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Ministros de Cristo
Por tanto, puesto que tenemos este ministerioA, según hemos recibido misericordiaB, no desfallecemosC; sino que hemos renunciado a lo oculto y vergonzoso1A, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de DiosB, sino que, mediante la manifestación de la verdad, nos recomendamosC a la conciencia de todo hombre en la presencia de Dios. Y si todavía nuestro evangelioA está veladoB, para1 los que se pierdenC está velado, en los cuales el dios de este mundoA ha cegado el entendimiento1B de los incrédulos, para que no vean el resplandor del evangelio de la gloria de CristoC, que es la imagen de Dios2D. Porque no nos predicamos a nosotros mismosA, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por amor1 de Jesús. Pues Dios, que dijo que de las tinieblas resplandeciera la luzA, es el que ha resplandecido en nuestros corazonesB, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de CristoC.
Pero tenemos este tesoro en vasos de barroA, para que la extraordinaria grandeza del poder sea de Dios y no de nosotrosB. Afligidos en todoA, pero no agobiadosB; perplejosC, pero no desesperados; perseguidosA, pero no abandonadosB; derribados, pero no destruidosC; 10 llevando siempre en el cuerpo por todas partes la muerte1 de JesúsA, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpoB. 11 Porque nosotros que vivimos, constantemente estamos siendo entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo1 mortal. 12 Así que en nosotros obra la muerte, pero en vosotros, la vida. 13 Pero teniendo el mismo espíritu de feA, según lo que está escrito: Crei, por tanto hableB, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos; 14 sabiendo que aquel que resucitó al Señor JesúsA, a nosotros también nos resucitará con JesúsB, y nos presentará juntamente con vosotrosC. 15 Porque todo esto es por amor a vosotros1A, para que la gracia que se está extendiendo por medio de muchos, haga que las acciones de gracias abunden para la gloria de DiosB.
Lo temporal y lo eterno
16 Por tanto no desfallecemosA, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interiorB se renuevaC de día en día. 17 Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparaciónA, 18 al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se venA; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
A 4:1 1 Cor 3:5 B 4:1 1 Cor 7:25 C 4:1 Luc 18:1; 2 Cor 4:16; Gál 6:9; Ef 3:13; 2 Tes 3:13 1 4:2 Lit., de la vergüenza A 4:2 Rom 6:21; 1 Cor 4:5 B 4:2 2 Cor 2:17 C 4:2 2 Cor 5:11, 12 A 4:3 2 Cor 2:12 B 4:3 1 Cor 2:6 y sig.; 2 Cor 3:14 1 4:3 Lit., en C 4:3 1 Cor 1:18; 2 Cor 2:15 A 4:4 Mat 13:22; Juan 12:31 1 4:4 Lit., la mente B 4:4 2 Cor 3:14 C 4:4 Hech 26:18; 2 Cor 3:18; 4:6 2 4:4 O, para que la luz...que es la imagen de Dios, no les amanezca D 4:4 Juan 1:18; Fil 2:6; Col 1:15; Heb 1:3 A 4:5 1 Cor 4:15, 16; 1 Tes 2:6, 7 1 4:5 O, por medio A 4:6 Gén 1:3 B 4:6 2 Ped 1:19 C 4:6 Hech 26:18; 2 Cor 4:4 A 4:7 Job 4:19; 10:9; 33:6; Lam 4:2; 2 Cor 5:1; 2 Tim 2:20 B 4:7 Jue 7:2; 1 Cor 2:5 A 4:8 2 Cor 1:8; 7:5 B 4:8 2 Cor 6:12 C 4:8 Gál 4:20 A 4:9 Juan 15:20; Rom 8:35, 36 B 4:9 Sal 129:2; Heb 13:5 C 4:9 Sal 37:24; Prov 24:16; Miq 7:8 1 4:10 Lit., el morir A 4:10 Rom 8:36; Gál 6:17 B 4:10 Rom 6:5, 8 1 4:11 Lit., nuestra carne A 4:13 1 Cor 12:9 B 4:13 Sal 116:10 A 4:14 Hech 2:24 B 4:14 1 Tes 4:14 C 4:14 Luc 21:36; Ef 5:27; Col 1:22; Jud 24 1 4:15 O, para bien vuestro A 4:15 Rom 8:28; 2 Cor 1:6 B 4:15 1 Cor 9:19; 2 Cor 1:11 A 4:16 2 Cor 4:1 B 4:16 Rom 7:22 C 4:16 Isa 40:29, 31; Col 3:10 A 4:17 Rom 8:18 A 4:18 Rom 8:24; 2 Cor 5:7; Heb 11:1, 13