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Salmo de David. A TI clamaré, oh Jehová, fortaleza mía: no te desentiendas de mí; porque no sea yo, dejándome tú, semejante á los que descienden al sepulcro. Oye la voz de mis ruegos cuando clamo á ti, cuando alzo mis manos hacia el templo de tu santidad. No me arrebates á una con los malos, y con los que hacen iniquidad: los cuales hablan paz con sus prójimos, y la maldad está en su corazón. Dales conforme á su obra, y conforme á la malicia de sus hechos: dales conforme á la obra de sus manos, dales su paga. Porque no atendieron á las obras de Jehová, ni al hecho de sus manos, derribarálos, y no los edificará. Bendito Jehová, que oyó la voz de mis ruegos. Jehová es mi fortaleza y mi escudo: en él esperó mi corazón, y fuí ayudado; por lo que se gozó mi corazón, y con mi canción le alabaré. Jehová es su fuerza, y la fortaleza de las saludes de su ungido. Salva á tu pueblo, y bendice á tu heredad; y pastoréalos y ensálzalos para siempre.