de la Biblia, cómo Dios restaurará el paraíso que Él originalmente creó para que fuera este mundo, y cómo disfrutaremos de un íntimo compañerismo con Él de una manera personal como en el Huerto del Edén.

En resumen, el Antiguo Testamento proporciona los cimientos, y fue hecho para preparar a los israelitas para la venida del Mesías quien se sacrificaría a Sí Mismo por los pecados de la nación (así como por los pecados del mundo entero). El Nuevo Testamento comparte la vida de Jesucristo y luego mira hacia atrás a lo que Él hizo, y cómo debemos responder a Su regalo de vida eterna y vivir nuestras vidas en gratitud por todo lo que Él ha hecho por nosotros (Romanos 12). Ambos testamentos revelan al mismo santo, misericordioso y justo Dios, quien debe condenar el pecado, pero que desea atraer hacia Él a la raza humana caída de pecadores mediante el perdón, sólo posible a través del sacrificio expiatorio de Cristo como pago por el pecado. En ambos testamentos, Dios se revela a nosotros y la manera en que debemos venir a Él a través de Jesucristo. Y en ambos testamentos, encontramos que todos necesitamos una vida piadosa y la vida eterna (2 Timoteo 3:15-17).

¿Por qué es importante creer en la inerrancia de la Biblia?

Pregunta: "¿Por qué es importante creer en la inerrancia de la Biblia?" Respuesta:

Vivimos días en los que hay una tendencia a encogerse de hombros cuando se nos confronta con el error. En vez de preguntar como Pilato “¿Qué es la verdad?”, el hombre posmodernista dice, “Nada es verdad” o quizá “La verdad existe, pero no podemos saberla.” Hemos crecido acostumbrados a ser engañados, y mucha gente parece cómoda con la noción de que la Biblia también contiene errores.

La doctrina de la inerrancia bíblica es extremadamente importante, porque la verdad sí importa. Este hecho se refleja en el carácter de Dios y es fundamental para nuestro entendimiento de todo lo que enseña la Biblia. Estas son algunas razones por las que debemos creer absolutamente en la inerrancia bíblica:

1. La Biblia misma declara ser perfecta. “Las palabras de Jehová son palabras limpias, como plata refinada en horno de tierra, purificada siete veces.” (Salmos 12:6). “La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.” (Salmos 19:7). “Toda palabra de Dios es limpia;” (Proverbios 30:5). Estas afirmaciones de pureza son declaraciones absolutas. Nótese que no dice “Casi todas las Palabras de Dios son puras” o “la Escritura es casi perfecta.” La Biblia argumenta una completa perfección, sin dar lugar a teorías de “perfección parcial.”

2. La Biblia se sostiene o cae como un todo. Si se descubriera que un periódico importante rutinariamente contuviera ciertos errores, sería rápidamente desacreditado. No habría diferencia en decir “Todos los errores fueron confinados a la página 3.” Para que un periódico pueda ser confiable en todas sus secciones, debe ser verídico en todo su contenido. De la misma manera, si la Biblia fuera inexacta cuando habla de geología, ¿por qué se confiaría en su teología? O es un documento confiable, o no lo es.

3. La Biblia es un reflejo de su Autor. Todos los libros lo son. La Biblia fue escrita por Dios Mismo, al obrar a través de los autores humanos mediante un proceso llamado “inspiración.” Segunda de Timoteo 3:16 dice, “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (literalmente, “es respirada por Dios”). Ver también 2 Pedro 1:21 y Jeremías 1:2

Creemos que Dios, quien creó el universo, es capaz de escribir un libro. Y que el Dios que es perfecto es capaz de escribir un libro perfecto. El punto no es sólo “¿Tiene la Biblia un error?”, sino “¿Puede Dios cometer un error?” Si la Biblia contiene verdaderos errores, entonces Dios no es omnisciente y es capaz Él Mismo de cometer errores. Si la Biblia contiene información errónea, entonces Dios no es veraz, sino un mentiroso. Si la Biblia contiene contradicciones, entonces Dios es el autor de la confusión. En otras palabras, si la inerrancia bíblica no es verdad, entonces Dios no es Dios.

4. La Biblia nos juzga, no viceversa. “Porque la palabra de Dios... discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12). Nótese la relación entre “el corazón” y “la Palabra”. La Palabra examina; el corazón está siendo examinado. El reacomodar partes de la Palabra por cualquier razón, es voltear un verso de cabeza. Nos convertimos en los examinadores, y la Palabra debe ser sometida a nuestro “superior escrutinio.” Sin embargo Dios dice, “Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios?” (Romanos 9:20).

5. El mensaje de la Biblia debe ser tomado como un todo. No es una mezcla de doctrina sobre la que tengamos libertad de elección. A mucha gente le agradan los versos que dicen que Dios los ama, pero les disgustan los que dicen que Dios juzgará a los pecadores. Pero simplemente no podemos entresacar y elegir lo que nos guste acerca de la Biblia y desechar el resto. Si la Biblia está equivocada respecto al infierno, por ejemplo, entonces ¿quién dice que es verdadera al hablar sobre el cielo – o sobre cualquier otra cosa? Si la Biblia no puede contener verazmente los detalles sobre la creación, entonces tal vez los detalles sobre la salvación tampoco puedan ser confiables. Si la historia de Jonás es un mito, entonces quizá también lo es la historia de Jesús. Por el contrario, Dios ha dicho lo que ha dicho, y la Biblia nos presenta un cuadro completo de quien es Dios. “Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos” (Salmos 119:89).

6. La Biblia es nuestra única norma para la fe y la práctica. Si no es confiable, entonces ¿en qué basamos nuestras creencias? Jesús pide nuestra confianza, y eso incluye confiar en lo que Él dice en Su Palabra. Juan 6:67-69 es un hermoso pasaje. Jesús justo había presenciado la partida de muchos que habían afirmado que lo seguirían. Entonces Él se volvió a los doce apóstoles y les preguntó, “¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.” Que tengamos la misma confianza en el Señor y en Sus palabras de vida.

Nada de lo que hemos presentado aquí debe ser tomado como un rechazo al estudio verdadero. La inerrancia bíblica no significa que debemos dejar de utilizar nuestras mentes o aceptar ciegamente lo que dice la Biblia. Somos exhortados a estudiar la Palabra (2 Timoteo 2:15), y aquellos que la escudriñan son elogiados (Hechos 17:11). También reconocemos que hay pasajes difíciles en la Biblia, así como sinceros desacuerdos sobre su interpretación. Nuestra meta es aproximarnos reverentemente y en oración a la Escritura y cuando encontremos algo que no entendamos, oremos más intensamente, estudiemos más, y – si aún así nos elude la respuesta – reconozcamos humildemente nuestras propias limitaciones ante la perfecta Palabra de Dios.

¿Es posible que puedan ser añadidos más libros a la Biblia?

Pregunta: "¿Es posible que puedan ser añadidos más libros a la Biblia?" Respuesta:

No existe razón para creer que Dios presentará futura revelación para añadir a Su Palabra. La Biblia comienza con el principio mismo de la humanidad – Génesis – y termina con el fin de la humanidad como la conocemos – Apocalipsis. Todo lo que hay en medio es para nuestro beneficio como creyentes, para ser habilitados con la verdad de Dios en nuestra vida diaria. Sabemos esto de 2 Timoteo 3:16-17. “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”

Si fueran añadidos otros libros a la Biblia, sería igual a decir que la Biblia que tenemos hoy está incompleta – que no nos dice todo lo que necesitamos saber. Aunque sólo se aplica al libro de Apocalipsis, Apocalipsis 22:18-20 nos enseña una importante verdad acerca de añadir a la Palabra de Dios. “Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.”

Tenemos todo lo que necesitamos en los actuales 66 libros de la Biblia. No existe una sola situación en la vida que no pueda ser dirigida por la Escritura. Lo que comenzó en Génesis encuentra su conclusión en Apocalipsis. La Biblia es totalmente completa y suficiente. ¿Podría Dios añadir a la Biblia? Por supuesto que Él podría. Sin embargo, no hay razón, bíblica o teológica, para creer que Él lo hará así.

¿Por qué Dios nos dio cuatro Evangelios?

Pregunta: "¿Por qué Dios nos dio cuatro Evangelios?" Respuesta:

Estas son algunas razones por las que Dios nos dio cuatro Evangelios en vez de uno:

(1) Para proporcionarnos una descripción más completa de Cristo. Aunque toda la Biblia está inspirada por Dios (2 Timoteo 3:16), Él utilizó autores humanos con diferentes trasfondos y personalidades para llevar a cabo Sus propósitos a través de sus escritos. Cada uno de los autores de los Evangelios tenía un propósito diferente tras su Evangelio, y para cumplir esos propósitos, cada uno enfatizó diferentes aspectos de la persona y el ministerio de Jesucristo.

Mateo estuvo escribiendo para una audiencia hebrea, y uno de los propósitos de su Evangelio, era mostrar mediante la genealogía de Jesús, y el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento, que Él era el Mesías largamente esperado, y por lo tanto debía ser creído. El énfasis de Mateo está sobre Jesús como el Rey prometido, el “Hijo de David” quien se sentaría para siempre sobre el trono de Israel (Mateo 9:27; 21:9).

Marcos, un sobrino de Bernabé (Colosenses 4:10), fue un testigo ocular de los eventos en la vida de Cristo, habiendo sido un amigo del apóstol Pedro. Marcos escribió para una audiencia de gentiles, como se aprecia por su falta de inclusión de datos importantes para los lectores judíos (genealogías, las controversias de Cristo con los líderes judíos de Sus días, las frecuentes referencias al Antiguo Testamento, etc.). Marcos enfatizó a Cristo como el Siervo sufriente, Aquel que no vino para ser servido sino para servir y dar Su vida en rescate por muchos (Marcos 10:45).

El evangelista Lucas, el “médico amado” (Colosenses 4:14) y compañero del apóstol Pablo, escribió tanto el Evangelio de Lucas como los Hechos de los Apóstoles. Lucas es el único autor gentil del Nuevo Testamento. Desde mucho antes, él ya era aceptado como un diligente y erudito historiador, por aquellos que habían utilizado sus escritos en estudios históricos y geológicos. Como historiador, él declara que es su intención escribir en forma ordenada la vida de Cristo, basado en los reportes de aquellos que fueron testigos oculares (Lucas 1:1-4). Como él escribió específicamente para el beneficio de Teófilo, aparentemente un gentil de cierto rango, su Evangelio fue redactado teniendo en mente a una audiencia gentil, y su intención es mostrar que la fe cristiana está basada en eventos históricamente confiables y verificables. Con frecuencia, Lucas se refiere a Cristo como “el Hijo del Hombre,” enfatizando Su humanidad, y comparte muchos detalles que no se encuentran en los relatos de los otros Evangelios.

El Evangelio de Juan, escrito por Juan el apóstol, es diferente a los otros tres Evangelios y posee un gran contenido teológico referente a la persona de Cristo y el significado de la fe. Con frecuencia se hace referencia a Mateo, Marcos y Lucas como los “Evangelios Sinópticos”, por su contenido y estilo similar, y porque ellos ofrecen una sinopsis de la vida de Cristo. El Evangelio de Juan comienza, no con el nacimiento de Jesús o Su ministerio terrenal, sino con la actividad y características del Hijo de Dios antes de haberse hecho hombre (Juan 1:14). El Evangelio de Juan enfatiza la deidad de Cristo como se aprecia en su uso de frases como “El Verbo era Dios” (Juan 1:1), “el Salvador del Mundo” (Juan 4:42), el “Hijo de Dios” (usado repetidas veces), y “Señor y... Dios” (Juan 20:28) al describir a Jesús. En el Evangelio de Juan, Jesús también afirma Su deidad con muchas declaraciones del “Yo Soy.” La más notable entre ellas está en Juan 8:58, en donde Él asegura que “... antes que Abraham fuese, Yo Soy.” (Comparar con Éxodo 3:13-14). Pero Juan también enfatiza el hecho de la humanidad de Jesús, deseando mostrar el error de una secta religiosa de sus días, los gnósticos, quienes no creían en la humanidad de Cristo. La explicación de Juan sobre su propósito principal para escribirlo está casi al final de su Evangelio: “Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en Su nombre.” (Juan 20:30-31).

Así que, al tener cuatro diferentes y aún así precisos relatos sobre Cristo, observas diferentes aspectos revelados sobre Su persona y ministerio. Cada relato, cuando es añadido a los otros tres, se asemeja a un hilo más de diferente color entretejido en un tapiz que forma un cuadro más completo de Aquel que está más allá de toda descripción. Y mientras que nunca comprenderemos enteramente todo acerca de Jesucristo (Juan 20:30), a través de los cuatro Evangelios, podemos conocerlo lo suficiente para apreciar quién es Él, y lo que ha hecho por nosotros, para que podamos tener vida a través de la fe en Él.

2) Para permitirnos verificar objetivamente la veracidad de sus relatos. La Biblia, desde sus primeros tiempos, declara que en una corte legal, no debía emitirse un juicio contra una persona basándose en el testimonio de un solo testigo ocular, sino que era requerido el de un mínimo de dos o tres testigos (Deuteronomio 19:15). De esta manera, teniendo diferentes relatos de la Persona y ministerio terrenal de Jesucristo, nos permite evaluar la precisión de la información que tenemos concerniente a Él.

Simon Greenleaf, una bien conocida y aceptada autoridad en lo que constituye la evidencia confiable en una corte legal, examinó los cuatro Evangelios desde una perspectiva legal. Él notó que el tipo de testimonios de los testigos oculares proporcionado en los cuatro Evangelios, en los que uno encuentra concordancia, pero con la elección de cada escritor de omitir o añadir detalles que otros decidieron incluir u omitir respectivamente, es el típicamente confiable, de fuentes independientes que serían aceptadas en una corte legal como una firme evidencia. Si los Evangelios contuvieran exactamente la misma información, proporcionando los mismos detalles y escritos desde la misma perspectiva, serían una indicación de confabulación, por ejemplo, de que hubo ocasión en que los escritores se reunieron con anticipación para “concordar sus historias” a fin de hacer que sus escritos parecieran creíbles. Las diferencias entre los Evangelios, aún en detalles aparentemente contradictorios a primera vista, hablan de la naturaleza independiente de los escritos. Así que, la naturaleza independiente del relato de los cuatro Evangelios, concuerda en su información pero difiere en su perspectiva, cantidad de detalles, y en cuáles eventos fueron registrados, indicando que el relato que tenemos de la vida y ministerio de Cristo como es presentado en los Evangelios, es verdadero y confiable.

3) Para recompensar a quienes son buscadores diligentes. Se puede obtener mucho al estudiar individualmente cada uno de los Evangelios. Pero puede obtenerse mucho más comparando y recopilando las diferentes narraciones de eventos específicos del ministerio de Jesús. Por ejemplo en Mateo 14 se nos relata la alimentación de los 5,000 y a Jesús caminando sobre el agua. En Mateo 14:22, se nos dice que Jesús “…hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de Él a la otra ribera, entre tanto que Él despedía a la multitud.” Uno podría preguntarse, ¿por qué hizo Él esto? No se da una razón aparente en el relato de Mateo. Pero cuando lo combinas con el contexto dado en Marcos 6, ves que los discípulos habían regresado de echar demonios y sanar a la gente a través de la autoridad que Él les confirió cuando los envió de dos en dos. Y ellos habían regresado con “egos inflados,” olvidando su lugar y listos para dar instrucciones a Jesús (Mateo 14:15). Así que, al enviarlos por delante ya anocheciendo, a la otra orilla del Mar de Galilea, Jesús les revela dos cosas mientras ellos luchan contra el viento y las olas en su auto-dependencia, hasta las primeras horas de la mañana cuando entonces Él camina sobre el agua, y está a punto de pasarlos de largo, hasta que lo llaman (Marcos 6:48-50). Él les revela (1) que no pueden hacer nada por Dios dependiendo de su propia habilidad y (2) que nada es imposible en tanto que acudan a Él y vivan dependientes de Su poder. Hay muchos ejemplos similares en los que existen “joyas” para ser encontradas por los estudiantes diligentes de la Palabra de Dios, quienes se toman el tiempo para comparar la Escritura con la Escritura, y que pasarían inadvertidas para el lector casual.

¿Qué son los libros perdidos de la Biblia?

Pregunta: "¿Qué son los libros perdidos de la Biblia?" Respuesta:

No hay “libros perdidos” de la Biblia o libros que fueron quitados de la Biblia. Hay muchas leyendas y rumores sobre libros “perdidos,” pero ninguna de estas historias es verdadera. Cada libro que Dios designó e inspiró para estar en la Biblia, está en la Biblia. Hay literalmente cientos de libros religiosos que fueron escritos en el mismo período de tiempo que los libros de la Biblia. Algunos de estos libros contienen relatos verdaderos sobre cosas que realmente ocurrieron (1 Macabeos por ejemplo). Algunos de ellos contienen buena enseñanza espiritual (La Sabiduría de Salomón por ejemplo). Sin embargo, estos libros no fueron inspirados por Dios. Si leemos cualquiera de estos libros, la Apócrifa es un ejemplo, debemos tratarlos como libros históricos falibles, no como la inspirada e inerrante Palabra de Dios (2 Timoteo 3:16-17).

El evangelio de Tomás, por ejemplo, fue una falsificación escrita en el siglo III o IV d.C. que afirmaba haber sido escrita por el apóstol Tomás. No fue escrito por Tomás. Los padres de la iglesia primitiva rechazaron casi universalmente el evangelio de Tomás como herético. Contiene muchas cosas falsas y heréticas que supuestamente Jesús dijo e hizo. Nada de este escrito (o al menos muy poco de él) es verdad. La epístola de Bernabé no fue escrita por el Bernabé bíblico, sino por un impostor. Lo mismo puede decirse del evangelio de Felipe, el Apocalipsis de Pedro, el libro de Enoc, etc.

Hay un solo Dios. La Biblia tiene un Creador. Hay un solo libro. Contiene un plan de gracia, descrito desde su inicio, a través de su ejecución, y hasta su consumación. Desde la predestinación hasta la glorificación, la Biblia es la historia de Dios redimiendo a su pueblo elegido para alabanza de Su gloria. Así como los propósitos y el plan de Dios se despliegan en la Escritura, los temas recurrentes constantemente enfatizados son: el carácter de Dios, el juicio por el pecado y la desobediencia, la bendición por la fe y la obediencia, el Señor Salvador y el sacrificio por el pecado, y la gloria y el reino venidero. Es la intención de Dios que conozcamos y entendamos estos cinco temas, porque nuestras vidas y destino eterno dependen de ellos. Es por lo tanto impensable que Dios hubiera permitido que algo de esta vital información “se perdiera” de alguna manera. No, la Biblia está completa y tan es así, que nosotros que la leemos y entendemos, también podemos ser “perfeccionados, y preparados para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17).

¿Por qué debemos estudiar el Antiguo Testamento?

Pregunta: "¿Por qué debemos estudiar el Antiguo Testamento?" Respuesta:

La Biblia es una revelación progresiva. Si te saltas la primera mitad de cualquier buen libro y tratas de terminarlo, tendrás dificultades para entender los personajes, la trama, y el final. De la misma manera, el Nuevo Testamento es plenamente comprendido sólo cuando es visto como erigido sobre los cimientos de los eventos, personajes, leyes, sistema sacrificial, pactos y promesas del Antiguo Testamento (AT). Si solo tuviéramos el Nuevo Testamento (NT), al venir a los Evangelios, no sabríamos por qué los judíos estaban buscando al Mesías (un Rey Salvador). Sin el AT, no comprenderíamos por qué este Mesías vendría (ver Isaías 53); no seríamos capaces de identificar a Jesús de Nazaret como el Mesías a través de muchas detalladas profecías que fueron dadas concerniente a Él (por ej., Su lugar de nacimiento (Miqueas 5:2); el modo en que moriría (Salmos 22, especialmente vv. 1, 7-8, 14-18; Salmos 69:21, etc.), Su resurrección (Salmos 16:10), y muchos más detalles sobre Su ministerio (Isaías 52:13; 9:2, etc.).

Sin el AT, no entenderíamos las costumbres judías que son mencionadas en pasajes del NT. No entenderíamos las perversiones que hicieron los fariseos a la ley de Dios, al añadirle sus tradiciones. No entenderíamos por qué Jesús estaba tan enfadado mientras Él purificaba el patio del templo. No entenderíamos que podemos usar la misma sabiduría que usó Jesucristo en Sus muchas respuestas a Sus adversarios (tanto humanos como demoníacos).

Sin el Antiguo Testamentos nos perderíamos de numerosas profecías detalladas que sólo pudieron cumplirse porque la Biblia es la Palabra de Dios, no de los hombres (ver los profetas mayores y menores) (p. ej., Daniel 7 y los capítulos siguientes). Estas profecías dan detalles específicos sobre el levantamiento y caída de naciones, cómo caerían, si se levantarían nuevamente, cuáles poderes serían los siguientes en emerger, quienes serían los actores principales (Ciro, Alejandro el Grande, etc.), y qué sucedería a sus reinos cuando estos personajes murieran. Estas detalladas profecías son tan exactas que los escépticos atacan diciendo que tuvieron que haber sido escritas después de los hechos.

El AT también contiene numerosas lecciones para nosotros a través de las vidas de sus muchos personajes falibles. Al observar sus vidas podemos ser animados a confiar en Dios sin importar lo que suceda (Daniel 3), y a no comprometernos en las cosas pequeñas (Daniel 1), para que seamos fieles más tarde ante las cosas grandes (Daniel 6). Podemos aprender que es mejor confesar el pecado pronta y sinceramente, en lugar de pasar la culpa a otros (1 Samuel 15). Podemos aprender a no jugar con el pecado, porque nos encontrará desprevenidos y su mordida es mortal. (Ver Jueces 13-16).

Podemos aprender que necesitamos confiar (y obedecer) a Dios si esperamos experimentar la vida en Su tierra prometida en esta vida y Su paraíso en la próxima (Números 13). Aprendemos que si consideramos el pecado, sólo nos estamos exponiendo a cometerlo (Génesis 3; Josué 6-7). Aprendemos que el pecado tiene consecuencias, no sólo para nosotros mismos, sino para nuestros seres amados y a la inversa, que nuestro buen comportamiento tiene recompensas no sólo para nosotros sino también para aquellos que están a nuestro alrededor (Génesis 3; Éxodo 20:5-6).

El Antiguo Testamento también contiene gran cantidad de sabiduría que el Nuevo Testamento no comparte. Mucha de ésta se encuentra contenida en los Salmos y Proverbios. Estos trocitos de sabiduría revelan cómo puedo ser más sabio que mis maestros, a lo que nos conducirán varios pecados (nos ayuda a ver el anzuelo que esconde el bocado), y lo que los logros en este mundo nos ofrecen (nada). ¿Cómo puedo reconocer si soy un necio (esto es, moralmente)? ¿Cómo puedo encontrarle significado a la vida? Nuevamente, hay mucho ahí que sólo está esperando a ser encontrado por alguien que realmente quiera aprender.

Sin el AT, no tendríamos una base para sostenernos contra el error de las perversiones políticamente correctas de nuestra sociedad, en la que la evolución es vista como creadora de todas las especies a través de millones de años (en lugar de ser ellas el resultado de la creación especial de Dios en seis días literales). Aceptaríamos la mentira de que los matrimonios y la unidad familiar son una estructura evolutiva que debe continuar cambiando ante los cambios sociales, en vez de ser vista como un diseño de Dios con el propósito de criar buenos hijos y para la protección de aquellos que de otra manera serían utilizados y abusados (más frecuentemente las mujeres y los niños).

Sin el AT, no entenderíamos las promesas que Dios cumplirá en un futuro con la nación judía. Como resultado, no veríamos propiamente que el período de la Tribulación es un lapso de siete años en el cual Cristo trabajará específicamente con la nación judía que lo rechazó en Su primera venida, pero que lo recibirá en Su segunda venida. No entenderíamos cómo el futuro reinado de Cristo de 1,000 años encaja en Sus promesas a los judíos, ni cómo los gentiles encajarían en él. Tampoco veríamos cómo el final de la Biblia ata los cabos sueltos que no fueron revelados en el principio de la Biblia, cómo Dios restaurará el paraíso que Él originalmente creó para que fuera este mundo, y cómo disfrutaremos de un íntimo compañerismo con Él de una manera personal como en el Huerto del Edén.

En resumen, el Antiguo Testamento es un espejo que nos permite mirarnos a nosotros mismos en las vidas de los personajes del Antiguo Testamento y nos ayuda a aprender lo experimentado en sus vidas. Vierte mucha luz sobre quién es Dios y las maravillas que Él ha hecho y la salvación que Él ha forjado. Transmite gran consuelo a aquellos que padecen persecución o tribulación (ver especialmente los Salmos). Revela a través del repetido cumplimiento de las profecías, por qué la Biblia es única entre todos los libros sagrados – solamente ella puede demostrar que es lo que clama ser: la inspirada Palabra de Dios. Revela grandes cosas sobre Cristo en página tras página de sus escritos. Contiene tanta sabiduría que va más allá de lo que es aludido o citado en el Nuevo Testamento. En pocas palabras, si aún no te has aventurado en la profundidad de sus páginas, te estás perdiendo de mucho de lo que Dios ha dispuesto para ti. Mientras lo lees, habrá mucho que no entiendas de inmediato, pero habrá mucho que entenderás y aprenderás. Y mientras continúas estudiándolo, pide a Dios que te enseñe más, tu minería te pagará con tesoros aún más brillantes.

¿Debo creer que la Biblia es inerrante para ser salvo(a)?

  Pregunta: "¿Debo creer que la Biblia es inerrante para ser salvo(a)?" Respuesta:

No somos salvados por creer en la inspiración o inerrancia de la Biblia. Somos salvados por creer en el Señor Jesucristo como nuestro Salvador del pecado (Juan 3:16; Efesios 2:8-9; Romanos 10:9-10). Al mismo tiempo, sin embargo, es sólo a través de la Biblia que aprendemos acerca de Jesucristo y Su muerte y resurrección a nuestro favor (2 Corintios 5:21; Romanos 5:8). No debemos creer todo lo de la Biblia para ser salvos – pero debemos creer en Jesucristo, quien es proclamado por la Biblia. Debemos definitivamente apegarnos a la Biblia como la Palabra de Dios y debemos creer absolutamente todo lo que la Biblia enseña. Sin embargo, no debemos creer cada cosa que la Biblia enseña para ser salvos. De hecho, inicialmente cuando la gente es salvada, generalmente saben muy poco acerca de la Biblia.

La salvación es un proceso que comienza con una comprensión de nuestro estado pecaminoso, no un entendimiento de la inerrancia de la Biblia. Nuestras conciencias nos dicen que no estamos en condiciones de comparecer ante un Dios santo basándonos en nuestros propios méritos y tener la confianza de que Él nos aceptará. Sabemos que no somos lo suficientemente justos para hacer eso, así que nos volvemos a Él y aceptamos el sacrificio de Su Hijo en la cruz como el pago por nuestro pecado. Ponemos nuestra entera confianza en Él. A partir de ese punto, tenemos una naturaleza totalmente nueva, pura e incorruptible. El Espíritu Santo de Dios vive dentro de nuestros corazones, sellándonos para la eternidad. Proseguimos desde ese punto, amando y obedeciendo a Dios más y más cada día. Parte de este “avance” consiste en alimentarnos diariamente con Su Palabra para crecer y fortalecer nuestro caminar con Él. Sólo la Biblia tiene el poder de realizar este milagro en nuestras vidas.

Si creemos y confiamos en la Persona y obra del Señor Jesucristo, como se enseña en la Biblia, somos salvados. Cuando confiamos en Jesucristo, sin embargo, el Espíritu Santo trabajará en nuestra mente y corazón – y nos convencerá de que la Biblia es verdadera y digna de ser confiada (2 Timoteo 3:16-17). Si existen dudas en nuestra mente acerca de la inerrancia de la Escritura, la mejor manera de manejarlo es pedirle a Dios que nos dé la seguridad acerca de Su Palabra. Él está más que dispuesto a responder a aquellos que le buscan honestamente y de todo su corazón (Mateo 7:7-8).

¿La advertencia en Apocalipsis 22:18-19 se aplica a toda la Biblia, o únicamente al libro de Apocalipsis?


Pregunta: "¿La advertencia en Apocalipsis 22:18-19 se aplica a toda la Biblia, o únicamente al libro de Apocalipsis?" Respuesta:

Apocalipsis 22:18-19 contiene una advertencia para cualquiera que adultere el texto bíblico: “Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.” ¿Estos versos se refieren a toda la Biblia, o solo al libro de Apocalipsis?

Esta advertencia se da específicamente para aquellos que distorsionan el mensaje del libro de Apocalipsis. Jesús mismo es el Autor del Apocalipsis y quien confirió la visión al apóstol Juan. (Apocalipsis 1:1) Y como tal, Él concluye el libro confirmando el inevitable cumplimiento de estas profecías. Estas son Sus palabras y es Él quien advierte contra la distorsión de cualquier tipo, ya sea aumentando, quitando, falsificando, alterando, o malinterpretando deliberadamente su contenido. La advertencia es explícita y terrible. Las plagas del Apocalipsis caerán sobre cualquiera que sea culpable de contaminar o adulterar las revelaciones de este libro, y aquellos que lo hagan, no tendrán parte en la vida eterna celestial.

Aunque la advertencia en Apocalipsis 22:18-19 es específica para el libro de Apocalipsis, el principio contenido en éste, se aplica también a quien intencionalmente distorsione la Palabra de Dios. Moisés da advertencias similares en Deuteronomio 4:1-2, donde él ordena a los israelitas a escuchar y obedecer los mandamientos del Señor, sin añadir y quitar nada de Su Palabra. Proverbios 30:5-6 contiene una admonición similar para todo aquel que añada a las palabras de Dios: “Para que no sea reprendido y hallado mentiroso.” Aunque la advertencia en Apocalipsis 22:18-19 concierne específicamente al libro de Apocalipsis, su principio debe ser aplicado a toda la Palabra de Dios. Debemos, por lo tanto, ser cuidadosos de manejar la Biblia con precaución y reverencia para no distorsionar su mensaje.

¿Qué es la armonía de los Evangelios?


Pregunta: "¿Qué es la armonía de los Evangelios?" Respuesta:

La “armonía” de los Evangelios es la concordancia entre los cuatro Evangelios bíblicos. Los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento son como los integrantes de un cuarteto de cantantes. Cada uno canta un tono diferente de la melodía, sin embargo todas las diferentes voces combinadas forman una hermosa composición. Cada uno de los cuatro Evangelios da testimonio de Jesús desde una perspectiva aparentemente diferente, pero en conjunto, todos ellos relatan la misma historia. Y de esta manera los cuatro forman una armonía. A esta agrupación cronológica de los Evangelios se le llama ‘armonía de los Evangelios.’ Algunas Biblias incluyen una sección de referencia llamada precisamente armonía de los Evangelios, que cumple el mismo propósito.

Los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas son llamados “Sinópticos,” porque incluyen muchos eventos en común de la vida de Jesús (la palabra sinóptico significa “la misma perspectiva”). Juan se distingue de estos, al proporcionar detalles no incluidos en los otros tres. Cada uno de estos Evangelios fue escrito para un grupo diferente de receptores, y pone énfasis en ciertas facetas del ministerio de Jesús. El Evangelio de Mateo fue escrito principalmente para los judíos, y subraya el cumplimiento de las profecías en Jesús, el rey mesiánico. Marcos fue escrito principalmente para los romanos o cristianos gentiles, así que incluye unas pocas profecías del Antiguo Testamento y explica además ciertas palabras y costumbres judías. Marcos presenta a Jesús como el Siervo Divino. Lucas, también fue escrito principalmente para los creyentes gentiles, por lo que igualmente explica muchas palabras y costumbres judías y utiliza nombres griegos. Lucas se dio a la tarea de escribir una narrativa ordenada de la vida de Jesús y lo presenta como el Hijo del Hombre, enfatizando también Su humanidad. El Evangelio de Juan presentó a Jesús como el Hijo de Dios, e incluyó más revelaciones acerca de Él que ninguno de los otros Evangelios. También ofrece un relato mucho más detallado de los eventos en los últimos días de Jesús.

Algunos han intentado desacreditar la Biblia señalando aparentes inconsistencias en la narrativa de los Evangelios. Éstos señalan las diferencias en el orden en que eventos son presentados, o detalles menores dentro de estos eventos. Cuando las cuatro narrativas se alinean lado a lado, vemos que no todas siguen un estricto orden cronológico. Esto es debido a que muchas de las narrativas están colocadas por orden temático, en el cual los eventos se agrupan de acuerdo a un tema común. Este orden temático es la manera en que la mayoría de nosotros conversamos normalmente.

Las diferencias en detalles menores, tales como el número de ángeles en la tumba de Cristo (Mateo 28:5, Marcos 16:5, Lucas 24:4, Juan 20:12), también se explican permitiendo que el mismo texto así lo exponga. Mateo y Marcos mencionan “un ángel”, mientras que Lucas y Juan mencionan “dos ángeles.” Sin embargo, Mateo y Marco nunca dicen que había “únicamente” un ángel; simplemente dicen que un ángel estaba presente. Tales diferencias son complementarias y no contradictorias. Nueva información puede ser añadida, pero nunca se niega la veracidad de la información anterior.

Como el resto de las Escrituras, los cuatro Evangelios son un hermoso testimonio de la revelación de Dios al hombre. Imagina a un cobrador de impuestos (Mateo), un joven judío sin experiencia con un historial de irresponsabilidad (Marcos), un doctor romano (Lucas), y un pescador judío (Juan), todos ellos escribiendo testimonios de la vida de Jesús en completa armonía. No hay duda que, sin la intervención de Dios, ellos no hubieran podido escribir estas narrativas con tal exactitud (2 Timoteo 3:16). La historia, la profecía, y los detalles personales se agrupan todos para componer una imagen increíblemente acertada de Jesús, el Mesías, el Rey, el Siervo y el Hijo de Dios.

¿Cómo sabemos que la Biblia es la Palabra de Dios, y no los libros apócrifos de la Biblia, el Corán, el Libro del Mormón, etc.?


Pregunta: "¿Cómo sabemos que la Biblia es la Palabra de Dios, y no los libros apócrifos de la Biblia, el Corán, el Libro del Mormón, etc.?" Respuesta:

La pregunta de cuál texto religioso (si lo hay) es la verdadera Palabra de Dios, es de suma importancia. Para evitar un círculo vicioso, la pregunta que debemos hacernos es: En primer lugar ¿cómo sabríamos si Dios se comunicó? Bueno, Dios tendría que comunicarse de una manera que la gente pudiera entender, pero eso también significa que la gente pudo haber inventado sus propios mensajes y simplemente asegurar que éstos procedían de Dios. Así que, parece razonable pensar que si Dios quisiera autentificar Su comunicación, Él tendría que ratificarla de una manera que no pudiera ser duplicada por medios humanos; en otras palabras, por medio de milagros. Esto nos reduce el campo considerablemente.

Más allá de la evidencia para la exactitud de la Biblia (evidencia de manuscritos) y su historicidad (evidencia arqueológica), la evidencia más importante es su inspiración. La verdadera determinación de que la Biblia es la absoluta e inspirada verdad, está en su evidencia sobrenatural, incluyendo la profecía. Dios usó a los profetas para hablar y escribir Su Palabra, y Dios utilizó milagros como el cumplimiento de tales profecías para autentificar a Sus mensajeros. Por ejemplo, en Génesis 12:7, Dios promete que la tierra de Canaán le pertenecería a Abraham y sus descendientes. En 1948, esa tierra fue regresada al pueblo judío por segunda vez en la historia. Esto no parece ser tan asombroso, hasta que te das cuenta de que ¡ninguna otra nación en la historia ha sido dispersada de su patria y ha regresado! Israel lo ha hecho dos veces.

El libro de Daniel predice con exactitud la llegada de cuatro grandes reinos - el Babilonio, Medo-Persa, Griego, y Romano - siglos antes que alguno de esos reinos llegara a formarse (¡un período que abarca más de 1,000 años!). Daniel escribió detalles concernientes a cómo gobernarían esas naciones y cómo serían derribadas. Sus profecías incluyen los reinados de Alejandro el Grande y Antíoco Epífanes.

En Ezequiel 26 vemos en detalle asombroso cómo la ciudad de Tiro iba a ser destruida; ésta iba a ser derribada, y sus escombros serían arrojados al mar. Cuando Alejandro el Grande marchó sobre esa zona, se encontró con un grupo de gente parapetada en una torre en una isla frente a la costa cerca de Tiro. Pero no podía cruzar el canal para luchar contra los que se encontraban en la torre. Así que en vez de esperar a que salieran, el orgulloso conquistador puso a su ejército a construir un puente de tierra hasta la isla. Y funcionó. Su ejército cruzó el canal y derrocó a los ocupantes de la fortaleza. Pero, ¿dónde consiguieron suficiente piedra para hacer el puente de tierra? Las rocas que utilizaron fueron los escombros sobrantes de la ciudad de Tiro. . . sus piedras fueron arrojadas al mar, ¡exactamente como Ezequiel lo había predicho casi 300 años antes!

Hay gran cantidad de profecías concernientes a Cristo (¡más de 270!) que ocuparían varias páginas para enlistarlas. Jesús no hubiera podido tener control sobre muchas de esas profecías, tales como Su lugar o fecha de nacimiento. Más aún, las posibilidades de que un hombre cumpliera accidentalmente aún 16 de estas profecías es 1 en 10^45. ¿Cuánto es eso? Para compararlo, consideremos que ¡hay menos de 10^82 átomos en todo el universo! Y Jesús quien confirmó que la Biblia es la Palabra de Dios, probó Su veracidad y deidad mediante Su resurrección (un hecho histórico no fácil de ignorar).

Ahora, consideremos el Corán. Su autor, Mohamed, no realizó milagros que confirmaran su mensaje (aún cuando sus seguidores se lo solicitaron – Sura 17:91-95; 29:57-61). Sólo de acuerdo a la tradición muy posterior, (el Hadiz), Mohamed hizo supuestos milagros, siendo éstos demasiado fantasiosos (P. ej. Mohamed cortando la luna por la mitad), sin contar con ningún testimonio confiable que los confirme. Por otra parte, el Corán pone de manifiesto errores históricos. Los musulmanes creen que la Biblia es inspirada, pero con algunos errores de edición (Sura 2:136, así como Suras 13, 16, 17, 20, 21, 23, 25). La pregunta que no pueden responder adecuadamente es, “¿Cuándo fue contaminada la Biblia?” Si dicen que antes del 600 d.C. entonces ¿cómo es que el Corán aconseja a los creyentes leerla? Si dicen que fue después del 600 d.C., entonces su argumento es aún más insostenible, pues no existe duda alguna en cuanto a la exactitud de los manuscritos bíblicos, al menos del siglo III en adelante. Aún si el cristianismo fuera falso, el Corán aún tiene un problema insuperable al acusar a los cristianos de creer cosas en las que los cristianos no creen. Por ejemplo, el Corán enseña que los cristianos creen que la Trinidad está formada por el Padre, la Madre (María), y el Hijo (Sura 5:73-75, 116). El Corán también dice que los cristianos creen que Dios tuvo sexo con María a fin de producir un hijo (Suras 2:116; 6:100-101; 10:68; 16:57; 19:35; 23:91; 37:149-151; 43:16-19). Si el Corán realmente procede de Dios, entonces debería al menos ser capaz de informar con precisión las creencias de los cristianos.

José Smith, el autor del Libro del Mormón, trató de hacer algunos milagros tales como profecías, pero éstas fallaron muchas veces. En Deuteronomio 18:21-22 está la prueba del verdadero profeta. José Smith predijo la segunda venida de Cristo en “Historia de la Iglesia” (HI) 2:382. Smith predicó que la segunda venida del Señor sería en 56 años (cerca de 1891). La segunda venida no ocurrió en 1891, y la Iglesia Mormona no afirmó que lo había hecho. Smith también profetizó que varias ciudades serían destruidas en “Doctrinas y Pactos” (D&P) 84:114-115. Nueva York, Albany y Boston iban a ser destruidas si rechazaban el evangelio, de acuerdo a Smith. José Smith mismo fue a Nueva York, Albany y Boston y predicó allí. Estas ciudades no aceptaron su evangelio, sin embargo no fueron destruidas. Otra famosa profecía falsa de José Smith es su “FIN DE TODAS LAS NACIONES” en D&P 87 concerniente a la rebelión de Carolina del Sur en la Guerra Civil. Se supone que el Sur pediría ayuda a Gran Bretaña, y como resultado, la guerra se extendería a todas las naciones, los esclavos se rebelarían, los habitantes de la tierra se lamentarían, habría hambre, plagas, terremotos, truenos, relámpagos, y como resultado, el completo fin de todas las naciones. El Sur finalmente se levantó en armas en 1861, pero los esclavos no se rebelaron, la guerra no se extendió a todas las naciones, no hubo una hambruna mundial, ni plagas, ni terremotos, ni tampoco “el fin de todas las naciones.”

La colección de escritos a los que los protestantes llaman Libros Apócrifos (“escritos ocultos”), los Católicos Romanos les llaman libros deuterocanónicos. (“segundo canon”). Estos libros fueron escritos entre el 300 a.C. y el 100 d.C. en el Período Intertestamentario, entre los escritos inspirados del Antiguo y Nuevo Testamentos. Los libros apócrifos fueron aceptados como “infalibles” dentro de la Biblia por la Iglesia Católica Romana en 1546 en el Concilio de Trento. Ahora, los libros apócrifos deberían regirse por la evidencia de la Biblia, si es que estos escritos fueran realmente inspirados, pero la evidencia parece indicar que no lo son. En la Biblia encontramos profetas de Dios, cuyos mensajes son ratificados por milagros o por profecía que se cumple, y cuyo mensaje es inmediatamente aceptado por la gente (Deuteronomio 31:26; Josué 24:26; 1 Samuel 10:25; Daniel 9:2; Colosenses 4:16; 2 Pedro 3:15-16). Lo que encontramos en los Apócrifos es justamente lo opuesto. Ningún libro apócrifo fue escrito por un profeta. De hecho, ¡un libro declara específicamente que no es inspirado (1 Macabeos 9:27)! Ninguno de estos libros fue incluido en la Escrituras hebreas. No hay ratificación de los autores de ningún libro apócrifo. Ningún libro apócrifo es citado como autoritativo por los escritores bíblicos posteriores. No hay cumplimiento de ninguna profecía en ninguno de los libros apócrifos. Finalmente, Jesús, quien citó cada sección de las Escrituras del Antiguo Testamento, jamás citó ninguno de los apócrifos. Tampoco lo hicieron Sus discípulos.

Hasta la fecha, la Biblia ha eclipsado a todas las fuentes que compiten por ser la revelación misma de Dios. Si no fuera la Palabra de Dios, parecería imposible elegir entre las otras restantes. Si la Biblia no es la Palabra de Dios, entonces hemos sido dejados sin un claro criterio para saber cuál podría ser.

¿Cómo decidimos cuáles libros pertenecen a la Biblia, ya que la Biblia no dice cuáles libros pertenecen a la Biblia?


Pregunta: "¿Cómo decidimos cuáles libros pertenecen a la Biblia, ya que la Biblia no dice cuáles libros pertenecen a la Biblia?" Respuesta:

Si la Escritura debe ser nuestra única autoridad, ¿sobre qué autoridad sabemos cuáles libros pertenecen a la Biblia – ya que la Biblia no establece cuáles libros deben estar en ella? Esta es una pregunta muy importante, porque una cadena es tan fuerte como su eslabón más débil. En la cadena de la comunicación de Dios con la humanidad, ¿hay un eslabón débil? Si es así, entonces toda la cadena cae, y en consecuencia la comunicación no puede ser confiable.

Considerando los diferentes “eslabones” que componen la comunicación de Dios con nosotros: primero está el deseo de Dios de comunicarse. Esto tiene su raíz en Su amor, porque lo más amoroso que un Dios bueno puede hacer, es revelarse a Sí mismo a Su creación. Después vino la verdadera transmisión de la Palabra de Dios a través de escritores humanos. Esto implica un proceso al que la Biblia llama “inspiración,” en el cual Dios espira las palabras que los agentes humanos registran (2 Timoteo 3:16). Después de esto, vino la difusión, cuando la Palabra fue entregada a su audiencia a través de la predicación u otros medios. Luego vino el reconocimiento, cuando el pueblo de Dios distinguió la Sagrada Escritura de los otros escritos religiosos. Después, la preservación, a través de la cual la Palabra de Dios ha sobrevivido hasta el día de hoy, a pesar de incontables intentos por destruirla. Y finalmente, la iluminación, cuando el Espíritu Santo abre el entendimiento del creyente para que reciba la Palabra.

Y esa es la “cadena” – la demostración del amor de Dios en la inspiración, difusión, reconocimiento, preservación e iluminación de Su Palabra. Creemos que Dios estuvo involucrado en cada paso del proceso, porque ¿por qué iría Dios tan lejos para inspirar Su Palabra y luego no preservarla? ¿Por qué nos hablaría para luego fallar en guiarnos a reconocer Su lenguaje?

Este reconocimiento de la Palabra de Dios es usualmente llamado “canonización.” Somos cuidadosos al decir que Dios determinó el canon, y la iglesia lo descubrió. El canon de la Escritura no fue creado por la iglesia; más bien, la iglesia lo descubrió y reconoció. La Palabra de Dios fue inspirada y acreditada desde sus inicios – ésta “permanece firme en los cielos” (Salmo 119:89) – y la iglesia simplemente reconoció ese hecho y lo aceptó.

El criterio que utilizó la iglesia para reconocer y reunir la Palabra de Dios es el siguiente:

1) ¿Fue escrito el libro por un profeta de Dios?
2) ¿Fue autenticado el escritor por milagros que confirmaran su mensaje?
3) ¿Dice el libro la verdad acerca de Dios, sin falsedad o contradicción?
4) ¿Muestra el libro una capacidad divina para transformar vidas?
5) ¿Fue aceptado el libro como Palabra de Dios por la gente a quien originalmente fue entregado?

De estos criterios, el más importante fue el primero - ¿fue escrito el libro por un profeta? Su corolario - ¿recibió el libro la aprobación apostólica? - fue la principal prueba de canonicidad en la iglesia primitiva. Este criterio es un resultado lógico de saber lo que era un “apóstol.” Los apóstoles fueron dotados por Dios para ser los fundadores y líderes de la iglesia, así que es razonable aceptar que a través de ellos vino la Palabra que gobierna a la iglesia.

A los apóstoles se les prometió el Espíritu de verdad, el cual les recordaría lo que Cristo había dicho (Juan 14:26) y que los guiaría a “toda la verdad” (Juan 16:13). Después de la ascensión de Cristo, los apóstoles recibieron dones sobrenaturales para poder realizar su trabajo y confirmar su mensaje (Hechos 2:4). La casa de Dios “está edificada sobre el fundamento de los apóstoles y profetas” (Efesios 2:20). Dada la comisión especial de los apóstoles, tiene sentido que la iglesia hiciera del apostolicidad la principal prueba de la canonicidad. Por lo que, el Evangelio de Mateo fue considerado canónico (fue escrito por un apóstol); y el Evangelio de Marcos, con su estrecha asociación con el Apóstol Pedro, también fue aceptado.

Cuando el Nuevo Testamento estaba siendo escrito, los libros y cartas individuales fueron aceptados inmediatamente como Palabra de Dios y puestos en circulación para el beneficio de otros. La iglesia de Tesalónica recibió las palabras de Pablo como la Palabra de Dios (1 Tesalonicenses 2:13). Las epístolas de Pablo estuvieron circulando entre las iglesias aún durante los tiempos apostólicos (Colosenses 4:16). Pedro reconoció los escritos de Pablo como inspirados por Dios y equiparables al “resto de las Escrituras” (2 Pedro 3:15-16). Pablo citó el Evangelio de Lucas y lo llamó “Escritura” (1 Timoteo 5:18). Esta amplia aceptación permanece vigente, en total contraste con los pocos libros debatidos y eventualmente rechazados como no canónicos, que disfrutaron de un limitado favor por un tiempo.

Más tarde, la herejía se incrementó y cuando algunos dentro de la iglesia comenzaron a clamar por la aceptación de falsos escritos religiosos, la iglesia sabiamente celebró un concilio para confirmar oficialmente su aceptación de los 27 libros del Nuevo Testamento. El criterio que usaron les permitió distinguir objetivamente lo que procedía de Dios, de lo que era de origen humano. Ellos concluyeron que se quedarían con los libros que fueron universalmente aceptados. Al hacerlo, ellos determinaron continuar dentro de “la enseñanza de los apóstoles” (Hechos 2:42).

¿Por qué hay tanta confusión respecto a las enseñanzas de la Biblia?


Pregunta: "¿Por qué hay tanta confusión respecto a las enseñanzas de la Biblia?" Respuesta:

Dios nos dio la Biblia para enseñarnos acerca de Él y Sus caminos, y puesto que Dios no es un Dios de confusión (1 Corintios 14:33), cualquier y toda confusión debe proceder de las fuerzas destructivas del mundo, de la carne, y del diablo. La palabra “mundo” es el impío sistema mundial y su gente, quienes ni entienden ni les importa la Palabra de Dios; la “carne” es la persistente naturaleza pecaminosa que tienen los cristianos y que corrompe su piadoso caminar; y, el “diablo” se refiere a Satanás y sus demonios que tuercen la Palabra de Dios, y quienes a menudo se disfrazan como ángeles de luz (2 Corintios 11:14-15).

Cada una de esas fuerzas puede actuar individualmente o en conjunto para confundir a la gente acerca de la Palabra de Dios. Trágicamente, la confusión acerca de la Biblia, puede conducir a una falsa esperanza de salvación. En las tentaciones de Jesús, Satanás usó falsas interpretaciones de la Palabra de Dios (Mateo 4:1-11). Satanás usa la misma táctica en la actualidad, tomando una verdad bíblica y aplicándola erróneamente. Satanás es hábil en torcer la Palabra de Dios sólo lo suficiente como para producir consecuencias desastrosas.

Algunas veces, la confusión sobre lo que la Biblia enseña, procede de una mala traducción de la Biblia. Sin embargo, más a menudo, la confusión es el resultado de descuidados métodos de estudio de la Biblia entre creyentes, y las doctrinas de falsos predicadores, maestros y escritores (2 Corintios 11:12-13). Estos falsos profetas, aún usando traducciones apropiadas, ya sea por ignorancia o intencionalmente, tuercen y distorsionan la Palabra de Dios para promover sus propios intereses o apelar a la lógica del mundo. En vez de depender únicamente de otros para que nos enseñen la Palabra de Dios, nosotros mismos debemos estudiar la Palabra de Dios y depender del Espíritu Santo.

La más letal es la confusión relativa a la verdad del Evangelio. Mientras que la Escritura enseña que Jesucristo es el único camino, la única verdad y la única vida (Juan 14:6; Hechos 4:12), muchos de los que se llaman a sí mismos cristianos, creen que el cielo puede ser ganado de otras formas y en otras religiones. A pesar de la confusión, las verdaderas ovejas oirán la voz del Pastor y solo lo seguirán a Él (Juan 10:27). Aquellos que no pertenecen al Pastor “…no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias.” (2 Timoteo 4:3). Dios nos ha dado Su Espíritu y la orden de predicar la verdad bíblica con humildad y paciencia, a tiempo y fuera de tiempo (2 Timoteo 4:2), y estudiarla para presentarnos como obreros aprobados, quienes usan correctamente la palabra de verdad (2 Timoteo 2:15). Esto haremos hasta que el Señor Jesús regrese y ponga fin a toda confusión.

¿Cómo supo la gente acerca de Dios antes de la Biblia?


Pregunta: "¿Cómo supo la gente acerca de Dios antes de la Biblia?" Respuesta:

Aunque la gente no tuvo por escrito la Palabra de Dios, no estuvieron incapacitados para recibir, entender y obedecer a Dios. De hecho, hay muchas áreas del mundo en la actualidad, donde las Biblias no están disponibles, y sin embargo la gente puede saber y sabe acerca de Dios. El punto es la revelación – Dios revela al hombre lo que quiere que sepamos de Él. Mientras que no siempre hubo una Biblia, siempre ha habido medios para que el hombre reciba y entienda la revelación de Dios. Hay dos categorías de revelación - la general y la especial.

La revelación general es lo que Dios comunica universalmente a toda la humanidad. El aspecto externo de la revelación general, es que Dios debe ser la causa o fuente de todo. Puesto que estas cosas existen, debe haber una causa para su existencia; Dios también debe existir. Romanos 1:20 dice, “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.” Todos los hombres y mujeres de todas partes, pueden ver la creación y saber que Dios existe. El Salmo 19:1-4 y siguientes, explica que la creación habla claramente de Dios en un lenguaje que todos entienden. “No hay lenguaje ni palabras, ni es oída su voz.” (Verso 3). La revelación de la naturaleza es clara. Nadie puede disculparse a sí mismo por ignorancia. No hay coartada para el ateo, y no hay excusa para el agnóstico.

Otro aspecto de la revelación general – la cual Dios ha revelado a todos – está en la presencia de nuestra conciencia. Esto es interno. “…porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó.” (Romanos 1:19). La gente, por poseer una parte inmaterial, está consciente de que Dios existe. Estos dos aspectos de la revelación general, están ilustrados en muchas historias de misioneros que se encontraron entre tribus nativas quienes jamás habían visto una Biblia u oído de Jesús. Sin embargo, cuando se les presentaba el plan de salvación, ellos sabían que Dios existía porque veían la evidencia de Él en la naturaleza, y sabían que necesitaban un Salvador porque sus conciencias los condenaban de su pecado y su necesidad de Él.

Además de la revelación general, hay una revelación especial que Dios usa para enseñar a la humanidad acerca de Él Mismo y Su voluntad. La revelación especial no es para toda la gente, sino solo para ciertas personas en ciertas épocas. Hay muchos ejemplos de revelación especial en la Escritura (Hechos 1:21-26, también Proverbios 16:33), el Urim y Tumim (un tipo especial de echar suertes, usado por el Sumo Sacerdote – ver Éxodo 28:30; Números 27:21; Deuteronomio 33:8; 1 Samuel 28:6; y Esdras 2:63), sueños y visiones (Génesis 20:3, 6; Génesis 31:11-13, 24; Joel 2:28), apariciones del Ángel del Señor (Génesis 16:7-14; Éxodo 3:2; 2 Samuel 24:16; Zacarías 1:12), y el ministerio de los profetas (2 Samuel 23:2; Zacarías 1:1). Estas referencias no son una lista exhaustiva de cada acontecimiento, pero deben servir como buenos ejemplos de este tipo de revelación.

La Biblia tal como la conocemos, es también una forma de revelación especial. Sin embargo, está en una categoría propia, porque proporciona otras formas de revelación especial innecesarias en la actualidad. Aún Pedro, quien junto con Juan presenciaron a Jesús hablando a Moisés y Elías en el Monte de la Transfiguración (Mateo 17; Lucas 9), declararon que esta experiencia especial era inferior a “la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos.” (2 Pedro 1:19). Eso es porque la Biblia es la forma escrita de toda la información que Dios quiere que conozcamos acerca de Él y Su plan. De hecho, la Biblia contiene todo lo que necesitamos saber para tener una relación con Dios.

Así que, antes de que la Biblia como la conocemos estuviera disponible, Dios usó muchos medios para revelarse a Sí Mismo y Su voluntad a la humanidad. Es asombroso pensar que Dios no usó solo una forma, sino muchas para hacerlo. Nos hace estar agradecidos de que Dios nos haya dado Su Palabra escrita y la haya preservado para nosotros hasta el día de hoy. No estamos a merced de alguien más que nos diga lo que Dios ha dicho. ¡Podemos estudiar por nosotros mismos lo que Él dijo!

Desde luego, la revelación más clara de Dios fue Su Hijo, Jesucristo (Juan 1:14; Hebreos 1:3). Cuando Jesús se hizo hombre para caminar en este mundo entre nosotros, eso solo generó una enorme revelación. Cuando Él murió por nuestros pecados en la cruz, no nos quedó ninguna duda de que Dios es amor (1 Juan 4:10).

¿Por qué es importante estudiar la Biblia dentro de su contexto? ¿Cuál es el problema de tomar versículos fuera de contexto?


Pregunta: "¿Por qué es importante estudiar la Biblia dentro de su contexto? ¿Cuál es el problema de tomar versículos fuera de contexto?" Respuesta:

Es importante estudiar los pasajes e historias bíblicas dentro de su contexto. Tomar versículos fuera de contexto lleva a toda clase de error y malas interpretaciones. La comprensión del contexto comienza con cuatro principios: el sentido literal (lo que dice), el marco histórico (eventos de la historia, para quién está dirigido y cómo fue comprendido en ese tiempo), la gramática (la palabra o frase inmediata dentro de la cual se encuentra una palabra o frase) y la síntesis (la comparación con otras partes de la Escritura). El contexto es crucial para la exégesis bíblica. Después de considerar la naturaleza literal, histórica y gramatical de un pasaje, debemos enfocar nuestra atención en la estructura del libro, luego el capítulo, y después, del párrafo. Todo esto está comprendido en el “contexto”. Para ilustrar esto, es como mirar un mapa del mundo en Google y gradualmente ir enfocando hasta localizar una casa.

Tomar frases y versículos fuera de contexto casi siempre lleva a malos entendidos. Por ejemplo, si tomamos la frase “Dios es amor” (1 Juan 4:7-16) fuera de contexto, podemos pensar que nuestro Dios ama todo y a todos todo el tiempo, con un tipo de amor emocional y romántico. Pero en su contexto gramatical y literal, “amor” se refiere en este caso al amor ágape, la esencia del cual es sacrificarse por el bienestar de otro, y no un sentimiento romántico y sentimental. El contexto histórico también es crucial, porque Juan se estaba dirigiendo a los creyentes de la iglesia del primer siglo y los instruía no en el amor de Dios en sí, sino sobre cómo distinguir a los verdaderos creyentes de los falsos maestros. El verdadero amor – aquel que se sacrifica por el bienestar de otros – es el sello del verdadero creyente (v. 7). Aquellos que no son capaces de amar no pertenecen a Dios (v.8). Dios nos amó antes que nosotros a Él (vv. 9-10), y es por lo que debemos amarnos unos a los otros y así demostrar que somos suyos (vv. 11-12).

Además, considerando la frase “Dios es amor” en el contexto total de la Escritura (síntesis) evitará que lleguemos a la popular conclusión de que Dios es solamente amor, o que Su amor es más grande que todos Sus demás atributos. Sabemos, por muchos otros pasajes, que Dios es también santo, justo, fiel, confiable, bondadoso, misericordioso, bueno, compasivo, omnipotente, omnipresente, omnisciente y muchas otras cosas. También sabemos por otros pasajes, que Dios no solamente ama, sino también aborrece. (Salmo 11:5).

La Biblia es la Palabra de Dios, literalmente “inspirada por Dios” (2 Timoteo 3:16), y se nos manda leerla, estudiarla y comprenderla a través de buenos y apropiados métodos de estudio bíblico, siempre con la iluminación del Espíritu Santo para guiarnos (1 Corintios 2:14). Nuestro estudio se beneficiará notablemente manteniéndonos diligentes en la cuestión del contexto. No es difícil señalar pasajes que aparentemente se contradicen con otra porción de la Escritura, pero si observamos cuidadosamente sus contextos y utilizamos la totalidad de la Escritura como referencia, podremos comprender el significado de un pasaje, y las aparentes contradicciones serán explicadas. “La autoridad del contexto” significa que el contexto a menudo determina el verdadero significado de una frase. Ignorar el contexto es colocarnos en una tremenda desventaja.

¿Por qué es tan difícil entender la Biblia?


Pregunta: "¿Por qué es tan difícil entender la Biblia?" Respuesta:

En diferentes grados, todos batallan al tratar de entender la Biblia. Aún después de 2,000 años de la historia de la iglesia, hay algunos versos y pasajes de la Biblia que dejan aún a los más brillantes eruditos de la Biblia especulando sobre su correcto significado. ¿Por qué es tan difícil entender la Biblia? ¿Por qué se necesita tanto esfuerzo para entender total y correctamente la Biblia? Antes de intentar responder, hay que decir que Dios no la comunicó confusamente. El mensaje de la Palabra de Dios es perfectamente claro. La razón por la que la Biblia a veces resulta difícil de entender, es que somos seres caídos – el pecado nubla nuestro entendimiento y nos lleva a torcer la Biblia a nuestra propia conveniencia.

Hay muchos factores que pueden hacer que la Biblia sea difícil de entender. Primero, hay una diferencia en el tiempo y la cultura. La Biblia fue escrita entre 3,400 y 1,900 años antes de nuestra era. La cultura en la que la Biblia fue escrita, era muy diferente a la mayoría de las culturas existentes en la actualidad. Las acciones de pastores nómadas del año 1800 a.C. en el Medio Oriente, a menudo no tienen mucho sentido para los programadores de computadoras del siglo XXI en América. Es crucialmente importante que, cuando tratemos de entender la Biblia, reconozcamos la cultura en la que la Biblia fue escrita.

Segundo, la Biblia contiene diferentes tipos de literatura, incluyendo historia, leyes, poesía, canciones, literatura de sabiduría, profecía, cartas personales, y literatura apocalíptica. La literatura histórica debe ser interpretada de forma diferente a la literatura de sabiduría. La poesía no puede ser entendida de la misma forma que los escritos apocalípticos. Una carta personal, mientras que para nosotros tiene un significado en la actualidad, puede tener una aplicación diferente de la que tuvo para sus receptores originales. El reconocer que la Biblia contiene diferentes géneros, es vital para evitar confusión y malos entendidos.

Tercero, todos somos pecadores; todos cometemos errores (Eclesiastés 7:20; Romanos 3:23; 1 Juan 1:8). Por más que nos esforzamos por no leer nuestras ideas preconcebidas en la Biblia, es inevitable que todos lo hacemos ocasionalmente. Tristemente, en algún punto todos malinterpretamos un pasaje, debido a una suposición de lo que puede o no puede significar. Cuando estudiamos la Biblia, debemos pedirle a Dios que quite nuestras ideas y nos ayude a interpretar Su Palabra independientemente de nuestras presuposiciones. A menudo esto es difícil, porque para admitir que estamos predispuestos, necesitamos tener humildad y una disposición para admitir nuestros errores.

Pero de ninguna manera son únicamente estos tres pasos lo que se necesita para entender apropiadamente la Biblia. Se han escrito libros enteros sobre hermenéutica bíblica, la ciencia de la interpretación bíblica. Sin embargo, estos pasos son un excelente comienzo para entender la Biblia. Debemos reconocer las diferencias culturales entre nosotros y la gente de los tiempos bíblicos. Debemos tomar en consideración los diferentes géneros de literatura. Debemos esforzarnos por permitir que la Biblia hable por sí misma y no permitir que nuestras presuposiciones contaminen nuestra interpretación.

Entender la Biblia puede ser a veces una tarea difícil, pero con la ayuda de Dios, es posible. Recuerda, si eres un creyente en Jesucristo, el Espíritu de Dios habita dentro de ti (Romanos 8:9). El mismo Dios que “inspiró” la Escritura (2 Timoteo 3:16-17) es el mismo Dios que abrirá tu mente a la verdad y el entendimiento de Su Palabra si te apoyas en Él. Esto no es decir que Dios siempre lo hará fácil. Dios desea que investiguemos Su Palabra y exploremos a fondo sus tesoros.

Entender la Biblia puede no ser fácil, pero es eminentemente provechoso.

¿Por qué es importante entender la Biblia?


Pregunta: "¿Por qué es importante entender la Biblia?" Respuesta:

Es importante entender la Biblia porque la Biblia es la Palabra de Dios. Cuando abrimos la Biblia, leemos el mensaje de Dios para nosotros. ¿Qué puede ser más importante que entender lo que el Creador del universo tiene que decir?

Buscamos entender la Biblia, por la misma razón que el hombre busca entender una carta de amor de su amada. Dios nos ama y desea restaurar nuestra relación con Él (Mateo 23:37). Dios nos comunica Su amor en la Biblia (Juan 3:16; 1 Juan 3:1; 4:10).

Buscamos entender la Biblia, por la misma razón que un soldado busca entender una orden de su comandante. Obedecer los mandatos de Dios le confiere honor a Él y nos guía en el camino de la vida (Salmo 119). Esos mandamientos se encuentran en la Biblia (Juan 14:15)

Buscamos entender la Biblia, por la misma razón que un mecánico busca entender un manual de reparaciones. Las cosas van mal en este mundo, y la Biblia no solo diagnostica el problema (el pecado), sino que nos señala la solución (la fe en Cristo). “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 6:23).

Buscamos entender la Biblia, por la misma razón que un conductor busca entender las señales de tráfico. La Biblia nos guía a través de la vida, mostrándonos el camino de la seguridad y la sabiduría (Salmo 119:11-105).

Buscamos entender la Biblia, por la misma razón que alguien que se encuentra en el camino de una tormenta, busca entender el informe meteorológico. La Biblia predice cómo será el final de los tiempos, haciendo sonar una clara advertencia sobre el juicio inminente. (Mateo 24-25) y cómo evitarlo (Romanos 8:1).

Buscamos entender la Biblia, por la misma razón que un ávido lector busca entender a su escritor favorito. La Biblia nos revela la persona y gloria de Dios, como está expresada en Su Hijo Jesucristo (Juan 1:1-18). En tanto más leamos y entendamos la Biblia, más íntimamente conoceremos a su Autor.

Mientras Felipe viajaba a Gaza, el Espíritu Santo lo guió a un hombre que iba leyendo una porción de Isaías. Felipe se aproximó al hombre, lo vio que estaba leyendo, y le hizo esta importante pregunta: “Pero, ¿entiendes lo que lees? (Hechos 8:30). Felipe sabía que el entender era el punto de partida para la fe. Si no entendemos la Biblia, no podremos aplicarla, obedecerla o creerla.

¿Cuál es la doctrina bíblica de la iluminación?


Pregunta: "¿Cuál es la doctrina bíblica de la iluminación?" Respuesta:

En pocas palabras, la iluminación en el sentido espiritual es “prender la luz” del entendimiento en algún área. Cuando la revelación divina trata con un nuevo conocimiento o cosas futuras, la llamamos “profecía.” Cuando la revelación trata con el entendimiento y la aplicación del conocimiento ya recibido, lo llamamos “iluminación.” La pregunta surge, “¿Cómo ilumina Dios las mentes de aquellos que estudian Su Palabra?”

El nivel más básico de iluminación es el conocimiento del pecado; sin ese conocimiento, todo lo demás resulta inútil. El Salmo 18:28 dice, “Tú encenderás mi lámpara; Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas.” El Salmo 119, el capítulo más largo en la Biblia, es una canción acerca de la Palabra de Dios. El verso 130 dice, “La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples.” Este verso establece el método básico de la iluminación de Dios. Cuando la Palabra de Dios entra en el corazón de una persona, le da luz y entendimiento. Por esta razón, se nos dice repetidamente que estudiemos la Palabra de Dios. El Salmo 119:11 dice, “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti.” Los versos 98 y 99 dicen, “Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, porque siempre están conmigo. Más que todos mis enseñadores he entendido, porque tus testimonios son mi meditación.”

El estudio regular de la Palabra de Dios dará dirección y entendimiento en los problemas de la vida. Este es el primer método de la iluminación de Dios y el punto de partida para todos nosotros. En el Salmo 119, también encontramos otro tipo de la iluminación de Dios. El verso 18 dice, “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley.” Estas “maravillas” no son nuevas revelaciones, sino cosas que fueron escritas hace mucho tiempo, y que hasta ahora fueron entendidas por el lector. Similarmente, el verso 73 dice, “Tus manos me hicieron y me formaron; Hazme entender, y aprenderé tus mandamientos.” La súplica es por un entendimiento personal para aplicar las leyes de Dios. En este Salmo, 15 veces se le pide a Dios que enseñe o dé entendimiento de Sus leyes.

Un pasaje que tal vez genera controversia acerca de la iluminación es Juan 14:26, “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” Jesús estaba hablándoles a Sus discípulos en el aposento alto, dándoles las últimas instrucciones antes de Su muerte. Este especial grupo de hombres debía ser responsable por difundir las buenas nuevas de Jesucristo por todo el mundo. Ellos habían pasado tres años y medio con Él, observando Sus milagros y escuchando Sus enseñanzas. Para compartir esas enseñanzas al resto del mundo, ellos necesitaban una ayuda especial de Dios para recordarlas con precisión. Jesús les dijo que El Espíritu Santo les enseñaría y les recordaría a ellos todo lo que se había dicho, para que ellos pudieran transmitírselo a los demás. Aunque este verso enseña que los apóstoles tendrían la ayuda divina para escribir los Evangelios, no enseña que el Espíritu hará lo mismo con todos los creyentes.

¿Cuál es entonces la obra de iluminación del Espíritu Santo en los creyentes? Efesios 1:17-18 nos dice que el Espíritu da sabiduría y revelación respecto a Jesucristo y abre los ojos del entendimiento, para que podamos conocer los propósitos de Dios en nuestras vidas. En 1 Corintios 2:10-13, Dios revela Sus planes para nosotros por medio de Su Espíritu, quien nos enseña las cosas espirituales. El contexto aquí señala la Palabra de Dios como aquello que ha sido revelado. El Espíritu Santo siempre nos señalará la Palabra de Dios para nuestra instrucción. Como Jesús les dijo a Sus discípulos en Juan 16:12-15, el Espíritu simplemente repite lo que el Padre y el Hijo ya han dicho. Esta repetición nos ayuda a recordar y a escuchar plenamente lo que Dios ya nos ha dicho. A veces debemos oír las cosas varias veces antes de “escucharlas” realmente. Aquí es donde interviene la obra del Espíritu.

Hay una cosa que muchas veces es pasada por alto en la discusión sobre la iluminación y su propósito. Escuchando algunos argumentos, parecería que todo el propósito de la iluminación es un entendimiento exacto y académico de la Palabra de Dios. No hay duda de que Dios desea que entendamos con exactitud lo que Él nos ha dado. Las palabras tienen un significado, y debemos poner atención a los detalles en esas palabras. Sin embargo, un entendimiento académico de las verdades no hace bien a nadie, sin una aplicación de esas verdades.

Regresando al Salmo 119, encontramos declaraciones de propósito conectadas con los versos sobre iluminación. “…para que medite en tus maravillas.” (v.27), “…guardaré tu ley, y la cumpliré de todo corazón.” (v.34), “…para conocer tus estatutos.” (v.125), “…y viviré.” (v.144). La iluminación siempre apunta a una acción. ¿Por qué nos ayuda Dios a entender Su Palabra? Para que podamos vivir en su luz. 1 Juan 1:6 nos desafía, “Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad.” Podemos parafrasearlo de esta forma: “Si decimos que hemos sido iluminados, pero aún caminamos en la oscuridad, mentimos acerca del entendimiento de la Palabra de Dios.” El Espíritu de Dios, quien nos ilumina para entender Su Palabra, toma ese conocimiento y nos guía a vivirlo. Romanos 8:14 dice, “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.” La obra de iluminación del Espíritu Santo en nuestras vidas es una confirmación de que verdaderamente somos hijos de Dios.

¿Cómo podemos saber qué partes de la Biblia se aplican para nosotros en la actualidad?


Pregunta: "¿Cómo podemos saber qué partes de la Biblia se aplican para nosotros en la actualidad?" Respuesta:

Muchos de los malos entendidos ocurren cuando catalogamos mandatos que debíamos estar siguiendo, como “específicos de una época,” aplicable únicamente para la audiencia original; o adoptamos mandatos específicos para una audiencia determinada como verdades eternas. ¿Cómo discernimos la diferencia? Lo primero que debemos considerar es que el canon de la Escritura fue cerrado al final del primer siglo d.C., lo que significa que la mayor parte, sino toda la Biblia, no fue originalmente escrita para nosotros. Los autores tuvieron en mente la audiencia de su época y probablemente no tenían idea de que sus palabras serían leídas por gente de todo el mundo siglos más tarde. Eso debe motivarnos a ser muy cuidadosos cuando interpretamos la Biblia para los cristianos de la actualidad. Parece ser que mucha de la predicación contemporánea está tan preocupada por la relevancia, que tratamos la Biblia como si fuera un lago del cual pescamos aplicaciones para los cristianos de hoy. Y esto se hace a expensas de la interpretación y exégesis correcta.

Las tres principales reglas de la hermenéutica (el arte y ciencia de la interpretación bíblica) son; 1) el contexto; 2) el contexto; y 3) el contexto. Antes de que podamos decirles a los cristianos del siglo XXI cómo se aplica la Biblia a ellos, primero debemos llegar a la mejor comprensión posible de lo que la Biblia quiso comunicar a su audiencia original. Si extraemos una aplicación que resultaría extraña para la audiencia original, hay una gran posibilidad de que no hayamos interpretado el pasaje correctamente. Una vez que tengamos la confianza de que ya comprendimos lo que significaba el texto para sus oyentes originales, entonces necesitamos considerar las diferencias entre ellos y nosotros. ¿Cuáles son las diferencias en lenguaje, cultura, geografía, lugar y situación? Todos estos aspectos tienen que tomarse en consideración antes de hacer la aplicación. Una vez que entendamos la divergencia de nuestras culturas, podremos encontrar las similitudes entre la audiencia original y nosotros. Finalmente, podremos así encontrar la aplicación para nosotros en nuestro tiempo y situación.

También es importante el hecho de que cada pasaje solo tiene una interpretación correcta. Puede tener una gama de aplicaciones, pero solo una interpretación. Esto significa que algunas aplicaciones son mejores que otras. La aplicación que esté más cercana a la interpretación correcta, es una mejor aplicación del texto. Por ejemplo, se han predicado muchos sermones basados en 1 Samuel 17 (la historia de David y Goliat) que implica “vencer los gigantes en tu vida.” Pero apenas tocan los detalles de la narrativa y van directo a la aplicación, lo que usualmente incluye alegorizar a Goliat con una dificultad, o situaciones intimidantes que debemos vencer por fe. También hay intentos de alegorizar las cinco piedras lisas que David recogió. Estos sermones usualmente concluyen exhortándonos a ser fieles como David.

Si bien estas interpretaciones arman sermones atractivos, es dudoso que la audiencia original hubiera recibido ese mensaje de esta historia. Antes de que podamos aplicar la verdad de 1 Samuel 17, debemos saber cómo lo entendió la audiencia original, y eso significa determinar el propósito general de 1 Samuel como un libro. Sin entrar en una exégesis detallada, solo digamos que no se trata de desafiar a los gigantes en tu vida. Eso puede ser una ‘aplicación’ distante del pasaje, pero como ‘interpretación’ es ajena al texto. Dios es el héroe de la historia y David es Su instrumento elegido para traer la salvación a Su pueblo. La historia contrasta al rey del pueblo (Saúl) con el rey de Dios (David), y también prefigura lo que Cristo (el Hijo de David), haría al proveer nuestra salvación.

Otro ejemplo común de interpretar sin considerar el contexto, es Juan 14:13-14. Al leer este verso fuera del contexto, parecería indicar que si le pedimos a Dios ‘cualquier cosa’ la recibiremos, en tanto usemos la fórmula “en el nombre de Cristo.” Aplicando las reglas de una hermenéutica apropiada a este pasaje, vemos que Jesús les está hablando a Sus discípulos en el aposento alto la noche que fue traicionado. La audiencia inmediata son los discípulos. Esta es esencialmente una promesa para los discípulos de Jesús, de que Dios proveería los recursos necesarios para que ellos llevaran a cabo sus ministerios. Es un pasaje de consuelo, porque Jesús pronto los dejaría. ¿Hay una aplicación para los cristianos del siglo XXI? ¡Desde luego! Si oro de acuerdo a la voluntad de Dios (en el nombre de Cristo), Dios nos dará lo que necesitamos para llevar a cabo Su voluntad en y a través de nosotros. Además, la respuesta que obtengamos, siempre glorificará a Dios. Lejos de darnos cualquier cosa que deseemos, este pasaje nos enseña a sujetarnos a la voluntad de Dios en oración, ya que Dios siempre proveerá lo que necesitemos para llevar a cabo Su voluntad.

La interpretación bíblica apropiada es construir sobre los siguientes principios:

1. El contexto. Para entender plenamente, comienza por lo pequeño y extiéndete hacia fuera: verso, pasaje, capítulo, libro, autor y testamento o pacto.

2. Tratar de comprender cómo habría entendido el texto la audiencia original.

3. Considerar las diferencias entre tu cultura y la de la audiencia original.

4. Si un mandato moral del Antiguo Testamento es repetido en el Nuevo Testamento, considéralo una “verdad eterna.”

5. Recuerda que cada pasaje tiene una sola y correcta interpretación, pero puede tener muchas aplicaciones (algunas mejores que otras).

6. Sé siempre humilde, y no olvides el papel del Espíritu Santo en la interpretación. Él ha prometido guiarnos a toda la verdad (Juan 16:13).

Como antes mencionamos, la interpretación bíblica es tanto un arte como una ciencia. Hay reglas y principios, y algunos de los pasajes más difíciles requieren más esfuerzo que otros. Debemos estar siempre abiertos a cambiar una interpretación si el Espíritu nos convence y la evidencia lo apoya.

¿Podemos o debemos interpretar la Biblia literalmente?


Pregunta: "¿Podemos o debemos interpretar la Biblia literalmente?" Respuesta:

No sólo podemos, sino que debemos tomar la Biblia literalmente. Una interpretación literal es la única forma de determinar lo que Dios está tratando de comunicarnos. Cuando leemos cualquier pieza de literatura, debemos determinar lo que el autor intentó comunicarnos. Muchos leerán un verso o pasaje de la Escritura y luego crearán sus propias definiciones sobre las palabras, frases, o párrafos, ignorando el contexto y la intención del autor. Pero esto no es lo que Dios pretendió, y es la razón por la que Dios nos dice que usemos bien la Palabra de verdad (2 Timoteo 2:15).

Una razón por la que debemos tomar la Biblia literalmente, es que el Señor Jesucristo así lo hizo. Siempre que el Señor Jesús citaba el Antiguo Testamento, era claro que Él creía en su interpretación literal. Por ejemplo, cuando Jesús fue tentado por Satanás en Lucas 4, Él respondió citando el Antiguo Testamento. Si los mandamientos de Dios en Deuteronomio 8:3, 6:13 y 6:16 no fueran literales, Jesús no los habría utilizado y hubieran sido impotentes para cerrar la boca de Satanás, lo cual fue logrado.

Los discípulos también tomaron literalmente los mandamientos de Cristo (que son parte de la Biblia). Jesús ordenó a los discípulos ir y hacer más discípulos, en Mateo 28:19-20. En el libro de Hechos, encontramos que los discípulos tomaron el mandamiento de Jesús literalmente, al ir a través del mundo conocido predicando el Evangelio y diciéndoles a todos que “creyeran en el Señor Jesucristo y serían salvos.” (Hechos 16:31). Nosotros también debemos tomar las palabras de Jesús literalmente. ¿Cómo podemos estar seguros de nuestra salvación si no creemos que Él vino a buscar y salvar lo que se había perdido (Lucas 19:10), pagar el castigo por nuestro pecado (Mateo 26:28), y proveer la vida eterna (Juan 6:54)?

Tomar la Biblia literalmente permite aún incluir figuras de lenguaje. Un ejemplo de una figura de lenguaje es alguien que dice “el sol está saliendo.” Técnicamente, el sol no sale; la tierra rota de manera que hace parecer que el sol se está elevando. Sin embargo, casi todos entendemos las figuras del lenguaje lo suficiente como para prestarse a este tipo de comunicación. Es obvio que hay figuras de lenguaje en la Biblia, las cuales no deben ser tomadas literalmente. (Ver el Salmo 17:8 por ejemplo).

Finalmente, cuando nos erigimos como los árbitros finales de qué partes de la Biblia son literales y cuáles no, nos estamos elevando sobre Dios. Él nos dio Su Palabra para comunicarse con nosotros. Las confusiones y distorsiones que inevitablemente resultarían de una interpretación no literal, ocasionarían esencialmente la anulación o desvalorización de las Escrituras.

¿Qué es la espada del Espíritu?


Pregunta: "¿Qué es la espada del Espíritu?" Respuesta:

La frase “la espada del Espíritu” se menciona sólo una vez en la Escritura en Efesios 6:17. La espada es parte de la armadura espiritual que Pablo exhorta a los cristianos a usar, con el fin de estar preparados para luchar eficazmente contra del maligno (Efesios 6:13).

La espada es un arma tanto ofensivo como defensivo, usado para protegerse uno mismo del daño o para atacar al enemigo y vencerlo. Para un soldado, era necesario recibir una rígida formación sobre el uso adecuado de la espada, a fin de obtener el máximo beneficio de ella. Todos los soldados cristianos necesitan el mismo rígido entrenamiento para saber cómo manejar apropiadamente la Espada del Espíritu, “que es la palabra de Dios.” Puesto que todo cristiano se encuentra en una batalla espiritual en contra de las fuerzas satánicas de este mundo, necesitamos saber cómo manejar la Palabra apropiadamente. Solo entonces se convertirá en una defensa efectiva contra el maligno y una valuable arma ofensiva “para la destrucción de fortalezas” del error y la mentira. (2 Corintios 10:4-5).

A la Palabra también se le llama la espada en Hebreos 4:12. Aquí, la Palabra es descrita como “…viva y eficaz y más cortante que toda espada de dos filos.” La espada romana comúnmente era de dos filos, haciéndola más efectiva para perforar y cortar por ambos lados. La idea de la Escritura de penetrar, significa que la Palabra de Dios llega hasta el “corazón,” el centro mismo de la acción, y deja expuestos los motivos y sentimientos de aquellos que toca.

El propósito de la Espada del Espíritu – la Biblia – es fortalecernos y permitirnos resistir los ataques de Satanás (Salmo 119:11; 119:33-40; 119:99-105). El Espíritu Santo usa el poder de la Palabra para salvar almas y conferirles la fortaleza para alcanzar a la madurez espiritual y ser soldados para el Señor. A medida que conozcamos y comprendamos la Palabra de Dios, seremos más útiles en hacer la voluntad de Dios, y más eficaces para permanecer firmes contra el enemigo de nuestras almas.

¿Por qué se le llama a la Biblia, la Santa Biblia?


Pregunta: "¿Por qué se le llama a la Biblia, la Santa Biblia?" Respuesta:

La frase biblia sacra (“libros santos”) apareció por primera vez en algún momento de la Edad Media. En Inglés, uno de los primeros – si no el primero—que utilizó el título de “La Santa Biblia” apareció en 1611 en la portada de la Versión Autorizada, conocida en Estados Unidos como la Versión de King James. La palabra santa tiene varios significados, y, como veremos, todos ellos describen la Palabra de Dios.

Un significado de santa es “sagrada, santificada.” Cuando Dios le habló a Moisés desde la zarza ardiente, Él le ordenó quitarse sus sandalias, porque estaba parado sobre “tierra santa,” el lugar se santificó por la presencia de Dios. Por ser Dios sagrado, las palabras que Él habla también son sagradas. De la misma manera, las palabras que Dios le dio a Moisés en el Monte Sinaí, también son sagradas, así como todas las palabras que Dios ha dado a la humanidad en la Biblia. Puesto que Dios es perfecto, Sus palabras son perfectas (Salmo 19:7). Siendo un Dios justo y puro, también Su Palabra lo es (Salmo 19:8).

La Biblia también es santa, porque fue escrita por hombres bajo la dirección e influencia del Espíritu Santo. “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia.” (2 Timoteo 3:16). La palabra griega traducida como “inspirada por Dios” es Theopneustos, de theos, que significa “Dios;” y pneo, que significa “respirar o respirar sobre.” Así que nuestro Dios Santo, en la persona del Espíritu Santo, literalmente espiró las santas palabras de la Escritura sobre los escritores de cada uno de los libros de la Biblia. El divino Escritor es santo; por tanto, lo que Él escribe es santo.

Otro significado de santo es “separado.” Dios separó a la nación de Israel de sus contemporáneos para ser un “reino de sacerdotes y una nación santa” (Éxodo 19:6). Similarmente, los cristianos son separados de los no creyentes quienes andan en tinieblas, como lo describe Pedro: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.” (1 Pedro 2:9). Este aspecto de “separación” de la santidad es verdadero en la Biblia, porque es un libro separado de todos los demás. Es el único libro escrito por Dios Mismo, el único libro que tiene el poder de liberar al hombre (Juan 8:32), de cambiar su vidas y hacerlo sabio (Salmo 19:7), de santificarlo y hacerlo santo (Juan 17:17). Es el único libro que da vida, consuelo y esperanza (Salmo 119:50), y es el único libro que permanecerá para siempre (Mateo 5:18).

¿Qué son las bienaventuranzas?


Pregunta: "¿Qué son las bienaventuranzas?" Respuesta:

Las bienaventuranzas son ocho declaraciones de bendición dichas por Jesús al principio del Sermón del Monte (Mateo 5:3-12). Cada una comienza con la frase “Bienaventurados los. . .” Está en discusión cuántas bienaventuranzas hay con exactitud. Algunos hablan de siete, nueve o diez bienaventuranzas, pero el número parece ser de ocho (los versos 10-12 de Mateo 5 son una bienaventuranza).

La palabra griega traducida como “benditos” (o bienaventurados) significa “bienestar espiritual y prosperidad.” Es una palabra que se refiere al profundo gozo del alma. Aquellos que experimentan la primera parte de una bienaventuranza (pobreza, llanto, mansedumbre, hambre y sed de justicia, misericordia, pureza, pacificadores, y persecución), también experimentarán la segunda parte de la bienaventuranza (el reino de los cielos, consuelo, la tierra por heredad, saciedad, misericordia, ver a Dios, ser llamados hijos de Dios, y ser herederos del reino de los cielos). Los bienaventurados tienen participación en la salvación y entrada al reino de Dios, experimentando un anticipo del cielo. Otra posible interpretación de cada bienaventuranza es una exclamación de “Oh, cuán felices [o santos] de. . .”

Las bienaventuranzas describen al discípulo ideal y sus recompensas, tanto presentes como futuras. La persona a quien Jesús describe en este pasaje, tiene una cualidad de carácter y estilo de vida diferente de aquellos que aún están “fuera del reino.” Como forma literaria, las bienaventuranzas también se encuentran en el Antiguo Testamento, especialmente en Salmos 1:1; 34:8; 65:4; 128:1, y en otras partes del Nuevo Testamento (Juan 20:29; 14:22; Santiago 1:12; Apocalipsis 14:13).

¿Son inspirados los escritos del Apóstol Pablo (ver 1 Corintios 7:12)?


Pregunta: "¿Son inspirados los escritos del Apóstol Pablo (ver 1 Corintios 7:12)?" Respuesta:

La mayor parte del cristianismo evangélico conservador, cree en lo que se denomina “la inspiración verbal plenaria de la Escritura,” significando que cada una de las palabras de la Biblia ha sido “inspirada” por Dios (2 Timoteo 3:16). Si los críticos de la Biblia pueden afirmar que 1 Corintios 7:12 no es inspirado, sino que se trata más bien de la opinión de Pablo, ¿qué otros pasajes podrían afirmar que son solo la opinión del autor humano y no la autoridad del Autor divino? Este problema ataca el corazón mismo de la autoridad bíblica.

Pablo escribió esta carta a un grupo de cristianos que vivían en Corinto, una ciudad muy corrupta. Parte de esa corrupción se debía a la presencia del templo de Afrodita, hogar para más de 1,000 prostitutas del templo. Fue en este lugar donde Pablo fundó la iglesia de Corinto. De hecho, muchos de la congregación procedían del inmoral estilo de vida de los corintios. La iglesia de Corinto fue formada por ex-fornicarios, ex-adúlteros, ex–homosexuales, ex–ladrones, y ex–alcohólicos (1 Corintios 6:9-11).

Cuando Pablo llega al capítulo 7 de su carta, él está respondiendo a una pregunta que la iglesia había hecho respecto a las relaciones sexuales entre hombres y mujeres. Dado el clima social de Corinto, los corintios pensaban que sería algo bueno que todos permanecieran solteros. Pablo está de acuerdo en que el celibato es algo bueno y aún declara que desearía que más gente pudiera permanecer célibe, al igual que él. Pablo no está menospreciando el matrimonio. Todo lo que está declarando, son simplemente los evidentes beneficios que ofrece la soltería para el ministerio. Sin embargo, Pablo menciona que la soltería es un don de Dios, y que no todos tienen el don (v.7). Para aquellos que ya estaban casados, Pablo les dice que permanezcan así, y en el v. 10, Pablo dice, “No yo, sino el Señor.” Esto significa que Pablo está transfiriendo a los Corintios una orden directa de Jesús. Esta orden proviene de la enseñanza de Jesús en los Evangelios, en particular de Mateo 5:32.

Finalmente, en el verso 12, Pablo se dirige a los “matrimonios mixtos” – aquellos entre un cristiano y un no creyente. Dado el ambiente prevaleciente, los cristianos podrían sentirse tentados a divorciarse de sus cónyuges inconversos, pensando que al hacerlo ellos se purificarían a sí mismos. Pablo les dice a los cónyugues creyentes, que permanezcan con el (la) inconverso(a), con el comentario de que la orden proviene de él, no de Jesús. Pero Pablo no está ofreciendo aquí su propia opinión. Lo que él está diciendo es que Jesús nunca abordó directamente esta situación durante Su ministerio terrenal. Los Evangelios no contienen ninguna enseñanza directa de Jesús referente a la situación de un esposo(a) creyente casado con una o un inconverso(a). Jesús solo da una razón legítima para el divorcio (Mateo 5:32; 19:19), y el estar casado con un no creyente no lo era.

Así que la mejor respuesta es que Pablo aportó una nueva revelación en un área que Jesús no tocó específicamente. Es por lo que Pablo dice, “Yo, no el Señor.” En otras palabras, Yo, no Jesús, les estoy dando esta orden, aunque está basada en los principios que Jesús enseñó. A pesar de lo extenso que fue el ministerio de Jesús, Él no tocó todos los aspectos de la vida cristiana. Es por lo que Él comisionó a los apóstoles para prosiguieran Su ministerio después de Su ascensión, y es por lo que tenemos una Biblia inspirada por Dios. “…a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:17). Pablo fue el responsable de mucha revelación nueva, aunque a fin de cuentas, esas revelaciones procedían del Espíritu Santo. En muchas de sus epístolas, Pablo revela “misterios.” La palabra “misterio” es un término técnico que significa alguna verdad que estuvo oculta con anterioridad, y que ahora es revelada, cosas como la formación de la iglesia, que estaba compuesta tanto de judíos como gentiles (Romanos 11:25), o el arrebatamiento (1 Corintios 15:51-52). Pablo simplemente nos está dando una revelación adicional respecto al matrimonio, que Jesús no explicó en detalle.

¿Se deben tomar literalmente los milagros que se encuentran en la Biblia?


Pregunta: "¿Se deben tomar literalmente los milagros que se encuentran en la Biblia?" Respuesta:

Sí, los milagros en la Biblia deben tomarse literalmente. Toda la Escritura debe tomarse literalmente, excepto aquellas porciones donde claramente se presentan como simbólicas. Un ejemplo de este simbolismo es el Salmo 17:8. No somos literalmente la niña de los ojos de Dios, ni Dios tiene literalmente alas. Pero los milagros no son sucesos simbólicos, sino hechos reales que sucedieron verdaderamente. Cada uno de los milagros en la Biblia sirvió para un propósito, y logró algo que no hubiera podido realizarse de ninguna otra forma.

El primero y más asombroso de todos los milagros fue el de la creación. Dios creó todas las cosas ex nihilo – de la nada – y cada uno de los milagros subsecuentes reafirmó Su increíble poder. El libro de Éxodo está lleno de eventos milagrosos que Dios utilizó para llevar a cabo Su voluntad. Las plagas de Egipto, comenzando con el río Nilo, que se convirtió en sangre (Éxodo 7:17) y terminando con la muerte de los primogénitos de Egipto (Éxodo 12:12), fueron eventos literales que eventualmente lograron que el Faraón liberara a los israelitas de la esclavitud. Si estos milagros no sucedieron realmente ¿por qué el Faraón dejó ir al pueblo? Y si la muerte de los primogénitos nunca sucedió, entonces Dios no pasó por Egipto esa noche, ni hubo razón alguna para que los israelitas aplicaran la sangre del cordero en los dinteles de sus puertas. Si este fuera el caso, entonces la prefiguración de la sangre de Cristo derramada en la cruz no tendría sentido, lo que a su vez, pone en duda la crucifixión misma. Una vez que comencemos a poner en duda la realidad de cualquier milagro, debemos descartar también todo lo que dice la Biblia como resultado de ese milagro, lo que a final de cuentas pone en duda toda la Escritura.

Entre los milagros más conocidos del Antiguo Testamento, está la apertura del mar Rojo (Éxodo 14) durante el cual el Faraón y casi todo su ejército perecieron ahogados. Si este incidente es simbólico, entonces ¿podemos creer en algo del resto de la historia? ¿Realmente salieron los israelitas de Egipto? ¿Realmente los ejércitos del faraón los persiguieron? Y si así fuera, ¿cómo fue que escaparon los israelitas? El Salmo 78 es uno de los muchos pasajes donde Dios les recuerda a los israelitas los milagros que Él hizo para liberarlos de la esclavitud de Egipto. Estos milagros también atrajeron la atención sobre Jehová Dios de las naciones que los rodeaban, probando que Él es el único y Verdadero Dios (Josué 2:10). Sus ídolos paganos de madera y piedra no eran capaces de realizar tales milagros.

En el Nuevo Testamento Jesús realizó numerosos milagros, comenzando con el de las bodas en Caná, donde convirtió el agua en vino (Juan 2:1-10). Probablemente el milagro más espectacular fue el resucitar a Lázaro después de haber estado muerto por cuatro días (Juan 11). Todos los milagros que Jesús hizo fueron para probar que verdaderamente Él era quién dijo ser – el Hijo de Dios. Cuando Jesús calmó la tormenta en Mateo 8, aún sus discípulos estaban asombrados: “Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?” (v.27). Si los milagros de Jesús no fueron reales, entonces las narraciones del Evangelio acerca de las sanidades que hizo Jesús fueron solamente historias agradables, y esas personas siguieron sufriendo por sus enfermedades, poniendo en duda la compasión de Jesús. (Mateo 14:14; 10:34; Marcos 1:41). Si realmente Él no alimentó a miles de personas con unos pocos panes y peces, esa gente siguió hambrienta y las palabras de Jesús, “De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis” (Juan 6:26) no tienen ningún sentido. Pero Jesús sí los sanó, Él sí creó alimentos para miles de personas, Él sí convirtió el agua en vino, y Él sí levantó a Lázaro de los muertos. Juan 2:23 nos dice que muchos creyeron en Él a causa de los milagros.

Todos los milagros tuvieron un propósito – probar que no hay nadie como Dios, que Él tiene completo control de la creación, y que, si Él puede hacer todos estos hechos milagrosos, entonces no hay nada en nuestras vidas que Él no pueda solucionar. Él quiere que confiemos en Él y que sepamos que Él puede hacer milagros también en nuestras vidas. Si Sus milagros no ocurrieron realmente, entonces ¿cómo podemos confiar en todo lo que diga la Biblia? ¿Cómo podemos creer en las buenas nuevas que nos da la Biblia acerca de la vida eterna en Cristo?

Cuando comenzamos a poner en duda cualquier parte de las Escrituras, dudamos también de toda la Palabra de Dios, y abrimos la puerta a mentiras y distorsiones de Satanás, quien busca destruir nuestra fe (1 Pedro 5:8). La Biblia se debe ser leída y entendida literalmente, incluyendo la narrativa de los milagros.

¿Cuáles son los diferentes nombres y títulos de la Biblia?


Pregunta: "¿Cuáles son los diferentes nombres y títulos de la Biblia?" Respuesta:

Hay más de una docena de nombres y títulos de la Biblia que se encuentran tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. La siguiente es una lista de las más conocidas:

El Libro de la Ley (Deuteronomio 31:26) – “Tomad este libro de la ley, y ponedlo al lado del arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y esté allí por testigo contra ti.” La Biblia se conoce como un libro de leyes, leyes que no fueron hechas para esclavizarnos o para sofocar nuestra relación con Dios, sino leyes que nos ayudan a incrementar nuestro conocimiento de la justicia de Dios y a guiarnos hacia Cristo.

Los Evangelios

(Romanos 1:16) – “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.” La Biblia nos revela el Evangelio, las buenas nuevas de nuestro Señor Jesucristo. A través del Hijo de Dios, nuestros pecados son perdonados y se nos ha concedido nuestra salvación.

Las Sagradas Escrituras (Romanos 1:2) – “…que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras.” La Biblia es una colección de escritos sagrados que son santos y autoritativos porque fueron inspirados por Dios.

La Ley de Dios

(Salmo 19:7) - “La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma. El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.” Las leyes de la Biblia no deben confundirse con ningunas otras; éstas son mandamientos del Señor y del Señor solamente, y no producto de las divagaciones del hombre.

Las Palabras de Vida (Hechos 7:38) - “Este es aquel Moisés que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y que recibió palabras de vida que darnos.” La Biblia es un libro viviente; cada libro, capítulo y versículo, están vivos con el conocimiento y la sabiduría de Dios mismo.

El Mensaje de Cristo

(Colosenses 3:16) - “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.” El mensaje de Cristo es el mensaje de la salvación de nuestros pecados a través del Único que puede lograrlo.

Las Escrituras

(2 Timoteo 3:16) - “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia.” Inspirada por Dios, la Biblia es una colección de escritos como ninguna otra. Es el único libro escrito por hombres inspirados o “llevados” por el Espíritu de Dios (2 Pedro 1:21).

El Rollo del Libro

(Salmo 40:7) - “Entonces dije: He aquí, vengo. En el rollo del libro está escrito de mí.” Al profetizar de Jesús, la Biblia se refiere a sí misma como un pergamino, un rollo de pergamino que documenta el invaluable conocimiento para ser transmitido de generación en generación.

La Espada del Espíritu

(Efesios 6:17) - “Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.” Al igual que una espada, la Biblia puede repeler cualquier ataque y traspasar con la verdad de Dios. El escritor de Hebreos dice que la Biblia “es más cortante que una espada de dos filos” porque es capaz de penetrar “hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” (Hebreos 4:12).

La Verdad

(Juan 17:17) - “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.” Siendo la Biblia la Palabra de Dios, ésta tiene que ser la verdad. Cada palabra proviene de la mente de Dios. Y puesto que Él es la Verdad, también Su Palabra debe ser Verdad.

La Palabra de Dios

(Lucas 11:28) - “Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.” La Biblia es como el portavoz de Dios, puesto que Él nos habla directamente a través de cada libro.

La Palabra de Vida

(Filipenses 2:16) - “…asidos de la palabra de vida.” La Biblia nos revela la diferencia entre la vida y la muerte – la vida eterna que espera a aquellos que aceptan a Jesucristo como su Salvador, y la muerte eterna para aquellos que lo rechazan.

Las Palabras del Señor (Salmo 12:6) - “Las palabras del SEÑOR son palabras puras, plata probada en un crisol en la tierra, siete veces refinada.” (LBLA) Las palabras de la Biblia son perfectas y sin defecto, porque son palabras del Señor, dichas a través de los profetas y apóstoles para revelar el amor y la gloria de Dios.

¿Qué es la numerología bíblica?


Pregunta: "¿Qué es la numerología bíblica?" Respuesta:

La numerología bíblica es el estudio de los números en la Biblia. Dos de los números más comúnmente repetidos en la Biblia son el 7 y el 40. El número 7 significa culminación o perfección (Génesis 7:2-4; Apocalipsis 1:20). A menudo es llamado “el número de Dios” puesto que Él es el único que es totalmente perfecto (Apocalipsis 4:5; 5:1, 5-6). El número 3 también se cree que es el número de la perfección divina: La Trinidad consiste en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

El número 40 a menudo es entendido como “el número de prueba o juicio.” Por ejemplo, los israelitas vagaron por 40 años (Deuteronomio 8:2-5); Moisés estuvo en la montaña por 40 días (Éxodo 24:18); Jonás advirtió a Nínive que el juicio caería después de 40 días (Jonás 3:4); Jesús fue tentado por 40 días (Mateo 4:2); hubieron 40 días entre la resurrección y la ascensión de Jesús (Hechos 1:3). Otro número repetido en la Biblia es el 4, el cual es el número de la creación: norte, sur, este y oeste; cuatro estaciones. El número 6 se cree que es el número del hombre: el hombre fue creado en el 6º día; el hombre trabaja solo 6 días. Otro ejemplo de la Biblia usando un número para significar algo está en Apocalipsis capítulo 13, donde dice que el número del anticristo es el 666.

Si los números realmente tienen o no un significado, aún se está debatiendo. Definitivamente la Biblia parece usar números en patrones o para enseñar una verdad espiritual. Sin embargo, mucha gente le atribuye demasiada importancia a la “numerología bíblica,” tratando de encontrar un significado especial detrás de cada número en la Biblia. Con frecuencia, un número en la Biblia es simplemente un número. Dios no nos llamó a buscar significados secretos, mensajes ocultos, o códigos en la Bíblica. Hay más que suficiente verdad pura en la Escritura para suplir todas nuestras necesidades y hacernos “enteramente preparados para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:16).

¿Qué es el Pentateuco?


Pregunta: "¿Qué es el Pentateuco?" Respuesta:

El Pentateuco es el nombre conferido a los primeros cinco libros de la Biblia. Algunos eruditos bíblicos creen que fue escrito casi en su totalidad por Moisés. Aunque los mismos libros del Pentateuco no identifican específicamente al autor, hay muchos pasajes que se atribuyen a Moisés, o como si fueran sus palabras. (Éxodo 17:14; 24:4-7; Números 33:1-2; Deuteronomio 31:9-22). Una de las más importantes evidencias de que Moisés sea el autor del Pentateuco es que Jesús mismo se refiere a esta sección del Antiguo Testamento como la “Ley de Moisés” (Lucas 24:44). Aunque algunos de los versículos en el Pentateuco parecen haber sido añadidos por alguien diferente a Moisés – por ejemplo, Deuteronomio 34:5-8, que describe la muerte y sepultura de Moisés – muchos expertos atribuyen la mayoría de estos libros a Moisés. Aún si Josué o alguien más hubieran escrito los manuscritos originales, su enseñanza y revelación provinieron de Dios a través de Moisés, y sin importar quién escribiera físicamente estas palabras, el autor indiscutible es Dios y Sus libros siguen siendo Su inspiración.

La palabra “Pentateuco” viene de la combinación de la palabra griega penta, que significa “cinco”, y “teuchos” que puede ser traducida como “rollo o pergamino”. Por lo tanto, “Pentateuco” simplemente se refiere a los cinco rollos que comprenden la primera de las tres divisiones del canon judío. El nombre “Pentateuco” se remonta al año 200 d.C. cuando Tertuliano se refirió a los primeros cinco libros de la Biblia con ese nombre. También conocidos como la Torá, que es la palabra hebrea para “Ley”, estos cinco libros de la Biblia son Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.

Los judíos generalmente dividen el Antiguo Testamento en tres diferentes secciones - La Ley, Los Profetas y las Escrituras. La Ley (o la Torá) contiene los antecedentes históricos de la creación y la elección de Dios de Abraham y la nación judía como Su pueblo elegido. La Torá también contiene la ley dada a Israel en el Monte Sinaí. La Escritura se refiere a estos cinco libros por varios nombres. En Josué 1:7, se le llama “…toda la ‘ley’ (Torá) que mi siervo Moisés te mandó.” En 1 Reyes 2:3 la llaman también “…la Ley de Moisés.”

Los cinco libros de la Biblia que forman el Pentateuco son el inicio de la revelación progresiva de Dios al hombre. En Génesis encontramos el principio de la creación, la caída del hombre, la promesa de redención, el comienzo de la civilización humana y el inicio del pacto y la relación de Dios con Su pueblo elegido, Israel.

El siguiente libro es Éxodo, que registra la liberación de Dios de Su pueblo, y Su preparación para poseer la Tierra Prometida que Dios había separado para ellos. Éxodo narra la liberación de Israel en Egipto después de 400 años de esclavitud, tal como Dios lo prometió a Abraham (Génesis 15:13). Éxodo presenta el pacto que Dios hace con Israel en el Monte Sinaí, Sus instrucciones para construir el tabernáculo, la institución de los Diez Mandamientos y otras instrucciones sobre la forma en que Israel habría de adorar a Dios.

Levítico sigue a Éxodo y amplía las instrucciones sobre cómo el pueblo del pacto (Israel) debía adorar a Dios y cómo gobernarse a sí mismos. Establece también los requerimientos del sistema de sacrificio, que permitiría a Dios pasar por alto los pecados de Su pueblo hasta el cumplimiento del perfecto sacrificio de Cristo que expiaría totalmente los pecados.

Después de Levítico está Números, que cubre eventos claves durante los 40 años que Israel vagó por el desierto, y también da instrucciones para adorar a Dios y cómo vivir como el pueblo de Su pacto. El último de los cinco libros que comprenden el Pentateuco es Deuteronomio. A veces se le nombra como la “segunda ley” o la “repetición de la ley.” Deuteronomio registra las últimas palabras de Moisés antes que el pueblo de Israel entrara a la Tierra Prometida. (Deuteronomio 1:1). En Deuteronomio, la ley de Dios entregada en el Monte Sinaí se repite y se amplía. Mientras Israel entraba en un nuevo capítulo en su historia, Moisés les recuerda los mandamientos de Dios y las bendiciones que recibirían si obedecían a Dios, así como las maldiciones que vendrían sobre ellos si le desobedecían.

Los cinco libros del Pentateuco generalmente son considerados como libros históricos, porque registran eventos históricos del pueblo de Israel. Aunque a menudo son llamados la Torá o la Ley, en realidad contienen mucho más que leyes. Éstos nos dan un panorama general del plan de redención de Dios y nos proporcionan el telón de fondo para todo lo que sigue en la Escritura. Como el resto del Antiguo Testamento, las promesas, simbolismos, y profecías contenidas en el Pentateuco, tienen su cumplimiento final en la persona y obra de Jesucristo.

¿Es bíblica la doctrina de la preservación?


Pregunta: "¿Es bíblica la doctrina de la preservación?" Respuesta:

La doctrina de la preservación respecto a la Escritura, significa que el Señor ha conservado Su Palabra intacta, con su significado original. La preservación significa simplemente que podemos confiar en las Escrituras, porque Dios soberanamente ha vigilado la fidelidad del proceso de transmisión a través de los siglos.

También debemos estar conscientes de que no contamos con los escritos o documentos originales. Lo que sí tenemos son miles de manuscritos copiados. Estos manuscritos presentan diferencias, pero son extremadamente pequeñas e insignificantes, y no afectan en lo absoluto las enseñanzas básicas y el significado de la Palabra de Dios. Estas diferencias se reducen principalmente a variaciones ortográficas. Desde luego, una variante ortográfica no afecta la exactitud de la Escritura, ni tampoco significa que Dios no ha preservado Su Palabra. En aquellos casos en los que un manuscrito difiere mas sustancialmente de otro, podemos, mediante un cuidadoso examen y comparación de todos los manuscritos, determinar la redacción original del texto.

Los antiguos escribas, cuyo trabajo consistía en hacer copias exactas de la Escritura, eran muy meticulosos. Un ejemplo de su escrupulosa precisión, es la práctica de contar todas las letras en determinado libro, y anotar la letra central del libro. Entonces contaban todas las letras en la copia que habían hecho, hasta encontrar esta letra para asegurarse que concordaba exactamente con el original. Empleaban métodos extremadamente detallados que tomaban muchas horas de intenso trabajo para asegurar su exactitud.

Más aún, la Escritura testifica del plan de Dios para preservar Su Palabra. En Mateo 5:18, Jesús dijo: “porque de cierto os digo que antes que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido.” Jesús no podría haber hecho esta promesa a menos que estuviera seguro de que Dios preservaría Su Palabra. Jesús también dijo: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.” (Mateo 24:35, Marcos 13:31, Lucas 21:33) La Palabra de Dios permanecerá para siempre y cumplirá todo aquello que Dios se ha propuesto.

El profeta Isaías, a través del Espíritu Santo, declaró que la Palabra de Dios permanecería para siempre. “La hierba se seca y se marchita la flor, mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre”. (Isaías 40:8). Esto se reafirma en el Nuevo Testamento cuando Pedro cita a Isaías refiriéndose a la Escritura como “la Palabra que les fue anunciada” (1 Pedro 1:24-25). Ni Isaías ni Pedro pudieron hacer tales declaraciones sin comprender la preservación divina de la Escritura.

Cuando la Biblia dice que la Palabra de Dios permanece para siempre, no puede significar que está escondida en algún lugar secreto del cielo. La Palabra de Dios fue dada específicamente a la humanidad, y no cumpliría su propósito si no estuviera disponible para todos nosotros. “Las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que, por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.” (Romanos 15:4) Además, nadie podría ser salvo, sino a través del mensaje del Evangelio, el cual está contenido en la Palabra de Dios (1 Corintios 15:3-4). Por lo tanto, a fin de que el Evangelio sea proclamado “hasta lo último de la tierra” (Hechos 13:47), la Palabra debe ser protegida. Si la Escritura no fuera preservada en forma sobrenatural, no habría manera de asegurarse de la consistencia de su mensaje.

¿Existe prueba de la inspiración de la Biblia?


Pregunta: "¿Existe prueba de la inspiración de la Biblia?" Respuesta:

He aquí algunas evidencias que manifiestan que la Biblia es inspirada por Dios (divinamente inspirada) como lo declara 2 Timoteo 3:16.

1) El cumplimiento de las profecías. Dios habló a hombres para revelarles cosas que sucederían en el futuro. Algunas de ellas ya han ocurrido. Otras aún no. Por ejemplo, el Antiguo Testamento contiene mas de 300 profecías respecto a la primera venida de Jesucristo. No hay duda de que estas profecías son de Dios porque los manuscritos datan desde antes del nacimiento de Cristo. Estos no fueron escritos después del evento, sino antes de él.

2) La unidad de la Escritura. La Biblia fue escrita por 40 escritores humanos durante un período que abarca aproximadamente 1,600 años. Había una gran diversidad entre estos hombres. Moisés era un líder político; Josué, un líder militar; David, un pastor; Salomón, un rey; Amos, un pastor y recolector de fruta; Daniel, un primer ministro; Mateo, un cobrador de impuestos; Lucas, un doctor en medicina; Pablo, un rabino; y Pedro, un pescador, entre otros. La Biblia también fue escrita bajo una variedad de circunstancias. Fue escrita en 3 diferentes continentes. Europa, Asia y África. Sin embargo, los grandes temas de la Escritura se mantienen intactos en todos sus escritos. La Biblia no se contradice a sí misma. No hay forma en que esto pudiera haber sucedido, sin que Dios, el Espíritu Santo, supervisara la escritura de la Biblia.

Compara esto con los escritos islámicos del Corán. Éste es el resultado de una compilación hecha por un solo individuo, Zaid bin Thabit, bajo la guía del suegro de Mahoma, Abu-Bekr. Posteriormente, en el año 650 d.C. un grupo de eruditos árabes conformaron una versión unificada y destruyeron todas las copias con variantes para preservar la unidad del Corán. La Biblia estaba ya unificada desde el momento de su escritura. La unidad del Corán fue forzada por un grupo de editores humanos.

3) La Biblia presenta a sus héroes tal como eran en realidad, con todas sus fallas y debilidades. Tampoco glorifica a los hombres, como lo hacen otras religiones con sus héroes. Leyendo la Biblia se da uno cuenta de que las personas sobre las que escribe tenían problemas y cometían errores tal como nosotros lo hacemos. Lo que hacía grandes a los hombres de la Biblia era que confiaban en Dios. Un ejemplo es David, a quien se le describía como “un hombre conforme al corazón de Dios” (1 Samuel 13:14). Aún así, David cometió adulterio (2 Samuel 11:1-5) y también asesinato (2 Samuel 11:14-26). Esta información pudo haber sido fácilmente omitida de la Escritura, pero el Dios de la verdad la incluyó.

4) Los hallazgos arqueológicos corroboran las historias registradas en la Escritura. Aunque muchos incrédulos a través de la historia, han tratado de encontrar evidencia arqueológica que desacredite lo registrado en la Biblia, han fracasado. Es fácil decir que la Escritura es falsa, probar que lo es, es otra cosa. De hecho, esto nunca ha sucedido. En el pasado, cada vez que la Biblia contradecía alguna “teoría” científica del momento, posteriormente se comprobaba que la Biblia estaba en lo correcto y la teoría científica, equivocada. Un buen ejemplo está en Isaías 40:22. Todo el tiempo que la ciencia aseguraba que la tierra era plana, la Biblia establecía que “Dios está sentado en el círculo (esfera) de la tierra”.

La declaración que hace la Biblia de ser originada por Dios no debe entenderse solo como un razonamiento difundido. El testimonio de testigos confiables – particularmente de Jesús, así como el de Moisés, Josué, David, Daniel y Nehemías en el Antiguo Testamento y Juan y Pablo en el Nuevo Testamento – afirman la autoridad e inspiración verbal de las Sagradas Escrituras. Considera los siguientes pasajes; Éxodo 14:1; 20:1, Levítico 4:1; Números 4:1; Deuteronomio 4:2; 32:48; Isaías 1:10, 24; Jeremías 1:11; 11:1-3; 1 Corintios 14:37; 1 Tesalonicenses 2:13; 2 Pedro 1:16-21; 1 Juan 4:6.

También resultan de interés los escritos de Tito Flavio Josefo, un historiador judío del siglo primero d.C. Josefo registra algunos eventos que coinciden con las Escrituras. Considerando estas evidencias, aceptamos totalmente que la Biblia procede de Dios (2 Timoteo 3:16).

¿Qué es la doctrina de la suficiencia de la Escritura? ¿Qué significa que la Biblia es suficiente?


Pregunta: "¿Qué es la doctrina de la suficiencia de la Escritura? ¿Qué significa que la Biblia es suficiente?" Respuesta:

La doctrina de la suficiencia de la Escritura es un principio fundamental de la fe cristiana. Decir que las Escrituras son suficientes, significa que la Biblia es todo lo que necesitamos para equiparnos para una vida de fe y servicio. Nos proporciona una clara presentación de la intención de Dios para restaurar la relación rota entre Él y la humanidad a través de Su Hijo Jesucristo. La Biblia nos enseña acerca de la fe, la elección y salvación por los méritos de la muerte de Jesús en la cruz y Su resurrección. Ningún otro escrito es necesario para entender estas buenas nuevas, ni ningún otro escrito se requiere para equiparnos para una vida de fe.

“Escritura” se refiere al Antiguo y Nuevo Testamentos. El apóstol Pablo declaró que “todas las Escrituras te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. Si la Escritura es “espirada por Dios” entonces no es inspirada por hombres. Aunque fue escrita por hombres, “nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:21). Ningún escrito humano es suficiente para equiparnos para todo trabajo de servicio a Dios; solo Su Palabra puede hacer esto. Entonces, si la Escrituras son suficientes para equiparnos completamente, entonces nada mas es necesario.

La “Escritura” comprende tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento. El apóstol Pablo declara que las Escrituras “. . . te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:15-17). Si la Escritura es “Inspirada por Dios,” entonces no es de inspiración humana. Aunque haya sido escrita físicamente por los hombres, “nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” (2 Pedro 1:21). Ningún escrito hecho por el hombre es suficiente para equiparnos para cada buena obra; solo la Palabra de Dios puede hacerlo. Además, si las Escrituras son suficientes para equiparnos totalmente, entonces no se necesita nada más.

Colosenses 2 habla sobre los peligros que enfrenta una iglesia cuando se impugna la suficiencia de la Escritura, o cuando la Escritura es combinada con escrituras no bíblicas. Pablo advierte a la iglesia de Colosas, “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.” (Colosenses 2:8). Judas es aún más directo: “Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.” (Judas 1:3). Nótese la frase “una vez dada” Esto indica claramente que ningún otro escrito aunque venga del pastor mas dedicado, o teólogo, o iglesia de cualquier denominación, puede reflejar o complementar la Palabra de Dios. La Biblia contiene todo aquello que es necesario para el creyente entienda el carácter de Dios, la naturaleza del hombre y las doctrinas del pecado, el cielo, el infierno y la salvación a través de Jesucristo.

Tal vez los versículos mas enfáticos sobre el tema de la suficiencia de la Biblia vienen del libro de los Salmos. En el Salmo 19:7-14, David se regocija en la Palabra de Dios, declarando que es perfecta, digna de toda confianza, recta, radiante, iluminadora, firme y totalmente justa. Puesto que la Biblia es “perfecta” ningún otro escrito es necesario.

Hoy en día la suficiencia de la Escritura está bajo ataque, y tristemente ese ataque proviene casi siempre de dentro de nuestras mismas iglesias. Técnicas mundanas de organización, métodos para atraer multitudes, entretenimiento, revelaciones no bíblicas, misticismo, y consejería psicológica, todos declaran que la Biblia y sus preceptos no son adecuados para vivir la vida cristiana. Pero Jesús dijo: “Mis ovejas oyen mi voz y yo las conozco, y me siguen”. (Juan 10:27). Su voz es todo lo que necesitamos oír, y las Escrituras son Su voz, total y absolutamente suficiente.