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Jesús sana otra vez en día de reposo
Y aconteció que cuando Jesús1 entró en casa de uno de los principales de los fariseos2 un día de reposo para comer pan, ellos le estaban observando cuidadosamenteA. Y allí1, frente a El, estaba un hombre hidrópico. Y dirigiéndose1 Jesús, a los intérpretes de la ley2A y a los fariseos, les habló diciendo: ¿Es lícito sanar en el día de reposo, o noB? Pero ellos guardaron silencio. Y El, tomándolo de la mano, lo sanó y lo despidió. Y a ellos les dijo: ¿A quién de vosotros se le cae un hijo1 o un buey en un hoyo en día de reposo, y no lo saca inmediatamenteA? Y no pudieron responderle a estoA.
Lección sobre la humildad
Y comenzó a referir una parábola a los invitados, cuando advirtió cómo escogían los lugares de honor a la mesaA, diciéndoles: Cuando seas invitado por alguno a un banquete de bodas, no tomes1 el lugar de honorA, no sea que él haya invitado a otro más distinguido que tú, y viniendo el que te invitó a ti y a él, te diga: “Dale el lugar a éste”; y entonces, avergonzadoA, tengas que irte al1 último lugar. 10  Sino que cuando seas invitado, ve y siéntate1 en el último lugar, para que cuando llegue el que te invitó, te diga: “Amigo, ven más adelante2A”; entonces serás honrado delante de todos los que se sientan3 a la mesa contigo. 11  Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille será ensalzadoA.
12 Y dijo también al que le había convidado: Cuando ofrezcas una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos, no sea que ellos a su vez también te conviden y tengas ya tu1 recompensa. 13  Antes bien, cuando ofrezcas un banquete, llama a pobres, mancos1, cojos, ciegos, 14  y serás bienaventurado1, ya que ellos no tienen para recompensarte; pues tú serás recompensado en la resurrección de los justosA.
Parábola de la gran cena
15 Cuando uno de los que estaban sentados1 con El a la mesa oyó esto, le dijo: ¡Bienaventurado2 todo el que coma pan en el reino de DiosA! 16  APero El le dijo: Cierto hombre dio una gran cena, e invitó a muchos; 17  y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los que habían sido invitados: “Venid, porque ya todo está preparado.” 18  Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero le dijo: “He comprado un terreno1 y necesito ir a verlo; te ruego que me excuses.” 19  Y otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos; te ruego que me excuses.” 20  También otro dijo: “Me he casado, y por eso no puedo irA.” 21  Cuando el siervo regresó, informó de todo esto a su señor. Entonces, enojado el dueño de la casa, dijo a su siervo: “Sal enseguida por las calles y callejones de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos1, los ciegos y los cojos.” 22  Y el siervo dijo: “Señor, se ha hecho lo que ordenaste, y todavía hay lugar.” 23  Entonces el señor dijo al siervo: “Sal a los caminos y por los cercados, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. 24  “Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron invitados probará mi cena.”
El costo del discipulado
25 Grandes multitudes le acompañaban; y El, volviéndose, les dijo: 26  Si alguno viene a mí, y no aborrece1 a su padre y madre, a su mujer e hijos, a sus hermanos y hermanas, y aun hasta su propia vida, no puede ser mi discípuloA. 27  El que no carga su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípuloA. 28  Porque, ¿quién de vosotros, deseando edificar una torre, no se sienta primero y calcula el costo, para ver si tiene lo suficiente para terminarla? 29  No sea que cuando haya echado los cimientos y no pueda terminar, todos los que lo vean comiencen a burlarse de él, 30  diciendo: “Este hombre comenzó a edificar y no pudo terminar.” 31  ¿O qué rey, cuando sale al encuentro de otro rey para la batalla, no se sienta primero y delibera si con diez mil hombres es bastante fuerte como para enfrentarse al que viene contra él con veinte milA? 32  Y si no, cuando el otro todavía está lejos, le envía una delegación1 y pide condiciones de paz. 33  Así pues, cualquiera de vosotros que no renuncie a todas sus posesiones, no puede ser mi discípuloA. 34  Por tanto, buena es la sal, pero si también la sal ha perdido su sabor, ¿con qué será sazonadaA? 35  No es útil ni para la tierra ni para el muladar; la arrojan fuera. El que tenga oídos para oír, que oigaA.
1 14:1 Lit., El 2 14:1 I.e., miembro del Sanedrín A 14:1 Mar 3:2 1 14:2 Lit., he aquí 1 14:3 Lit., respondiendo 2 14:3 I.e., expertos en la ley de Moisés A 14:3 Mat 22:35 B 14:3 Mat 12:2; Luc 13:14 1 14:5 Algunos mss. antiguos dicen: asno A 14:5 Mat 12:11; Luc 13:15 A 14:6 Mat 22:46; Luc 20:40 A 14:7 Mat 23:6 1 14:8 Lit., no te recuestes en A 14:8 Prov 25:6, 7 A 14:9 Luc 3:8 1 14:9 O, comiences a ocupar el 1 14:10 Lit., recuéstate 2 14:10 Lit., sube más arriba A 14:10 Prov 25:6, 7 3 14:10 Lit., se reclinan A 14:11 2 Sam 22:28; Prov 29:23; Mat 23:12; Luc 1:52; 18:14; Sant 4:10 1 14:12 Lit., y te sea hecha 1 14:13 O, lisiados 1 14:14 O, dichoso A 14:14 Juan 5:29; Hech 24:15; Apoc 20:4, 5 1 14:15 Lit., reclinados 2 14:15 O, Dichoso A 14:15 Apoc 19:9 A 14:16 Mat 22:2-14; Luc 14:16-24 1 14:18 O, campo A 14:20 Deut 24:5; 1 Cor 7:33 1 14:21 O, lisiados 1 14:26 I.e., en comparación a su amor por El A 14:26 Mat 10:37 A 14:27 Mat 10:38; 16:24; Mar 8:34; Luc 9:23 A 14:31 Prov 20:18 1 14:32 O, embajada A 14:33 Fil 3:7; Heb 11:26 A 14:34 Mat 5:13; Mar 9:50 A 14:35 Mat 11:15