GRUPOS PEQUEÑOS SALUDABLES

Capítulo 1

BASES BÍBLICAS Y TEOLÓGICAS DE LOS GRUPOS PEQUEÑOS
¿Son bíblicos los grupos pequeños? ¿Los aprueba Dios como
una forma de reunión de su iglesia? Estas son dos de las preguntas que se encuentran en la mente de algunos líderes cristianos. Dejemos que la Palabra de Dios nos dé la respuesta de inmediato. La Biblia dice: “Porque donde se reúnen dos o tres en mi nombre, yo estoy allí en medio de ellos”. (Mateo 18.20. Versión Palabra de Dios para Todos, PDT).
En casi todas las denominaciones cristianas hay iglesias y
comunidades de fe convencidas de que los grupos pequeños son un instrumento del Señor para transformar vidas. Especialmente en el tiempo actual, cuando las personas se proyectan más individualistas e independientes, pese a que en realidad viven con una gran
necesidad intrínseca de tener relaciones más personales. Pero, aunque el número de las congregaciones que usa el método de grupos pequeños es creciente, todavía existen dudas, y ciertas sospechas, principalmente en sectores más conservadores, que siguen desconfiando del modelo. Como nos dice Jean-Pierre Besse en su libro “Células en Casa para la Iglesia en Misión” (p.32):

“Considerados hace cuarenta años como una curiosidad de la que

había que desconfiar, estos grupos (pequeños) se han multiplicado prodigiosamente en la actualidad. Aunque siguen despertando una cierta desconfianza, tienen sus credenciales en la Biblia y en la historia de la Iglesia”.

El propósito de los primeros dos capítulos de este libro es precisamente presentar las credenciales bíblicas, teológicas e históricas, añadiéndole la validez pragmática de este útil método para responder a las preguntas inquietantes más comunes. No tengo la más mínima duda de que si observamos con detenimiento en el texto del Nuevo Testamento las enseñanzas que nos dejó Jesús en su vida y ministerio, así como la práctica de las primeras iglesias, vamos a encontrar que el uso de los grupos pequeños fue clave, no tan sólo
para el desarrollo de las iglesias, sino también para las personas que eran parte de las mismas. Si la Biblia reconoce los beneficios de este método, nosotros deberíamos, al menos, considerarlo como una manera de ministrar para la iglesia hoy día.
Pongamos, pues, por unos momentos, esta forma de trabajo en el laboratorio bíblico-teológico. Luego, usted decidirá si pasa la prueba. Comencemos con la manera en que Jesús trabajaba con los grupos.

JESUS UTILIZÓ LOS GRUPOS PEQUEÑOS

En su libro “Cómo liderar Grupos Pequeños” (P-17) Neal F. McBride, resume en siete puntos claves las ejecutorias de Jesús al usar este método:

1. Jesús inició su ministerio en la tierra mediante el

establecimiento de un “pequeño grupo”, los doce discípulos.

En Mateo 10:2-4 se mencionan los nombres de cada uno de los doce que Él mismo escogió. ¿Necesitaba Jesús la compañía y la ayuda de los discípulos siendo el Hijo de Dios? Definitivamente no. Pero Él escogió una pequeña y sencilla estructura basada en relaciones interpersonales para enseñar, modelar y ministrar a través de ella.
Este no fue cualquier grupo, entienda bien esto, por favor. Aquí está la “célula madre” de la Iglesia universal. Este pequeño grupo se comenzó a multiplicar y a reproducirse para dar paso a la formación de, literalmente, un ejército espiritual de millones de personas alrededor del mundo.
Jesús usó dos figuras interesantes para ilustrar el crecimiento monumental del reino de Dios:

La semilla de mostaza (Lucas 13:18-21)

La levadura (Lucas 13:18-21).

En el primer caso, la semilla de mostaza que un hombre plantó en su jardín, creció y se convirtió en un gran árbol, y las aves construyeron nidos en sus ramas. En la segunda analogía, el reino de Dios es comparado con la levadura que una mujer mezcla con mucha harina. Al final, la levadura se expande y toda la masa queda fermentada.
El pueblo de Israel tuvo un comienzo algo similar aunque no en la misma dimensión, cuando de un grupo familiar como el de Abraham, Dios impulsó al establecimiento de una nación. Jean- Pierre (p-37) comenta:

“La biología nos enseña que todo organismo vivo pluricelular empieza por una célula fecundada. La Iglesia cuenta con un proceso análogo. El fecundador fue el Hijo de Dios; la célula, los doce discípulos. Y, por consiguiente, habrá multiplicación. En cierto modo la aventura de Israel también empezó por la célula familiar de los patriarcas, en el libro de Génesis”.

En Marcos 3:14 se dice que Jesús estableció doce:

Para tenerlos con Él desde el principio. Jesús los llamó para que estuvieran primero con Él y, después, formarlos en el ministerio.

Para enviarlos a predicar con la autoridad de echar fuera demonios y sanar enfermos entre otras cosas. Fíjese que esto no es un llamado a la contemplación desde lejos. Es un llamado al trabajo. Es un llamado a la movilización. Dios no cuenta con los haraganes. Llamó a sus doce, los capacitó, los equipó y luego los envió a trabajar y a la acción.

2. Jesús estaba comprometido activamente en contextos

ministeriales tanto de grupos grandes como de pequeños.

Es decir que no contrapuso ni hizo que riñeran entre sí ambos grupos. Tampoco le daba exclusividad a uno u otro. Él proclamó su mensaje a grandes multitudes, pero también entraba en los hogares donde tenía reuniones con grupos pequeños. Jesús constantemente hacía su trabajo de evangelizar entrando en el oikos de las personas. Todo dependía del momento y de las circunstancias.
La palabra oikos se encuentra repetidas veces en el Nuevo
Testamento, y es comúnmente traducida por “la casa”. Un ejemplo del uso de este término lo vemos en Hechos 16:31 donde se nos dice: “...y serás salvo, tú y tu casa”. Por supuesto no se refiere a la casa física. Tampoco se refiere solamente a los miembros de la familia que viven allí, sino que incluye a la familia extendida, vecinos y amigos cercanos.

3. Los grupos grandes que estaban con Jesús fueron precedidos

por el grupo pequeño.

Es decir que primero Jesús hizo su grupo pequeño y luego tuvo los grupos grandes. Los discípulos proveían la plataforma para los grupos grandes. Era usual que tuviera a los doce cuando proclamaba las Buenas Nuevas a las multitudes. Pero se retiraba con frecuencia
con los doce buscando la intimidad con ellos en reuniones del grupo pequeño.

4. Jesús pasó la mayor parte de su tiempo con su grupo pequeño.

Es muy probable que dicho grupo consumiera la mayor parte del tiempo de Jesús. Aparte de comer juntos, viajaban juntos, sufrían juntos y vivían de igual manera las dificultades. Y a medida que el momento de la crucifixión se acercaba, era más íntima la relación con ellos y pasaba menos tiempo con las multitudes.

5. Las relaciones y no las organizaciones eran el aspecto central

de su metodología.

El mensaje que proclamaba era más importante para Jesús que establecer estructuras. De hecho, se habla muy poco sobre ese tema en su ministerio, aunque sabemos que eso no significa que Él rechace las organizaciones ni un orden para hacer las cosas, pero Jesús hace énfasis en las personas y no en los programas. La única organización que mereció de su tiempo y su atención constante fue el grupo pequeño.
El cuidado que Jesús le daba a su grupo era evidente cuando tomaba a sus discípulos aparte para darles descanso y evitar que se
fatigaran hasta quedarse sin energías. (Marcos 6:12-13 y 30-32). Les hacía preguntas para que reflexionaran sobre lo que ellos vivían, veían o enfrentaban. (Marcos 8:14-21; 10:42-45; Lucas 10:17-20).

6. Jesús empleaba el contexto de su grupo pequeño para enseñar,

ejemplificar con su vida el conocimiento, las actitudes y los comportamientos espirituales que debían ser emulados por los discípulos.

No fue una capacitación formal ni necesariamente académica, pero sí práctica. Los miembros del grupo simplemente participaban con Cristo en cualquier actividad que realizara. El grupo pequeño se convirtió en su laboratorio de aprendizaje vivencial.
7. El grupo pequeño fue el método de Jesús para la enseñanza del

liderazgo.

Su meta era equipar a ese grupo selecto de discípulos para que llevaran a cabo la labor de la enseñanza y prédica del evangelio, después que Él regresara a la casa del Padre. El éxito se mediría en función de sus ministerios en el futuro y no de sus logros del momento. Sería por la palabra de sus grupos de seguidores que muchos llegarían a creer. Como nos dice Juan 17:20: “Estoy orando
por estos hombres, pero te pido también por los que creerán en mí
por medio de la enseñanza de ellos”.

LA IGLESIA PRIMITIVA PUSO EN PRÁCTICA LAS REUNIONES EN GRUPOS PEQUEÑOS EN LAS CASAS

1. Había bautismos en las casas.

¿Qué pensaría usted si le dijera que en las reuniones de grupos pequeños en las casas de los primeros hermanos se llevaban a cabo los bautismos de los nuevos creyentes? Tomemos por ejemplo lo que pasó en la casa del carcelero de Filipos, según lo menciona Hechos
16:32-33.

“Pablo y Silas les anunciaron el mensaje del Señor al carcelero y a todos los de su casa. A esa hora de la noche, el carcelero los llevó y les lavó las heridas. Inmediatamente fueron bautizados él y toda su casa”.

Pero no sólo los bautismos ocurrían en las casas, también las enseñanzas del evangelio y el discipulado como nos muestra Hechos
5:47:

“Diariamente en el área del templo y en las casas, los apóstoles continuaban enseñando y anunciando las buenas noticias de que Jesús es el Mesías”.

2. Los primeros creyentes fueron llenos del Espíritu Santo en una casa.

¿Se percató de eso? El comienzo de la iglesia ocurrió en una casa. En un aposento alto, que era parte de la estructura física de una residencia, la iglesia también fue llena del Espíritu Santo. “De repente, vino del cielo un ruido como de un viento muy fuerte, que llenó toda la casa”. Hechos 2:2

3. La iglesia gentil nació en una pequeña reunión.

En una casa, la casa de Cornelio, nació la iglesia gentil, según lo narra Hechos 10. Los hombres que fueron a buscar a Pedro para que fuera a la casa de Cornelio declararon lo siguiente: “Un santo ángel le dijo a Cornelio que lo invitara a su casa para poder escuchar lo que usted tenga que decirle”. Pedro fue a la casa de Cornelio y allí, la familia de Cornelio y sus amigos creyeron y fueron bautizados por el Espíritu Santo y en el bautismo en agua.

4. Pablo discipuló una ciudad desde una casa.

Pablo alquiló una casa y enseñó el evangelio durante dos años a todos los que se acercaban allí. “Pablo se quedó dos años completos en una casa alquilada, donde recibía a todos los que iban a visitarlo. El anunciaba el reino de Dios y enseñaba acerca del Señor Jesucristo. Lo hacía abiertamente y sin que nadie se lo impidiera”. Hechos 28:30,31.

5. Una reunión de grupo pequeño en una casa se convirtió en

una iglesia.

La casa de Lidia, según Hechos 16:40, se convirtió en un lugar de encuentro para los cristianos. Ese grupo pequeño creció hasta convertirse en la iglesia de Filipenses, una de las iglesias que se hizo cargo del cuidado integral del apóstol Pablo.

6. Otros ejemplos bíblicos:

En Hechos 2:46 se nos dice que “los creyentes compartían el mismo propósito, cada día solían dedicar mucho tiempo en el área del templo y comían juntos en las casas”.

En Hechos 12:12 se nos dice que en la casa de María, madre de Juan Marcos, había un grupo reunid en oración.

Pablo tenía por costumbre enseñar en público, pero también se encargaba de las enseñanzas en privado, casa por casa. (Hechos 20:20)

En Romanos 16:5 se llama iglesia al grupo que se reúne en la casa de Priscila y Aquila. “Saluden también a la iglesia que se reúne en la casa de Priscila y Aquila”.
En Colosenses 4:15 se menciona otra iglesia, en casa de Ninfa. “Saluden de mi parte a todos los hermanos de Laodicea, a Ninfa y a toda la iglesia que se reúne en su casa”.
Como hemos visto, el uso de los hogares para las reuniones de los creyentes y el uso de grupos pequeños tienen una sólida base bíblica. Pero aún falta mirar un asunto más.

EL FUNDAMENTO TEOLOGICO

La Trinidad es comunidad.

Dios habita en comunidad y nunca ha sido un ser que vive en la soledad. La Biblia enseña que Dios vive en perfecta comunión recíproca. Son tres personas y un único amor y una sola comunidad. Las tres personas divinas se aman de tal forma que viven siempre unidos, de una forma profunda y radical. El reflejo de la imagen
divina en el humano implica que éste ha de vivir en comunidad. Los grupos pequeños son núcleos básicos de comunidades de fe, en los que podemos reflejar la koinonía cristiana en un ambiente de mutuo cuidado y apoyo. Cuando practicamos la koinonía (1 Juan 1:3) no sólo nos entregamos los unos a los otros, sino que compartimos la vida misma del Trino Dios. La koinonía es en sí un poderoso testimonio cristiano, pues “en esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”. Juan 13:35 RV 1960
Detrás de las reuniones de grupos pequeños está la fuerte idea de compartir, tener compañerismo y comunión los unos con los otros. La Trinidad nos deja ver que Dios, al igual que las personas, se comunica y se relaciona para buscar tener comunión con otros. Dios creó al ser humano para que viviera y participara de la vida en comunión, primero con Él y luego con los demás. Y es que Dios no deseaba que esa diversidad de expresión de vida y de amor se quedara encerrada en su comunidad, sino que su anhelo ha sido siempre que brotara fuera de ella para alcanzar a todos los seres humanos. Fíjese bien en este texto de Isaías 6:8 “Y oí la voz del Señor

que decía: ¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?” ¿Acaso este no es el deseo de un Dios Trino que desea manifestarse hacia fuera?

La doctrina de la Trinidad es la pieza clave de todo el
rompecabezas teológico y práctico del cristianismo. Esta doctrina de la Trinidad nos ayuda a discernir el porqué y el cómo del ministerio. Sirve para establecer las reglas, la estructura, la forma y las interrelaciones entre todo ministerio que se hace en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. La Trinidad es considerada como la gramática de la fe cristiana, y como tal constituye la base fundamental para articular la fe y el ministerio cristiano.
El pastor Daniel Oscar, quien suele reflexionar sobre la Trinidad, señala: “Esta doctrina enseña el profundo misterio de la unidad entre Dios el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo como tres personas en una sola deidad. Un misterio que se entiende por revelación. Toda la teología del nuevo testamento puede ser esquematizada desde una perspectiva trinitaria, entendiendo la misión de la Iglesia como un ciclo que comienza en Dios el Padre, continúa en la obra del Hijo y del Espíritu Santo y es completado nuevamente en el Padre. Vemos el inicio con la preeminente
participación del Padre en la obra de la creación, del Hijo en la obra de la salvación, y del Espíritu Santo en la santificación y el empoderamiento de la Iglesia para la misión. Entonces, el retorno al Padre se da con la exaltación del Hijo a la presencia del Padre y, posteriormente, el encuentro de todos los creyentes con Dios para establecer el reino de Dios sin rivalidad alguna en la consumación de los tiempos”.
Al considerar la Trinidad como la gramática de la fe cristiana,
todo el ministerio y praxis de la Iglesia puede ser definida en términos trinitarios. Seamans, autor del libro “Ministerio a la Imagen de Dios” (pág. 9), define el ministerio cristiano de la siguiente manera: “el ministerio en el cual entramos es el ministerio de Jesucristo, hacia el Padre a través del Espíritu Santo por el bien de la Iglesia y del mundo”. Vemos en esto que la trinidad aporta tres dimensiones al ministerio: El Padre, que es la dimensión subjetiva, o cognitiva o teleológica, o sea identidad, origen o razón y finalidad última al ministerio, pues todo es por Él y para Él, la finalidad última es que Dios sea glorificado; el Hijo, la dimensión objetiva, que da forma y estructura al quehacer ministerial, y el Espíritu Santo, que es
la dimensión emotiva y cualitativa del ministerio, da calidad, poder, pasión y pureza a nuestro accionar”.

La Trinidad como marco teológico del iglecrecimiento a través

de grupos.

La doctrina de la trinidad sirve de marco teológico para sustentar el método de iglecrecimiento a través de los grupos pequeños. No hemos de ver estos grupos como una aplicación religiosa de un nuevo método organizacional adoptado por la iglesia, sino más bien como el retomar la praxis de la iglesia primitiva basada en el patrón trinitario de los apóstoles, tal como lo demuestran los textos bíblicos del Nuevo Testamento.
Cada evento importante en la vida de Cristo tomó lugar en un contexto de grupo pequeño. Cristo vino del cielo saliendo de una comunidad trinitaria conformada por el Padre, el Hijo y El Espíritu Santo -el grupo original y primario de dos o tres- y nos manda a congregar dos o tres en su nombre. El modeló la forma relacional de estos grupos, ahí está el mensaje de la encarnación. Cuando ascendió a los cielos mandó al Espíritu Santo a activar y empoderar a un grupo de discípulos atemorizados a salir a la misión. Ahí está el
significado del pentecostés. Vemos la Trinidad como el grupo original en constante actividad, comunicación y relación con la Iglesia para que adopte su imagen aquí, en el quehacer ministerial.
Cada concepto relacionado con la naturaleza de la Trinidad es aplicable a las funciones de los grupos pequeños.
Así nos dice el pastor Daniel Oscar acerca de la Trinidad: “La Trinidad es una paradoja: ’aceptar dos verdades aparentemente contradictoria al mismo tiempo’. Dios nunca ha sido uno sin ser tres, y nunca ha sido tres sin ser uno. Esta verdad nos ayuda a enfrentar un mundo de tensiones. Aceptar que somos a la vez todos iguales y al mismo tiempo diferentes. Nos libera de la tiranía de la disyuntiva, de la radicalización, nos abre paso a la integración, a mirar las cosas de varios ángulos. Precisamente los grupos pequeños no son grupos congregados alrededor de una ideología política, o filosófica, ni de raza, color o género, sino alrededor de la persona de Jesucristo, así que esta paradoja se expresa en la celebración de la unidad y la diversidad en los grupos pequeños”.

Tres dimensiones de la Iglesia.

Mi querido hermano (a), el grupo pequeño es un instrumento de Dios provisto para responder a las necesidades de las personas. A manera de conclusión de este capítulo menciono que algunos maestros de las Escrituras como Jean-Pierre Besse (p-42) ven tres dimensiones de la Iglesia en el Nuevo Testamento:
1. La dimensión universal. Es la Iglesia como Esposa del Cordero y Cuerpo de Cristo. Esta es la iglesia grande distribuida por el mundo que está unida espiritualmente.
2. La dimensión local. Es representada por el conjunto de cristianos de una misma localidad. Los hermanos se encuentran para recibir enseñanzas, orar y tener compañerismo.
3. La dimensión del grupo pequeño. En su práctica más
corriente, las iglesias locales vivían distribuidas en grupos que se reunían también en las casas. Aquí se observan y se modelan las mismas conductas de respeto y espiritualidad que las otras reuniones porque es esencialmente la iglesia misma.
Así es que, cuando los creyentes se reúnen en un grupo pequeño, se reúne la Iglesia misma para hacer lo que la misma hace, con igual respaldo y acompañamiento divino. Espero que la evidencia bíblica y teológica presentada le haya ayudado a ampliar su idea acerca del método de grupos pequeños y aclarar inquietudes o solidificar su opinión favorable en torno al mismo.
Es mi deseo que en los siguientes capítulos usted pueda
identificar nuevas ideas y destrezas que enriquecerán su forma de hacer el ministerio.